Dieciséis

[STILES]

No es necesario aclarar que los gemelos no hicieron caso a mi pedido de no hacer carreras porque la velocidad me marea. Los dos aceleraron a más no poder en cuanto nos subimos a las motos.

Para cuando alcanzamos a los vehículos de la policía, sentí como si todos los chiches que acababamos de comer quisieran escaparse de mi estómago por mi garganta.

Cuando las motos se detuvieron, tuve que apoyar el rostro en la espalda de Ethan para no acabar cayendo.

— Te odio –Le dije mareado.

— No es verdad, nos amas –Se burló.

— Sigue soñando.

Como pudo, me bajé de la motocicleta y puedo decir que el alivio que sentí cuando mis pies tocaron la tierra fue inigualable. Aunque no duró mucho cuando escuché a uno de los oficiales acercarse a uno de los hombres que se había bajado de la ambulancia.

— El Sheriff está herido, apresúrense.

En ese momento no me importó nada, me alejé de los gemelos, crucé la cinta de la policía y seguí a ambos hombres hasta uno de los vehículos. En el cual se encontraba mi padre sentado, sujetándose el brazo.

— ¡Papá!

— Stiles.

Hice a un lado al oficial y al hombre de la ambulancia y por poco y acababa lanzándome encima de mi padre. Aunque solo le abracé en lugar de tirármele encima.

— ¿Qué demonios pasó? –Preguntaron los gemelos, los cuales solo entonces noté que me habían seguido. Seguro era por sus miradas asesinas que ninguno de los otros oficiales se había cruzado en mi camino.

— No es nada, chicos –Dijo mi padre.— Yo solo me caí y corté con unas zarzas, la ambulancia es para un cadáver.

Antes de que pudiera preguntar otra cosa, vi como dos oficiales ayudaban a un paramédico a llevar un cadáver en una camilla. Era el cuerpo de una chica, la cual no parecía tener más de 20 años. Me lleve una mano a mi propia garganta al ver que la suya había sido cortada.

Los gemelos dijeron algo, pero no les escuché. Me quedé observando el líquido negro que brotaba de la boca u nariz de aquella chica. Eso me dejó una idea clara de quién había hecho eso.

— Stiles –Aiden me apretó el hombro.— ¿Qué ocurre?

Miré a mi padre, miré el cadáver y luego volví a ver a los gemelos. Los cuales parecían realmente preocupados.

— Llamen a la manada –Les dije finalmente.

(...)

[NARRADOR]

Los gemelos y Stiles no pudieron quedarse en la escena del crimen por mucho tiempo más. Jordan Parrish les pidió que salieran antes de que otros civiles intentaran colarse para curiosear o meterse donde no debían.

La manada no tardó en llegar en cuanto les llamaron. Y solo entonces Stiles se dio cuenta de que Derek también iba a ir, aunque estaba tan al borde del infarto que no podía importarle menos.

Lydia y Scott fueron los primeros en llegar a su lado, observándoles a ellos tres para luego clavar la vista en la escena del crimen.

— Huele a sangre –Se quejó Malia cubriéndose la nariz mientras se colocaba al lado del ojimiel.— Y a aceite de auto.

— Acaban de matar a esa chica –Dijo Stiles.— Creo que fueron los doctores.

Derek acababa de llegar con los otros, y había escuchado lo dicho por Stiles. Pero no entendía dos cosas. La primera: de qué doctores hablaba Stiles, la segunda: por qué luego de que les nombrara todos le miraron como si estuviera loco.

— Stiles... –Comenzó a hablar Scott.— Esos tipos están muertos.

— Theo dijo que estaban muertos –Defendió su punto Stiles.— Nunca encontramos los cuerpos, ni ningún indicio que de verdad lo estuvieran.

— Pero sí vimos que Theo dejó de intentar matar a Scott luego de eso.

— Stiles tiene razón –Habló Derek.— Una persona no es declarada muerta hasta que aparece su cadáver.

— Si, eso es cierto. Pero esos tíos ni siquiera sabemos si de verdad eran personas.

— Bajen la voz –Pidió Aiden.— Si alguien nos escucha creerán que estamos locos o algo.

Todos observaron a los alrededores, notando que algunas personas les observaban. Aunque estaban demasiado alejados como para haberles escuchado, seguro era solo porque eran un grupo gente amontonada.

(...)

Stiles intentó por todos los medios convencer a la manada de que algo iba mal. Pero Scott se había quedado con el beredicto final del forense, el cual dijo que la chica había sido asesinada con un cuchillo largo o machete. Por lo que la manada creía en lo que el alfa decía.

Por eso, esa misma noche, Stiles había esperado a que su padre se durmiera para escaparse por la ventana de su cuarto.

El problema fue que, cuando estaba cortando camino por el bosque para llegar al hospital, escuchó pasos corriendo hacia él.

Se volteó, temiendo lo que pudiera encontrarse. Pero no había nadie allí.

No llegó a suspirar de alivio cuando una mano cubrió su boca.

Stiles forcejeó y pateó a la persona, consiguiendo darle un codazo en el pecho que hizo que le soltara y gruñera adolorido.

— Tienes más fuerza que la última vez que me golpeaste –Escuchó jadear a la persona, reconociendo su voz al instante.

— ¿¡Derek!? –Stiles se volteó, observando incrédulo que si se trataba de Derek.— ¿Qué haces aquí?

— Puedo preguntarte lo mismo –Derek se irguió mientras se sobaba el pecho.— Estaba patrullando, si hay unos doctores locos sueltos.

El ojimiel iba a decir algo más, pero se quedó sorprendido por el hecho de que la única persona que le creía era Derek. Eso si que era algo raro, pero le aliviaba el saber que no estaba solo.

— ¿A dónde estabas yendo? –Le preguntó el mayor.— Se te veía muy decidido.

— Voy a la morgue –Respondió Stiles.— Quiero ver de cerca el corte de la chica.

— Está bien, iré contigo.

Antes de que Stiles pudiera decir algo más, Derek se dio media vuelta y comenzó a caminar hacia donde el ojimiel estaba yendo antes. Este le siguió, creyendo que sería bueno tener a alguien para que le dijera si alguien venía.

Llegaron al hospital y lograron colarse a la morgue por la entrada de ambulancia. Consiguiendo evitar de esa forma que los vieran.

— Quédate cerca de la puerta –Le pidió Stiles a Derek.— Avísame si alguien viene.

Cuando el pelinegro asintió, Stiles le dio la espalda y comenzó a buscar el cadáver de la chica. Luego de abrir cinco morgueras de las cuales, para su suerte, solo dos estaban ocupadas, encontró a la chica.

— Bingo –Dijo mientras intentaba no mirarla mucho, pues estaba desnuda.

Del bolsillo de su sudadera sacó un par de guantes de latex. No quería dejar sus huellas en la chica y que luego le interrogaran. Era obvio que no iban a culparle de asesinato, pues tenía la coartada de que había estado en el taller de Oliver, pero no quería tener que inventar algo acerca de por qué sus huellas estaban en el cadáver.

Le echó la cabeza hacia atras y le invadió una repentina sensación de nauseas al ver como la herida se abría. Se alejó del cuerpo y se dobló sobre si mismo, tosiendo un poco mientras se cubría la boca. No queriendo vomitar.

— ¿Estás bien? –Derek le miraba desde la puerta.

— Si, es solo que... –Stiles negó con la cabeza.— No es nada, solo me dio impresión.

El ojiverde asintió mientras regresaba la vista hacia la puerta, vigilando que nadie se acercara.

Stiles regresó junto al cadáver y repitió lo que había hecho antes. Esta vez no fue tanta la impresión, pero el sabor de la bilis seguía en su garganta.

— Ese es un corte muy limpio.

El ojimiel casi salta al sentir la voz de Derek tan cerca. Le observó de reojo. El lobo se encontraba observando al cadáver por encima de su hombro, con la barbilla casi descansando encima de este.

— Ya que estás aquí, ábrele la boca –Pidió Stiles.

— ¿Para qué? –Derek le miró extrañado.

— Solo hazlo.

— ¿Cuál es la palabra mágica?

— Te detesto –Gruñó el menor.

— Ambos sabemos que no es verdad, y no necesito escuchar tus latidos para asegurarlo.

— Encima me lo hechas en cara –Siseó mientras bufaba.— Por favor, querido Derek, ábrele la boca al cadáver.

El pelinegro puso una mueca de asco mientras se iba hacia el otro lado de la morguera, quedando frente a Stiles y esta vez haciendo lo que el chico le había pedido.

— Ahora que vas a... ¡Por dios, eso es asqueroso!

— Sh... –Le calló Stiles.— Te van a escuchar.

Stiles pasó saliva mientras metía los dedos dentro de la boca de la chica. Pasó por encima de la lengua, rozó y pasó detrás de la campanilla, hasta que finalmente llegó a la garganta y sintió algo pegajoso.

— Por desgracia, encontré lo que buscaba –Dijo mientras volvía a sacar los dedos.

Ambos observaron con asco como el guante se había manchado con un espezo y pegajoso líquido negro similar a la sangre. Pero con un olor a aceite de auto mezclado con algo podrido que incluso Stiles podía sentir.

— ¿Qué diablos es eso? –Preguntó Derek, soltando la boca de la chica y tapándose la nariz.

Stiles sintió un escalofrío al escuchar el clack que emitieron los dientes de la chica al chocar entre sí cuando la boca se cerró sola. Aunque eso le dio otra pista.

— Es mercurio –Respondió mientras se limpiaba el guante contra su sudadera, manchándola.

Una vez que el guante estuvo limpio, colocó ambas manos debajo de los oídos. Sintiendo la unión de la mandíbula.

— Mira, pon la mano aquí –Le pidió a Derek.

El mayor hizo caso y colocó las manos en donde antes las había tenido Stiles. Sintiendo el mismo bulto extraño que había sentido el otro.

— ¿Qué es eso? –Preguntó sorprendido.

— Los músculos de la mandíbula están tensos, esta chica murió apretando los dientes –Le explicó.— Lo que significa que no fue por detrás y no fue por sorpresa –Stiles estaba hablando más para sí mismo que para Derek.— Ella estaba viendo a su asesino cuando la mataron ¿Crees que un humano pueda hacer ese corte tan limpio de frente?

— Es imposible que alguien normal haga esto –Le dio la razón Derek.

— Debe ser un cuchillo muy largo y tener una precisión de samurai. Y la única samurai aquí era Kira, pero hace dos días que ya no está aquí.

— Tómale una foto.

— ¿Qué?

— Tómale una foto –Repitió Derek.— Así podré llevársela a Chris y averiguar cualquier otra cosa.

Stiles asintió con la cabeza y sacó su móvil. Quitándole el flash y tomando fotos de la herida.

— Creo que eso es todo –Suspiró Stiles.— Será mejor que nos vayamos.

— Se te pasó algo por alto, Sherlock.

— ¿Qué cosa?

— Esta chica –Derek señaló el vientre del cadáver.— Acababa de parir.

Solo entonces Stiles notó la cicatriz de una cesárea que había sido cocida recientemente en el vientre. Miró el cadáver y luego a Derek, no sabiendo qué decir.

De repente, el pelinegro cerró la morguera.

— Alguien viene –Dijo súbitamente.— Salgamos de aquí.

Stiles asintió y ambos se fueron corriendo, consiguiendo de esa forma salir antes de que les vieran.

NOTA DE LA AUTORA:

Comienza lo interesante, y este capítulo es muy largo. Es que no quería dejarlos en suspenso, fui buena gente hoy.

En fin, sin más que decirles me despido deseándoles un buen resto del día y mandándoles muchos besos y abrazos para todos. Adiós mi linda manada.

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