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Ya se había acostumbrado al sonido de los gritos en una planta inferior a la que se encuentra, pero aún así es realmente difícil ignorarlos cuando ya llevan casi una hora allá abajo y nada parecía ir en rumbo de terminar.

Trataba de entretenerse mientras escuchaba música en su celular, pero aunque el volumen estuviese en su mayor tono sentía que aún seguían sin encontrarle solución al problema. Por eso, decidió dejar descansar sus oídos y sacarse los audífonos.

Así se escuchaban mucho más claros los gritos, y se le encogió en pecho cuando escuchó a su padre gritarle a su madre:

"Tal vez si no hubiese nacido no estuviéramos en esta desgracia".

Lo había negado, a su propio hijo.
Eso sí que le dolió.
Y aunque se prometió a sí mismo no llorar esta vez, ya sus ojos eran nuevamente un mar de lágrimas.

¿Cuándo terminaría esto?

No lo sabía.

Pero aunque quisiera terminar con todo aquello no sabía cómo.

Al día siguiente, después de despedirse de su mamá antes de irse camino al instituto, pensó mucho en lo de ayer. En como esas palabras le habían afectado y el hecho de que salieran de su propio padre le carcomía el pecho.

Cuando al fin estuvo frente al enorme lugar entró y se fue a los casilleros, una vez allí dejó salir un suspiro pesado.

Había estado aguantando todo aquel fin de semana, y aunque a muchos no les guste la escuela, a él le agradaba por el simple hecho de que allí nadie le molestaba ni le juzgaba por lo que era. Por el sentimiento de libertad que no obtiene en su hogar.

Guardó un par de cosas en su mochila y luego cerró la puertilla con su palma derecha, al hacer esto se sobresaltó al ver a Jimin, su más fiel amigo —Por no decir el único— detrás de la puerta que había sido cerrada hace unos segundos.

Se encontraba sonriente, como siempre. Sus rubios belfos bailaron por el movimiento que hizo al dar un brinquito y caer encima de Tae.

—¡Esperé todo este fin de semana para vernos! —dijo después de que a su amigo se le pasara el "susto" —Te conté hace unos días sobre la feria de primavera. ¡Iremos juntos!— comentó con entusiasmo.

—Hola Jiminie, estoy bien gracias por preguntar —Frunció el entrecejo y fingió enojo mientras que el contrario viraba los ojos —Y por favor, no vuelvas a aparecerte de esa manera, te lo agradecería mucho.— murmuró sereno.

—¿Acaso se te olvidó? —Respondió ignorándolo por completo y haciendo una mueca —Incluso te había escrito, te avisé sobre la feria, a demás sabes lo mucho que me gusta. No puedes decirme que no —Y solo faltaría que se arrodillase y le suplicara, por la forma en la que pedía todo aquello.

—Claro que puedo. Mira, ¡No! —Y sonrió falsamente mientras le daba la espalda y caminaba por el pasillo.

Insistencia, el segundo nombre de Jimin, aunque no sabría si era el segundo, tercero o quizás cuarto. Taehyung le decía de muchas maneras, y hasta perdió la cuenta de ello.

Y dando torpes brinquitos quedó al lado de Taehyung, caminando a paso para nada apresurado, relajado a decir verdad, mientras el más bajo insistía e intentaba convencerlo.

—¡Por favor! Sabes que no puedo ir solo.

—Claro que puedes, así como me dejaste solo con Yoongi aquel día en la cafetería, te fuiste TÚ SOLO por tus nervios de niñita al verlo, así que no me hables de eso.

— ¡Lo siento! Te juro que no pude controlarlo. Pero por favor TaeTae, has feliz a tu mejor amigo y acompáñalo a ir a la feria de primavera que tanto le gusta. Por favor. —Suplicó esta vez.

Y sabía que se arrepentiría de esto luego, pero era algo difícil negarse ante Jimin.

Bufó. —Bien, lo haré.

Y eso bastó para que por segunda vez se abalanzara sobre su amigo, emocionado.

—Bien, bien. Ya basta de lanzarte sobre mí, Park —Dijo luego de empujar la puerta del aula, dónde entraron y caminaron hasta sus asientos.

—Me gusta, eres abrazable— soltó una risita y miró sus ojos.

—Claro —Murmuró.

—¿Cómo te fue está semana? —Cambió de tema en lo que comenzaba a sacar sus cosas.

~Fatal —Pensó.

—No mejor que a ti. Tu al menos fuiste al planetario, yo tuve que soportar dos noches de lo mismo.— El contrarió bufó.

— ¿Y cuántas veces debo decirte que me llames y vengas a mi casa? Así te ahorras todo eso TaeTae. Pudimos haber ido a ese planetario juntos.

A medida que el aula se llenaba se hacía más larga la espera porque la clase empezara de una buena vez, y Jimin nunca para de hablar sobre lo mucho que le gusta Yoongi. No le molesta, pero Jimin se comporta tan diferente cuando habla de él, que es algo incómodo.
Ambos, sentados en esas mesas que comparten dos personas casi al fondo de la clase donde tenían una buena vista de toda el aula, a Taehyung se le detuvo la respiración cuando lo vio entrar junto con Yoongi y otro chico que no conocía, pero su atención se centró en él, a quien a veces solía mirar desde la distancia, Jungkook.

Lucía tan genial como siempre que lo veía, pantalones negros y rasgados en las rodillas, una sudadera del mismo color y su cabello revuelto. Sus miradas cruzaron y no pudo evitar desviarla en cuanto sintió sus mejillas colorarse. Dejó su cabeza reposar sobre sus brazos en la mesa.

—¿Quién es el de los nervios de niñita ahora? —Susurró su amigo a su lado, burlón.

—Cállate Jimin. —Murmuró casi inaudible.

La hora del almuerzo había llegado y como siempre, fueron a comer a la cafetería, en una de la mesas del fondo, como le gustaba a Taehyung, donde pocas personas pasaban ya que la cercanía no era lo suyo, y no se escuchaba mucho el ruido de las voces generadas por todas aquellas personas allí.

Un desastre de cuadernos, papeles y materiales se hallaba en la mesa, ambos, tratando de no dejar nada pendiente para después y luego tener la tarde libre.

—Deberías hablarle —Comentó Jimin, frente a él. El contrario levantó la mirada de su cuaderno hacia su amigo, y levantó una ceja en forma de hacerle entender de que no sabe de habla —Hablo de Jungkook.

—Tu deberías hablarle a Yoongi y no te lo ando reprochando —Dijo con algo de molestia en su voz.

—Estamos hablado de ti. No me involucres ahora. —Ignoró, dejando el lápiz y papel a un lado, prestando total atención a su amigo —Como decía, deberías hablarle. Él no vendrá a ti si no lo haces, hasta podrían ser amigos. ¿No has pensado en eso? —Sonrió, animándole.

—Si, lo he pensado, pero no es fácil, tú lo sabes. —Resopló haciendo una mueca inconscientemente. —No es fácil hablarle a la persona que te gusta. —Apoyó su rostro en su mano.

—Lo sé. Pero deberíamos intentarlo ¿No crees?

—No lo sé, por más que quiera o lo intente se me hace imposible decir algo coherente. —Confesó —Las cuatro únicas veces que hablamos no había una palabra que no dijera sin trabarme. 

—Lo sé, he estado presente esas veces. —dijo de la manera más obvia.

Ambos, dejaron escapar un suspiro.

—¿No se te hace raro que Yoongi de pronto intente socializar con nosotros? —Dijo el rubio después de un rato en el que ambos volvieron a lo que estaban escribiendo —Lo estuve pensando, y él jamás ha socializado por su propia cuenta.

—Tienes razón, aunque las personas cambian, tal vez quiera tener más amigos, no solo a Jungkook, o a ese chico con el que se la pasan siempre —dijo sin despegar la mirada de lo que hacía.

—No lo creo. —dijo levantando la mirada —En su vida, hasta donde sé, jamás le agradó tener a muchas personas cerca.— El contrario giró los ojos y le devolvió la mirada.

—Talvez solo quiere que seamos amigos y tu solo estas paranoico —  Dijo, sin mucho interés —Y ¿Qué tendría de malo ser sus amigos? A ti te beneficia mucho más que a mí.

—Lo sé, solo digo. —Se encogió de hombros.

—Solo intenta que cuando esté cerca puedas actuar normal —Sugirió el pelinegro —Sé que es complicado cuando te late el alma por él, pero esfuérzate y no nos dejes en ridículo. —El contrario asintió.

—Cambiando de tema, ayúdame a guardar todo esto, tenemos clase de historia. —Dijo el rubio comenzando a tomar y ordenar los papeles y cuadernos que se hallaban regados en la mesa.

—Teníamos. —Corrigió. —La profesora no pudo venir y no tuvieron tiempo de contratar a alguna sustituta, así que tenemos la hora libre. —Dijo y se levantó para comenzar a guardarlo todo también.

Al más bajo le brilló el rostro.

— ¡Genial! —Exclamó. —Tendré tiempo de ir a la biblioteca y terminar el libro. ¿Vienes?

—No, estaré por allí, tal vez en la azotea.

Y ambos, una vez que terminaron de tomar sus cosas, las llevaron a sus casilleros y de allí cada uno tomó caminos diferentes. Jimin, como había dicho, fue emocionado a la biblioteca con las enormes ganas de terminar un libro que había estado leyendo la semana anterior. Tae, se dirigió a las escaleras, las subió hasta llegar a la ultima planta y abrir la puerta que daba a un espacio amplio, con una barra cubriendo todos los bordes. 

Cuando llegó a uno de estos se apoyo de allí e inhalo profundo. La brisa fresca golpeó su rostro, haciendo que su piel se erizara y su cabello bailara con el viento.

Suele venir aquí para pensar, o para desahogarse, siempre que puede sube a la azotea, el único lugar donde nadie va. Y también porque lo descubrió por accidente hace ya unos meses, así que sirve de mucho.

Sintió un peso en sus hombros, estos dolían, tal vez sean sus músculos tensos, aunque no entiende como es que le duelen si no hace nada que cause algún dolor, y ejercicio no es algo que le pase por la mente, jamás ha hecho alguna actividad física que conlleve tanto esfuerzo.
Porque a demás de la clases de educación física no hace nada más para su cuerpo si se trata del ejercicio.

Tal vez sea el estrés. El estrés que se ha hecho presente desde hace un año ya, desde que el ambiente en su familia cambio radicalmente.

Y tal vez no solo dolían sus hombros, también sentía una horrible sensación en el pecho, y el corazón lo sentía roto. Todo en él se sentía quebrado, dañado.

Muchos recuerdos bonitos llegaban a su mente, como cuando salían los fines de semana en familia a cualquier lugar para pasarla juntos. O como cuando iban de campamento a las montañas, o los viajes a la playa. O algo tan simple como estar todos echados en el sofá de la casa, viendo películas hasta tarde. O algo muchísimo más simple como lo eran las cenas, con chistes malos y carcajadas de por medio. Extrañaba todo eso, tal vez mucho más de lo que creía.

Eso era lo que dolía, y aun estaban retumbando en su mente las palabras de su padre ayer por la noche, le dolía el hecho de que su propio padre hubiese dicho que hubiera sido mejor que no hubiera nacido. Le dolía cada una de esas noches en las que se encerró en su habitación, mientras que el llanto se apoderaba de él, Dolía cada cada lágrima desgastada, cada sentimiento de culpa y tristeza que lo inundaban, que lo hacían querer irse de ese lugar cada día que pasaba allí. Dolía cada grito, cada palabra desgarradora, cada pelea. Todo se sentía horrible y no se lo desearía a nadie.

Aunque lo evitó por un rato, una lágrima escapó y la sintió deslizarse por su rostro hasta llegar a su mentón. Cerró sus ojos con fuerza, reprimiendo algún posible sollozo. Las lágrimas se hacían presentes y sin poder evitarlo ya se hallaba sumergido en su propio llanto. Se separó de la barra y llevó sus manos a su rostro, dio unos cuantos pasos en retroceso, y chocó con un muro, en el que dejó que su cuerpo se deslizara hasta quedar en el suelo. Abrazó con fuerza sus piernas y se permitió llorar lo necesario.

Se permitió sollozar lo que no podía en su casa por miedo a que lo encontraran llorando, se permitió soltar todo lo que estuvo cargando en tan solo dos días, dos días en los que solo estuvo encerrado en su habitación ahogándose en sus desgracias.

Y tal vez su padre tenía razón y no debió haber llegado a sus vidas, desde que confesó a sus padres algo que se había guardado unas semanas atrás antes de contarles, solo les abrió paso a todos esos malos tratos y noches de llanto.

Tal vez le haría un favor a su padre, y se terminarían sus desgracias, a su madre, porque ella no merece que por su culpa reciba un mal trato, no ha una mujer tan buena como lo es ella. Les haría un favor a ambos si terminaba con su vida de una vez por todas, ya que de todos modos su vida se ha vuelto una mierda. También se haría un favor a sí mismo, y no tendría más noches sin dormir bien, ya no lloraría, ya no sufriría. Le haría un favor a la humanidad, quitaría a un estorbo que como su padre dijo: "No debió nacer".

Pero, ¿Cómo lo haría? No quiere sufrir en el proceso.

No quiere hacerse daño, no quiere sentir dolor físico, por que ya le es suficiente con el interno.

Y seguiría pensando y divagando sobre como terminar su sufrimiento si no hubiese escuchado una voz a su lado.

—¿Taehyung?

Se sobresaltó en su lugar, y lentamente subió la mirada hasta encontrase con aquel muchacho que le volvía loco, este estaba agachado, con la cabeza inclinada hacia un lado, y expresión ¿preocupada?

Y aunque se imaginó muchos escenarios en los que ambos tendrían una conversación amistosa jamás pensó que en él lo encontraría en esas condiciones, tan vulnerable.

—Vete. —Logró decir en un susurro, con la voz quebrada volviendo a posición anterior.

—No lo haré, no mientras puedo intentar ayudarte a arreglar tu problema.

— Tú no puedes hacer nada. —Balbuceó.

—Tal vez no, pero intentar hacerte sentir mejor sí. Sé que apenas nos conocemos pero me gusta ayudar.— Y sin que Taehyung lo viera sonrió —Puedo ayudarte también si me lo permites.

Y se mantuvieron en silencio un rato mientras que Jungkook se acomodaba al lado de Taehyung, esperando a que dijese algo, y también para hacerle entender que por mucho que le diga que se fuera de allí, se quedaría, y que no se iría hasta que Taehyung deje de llorar y se sienta mejor.

Cuando los sollozos del mayor comenzaron a hacerse menos frecuentes y menos audibles el contrario preparó sus oídos para escucharlo, y ayudarle a desahogarse.

—Quiero morir. —Confesó, aun con sus brazos cubriendo su rostro, aún abrazando sus piernas.

El menor se esperaba cualquier cosa menos aquello. Pensó unos segundos en que responderle pero se vieron interrumpidos por su mayor.

—...Quiero morir porque mi vida es una mierda, —Continuó diciendo entre llanto. —Porque solo soy un estorbo y así le haría un gran favor a muchas personas. Porque estoy cansado de ese agobiante sentimiento de culpa que me atormenta cada día. Porque no soporto un día más sufriendo, no quiero. —Y eso bastó para abrir paso a mucho más llanto, uno mucho más audible, uno que mostraba cuanto sufría internamente.

Y el contrario no dijo nada, solo dejó que se desahogase, que llorara lo que necesitara. 
Cuando por fin el llanto cesó Taehyung descubrió su cabeza, volteando la mirada para verificar que su amor platónico aun estuviese o no allí, y efectivamente, allí estaba, sentado mirándole.
Sus miradas se encontraron y duraron unos cuantos minutos así, perdidos en los orbes ajenos.

—¿Podrías abrazarme? —Pidió casi sin pensarlo.

El menor  se giró para quedar de frente y extendió sus brazos, recibiendo a Taehyung que se aferró al pecho contrario. Por su lado, se dedicó a inhalar el aroma ajeno mientras disfrutaba de esa extraña sensación de tranquilidad. Sus lágrimas cesaron.
En su mente se fueron esos pensamientos horribles que hace un momento le estaban molestado, ahora solo estaba concentrado en que, Jeon Jungkook le estaba abrazando, tenía los brazos de la persona más hermosa que había conocido en su vida rodeando su espalda con fuerza.

Claro que lo estaba disfrutando.

Taehyung volvió a la tierra y recordó lo que le había dicho hace unos minutos, se arrepintió de haber confesado algo tan privado a la persona a la que le gustaba, aun así reunió fuerzas para no demostrarlo. Cuando su respiración volvió a la normalidad soltó el pecho ajeno y se sentó en el suelo para que con la manga de su sudadera limpiara todo rastro de lágrimas y absorbió su nariz.

—¿Mejor? —Preguntó el pelinegro, pero el contrario comenzaba a ponerse nervioso y se limitó a asentir con la cabeza. —¿Quieres hablarlo?

—No hay nada que hablar. —Respondió si mirarle, y procedía a levantarse del suelo, el contrario imitó sus movimientos. —Por favor olvida lo que dije son... —Relamió sus labios con nerviosismo. —Son solo tonterías. —Agregó aun sin verle.

—No puedo hacerlo, porque querer terminar con tu vida no es una tontería, Taehyung. Puedes contarme, no te juzgaré. 

Suspiró con cansancio y levantó la miraba para enfrentarlo, pero al verlo sintió sus mejillas colorarse. El contrario sonrió, para hacerlo sentir seguro. 

—Mi padre me detesta y mi madre es quien recibe los gritos que deberían de ser para mí. Solo eso diré.

—Entiendo. —Miró a la nada por unos segundos. —¿Sabes algo? A pesar de todas esas cosas feas de las que hablas la vida sigue siendo bonita. Hay muchas cosas que podrías hacer para entretenerte. Si lo que quieres es no ir a tu casa entonces puedes pasar el rato en un lugar que te mantenga ocupado, o ir a casa de algún amigo. Y si en algún momento cambias de opinión y quieres hablar con alguien estaré para ti si me necesitas. ¿De acuerdo? —Asintió.

Ambos se miraron de nuevo, Taehyung volvió a apoyarse de la barra mientras miraba a la nada. De pronto comenzó a tener muchas teorías de como es que casualmente el chico que le trae loco lo encontró en el único lugar que tiene para estar en total soledad. 

—¿Cómo me encontraste? —Preguntó sin mirarlo, pero sintiendo el peso de su mirada y el movimiento que hizo para quedar también apoyado de la barra. Jungkook por otro lado, solo se dedicaba a mirar cada una de sus facciones.

—Pues... te vi subir aquí muy seguido desde hace ya unas semanas. —Respondió sereno.

—¿Me has estado espiando? —Y fue cuando volteó a mirarlo, donde sus ojos cruzaron de nuevo. 

—No, —Sonrió. —Solo me causó curiosidad el saber que era lo que hacías aquí. —Volvió a mirar al frente, sintiendo la brisa golpear sus rostros.

Y de nuevo, Taehyung se vio consumido por sus propios pensamientos

—Vengo porque es el único lugar donde no hay personas que molesten. —Dijo después de unos minutos en los que ambos solo miraban el panorama, y de vez en cuando al otro. —Porque la soledad me sirve de mucho para liberar la mierda que llevo encima. Y porque de aquí tienes una vista increíble de la cuidad. Este lugar me relaja.

Jungkook lo miró sonriente.

—Es cierto, es relajante y tranquilo. 

—Lo es.

Después de eso ambos bajaron de nuevo ya que pronto se haría la hora de su próxima clase.
Intercambiaron miradas el resto del día, pero no volvieron a dirigírsela palabra.

Aunque Taehyung en parte estaba feliz, porque había podido entablar al menos una conversación con el mismísimo Jungkook. Sin mencionar que literalmente estuvo entre sus brazos, no en una condición que a él le gustase, pero al menos logró hacer algo que se imaginó millones de veces y que juraba que jamás se volverían realidad.

Obviamente no se quedó callado y le contó a Park, su mejor amigo de la infancia.
Se emocionó por su amigo, él al menos logró a hablarle a quien le gustaba, Jimin aún se lamentaba haber huido de Yoongi aquel día.

El timbre sonó indicando que las clases habían terminado. Comenzó a guardar sus cosas sin apuro, a comparación de como los demás en su aula lo hacían desesperados con salir de allí.

Pero cuando él salía de allí significaba volver a casa, lo que significaba que volvería a aquel lugar en el que no soportaba estar.

Sus pensamientos se vieron interrumpidos, aunque también agradeció a eso, jamás terminan bien.

—Sé que no quieres estar en tu casa, por eso, puedes venir a la mía y volver cuando sea ya la hora de irte a dormir.

—No, gracias por preocuparte, Jiminie, pero estaré bien. Nos vemos. —Dijo en modo de despedida.

Cada uno separó sus caminos, cada uno para su correspondiente casa.
Iba tan sumergido en sus propios pensamientos que no notó cuando comenzaron a gritar su nombre, y lo hizo cuando ya esa persona estaba a metros detrás de sí.

Se volteó para mirar de quien se trataba, y para su gran y enorme sorpresa Jeon Jungkook estaba frente de él, con su pecho agitado por haber corrido pero con una sonrisa de su parte. Taehyung aún sin creerlo, apretó con fuerza —y por nervios—  las correas de su mochila mientras miraba expectante al menor.

—Ten. —Dijo después de tomar aire entregándole un papel doblado a la mitad. —Escríbeme cuando quieras, podemos hablar de ti y de como te sientes si quieres. No pretendo abrumarte, pero cuando quieras estaré y te escucharé. 

Taehyung lo tomó y volvió su vista al pelinegro —Esta bien. —Murmuró.

—Podemos almorzar mañana en la cafetería, Si es que estas de acuerdo, Claro. —Asintió —Bien, entonces nos vemos mañana.

Y después de dedicarle una sonrisa se dio la vuelta y caminó hasta girar en una calle y desaparecer de la vista de Taehyung, el cual lo miró todo el rato hasta no verlo.

Aún sin creerlo también se dio la vuelta y continuó su camino a casa.
Su mente ahora estaba llena de muchas preguntas que no se atrevería a decir en voz alta, porque, ¿Por qué Jeon Jungkook corrió desde la escuela hasta dos cuadras después para llegar hasta acá y darle su número? o, en primer lugar, ¿Por qué le dio su número? No es que no lo quisiera, pero ¿Por qué alguien como lo es Jungkook querría el número de alguien como lo es Taehyung? ¿Se estaba preocupando por él de verdad o solo es lástima por lo de hoy?

Pero el lado bueno es que ahora tenía el número de su amor y sin haber hecho nada para conseguirlo.

Y esa noche, a pesar de una pequeña discusión que comenzaron sus padres sobre el mantenimiento de la piscina del patio trasero, él estaba feliz y ansioso por escribirle, pero tampoco quería ser apresurado, pero también quería hablar con él.

Y después de un debate mental envió el primer mensaje.


Jktaesbear_

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