Cuarentaisiete

[STILES]

Ya era la tercera vez que me despertaba en la noche. Mi cerebro no dejaba de trabajar, y no me daba ni un respiro. Miré el reloj despertador que se encontraba en la mesita de noche, ya eran las 8:40 de la mañana. Me salí de la cama y salí de la habitación, quedando frente a frente con la puerta entreabierta del cuarto de Derek.

Por un momento, tuve la tentación de entrar. Podía escucharle roncar despacio y, por el tono de su respiración, estaba más que alejado de la consciencia. Tenía curiosidad por verle durmiendo, pero me contuve, no queriendo perturbar su sueño.

Me encamine a la cocina para prepararme café, solo para darme cuenta que ya no quedaba. No podía ser cierto ¿En qué clase de universo paralelo he terminado en el que no hay café en el lugar donde vivo? Eso es pecado. Yo no funciono sin café.

Volví a la habitación para ponerme otra ropa. Voy a salir a la calle y voy a buscar un maldito café. No importa si tengo que triturar los malditos granos, voy a conseguir mi café.

Me abrigo lo más que puedo, porque sé perfectamente que a estas horas de la mañana hace frío, y me dispongo a salir del departamento sin hacer ruido. No quiero molestar a Derek.

Salgo a la calle y la brisa invernal me da la bienvenida. Siendo amortiguada por la ropa que llevo puesta. Aún así, mis manos tiemblan un poco.

Comienzo a caminar por las calles casi vacías del centro, cruzándose con personas que están yendo a trabajar y con los comerciantes yendo a abrir sus negocios. Voy a doblar en una esquina cuando alguien no muy bajito impacta contra mi pierna, quejándose al instante.

Consigo sujetar a la pequeña, o pequeño, que acaba de chocarme antes de que caiga al suelo. Miró detenidamente, el abrigo rosa que lleva me dice que es una niña. Pero por toda la ropa que lleva era difícil saberlo, estaba más abrigada que un esquimal. En sus manos llevaba un peluche de pingüino, era adorable.

— ¿Dónde está tu mama? –Se me ocurrió preguntarle, pues era obvio que una niña tan joven no debería andar sola.

Ante mi pregunta, la pequeña miró hacia todos lados. Probablemente buscaba a su mamá, por la forma en la que sus ojos se llenaron de lágrimas. Me agaché frente a ella queriendo golpearme por haber provocado que se pusiera así.

— Hey nena, no llores –Le pedí.— Hagamos esto ¿Te sabes el número de tu mami? –La niña asintió.— Bien, te voy a prestar mi móvil y tú la llamas ¿Si? Seguro que viene enseguida.

Sacando mi celular del bolsillo, se lo entregué a la pequeña. La vi marcar un número con sus pequeñas manitos. Siempre me pareció adorable ver a los niños maniobrar con teléfonos celulares, sobre todo porque al ser tan peques apenas podían sujetarlos. Si la situación fuera otra, la hubiera filmado.

Ella comenzó a hablar con su mamá, podía escuchar la voz nerviosa de la mujer pero no entendía bien qué decía. Aunque me imagino cómo debe estar, si a mí me llamara mi hija diciendo que está perdida y que un extraño la está cuidando, mínimo, me daría un infarto.

— Quiere hablar contigo –Me dijo la nena, sacándome de mis pensamientos.

Cogí el móvil y me lo pegué a la oreja, carraspendo antes de comenzar a hablar. Aunque no tuve tiempo.

— Si le haces algo a mi hija te juro que te voy a...

— No le voy a hacer nada –Dije apresuradamente.— Literalmente acabo de chocar con ella en la calle. No pienso lastimarla. Por eso le di el teléfono.

No sé si mis palabras calmaron a la mujer. Pero si la oí suspirar con lo que me pareció, y esperaba que fuese, alivio.

— ¿Dónde están? –Me preguntó. Ahora que sonaba más calmada, su voz me parecía familiar.

— Estamos en la esquina entre Elm y Ocean –Expliqué. Mirando el letrero con las calles.

— Hay un café dos calles más arriba –Me dijo. Yo nunca me había enterado de la existencia de un café.— ¿Puedes llevarla allí? Hace mucho frío como para que estén esperando afuera.

Dije que si y la mujer me dio las gracias por tomarme la molestia de ayudar. Luego de colgar me di cuenta que no le había preguntado su nombre ni el de la pequeña.

— ¿Cómo te llamas? –Le pregunté a la nena.

— Lili -Mientras me respondía se aferraba a aún más al peluche de pingüino.— ¿Y tú cómo te llamas?

— Soy Stiles –Me presenté sonriendo.— Tu mamá me pidió que te llevé a un café calle arriba ¿Qué dices si te compro algo para que desayunes?

Ante mi oferta, la pequeña se vio realmente feliz. Comenzamos a caminar y, en algún momento, ella me dio la mano para cruzar la calle y no volvió a soltarse. Por lo que iba medio doblado para adaptarme a la altura de Lili hasta que llegamos al local.

(...)

[NARRADOR]

Stiles se encontraba sentado en una de las mesas del local. En la silla de en frente, Lili comía un trozo de pastel mientras que él se dedicaba a beberse su café y esperar. Su móvil sonó en su bolsillo. Derek le estaba llamando.

— Aló –Respondió riendo.

— Stiles ¿Dónde estás? ¿Por qué saliste tan temprano y sin avisarme?

— No había café –Dijo aquello como si fuera la respuesta que justificaba todo.— Necesito café para subsistir, y en el camino me encontré a una niña perdida.

— Y a mi pingüino Miguel.

— Y a su pingüino Miguel –Repitió Stiles, sin por ser evitar reír.— Es adorable, quiero quedarmela. Estoy pensando seriamente en no devolverla.

— No digas esas cosas en voz alta, alguien puede pensar que hablas en serio –Le regañó el mayor.— ¿Dónde estás?

— En un café dos calles más arriba de la esquina entre Elm y Ocean –Le contó sin apartar la vista de la niña.— Tienes chocolate aquí, nena.

Lili se limpió donde el ojimiel le indicaba y a Stiles le pareció oír a Derek reír al otro lado de la línea. Iba a mencionarlo cuando el mayor habló antes.

— Voy para allá –Le dijo y, sin más, le cortó.

Stiles volvió a dejar el móvil encima de la mesa y le dio un sorbo a su café.

— ¿Era tu novio? –El café casi se le sale por la nariz ante esa pregunta ¿Cómo se le ocurría a la niña preguntarle eso?

— No –Se apresuró a responder.— Es un... amigo con el que vivo.

Por alguna razón, a Stiles le dio la impresión de que Lili no le creyó.

— No está mal si es tu novio –Le dijo la niña, haciendo como si su pinguino también comiera.— Yo tengo dos mamás.

NOTA DE LA AUTORA:

Y hasta aquí lo dejo por hoy muchachos. Derek bien preocupado y Stiles en la suya, haciendo de niñero/secuestradoor.

En fin, sin más que decirles me despido deseándoles un buen resto del día y mandándoles muchos besos y abrazos para todos. Adiós mi linda manada.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top