CAPÍTULO ÚNICO

El sillón, pese a ser suave y cómodo, hacía sentir a Marinette que estaba sentada sobre una trampa de espinas. Se quedó ahí, con la espalda tan tiesa que no tocaba el respaldo acolchado. Se llevó las manos sobre el regazo, tratando de paliar la bola de incomodidad y tensión que le acartonaba el cuerpo con cada latido.

Oía a los demás hablar, pero realmente no escuchaba. Le pitaban los oídos y le costaba levantar la vista de sus manos. La necesidad de salir de aquella habitación llena de olor a café y magdalenas se agolpaba en cada fibra de su ser.

Era 20 de marzo, uno de sus días favoritos del año. Empezaba la primavera, su estación predilecta, y comenzaba la temporada de las flores de cerezo. Sus 20 de marzo se sentían diferentes, se vivían diferentes. Podía recordar a la perfección el del año anterior como si hubiera sido apenas un día atrás, aunque en su corazón se sentía muy lejano. Adrien la había llevado a merendar a un parque bajo el primer cerezo que él había visto florecer. Nunca se lo decía, pero Marinette se había dado cuenta de que Adrien se pasaba todo febrero atento a los árboles para ver cuál parecía que iba a florecer primero.

—Mira, aquí es perfecto —había dicho Adrien, estirando el mantel sobre el césped para que pudieran sentarse—. Ven, aquí.

Marinette se sentó a su lado mientras él sacaba todo lo que había traído en su cesta. Había tartaletas de frutos rojos, sándwiches vegetales y té de fresa. Aquel encantador menú era su celebración particular. Hacía años, cuando no eran más que unos adolescentes atolondrados, se habían dado su primer beso en un picnic como aquel, bajo aquellos preciosos árboles. Revivían aquella dulzura año tras año.

—¿Y la nueva? —dijo una mujer mayor con una carpeta entre las manos, echándole un vistazo amable que no la ayudó para nada—. ¿Te apetece decir algo?

Todas las miradas se giraron hacia Marinette y ella tuvo que hacer un esfuerzo para no encogerse sobre sí misma. Se mordió el labio, ansiosa.

—No tienes que hablar si no quieres.

—No... —susurró Marinette antes de carraspear—. No, hablaré.

Marinette inspiró hondo mientras los otros nueve ocupantes de la sala la observaban de hito en hito, esperando sin presionarla.

—Hola, me llamo Marinette... No sé muy bien qué decir ni cómo empezar —Marinette suspiró—. Yo, en fin, yo sé que el mundo no se ha acabado, que sigo aquí, respirando y eso, pero es interesante descubrir cuantas veces ha estado a punto de irse todo a la mierda. O al menos así me he sentido. Echando la vista atrás no puedo decir que haya sido una única vez, he tenido que enfrentarme a crisis muy duras a lo largo de mi vida. Pero esta es la primera vez que no sé qué hacer. No sé cómo lidiar con esto. Mire a donde mire todo está lleno de recuerdos, de una vida que ya no tengo, de tradiciones y... Echo de menos incluso nuestros días de no hacer nada. Echando la vista atrás, creo que eran mis favoritos.

Marinette aún recordaba el tacto del pelo de Adrien contra su piel como si se hubiera grabado en la memoria de sus células. Adrien tenía complejo de gato, Marinette siempre bromeaba al respecto.

—¿Qué estás viendo? —había preguntado Adrien al sentarse en el sofá.

—Un documental sobre Givenchy —le respondió Marinette.

—¿Es por el maratón que nos echamos ayer de Audrey Hepburn?

—En parte —había bromeado Marinette—, me gustó mucho el diseño de vestuario del que se encargó.

—¿Te importa si lo veo contigo?

—Claro que no —rio Marinette—. Así podrás contarme los chismes.

—¡Oye! No soy ningún chismoso.

—Bueno...

—¡Marinette! —se había quejado Adrien.

—Vamos, se te escapan cada dos por tres las cosas que oías cuando trabajabas de modelo.

—Ni que lo hiciera a propósito.

—¿Así que no pegabas la oreja para ver qué contaban por ahí?

—¡Era la gente la que me venía a mí con sus cuentos! — se había quejado Adrien de nuevo, enfurruñado.

—Venga, venga, no te enfades —le había pedido Marinette dándole un abrazo por detrás.

—Sí, claro, ahora dime eso.

—Vamos, solo quería chincharte un poco.

Marinette había comenzado a acariciarle el pelo como había aprendido que le gustaba. Lo peinó con los dedos, enterrándolos en los mechones dorados que olían a lima y coco. Adrien no tardó en recargarse en el regazo de Marinette y devolverle el abrazo. Se habían quedado abrazados viendo el documental. Aunque era más correcto decir que Marinette vio el documental, porque Adrien tardó minutos en quedarse dormido ante las caricias.

Marinette apretó las manos con fuerza, añorando como nunca aquellos momentos.

—Tardé mucho tiempo en darme cuenta de lo importante que es él para mí. Antes de que fuéramos pareja incluso, él siempre ha sido una parte fundamental de mi vida. Y ahora que ya no está conmigo... ¿Cómo lidio con que aún esté su colección de cds en la estantería? Sé que si enciendo el reproductor de música la primera canción que suene va a ser una de las suyas, porque los discos siguen ahí dentro y yo no puedo... En la cocina aún hay un par de botes de sus especias favoritas y en el congelador quedan unas porciones de la tarta de crema y maracuyá que él compró. Separarse de un ser querido no es fácil porque, con todo, él sigue siendo la persona a la que más quiero en este mundo. Con la que he compartido todo, desde los momentos más felices a las situaciones más duras, y ahora ya no puedo. Era en situaciones como esta en las que le pedía consejo y ahora ya no le puedo pedir que me ayude.

Marinette había perdido la cuenta de la cantidad de veces que Adrien había estado a su lado. Era alguien con quien siempre podía contar, incluso en los peores escenarios posibles.

—¿Te encuentras bien? —le había preguntado Chat Noir.

Habían logrado evadir el ataque del akumatizado, pero había sido por los pelos. El tejado estaba completamente arrasado y ardía en llamas gracias a los rayos.

—Sí, pero no diría lo mismo de ti, ¿cómo tienes el brazo?

—Es solo un arañazo.

No lo era. La tela del traje estaba desgarrada por el brazo derecho y la sangre brotaba en cantidades alarmantes, goteando hasta el suelo. Ladybug quiso decirle algo, pero no pudo. El akumatizado había regresado a la ofensiva y Chat la arrastró con él para esquivarlo.

—Se me hace difícil dormir... Suena ridículo viniendo de mí porque, vamos, si por algo soy conocida en mi círculo es que una vez me acuesto en la cama es muy fácil que se me peguen las sábanas. Por eso no quedo con nadie temprano, siempre llego tarde —bromeó Marinette, aunque el humor no llenó su voz, era un sonido hueco—. Pero ahora apenas echo cabezadas en el sofá. No soy capaz de ir a nuestro cuarto y que su lado de la cama esté vacío. Intenté hacerlo una vez, pero me superaron los recuerdos...

Adrien había comprado un nuevo conjunto de sábanas realmente preciosas, azules y verdes. Eran muy suaves al tacto y daba gusto dormir entre ellas. Pero más gusto daba poder dormir abrazada a él, sintiendo la respiración cadenciosa de Adrien haciéndole cosquillas en la oreja, la sensación de sus manos acariciándole la piel y de los labios arrebatándole el aliento, el pensamiento y los temores. Cada vez que sus labios se rozaban, una cadena de fuegos artificiales le alborotaba la columna e incendiaba sus emociones. Era la sensación más increíble del mundo. Marinette recordaba aquellos momentos de entrega mutua, de cariño, de juegos, de bromas, de preguntas y mimos como un tesoro. Marinette recordaba el amor con Adrien como una piedra preciosa que había brotado en su corazón tras someterlo a tantísimos momentos juntos, tantas conversaciones, tantas risas, tantas lágrimas, tantas promesas, tantas esperanzas. Y ahora esa piedra permanecía escondida, sin brillo ni ojos que la miraran. La tenía para sí sola como un peso muerto.

—La última vez que dormí en esa cama me desperté en medio de la noche con un ataque de pánico con el que no pude lidiar. Parecía que el pecho se me iba a partir en dos y vomité bilis hasta perder el conocimiento...

Era una sensación extraña exponer su corazón ante todos aquellos extraños que nunca la habían visto en la vida y que sin embargo la miraban con la comprensión y la empatía de quien ha tenido que batallar un camino tan duro como el tuyo.

—Yo fui una persona muy insegura durante mucho tiempo, y si en esa época me hubiera preguntado si existía la posibilidad de que él me dejara por otra, lo habría afirmado con seguridad. Estaba preparada para ello. No creía en mí y, cuando eso pasa, es muy difícil creer en los demás. Tuve que trabajar mucho para poder tener otra percepción de mí misma. Y parece que no, pero eso me llevó a un cambio con los demás. Y si me hubieran preguntado hace unos meses habría dicho que soy fuerte y segura de mí misma —Marinette se apretó el labio inferior con los dientes con tanta fuerza que percibió el sabor de la sangre—, habría dicho que sí. Y si me hubieran preguntado si confiaba en Adrien, habría dicho que sí, con toda seguridad. Él siempre decía que me quería y que estaría conmigo, por siempre jamás decía él, y lo decía con tal fortaleza y devoción en la voz que era imposible no creerle. Pero ahora él no está. Me falló a su palabra.

En ese momento Marinette se dio cuenta de que tenía el rostro inundado en lágrimas, pero tenía las mejillas tan frías y temblaba tanto que no se había percatado. Se las limpió con el dorso de la mano, aunque no sirvió de nada. Las lágrimas siguieron saliendo como un torrente.

—Sé por qué Adrien se fue, se por qué ya no está a mi lado. Y una parte de mí no puede sino odiarle por ello. Me dejó sola en un apartamento demasiado grande, con demasiados recuerdos. Y lo único que tengo para lidiar con ello es un anillo que no puedo tocar y una lápida que no puedo visitar.

Un hombre que estaba sentado a su lado en el círculo le tendió una caja de pañuelos. Marinette la tomó haciéndole un gesto de agradecimiento y se limpió la cara.

—Quiero volver a la época en la que pensar en Adrien era algo feliz, por mucho que lo desee no puedo traerlo de vuelta, pero no quiero que el recuerdo que tengo de él se empañe por esta frustración, este odio por haberlo visto sacrificarse por salvarme a mí la vida. Solo que no sé cómo hacerlo. Lo siento por todo esto.

—En estas reuniones no juzgamos a nadie. Son un espacio seguro para que expongas lo que sientes —le dijo la mujer que la había invitado a hablar al principio.

—Gracias. Gracias por escucharme.

FIN

25/02/2022

¡Hola a todos, lindas flores!

El rollo angst puro y duro, así a palo seco, no es muy de mi estilo. Los que hayan leído otras cositas de mí lo saben y los que no, pues bueno, pueden entrar a mi perfil sin miedo a que les vaya a romper el corazón. Este fic nació debido a una polémica acerca de los límites de la ética y la moral a la hora de escribir o hacer arte sobre los fandoms y sobre Miraculous Ladybug en particular. En concreto sobre cómo el universo de Miraculous no podía recoger arte categorizado como adulto por ser una serie para todos los públicos. Y digo polémica porque aquello no fue un diálogo ni un debate. No había un interés real por escuchar. Pues este discurso me tocó bastante la moral porque es muy simplista de lo que implica escribir narrativa adulta, reduciéndolo todo al sexo, y también porque la forma en que se hicieron las cosas me pareció ofensiva y desproporcionada. Ningún debate sano puede existir cuando en medio suceden el acoso y el odio. Así que unas cuantas fickers y yo nos apuntamos a escribir cositas de distinta índole clasificadas como contenido adulto en señal de protesta.

Voy a hablar de los fanfics porque es el terreno en el que yo me manejo. Las historias clasificadas como narrativa adulta son aquellas que puedan contener violencia verbal o física de forma explícita o trate o sugiera temas considerados adultos. Sí, la narrativa erótica aparece en esa lista, pero no es la única. Por ejemplo, el caso de este oneshot que entra en dicha clasificación porque trata desde una perspectiva adulta la muerte, concretamente el duelo que vive una persona por la muerte de su pareja. Me parece que cerrar la puerta a cualquier fandom a la posibilidad de escritos en esta índole es una gran pérdida, porque ante todo no hay que perder la perspectiva de la democratización de la lectura que han supuesto los fanfiction. Permite que gente, en cualquier parte del mundo, tenga acceso a leer miles de libros y relatos de manera totalmente gratuita, lo que implica un mayor acceso a la cultura a toda clase de personas. Es interesante que cualquiera pueda acceder a toda clase de historias. También ha permitido a muchísima gente compartir historias que de otra manera no habrían podido porque el mercado editorial es exclusivo, mientras que los fanfics están abiertos para que escriba cualquier persona sobre cualquier tema. Y sí, por eso en el fandom de Miraculous han nacido muchísimas historias ubicadas en un contexto futuro o en un universo alternativo en el que los personajes son adultos y por tanto se pueden tratar temas de narrativa adulta.

UF. Lo siento por el testamento, pero necesitaba dar un poco de contexto y, simplemente soltar esto que llevaba días asfixiándome. Me gustaría agradecerle a AquaticWhisper por toda la ayuda que me brindó para poder sacar este oneshot y al maravilloso grupo Marinette Squad por ser siempre una fuente de apoyo y diálogo maravilloso.

En fin, con esto y un bizcocho, ¡nos vemos por el Marinette March!

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top