Cuarenta

[NARRADOR]

Derek no había vuelto al departamento,  no tenía intenciones de ir si Stiles no estaba allí. La única razón por la cual había estado durmiendo allí era porque quería tener al menor cerca, para protegerle, obviamente.

El problema fue que, mientras estaba en el Loft, a Braeden se le dio por hacer acto de presencia. La mercenarios había llegado con el ceño fruncido y una expresión que le hizo notar a Derek que estaba a punto de tener que soportar una verborrea de la mujer. No entendía como en algún momento pudo haber salido con ella, definitivamente no sabía qué se le había pasado por la cabeza.

Y, como era de esperarse, la mercenaria había comenzado a cantarle los cuarenta. Reclamándole cosas que a Derek no le importaban realmente. Aunque hubo un comentario en concreto que el lobo no pudo tolerar.

— ¡Y todo por ese mocoso Stilinski! –Había gruñido la morena.

Aquella había sido la gota que rebasó el vaso, Derek ya no toleraba ni la presencia ni la voz de aquella mujer. Se acercó a ella de forma amenazante y la cogió por los hombros, la empujó hasta la puerta del Loft y no paró hasta que Braeden estuvo fuera. Agradecía no haber cerrado porque así se ahorraba problemas.

— No quiero volver a verte por aquí ¿Me escuchaste? –Le gruñó, sus ojos brillando azules por el enojo.— Me tienes harto, Braeden, ya no quiero tener nada que ver contigo.

La mujer, entre indignada y furiosa, se dio media vuelta y se fue de allí dando fuertes pisotones. Derek cerró la puerta con brusquedad y apoyo la frente contra esta, bufando mientras intentaba mantener la calma.

Había estado a punto de perder el control, y todo por un comentario ofensivo de la mercenaria hacia Stiles.

Una vez que sintió que ya estaba más tranquilo, se fue hacia el centro del Loft. Su móvil comenzó a vibrar insistentemente encima de la mesa que allí había, por lo que fue a cogerlo. Tenía un mensaje de Chris.

"Stiles se quedara a dormir aquí, te aviso para que no te preocupes".

Derek quiso responder con un no me preocupo, pero ni siquiera él mismo se lo creía.

Esa noche no pudo dormir, pasó hora tras hora pensando en lo que había ocurrido con Stiles en la oficina del Sheriff. Se había puesto realmente mal por la forma en la que el padre de Scott había tratado a Stiles. Joder, que si hubiera sido por él se hubiese transformado y se le hubiera lanzado a la garganta para arrancarle la yugular a pedazos. Por suerte, Lydia y Stiles le habían detenido.

Pasándose una mano por el rostro se había ido a recostar para ver si de esa forma conseguía conciliar aunque sea un par de horas de sueño. Pero eso no fue posible, se había quedado mirando al techo, perdido en sus pensamientos, hasta que los primeros rayos del sol comenzaron a colarse entre las cortinas de la ventana.

Cuando ya fue una hora de la mañana razonable, le envío un mensaje a Scott para que avisara que esa tarde habría reunion de la manada en la mansión Hale para entrenar. Ya se imaginaba a todos quejándose y refunfuñando, pero la verdad era que no podía importarle menos.

Dio una hora exacta en la que quería encontrarles allí. Aunque cuando llegó la hora, se tomó su tiempo para llegar al que alguna vez había sido su hogar. Encontrándose con un ambiente no muy agradable.

Habia olido la tensión y escuchado la discusión desde mucho antes de siquiera bajar de su Camaro. Pero la forma en la que Scott y Stiles se gritaban había hecho que bajara corriendo y fuera hacia el patio trasero de la casa.

Allí, la manada observaba algo alejada como el humano y el alfa verdadero discutían acaloradamente. Todos conmocionado mientras que los dos adolescentes parecían tan empecinado en gritarse que no habían notado la presencia del Hale allí.

Peter, que se encontraba allí con la manada por alguna razón, no hacía nada para separarlos o hacer que dejaran de gritar. Solo observaba con expresión neutral, como si estuviera analizando una situación cotidiana.

— ¡Ya estoy harto de que no confíes en mí, Scott! –Gritaba Stiles, su rostro enrojecido por la furia.

— Pero es que lo que dices no tiene sentido –Se quejaba el alfa.

En ese momento, Stiles le miró como si acabara de decir la mayor idiotez en la historia de la humanidad.

— Eres un maldito hombre lobo, tu novia es una Kitsune, Lydia le gente muerta, yo estuve poseído en dos ocasiones, Peter y Derek volvieron de la muerte –Comenzó a enumerar apretando los dientes.— ¿Y me dices que la única puta cosa que no tiene sentido es que Theo esté vivo?

Hubo un jadeo que fue soltado por la manada, a excepción de los Hale. Ninguno de ellos estaba al tanto de la razón de la pelea porque habían llegado luego de que los dos adolescentes comenzaran a pelear, ahora a todos les había quedado claro la razón.

El primero en dar un paso adelante y captar la atención de los dos menores que peleaban fue Derek, quien se colocó en medio, mirando fijamente a ambos.

— ¿Quién es Theo? –Preguntó, molesto por no haber sido informado de que podía haber una amenaza.

Scott miró a Stiles, el cual aún lucía furioso, para luego mirar fijamente a Derek.

— Theo es un chico que está muerto –Sentenció el alfa verdadero con el ceño fruncido.— Y Stiles está mintiendo.

Luego de decir aquello, Scott fue con los demás. Alejándoles para comenzar a entrenar. Stiles, por su parte, se fue hacia el otro lado, no soportando estar cerca de los demás en aquél momento.

Derek, obviamente, fue detrás de él. No tenía ni pensado dejarle solo en un momento así.

NOTA DE LA AUTORA:

Este Scott es un idiota, me da ganas de pegarle por no confiar en Stiles. Quizás si le pegamos consigamos acomodarle las neuronas ¿Quién me ayuda?

En fin, sin más que decirles me despido deseándoles un buen resto del día y mandándoles muchos besos y abrazos para todos. Adiós mi linda manada.

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