Diecisiete
[NARRADOR]
A Derek le gustaría decir que lo más incómodo de esa noche fue ver un cadáver desnudo, o ver a Stiles meterle los dedos en la boca a dicho cadáver. Pero no, el premio se lo llevaba el viaje de regreso a casa de Stiles.
Derek no había admitido que había estado patrullando con el Camaro, y que solo se había bajado porque había olido a Stiles en el bosque. Aunque el humano ya lo sospechaba cuando Derek le dijo que iba a llevarle en el Camaro, el cual estaba estacionado dos calles más alejadas del hospital.
Mientras conducía, Derek observó la mancha negra en la sudadera de Stiles. El menor pareció notar a dónde iba dirigida la mirada.
— Luego la lavaré –Dijo, restándole importancia.— Lo haré mañana.
— ¿Irás a la escuela sin esa sudadera? –Derek sonaba sorprendido.— Casi nunca te veo sin ella.
— Y es por buenas razones –Stiles regresó la vista al frente.— Me la regaló mi madre.
Derek casi se atraganta con su saliva ante la aclaración. Miró por el espejo retrovisor mientras apretaba el volante.
— Lamento haberlo nombrado –Se disculpó.
— No hay problema –Stiles se encogió de hombros.— No es como si nombrar a mi madre fuera algo malo, no tienes que disculparte.
Hubo un pequeño silencio antes de que Derek volviera a hablar. Pecando de curioso.
— ¿Cómo es que aún te queda esa sudadera? –Se animó a preguntar.
— Cuando me la obsequió, mi madre ya sabía de su enfermedad. A pesar de que aún no sabíamos que era algo sin cura, ella quiso regalarme algo para que siempre la tuviera presente –Comenzó a explicar Stiles.— En ese momento yo era realmente inquieto, iba a donde comienza el bosque con Scott y todos mis abrigos quedaban destruidos o sucios. Por eso la sudadera, mi madre me dijo que si la cuidaba me traería suerte.
— ¿Y te dio suerte?
— Sigo vivo ¿No? –Stiles sonrió.— Para mí eso ya es suerte.
Luego de decir eso, el ojimiel se quedó en silencio. Dándole a entender a Derek que esa conversación estaba acabada. Se quedaron en silencio hasta que llegaron a la calle en la que se encontraba la casa Stilinski. Donde Stiles hizo que Derek se detuviera.
— Déjame llevarte hasta la puerta.
— Mi padre va a escuchar el auto y se va a despertar.
— Espera un segundo... –Derek comenzó a unir cabos.— ¿Te escapaste?
— Denle un premio al genio –Dijo el menor con obvio sarcasmo.— Si, me escapé. Como me he escapado cada vez que la manada necesita algo a altas horas de la noche.
Por alguna razón, Derek sintió que eso era una indirecta que iba hacia él. Como si Stiles le acabara de recriminar algo.
— ¿Puedo pedirte un favor? –Preguntó el menor mientras se bajaba del Camaro, Derek asintió.— No le digas a nadie lo que hicimos hoy.
El pelinegro quiso reír, ya que eso último realmente había sonado malpensable. Como si ellos dos hubieran hecho algo que no correspondía que los demás supieran.
— No diré nada –Prometió.— Pero, mi condición es que voy a acompañarte.
— ¿Qué? –Stiles alzó una ceja mientras cerraba la puerta.— No puedes venir conmigo a todos lados.
— Puedo y lo haré, Stiles –Le confirmó el pelinegro.— Algo raro está ocurriendo, quiero saber qué es.
— Pues cuando descubra algo te lo diré. Prefiero no tener un guarda espaldas.
Sin más, Stiles se alejó caminando hacia su casa. La cual rodeó, puesto que iba a entrar por la ventana de su cuarto.
Una vez se aseguró de que el ojimiel entraba a su hogar, volvió a encender el motor y salió de allí para regresar a su Loft.
(...)
Stiles hubiera deseado que la fiesta luego del Rally fuera tranquila. Solo Danny, él y los gemelos pasándola bien un rato. Pero no, resulta que ellos no eran los únicos que habían ido a aquella fiesta.
A los cuatro casi se les cae la mandíbula cuando vieron a Theo Raeken entrar acompañado de una chica a la que Stiles ya conocía. Aunque no recordaba su nombre.
El ojimiel siguió a Theo con la mirada hasta que este se colocó en el centro de la pista con la chica y comenzó a bailar con ella.
— Danny, préstame a Ethan –Le pidió a su amigo, el cual asintió.
Sin esperar a que el gemelo aceptara o se negara, Stiles le cogió por el brazo y lo arrastró hacia la pista de baile. Donde ambos comenzaron a moverse al ritmo de la música.
Mientras bailaban, Stiles se acercaba lo más posible a Theo. Queriendo vigilar que no hiciera nada extraño.
El problema fue que Stiles no era muy bueno fingiendo que solo bailaba.
— Tío, has como que me besas –Le dijo Ethan.
— ¿Qué? –Stiles le miró.— No te quiero se esa forma.
— Solo hazme caso.
Y Stiles, como no sabía fingir besar, besó realmente al gemelo. El cual le cogió por los hombros mientras continuaba el beso. Eran besos castos, la verdad es que se besaban con los labios fruncidos, de forma en la que en realidad más que un beso era un choque de caras. El problema fue que si no sabías lo que Ethan y Stiles en realidad estaban haciendo parecía como si de verdad estuvieran con ganas de besarse. Eso fue lo que les causó problemas.
Justo cuando iban a acercarse lo suficiente como para vigilar bien a Theo, Ethan fue empujado con mucha fuerza lejos de Stiles. Tal fue la fuerza que el gemelo cayó de espaldas en la pista y patinó un par de metros. Atrayendo las miradas de algunos otros fiesteros presentes.
Entonces fue cuando Stiles notó de quién se trataba.
— ¿¡Derek!? –El ojimiel estaba en shock por haber visto a Ethan salir disparado.— ¿Por qué mierda hiciste eso, acaso estás...?
Stiles no pudo acabar la pregunta, la mirada de completa frialdad que Derek le dedicó por encima del hombro. Fue como si hubieran vuelto en el tiempo y estuvieran de regreso en el momento en que se conocieron en el bosque.
Sin responderle, el mayor le cogió por el hombro y con mucha fuerza y brusquedad le arrastró fuera del bar en el que se realizaba la fiesta. Sacándole por la puerta trasera hacia un callejón que conectaba con el estacionamiento, donde Stiles pudo ver el Camaro estacionado.
— ¡Derek, suéltame! –Le gritó liberándose de su agarre.— ¿¡Qué mierda te pasa!? Pudiste haber lastimado a Ethan.
— Él va a estar bien.
El ojimiel intentó regresar por donde le había arrastrado, pero el mayor no le permitió pasar.
— ¿Te molestaría decirme cuál es tu maldito problema? –Gruñó molesto.— Ni siquiera sabía que estabas aquí, cuándo demonios...
— Vine porque creí que habías averiguado algo –Le interrumpió.— Pero no, te encuentro besuqueándote con ese idiota.
— Voy a ignorar lo raro que suena que me hayas seguido y a decirte una sola cosa –Stiles estaba rojo de la furia.— Si quieres venir y decirme mil y un cosas bien, pero si vuelvo a escucharte hablar mal de Ethan lo vas a pasar mal.
— Tú eres el que va a pasarlo mal si no tienes quién te cuide.
— Puedo cuidarme solo perfectamente, Derek. Ahora, si me disculpas, tengo que ir a solucionar todo el problema que causaste allí dentro.
Esta vez, Derek si le dejó ir. Pero cuando Stiles regresó dentro del bar y fue a ver cómo estaba Ethan, Theo había desaparecido de la faz de la Tierra.
NOTA DE LA AUTORA:
Se armaron algunos bardos y apareció Theo, Theo es sinónimo de algo malo va a pasar. Sepan eso.
En fin, sin más que decirles me despido deseándoles un buen resto del día y mandándoles muchos besos y abrazos para todos.
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