Capitulo XXI: Cazador

— Remo — Lo llamó Calipso, desde fuera del baño.

Tras aquel extraño encuentro con los primos de su amigo, Calipso siguió al agente forestal hasta el baño y Hermila regresó a la seguridad del sótano.

— Hola Cali — Remo entreabrió la puerta  — ¿Qué necesitas?

Calipso apoyó la mano en el quicio de la puerta y lo miró directamente a los ojos.

— ¿Estás bien? — Se interesó la enfermera.

— Claro — Contestó Remo, escuetamente — ¿Qué necesitas?

— En la conversación que tuvimos ayer se te olvidó contarme que eras el Alpha de una manada — Declaró la sobrina de Hermila, sin poder evitar lanzarle ese reproche.

Al escuchar sus palabras, Remo abrió la puerta de par en par, dejando pasar a Calipso al interior, mientras continuaba secandose el cuerpo con una toalla, por encima de la ropa mojada.

— Lo siento — Se disculpó — No quería asustarte todavía más.

Calipso se mordió el labio, antes de hablar.

— No se si me ha asustado más que hayan venido tus primos matones a visitarnos, o esa información.

Remo captó la ironía y sonrió levemente.

— Disculpa por eso también.

Calipso asintió.

— No hay problema — Aceptó Calipso — ¿Entonces eres un lobo Alpha, Remo? ¿Tu manada es la de la reserva de cabañeros?

Ante esa pregunta, Remo dejó la toalla encima del lavabo y se acercó hasta donde estaba Calipso, haciendo que ésta retrocediera y quedase atrapada entre su pecho y la puerta del baño.

— Efectivamente.

Esa respuesta hizo reir a Calipso.

— ¿Qué es tan gracioso?

— No sé, pensaba que ibas a empezar a relatarme la historia de tu familia y a desvelar los secretos de tus antepasados, no me esperaba una respuesta tan breve.

Remo le devolvió la sonrisa.

— ¿Tú sabes eso en qué te convierte, Cali?

El guarda forestal apoyó sus poderosas manos en la cintura de Calipso y ella contuvo el aliento. Sus ojos se volvieron amarillos.

— Si — Dijo la enfermera, cohibida bajo el contacto de su amigo.

— Dímelo — Le pidió Remo, con voz grave.

— ¿En la luna de la manada?

— Exacto — Remo acercó sus labios a los de Calipso — Mi luna — Susurró, antes de besarla.

Se besaron despacio, disfrutando del tacto del otro y de la suavidad de las superficies de sus bocas, tomándose su tiempo para acostumbrarse el uno al otro. La barba de Remo rozó la barbilla de Calipso, irritando ligeramente la piel de esa zona.

Cuando se separaron, se quedaron mirandose un instante, mientras se recuperaban de las sensaciones que los embriagaban. Poco a poco, sus respiraciones se fueron acompasando.

— Estoy borracho de ti — Confesó Remo, depositando un beso en la mejilla de Calipso — Y te querré siempre, aunque no quieras formar parte de esta locura.

Calipso cerró los ojos un momento, y luego volvió a fijar sus pupilas en los increíbles ojos amarillos de Remo.

— ¿Qué significa ser Luna? ¿Podré seguir siendo enfermera? ¿Podré estar con mi familia y cuidar de ella?

— Si, eres libre de trabajar en lo que quieras y visitar a tu familia. Seguirás siendo libre — Explicó Remo — Pero te debes a la manada. Formarás parte del consejo y de la toma de decisiones que afecten al clan. Tu opinión será indispensable a la hora de resolver conflictos internos.

— No suena mal ¿Cuál es el pero?

Remo meditó la respuesta.

— Pueden tratar de asesinarte y es probable que se espere de tí que seas madre.

— A lo de ser madre no le veo inconveniente. Es decir, me encantaría que si estamos juntos, tuviéramos hijos.

— Cachorros — La corrigió Remo, acariciando la cintura de Calipso con las manos — No te sientas presionada por eso. Respetaré tus decisiones. Vengan o no, te quiero a mi lado.

— Cachorros — Calipso subsanó el error y le agradó escuchar lo que le dijo Remo — ¿Pero de qué va lo de asesinarme? ¿Quién quiere asesinarme, Remo?

— A mi también pueden asesinarme, Cali — Aclaró Remo — El Alpha y su luna son la fuerza de una manada. Su cabeza o corazón, como quieras verlo. Si tu faltas, o yo falto, o faltamos los dos, la manda se vuelve débil.

— Entiendo ¿Pero qué enemigos puede tener la manada de cabañeros? — Preguntó Calipso, intrigada.

— Hay manadas nómadas que combaten con otras y tratan de aprovecharse de sus recursos, o robarles sus tierras y posesiones. Hay lobos errantes con pasados turbios, y algunos de ellos se comportan como verdaderos animales. No es muy diferente de tu mundo.

Calipso asintió. Remo apartó sus manos de la cintura de la enfermera, rompiendo la magia que los envolvía, y comenzó a secarse de nuevo con la toalla. Estaba empapado.

— Tengo dos preguntas más.

Remo se sentó en el inodoro y le prestó atención.

— Dispara — Respondió.

— ¿Y si no quiero ser tu luna?

Remo torció la boca como si la sola insinuación le doliera y el color amarillo de sus ojos perdió un poco de intensidad, pero se recompuso tan rápidamente que Calipso llegó a pensar que se lo había imaginado.

— No pasa nada, Cali — Terminó respondiendo el agente forestal.

— He leido...

— ¿Qué has leido? — Preguntó Remo con curiosidad — ¿Has leido sobre hombres lobo?

— De adolescente...

Remo arqueó una ceja.

— Qué interesante — Opinó.

— Bueno, es bastante común. Literatura de ficción

— Ya, pero qué puta casualidad.

Calipso se rió a causa de su comentario.

— Volviendo al tema, he leido que si una pareja escogida por la luna se separa, los componentes mueren de tristeza o más jóvenes de lo normal.

Remo desvió un instante su mirada.

— Si, ha pasado.

— ¿Y tú aceptarías que yo no quisiera ser tu luna?

— Llevo diez años haciéndome a la idea, aceptaré lo que decidas Cali. Cueste lo que me cueste. No he venido a este mundo a robarte tu vida.

Una lágrima cayó por el rabillo del ojo derecho de Calipso. La sobrina de Hermila no tardó en recogerla con el dorso de su mano, tratando de aparentar serenidad.

— ¿Cuál era tu otra pregunta? — Quiso averiguar Remo, mirándola con ternura.

— Perdona, me ha emocionado mucho eso que has dicho — Dijo Calipso, sin poder si quiera creer que fuera merecedora de un amor tan inmenso — Y he perdido un poco el hilo de la conversación.

Remo sonrió abiertamente, mostrando una dentadura perfecta.

— La otra pregunta era sobre tu abuelo - Continuó Calipso — Tus primos dijeron que alguien lo había matado ¿Es eso cierto?

En ese momento, el agente forestal se levantó del inodoro, apoyando las palmas de sus manos sobre la encimera del baño que tenía delante.

— Si, murió cerca de aqui — Contestó.

Calipso se acercó hasta él y colocó su mano en la espalda de Remo, consolandolo.

— Lo siento mucho, no lo sabía.

— No te lo he contado porque hay algo en esa historia que te incumbe — La informó Remo, haciendo que la mano de Calipso temblara — Esperaba que tu padre o sus hermanos te hubieran contado algo sobre ello.

— ¿A qué te refieres?

— ¿Sabes a que se dedicaba tu abuelo?

— Era médico, lo hablamos el otro dia ¿Recuerdas? — Respondió Calipso, tomando distancia.

— Y cazador — Dijo Remo, separando sus manos de la encimera y girándose hacia Calipso.

— Si.

— Y su padre también lo era. Y el padre de su padre — Continuó — Todos eran cazadores, Calipso.

— Bueno, antes era lo que había. Agricultura, ganadería, caza...

— Tu abuelo mató a mi abuelo — Terminó confesando Remo — La historia que te conté sobre un cazador que mató a un lobo criado a biberón por mi abuelo, era una metáfora.

Calipso abrió la boca de par en par, totalmente impactada por aquella revelación.

— Mi abuelo era ese lobo, y tu abuelo el cazador de la casaca de terciopelo azul que le arrebató la vida de un solo disparo — Declaró Remo con la voz teñida de emoción.

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