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YoonGi no obedeció a SeokJin.

No quería.

SoRa era demasiado hermosa y buena para él.

Demasiado hermosa y buena como para dejar que fuera una aventura de una noche.

Y por eso era que ya llevaban una relación de tres meses.

-SoRie-murmuró desde la cama, viendo a su chica de pie frente al ventanal de la habitación.

SoRa giró sobre sus talones, y sonriente, volvió a lanzarse a la cama, quedando recostada a YoonGi.

-Buen día, Yoonie-sonríe robándole un beso.

YoonGi se quedó embobado con aquellos ojos, y se maldijo a sí mismo.

Debía contarle la verdad. No podía engañarla.

-Sorie...tengo algo que decirte...

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-¡Para ya, YoonGi!-reía SoRa mientras su chico le hacía cosquillas.

Ambos seguían revolcados entre las sábanas, jugando como si fueran niños pequeños.

Era increíble cómo el tiempo pasaba, y el como, a pesar de ser lo que era, SoRa aceptó a YoonGi.

-¿Crees que será como yo?-pregunta YoonGi de repente.

-No sé-confiesa-. Pero sea humano, o sea un demonio, este bebé será muy amado.

YoonGi sonrió y depositó un beso sobre los labios de su amada.

Ser un demonio no era fácil para YoonGi.

En primer lugar, estaba enamorado, y en segundo lugar, iba a tener un hijo.

Y las reglas del Infierno tenían bien prohibido tales cosas.

SeokJin y YoonGi lo sabían, y era por eso que decidieron ocultarse lo más que pudieran.

Nadie del Infierno podía saber de ellos o de la vida que llevaban.

YoonGi sería castigado por haberse enamorado, y por tener descendencia, y SeokJin por ayudarlo.

Pero eso no les importaba a ninguno de los tres chicos en aquellos momentos.

El vientre de SoRa crecía cada vez más, y todos estaban extremadamente felices, incluido SeokJin, quien apoyaba la relación de su amigo, a pesar de saber que le traería la perdición, y que quería de más a ese bebé que ni siquiera nacía.

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-Yoonie, Jinnie...¿Están bien?-pregunta SoRa.

Los tres chicos, quienes vivían juntos, estaban sentados a la mesa, comiendo la deliciosa comida que preparaba SeokJin.

Pero ambos chicos presentaban un semblante serio, cosa que preocupaba a SoRa.

-SoRa...-comenzó YoonGi, tomando las manos de su amada-. Si algún día tenemos que irnos porque nos han descubierto y pueden hacerles daño a ti y al bebé...por favor, prométenos que se cuidarán...-pidió.

-Y lo mejor sería que intentaras olvidarte de nosotros-habla SeokJin, bajando la cabeza.

-¡¿Qué?!¡¿Por qué?!-solloza SoRa-. Eres el padre de mi hijo, y el hombre que amo-señala a YoonGi-, y tú eres mi gran amigo-señaló, ésta vez, a SeokJin.

-SoRa...Nos están buscando para capturarnos-habló YoonGi-. Sabes muy bien que en el Infierno no está permitido enamorarse...Mucho menos tener hijos con humanos...

-Si nos capturan, será para torturarnos...o quizás matarnos-confiesa SeokJin, y el rostro de SoRa se transformó.

Estaba aterrada con la idea de que su amor y su amigo desaparecieran de su vida para siempre.

-¡No!¡No!¡No!-entró en pánico-¡No se vayan!¡No dejen que los encuentren!-rogó-. O si no, llévenme con ustedes ¡No me dejen, por favor!-rogó de rodillas ante YoonGi, quien lloraba a mares junto con ella.

-No, SoRa-habló SeokJin, quien se aguantaba las lágrimas-. Ya nos han encontrado-soltó, por fin, la verdad-, y no podemos permitir que tu vida y la de esa criatura corra riesgo-se agachó a su lado, al igual que YoonGi.

La chica no podía dejar de llorar, y cuando las palabras no brotaron de su boca, abarcó a ambos chicos en un abrazo.

-Solo queremos un favor...-dijo YoonGi, calmando su llanto-...Prométenos que esa criatura no sabrá de nuestra existencia. Promete que ni siquiera mencionarás nuestros nombres. No quiero que mi hijo sufra sabiendo que tiene un padre que nunca podrá conocer.

Y aquellas palabras fueron como un balde de agua fría para SoRa.

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A la mañana siguiente, SoRa despertó, y al tantear con la mano a su lado, no se controló y lloró desconsoladamente.

Ya no estaban.

Su amor y su amigo...se habían ido.

Y mientras ella lloraba, YoonGi y SeokJin eran azotados.

Serían azotados y lanzados a la lava hasta su muerte.

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Pero nadie contaba con que SeokJin y YoonGi resistieran cinco años de duros castigos.

-No van a morir, jefe-decía uno.

-Entonces ya sabes que hacer-dijo el tal jefe.

Y ahí sucedió.

-Por haberte enamorado de una humana y haber tenido un hijo con ella, te condeno, a ti, Min YoonGi, y a ti, Kim SeokJin, por haberlo ayudado, a convivir en el mismo cuerpo, y tú, SeokJin, estarás a cargo del cuerpo, para comprobar si ésta vez serás capaz de cuidar como corresponde a YoonGi. Tendrán prohibido hablar, y esa será la condición para volver a tierra humana. A partir de este momento, los declaro uno solo, y si osan volver a incumplir las reglas, el castigo será la muerte directa.

A YoonGi y SeokJin no les dio tiempo siquiera a reaccionar cuando sus cuerpos se acercaron y se fusionaron.

"Estamos jodidos."

"Por lo menos estamos vivos y podemos regresar con SoRa y el bebé."

"Sí. En eso tienes razón."

"Pero ahora lo primero que tenemos que hacer es hacer que tu cuerpo se recupere. Estás lleno de grietas, y estoy seguro de que así no quieres que SoRa y tu hijo te vean."

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"¿Dónde está?"

"¡Allí!¡Corre! Es nuestra única oportunidad."

"¡Corre tú! Tu eres el que manda en mi cuerpo."

Los chicos, desde hacía un año unidos en uno, corrieron hasta el librero de la oficina de uno de los diablos encargados de castigar a las almas en el Infierno.

Con gran suerte, lograron dejar inconciente a ese tal diablillo, y entrar a la oficina.

¿Qué buscaban?

Un libro.

¿Qué libro?

Aquel en donde se encontraban todos los hechizos, antídotos, venenos...En fin...pura magia negra.

"¡Lo tenemos!"

"Hora de salir de aquí. Vayamos a probar la magia de éste bebé en casa."

Casa...

Así consideraban la Tierra.

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-¡NaHee!¡Espera!-rió SoRa, persiguiendo a su hija alrededor de la fuente del parque, sin tener en cuenta el par de ojos que las observaba.

"¿Es una niña?"

"¡Es una niña!¡Felicidades,Yoon!"

"¿Sabes que a partir de hoy me aprenderé todos y cada uno de los hechizos que hay en ese puto libro?"

"Nos lo aprenderemos, los pondremos en práctica, y así tú recuperas a tu familia, y yo mi bello rostro."

YoonGi se echó a reír discretamente.

"Nunca cambies, Hyung."

"Y tú nunca te rindas. Porque, aunque sepamos que corremos el riesgo de que nos vuelvan a atrapar y morir, tienes la oportunidad de volver a ver a tu familia, y eso es lo mejor que te podría pasar en tu puta vida."

"Yo tengo la oportunidad de reencontrarme con mi familia, pero tú aún estás a tiempo de encontrar el amor...Justo así como yo."

"Eso espero, Yoon."

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