Siete

[NARRADOR]

El tiempo continuaba transcurriendo lentamente para la manada, ya que cuidar al Nogitsune no era algo fácil de hacer. Menos cuando este ya comenzaba a volverse más agresivo que bromista a causa del hambre.

Ya era viernes por la tarde y la manada se encontraba entrenando en el bosque. Mientras tanto, el castaño se había alejado, una esencia extraña le estaba atrayendo hacia el interior del bosque y él, como estaba aburrido, decidió que lo mejor iba a ser seguirla. Quizás eso le entretuviera más que ver a los chuchos intentando no provocarse dolor entre ellos para no alimentarle.

Se volteó al sentir que le seguían, encontrándose con cierta pelirroja que para él ya era una méndiga chismosa.

- ¿No te ha dicho tu madre que es de mala educación espiar a la gente? -Le preguntó alzando una ceja.

- ¿No te ha dicho la tuya que también es malo robar cuerpos?

- Nope -Dijo el zorro alargando la "P".- Nunca me dijeron eso, quizás porque murieron cuando nací y me criaron unos monjes.

Lydia no respondió, continuó siguiendo al Nogitsune mientras este caminaba. Aunque más bien estaba siguiendo la misma presencia que la criatura, ya que ella al ser una Banshee la había percibido de igual forma.

De repente, un escalofrío los recorrió a ambos, se miraron por una centésima de segundo antes de que lo que menos se esperaron pasara.

- ¿¡Es un maldito terremoto!?

El suelo donde estaban parados comenzó a temblar, el Nogitsune clavó su vista en el césped, notando como la tierra se levantaba en forma de circulo, como si estuviera flotando.

- ¡Muevete! -Le ordenó a la Banshee antes de empujarla fuera de aquél círculo.

Él también intentó salir, pero esa tierra flotante le seguía a donde caminara, como si fuera un círculo de Mountain Ash movedizo o algo por el estilo.

Lydia gritó de miedo cuando un árbol cayó muy cerca de ellos y la manada llegó en un santiamén, todos se quedaron viendo en shock como el suelo alrededor del chico de cabello castaño temblaba. Porque ahora el terremoto se había concentrado solo en esa zona.

De repente, todo se detuvo, y todos se quedaron viendo fijamente al zorro oscuro. El cual se encontraba mirando el suelo, por si volvía a temblar.

Cuando Scott quiso acercarsele para poder moverlo de donde se encontraba, pero un temblor aún más potente le hizo caer al suelo.

Entonces todo ocurrió como en cámara lenta, el suelo debajo de el alfa verdadero se hundió y este cayó fue tragado por el suelo. Luego el agujero se agrandó y se llevó consigo a Derek, el cual no llegó a quitarse del camino como lo hizo la manada. Por último, el pozo se agrandó hasta donde se encontraban Lydia y el Nogitsune, quienes fueron los últimos en comenzar a caer.

Aquél pozo parecía no tener fin, Lydia gritaba mientras intentaba aferrarse a la nada misma, observando hacia la oscuridad del pozo.

Mientras tanto ambos, el Nogitsune y Stiles, miraban hacia arriba. Viendo como la luz se alejaba cada vez más, o en realidad como ellos se alejaban de la luz. Porque cayeron de tal forma, que en pocos segundos ya no veían la luz de la superficie.

- ¡Tierra! -Eso fue lo que llegó a gritar Lydia antes de que ambos chocaran contra el suelo, quedando inconscientes.

(...)

Cuando la Banshee despertó no se encontraba en un poco, ni en una cueva, ni en un espacio subterraneo reducido que pudiera haberse creado a causa del movimiento de las placas tectónicas por los dos terremotos anteriores. Lydia se encontraba en una especie de terreno completamente vació, la ceniza que cubría el suelo le hacía cosquillas en la piel descubierta y el olor a quemado se impregnaba en su cabello y ropa.

Antes de intentar levantarse, se revisó todo el cuerpo con las manos en busca de alguna herida que pudiera haber sido producida por la larga caída. No tenía nada, ni el más mínimo raspón, lo que sí tenía era la ropa algo desgarrada.

Se sentó bruscamente, mareándose un poco al hacerlo, y miró al alrededor. Todo lo que llegaba a ver era aquél terreno cubierto de ceniza, el cual cada tanto mostraba alguna colina que se le interponía en el rango de visión.

- ¿Hay alguien aquí? -Preguntó poniéndose de pie.

A lo lejos, le pareció ver a alguien de pie, aunque por la distancia no podía distinguir si era un hombre, una mujer, o un puto dinosaurio.

Achinó los ojos intentando ver mejor, aunque solo consiguió enfocar lo suficiente para darse cuenta de que, como ya sospechaba, no era un dinosaurio; sino que se trataba de una persona de espaldas a ella.

- ¡Hey! -Gritó al ver que aquella persona se alejaba.- ¡Hey tú, espera!

La pelirroja corrió para acercarse, quedando a menos de cuatro metros de aquella persona. La cual identificó como alguien que estaba de espaldas a ella, llevando un largo poncho negro con capucha y tenía una especie de palo extraño en su mano.

Antes de acercarse más, Lydia se detuvo en seco. Un escalofrío le había recorrido todo el cuerpo, desde los pies hasta el cuero cabelludo, y le había obligado a detenerse.

Aquella persona no se volteó para ver a la pelirroja, pero por la forma en la que ladeaba la cabeza, Lydia predijo que ya había notado claramente su presencia.

- Oye, necesito ayuda -Le dijo mirando hacia todos lados con cierta paranoia.- No sé donde están mis amigos, caímos por un pozo y...

Cuando la pelirroja regresó la vista hacia donde segundos antes se encontraba aquella persona, esta había desaparecido.

Lydia parpadeó varias veces, incluso se frotó los ojos. Intentando procesar lo que acababa de ocurrir, eso no había sido una alusinación, de verdad había visto a esa persona, o por lo menos estaba un 90% segura.

- ¿Lydia?

La pelirroja, al escuchar aquella voz llamándole desde sus espaldas, se volteó. Encontrándose con quien menos esperaba.

Stiles estaba allí, de pie y con una expresión de no entender nada de lo que estaba ocurriendo. No era el Nogitsune, ni una alucinación, era Stiles, el humano hiperactivo de la manada al que todos adoraban.

El ojimiel llegó a correr la distancia que les separaba y cogerla por los hombros al ver como las rodillas de la chica flaqueaban. Ella, al sentir las manos del chico en sus hombros, le abrazó como si de eso dependiera su vida mientras le miraba fijamente, como si tan solo parpadear provocara que el chico fuera a desaparecer.

- Tranquila, Lydia. Reacciona -Le pidió Stiles preocupado.- Soy yo.

La pelirroja recostó la frente en el hombro del chico, el cual decidió que era momento de regresarle el abrazo mientras le acariciaba la espalda gentilmente para que la Banshee estuviera más calmada.

- Eres tú -Murmuró Lydia contra la piel de su cuello y al borde de las lágrimas.- Regresaste.

- Y no pienso volver a irme.

NOTA DE LA AUTORA:

¿Qué es esto, mijos? ¿Momento Stydia? ¡HELL NO! Nunca en mi putísima vida voy a escribir Stydia, no mientras aún me quede libertad de expresión. Esta historia es Sterek, lo dice el título, así que nada de shipear al humano pasiva con la cabeza de zanahoria.

Todos los miercoles habrá capítulo de esta historia.

En fin, sin más que decirles me despido deseándoles un buen resto del día y mandándoles muchos besos y abrazos para todos. Adiós mi linda manada.

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