Treintaiuno
[NARRADOR]
La fiesta acabó con broche de oro, lástima que no se pudiera decir lo mismo de la vuelta a las respectivas casas.
Scott y Malia se habían ido con Kira en el auto de la madre de la Kitsune, mientras que Derek y Stiles se fueron en el Camaro.
El pelinegro había conducido muy lento, puesto que había bebido de más y estaba algo mareado. Mientras tanto, Stiles estaba acostado en el asiento trasero, continuando con la verborrea que había dejado a medias durante la fiesta.
— ¿Crees que Donovan venga? –Fue un pregunta repentina.— Porque ya es de madrugada, en la noche que sigue acabará nuestra ventaja.
— No creo que lo haga –Le respondió Derek sin dejar de mirar a la carretera.— Y si es tan idiota como para intentar atacarte, se las verá conmigo.
— Eres mi héroe, Derek –Dijo Stiles sonriendo y sentándose bien.— Eres como Superman, pero más Sourwolf, eres Sourwolfman. Te queda bien ese nombre, aunque es un nombre muy largo para un superhéroe, y no me gusta la idea de que siempre tengas que salvarme, me siento como una damisela en apuros, y entiendo que te sientes obligado a cuidarme porque no soy un lobo como tú y te da lástima que pueda morirme, pero puedo cuidarme solo.
— No me das lástima –Le contradijo.— Y el hecho de que quiera protegerte no tiene nada que ver con que no seas un lobo.
— ¿Entones, por qué?
Derek no respondió, no supo cómo responder a eso. Ni siquiera él sabía por qué estaba tan empecinado en asegurarse de que nada le pasara a Stiles, en un principio creyó que era porque su lobo veía al humano como alguien débil a quién debía cuidar, pero ahora su lobo y él sabían que el chico podía cuidarse solo, y aún así estaba dispusto a cualquier cosa para que el chico no recibiera ningún tipo de daño.
Antes de que pudiera pensar en una buena respuesta, ya estaban en el parking del edificio.
Estacionó el auto mientras Stiles se acomodaba en el asiento y se pegaba a la puerta para prepararse para bajar.
Antes de que Derek apagara el motor, Stiles se precipitó, o más bien se tambaleó torpemente fuera del auto. El pelinegro se apresuró a quitar la llave y a bajarse para vigilar que el chico no cayera.
A pesar de estar notablemente ebrio, y no solo por el olor, sino por como se veía, hablaba y caminaba. Stiles se mantenía bastante derecho, intentando caminar sin tambalearse. Aunque de esa forma solo conseguía verse como un pingüino.
El pelinegro quiso reír, pero se le acercó al ver como casi se iba hacia el lado y le cogió por los hombros para estabilizarle. Stiles le miró con una sonrisa que se veía algo boba.
— Eres mi héroe –Le dijo de nuevo.— ¿Cómo llegaste tan rápido de allí a aquí?
Stiles señaló al Camaro y solo entonces Derek se dio cuenta de que había una distancia de aproximadamente diez metros entre donde había estado y donde estaba ahora. Al ver a Stiles caer no había pensado en otra cosa que no fuera correr a evitar que cayera.
Le ayudó a subir las escaleras y le sujetó hasta que llegaron al departamento y Stiles se soltó para poder ir al baño.
Le escuchó orinar y lavarse la cara, había momentos en los que se arrepentía de sus sentidos de lobo, porque escuchaba todo.
El menor salió y le miró con una sonrisa, Derek se había sentado en el sofá y estaba leyendo mientras esperaba a que la sensación de ebriedad se le fuera.
— ¿No vas a ir a dormir? –Le preguntó Stiles bostezando, el mayor negó con la cabeza.— ¿Por qué no?
— No me gusta dormir estando ebrio, me da dolor de cabeza en la mañana.
Stiles emitió un pequeño oh... y se fue hacia la habitación. Derek le escuchó regresar a los pocos segundos, pero no alzó la vista.
No le miró hasta que sintió como algo era arrojado encima de sus piernas, la almohada de Stiles estaba allí. Antes de que pudiera decir cualquier cosa, quejarse o siquiera alzar la cabeza para mirar al ojimiel, el chico se acostó en el sofá y uso sus piernas como almohada, poniendo la suya encima para suavizar.
— No te preocupes por mí –Le dijo sonriéndole.— Tú sigue leyendo.
Derek le miró a él extrañado, pero al ver el brillo de la inconsciencia en los ojos del menor decidió dejárselo pasar con la perfecta excusa de que ambos estaban medio ebrios.
Intentó volver a concentrarse en la lectura, de verdad que lo intentó. Pero perdió toda esperanza de conseguirlo cuando sintió todos los músculos del menor relajarse y su cabeza hundirse aún más contra la almohada en sus piernas.
Hizo a un lado el libro y se quedó mirando el rostro tranquilo de Stiles, era como si de repente toda la euforia de hace unos pocos minutos hubiera desaparecido repentinamente. Dejando solo a un agotado adolescente que ahora respiraba acompasadamente mientras le usaba de almohada.
En los aproximadamente diez minutos que Derek pasó mirándole, notó que Stiles no roncaba, más bien suspiraba más fuerte en algunos momentos que en otros, lo cual de alguna forma era un alivio porque no iba a tener que soportar roncar. No aguantaba a la gente que roncaba como oso, ya había tenido que soportar a Isaac y no quería ni por asomo revivir la experiencia, el rubio podía ser bueno, adorable y todo lo que quisieran, pero roncaba como si de repente le cambiara la voz. Compadeció a Chris por eso, sabía que de seguro el hombre habría tenido que escuchar al beta en algún momento.
Antes de que se diera cuenta, ya eran casi las 5am y él seguía sentado allí con Stiles en sus piernas. Habían salido de la discoteca a eso de las 3 y media de la madrugada, y habrían llegado casi a las 4am. Por lo que llevaban fácilmente una hora allí. La ventana permitía ver los rayos del sol que comenzaban a colarse lentamente por el horizonte, iluminando el enegrecido cielo.
Volvió a mirar a Stiles, el cual seguía dormido y no quiso despertarle. Era consciente de las pocas veces en las que Stiles podía dormir en paz, así que con mucho cuidado consiguió salir de debajo de la almohada del menor y levantarse.
El ojimiel casi ni se movió, solo se acomodó mientras hacía un mohín, aunque casi al instante volvió a su expresión apacible.
Por alguna razón que Derek no podía descifrar en ese momento, se puso de rodillas en el suelo y se inclinó junto al sofá, mirando a Stiles con una intensidad digna de un acosador.
Fue entonces cuando hizo lo que nunca creyó que fuese a hacer. Algo que sinceramente no entendía por qué lo hacía, no quería tener que afrontarlo, admitirlo, ponerle nombre, era algo que no estaba preparado para hacer.
Aún así se inclinó sobre Stiles y le besó.
NOTA DE LA AUTORA:
¡Tomen perras! Ya ven que soy tan buena y como regalo adelantado de Halloween les regalo Sterek. Lento pero seguro.
En fin, sin más que decirles me despido deseándoles un buen resto del día y mandándoles muchos besos y abrazos para todos. Adiós mi linda manada.
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