Trece
[NARRADOR]
— ¿Qué haces aquí?
Cuando la pregunta salió de la boca de Stiles, Derek tuvo que admitir que le sorprendió. Por lo que la manada le contaba, el humano estaba más alegre que nunca, pero ahora había sonado completamente serio. Aunque claro, eran cosas que solo le contaban, ya que desde que habían regresado de aquél extraño lugar al que prefería olvidar, Stiles le ignoraba olímpicamente.
— Vengo a hablar –Respondió finalmente.
— ¿Sobre qué?
— Lo que pasó en el otro lad...
— No pasó nada allí, Derek –Interrumpió el menor.— Acordamos no hablar de ello ¿Recuerdas?
Claro que el lobo lo recordaba, siempre había tenido muy buena memoria. Pero lo que se había esperado era alguna que otra idiotez de adolescentes, no que uno de ellos le dijera que estaba enamorado de él. Eso era algo que, según Derek, debía ser hablado.
— Pues yo creo que si es algo de lo que se debe hablar –El mayor se mantuvo firme.
Stiles bufó y se puso de pie, apretando los apuntes de historia entre sus manos hasta que las hojas crujieron y sus nudillos se pusieron algo blancos. Intentaba encontrar una excusa o razón valida para salir corriendo e irse a esconder a su cuarto.
Como si el cielo hubiera escuchado sus plegarias, Malia llegó corriendo y se colgó de su brazo.
— Hola Derek –Saludó a su primo.— Debo llevarme a Stiles un minuto, debe ayudarme con la tarea de matemáticas.
Sin dejar que el pelinegro respondiera, la chica coyote se llevó al joven humano a rastras. Aunque este tampoco se resistió, estaba demasiado concentrado alabando a Dios como para resistirse a que le salvaran de la que iba a ser una humillante conversación.
— Gracias –Le dijo a Malia cuando llegaron al salón en el que se impartiría la siguiente clase.— No sé qué habría hecho si no hubieras estado allí.
— Ahora estamos a mano –La coyote le guiñó un ojo.— Pero tienes que ayudarme con la tarea de matemáticas, porque de verdad no entiendo nada.
Stiles soltó una sonora carcajada, haciendo que algunos de los otros alumnos que ya estaban en el salón voltearan a verle extrañados. Pero no le importó. Hace ya una semana que le importaba muy poco lo que la gente pensara de él.
Mientras ayudaba a Malia con las complicadas ecuaciones que les habían dejado, notó que la chica movía mucho la nariz. Como si estuviera oliendo a alguien.
— ¿Qué ocurre? –Le preguntó.
— Hueles a los gemelos –Le dijo haciendo una mueca.— Pero realmente hueles a ellos, como si tu olor se hubiera mezclado.
— Oh... Antes de llegar me abrazaron, quizás sea eso –Explicó.— Luego me baño y se quita.
— Hazlo, no te queda su olor.
El ojimiel se encogió de hombros. La verdad es que él prefería no opinar en eso, no entendía esas cosas del aroma. Para él, el único olor que emanaban las personas era cuando estaban sudadas. Aunque también recordaba que cuando su madre, que en paz descanse, le abrazaba ella desprendía un aroma realmente característico. Aunque no era olor a algún perfume, a él le gustaba llamarlo olor a mamá.
El timbre sonó, dando inicio a las clases, por lo que otros varios alumnos comenzaron a entrar en el aula y a sentarse en sus lugares. Malia se fue a su sitio y Danny llegó, sentándose a su lado.
(...)
Derek esperaba a la manada en el parking, decidido a que iba a hablar con Stiles sobre lo que había ocurrido. Debía hacerlo. No podían dejar ese tema sin resolver, era algo realmente serio que, según Derek, podía afectar a la manada.
Escuchó cuando el timbre que indicaba el final de las clases sonó. Por lo que dejó de apoyarse en su Camaro, se puso recto y se acomodó la chaqueta de cuero.
Los alumnos comenzaron a salir. Varias chicas e incluso algunos chicos se le quedaban viendo cuando pasaban a su lado. Pero a él no le interesaban esos críos. Además, podía oler que solo les interesaba por el físico. Siempre les interesaba por lo mismo.
Vio salir al humano acompañado por los gemelos. Aiden iba riendo mientras que Ethan acababa de pasar un brazo por encima de los hombros de Stiles mientras le revolvía el pelo con una sonrisa risueña. Derek observó el gesto con sorpresa y realmente extrañado ¿Desde cuándo ellos se llevaban bien?
Al verle, los tres frenaron en seco. El pelinegro había estacionado junto al Jeep de Stiles. De esa forma el chico no iba a poder evitar pasar a su lado para hablar con él.
En lugar de seguir evitándole, el ojimiel se despidió de los gemelos y caminó hacia él dando zancadas. Con una expresión de cansancio.
— ¿Qué ocurre ahora? –Le preguntó.
— Tenemos que hablar se esto.
— Dios, que cabeza dura eres –Se quejó Stiles.— Hablarlo no va a cambiar nada ¿Para qué te molestas? Estoy seguro de que tienes mejores cosas que hacer.
— Hablar de esto es lo primero en mi lista, así que vamos a...
— ¿Yo te gusto? –Preguntó de repente el menor, interrumpiéndole.
— ¿Qué?
— Me escuchaste bien, Derek –El humano se veía aún más molesto que antes.— Responde ¿Te gusto?
— No –Respondió decidido.— Lo siento.
Stiles ya se esperaba la respuesta. Joder, sabía que alguien como Derek jamás podría interesarse en alguien tan... Stiles. Pero aún así, que se lo hubiera confirmado fue doloroso.
El humano bajó la cabeza, se mordió el labio y apretó los puños. Queriendo resistir las ganas de salir corriendo antes de conseguir decir lo que estaba intentando que sus cuerdas vocales soltaran.s
— Te lo dije –Respondió en un murmullo antes de volver a alzar la vista.— Hablarlo no cambió nada.
Y sin más, el chico pasó a su lado y más rápido que nunca se subió al Jeep. Saliendo disparado del estacionamiento de la escuela.
El lobo se quedó mirando el Jeep hasta que lo perdió de vista. E incluso entonces. Se quedó mirando hacia el mismo punto por un par de minutos más.
Había sido muy directo, demasiado directo. Y sabía que eso había herido a Stiles.
Lo lamentaba, pero nunca había sido bueno expresándose. Menos iba a ser bueno ahora que tenía que desilusionar a un pretendiente. Sonaba raro pensar en Stiles de esa forma.
Cuando el resto de la manada salió, les avisó que habría reunión con la manada y que debían ir a la mansión Hale. Luego de eso, subió a su Camaro y se fue al Loft. Suspirando derrotado al recordar que Braeden había regresado y probablemente estaría allí.
NOTA DE LA AUTORA:
Puta vida gente, la cosa se puso triste. Lo único más doloroso que estar enamorado y saber que el otro no te corresponde, es que el otro te confirme que no te corresponde.
En fin, sin más que decirles me despido deseándoles un buen resto del día y mandándoles muchos besos y abrazos para todos. Adiós mi linda manada.
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