╭ ⌂ - Capítulo 9

Una semana se habían demorado en salir de aquella cabaña ubicada en Rusia, Rosalie estaba tan sensible a cada toque de su compañera que no podía siquiera no concebir de buenas a primeras de porque su mujer la había dejado así, dejarla así porque quería concederle su gran más enorme deseo: tener una familia, adoptar no le era malo, pero quería pasar por cada estrago de un parto y sobrevivir contando al mundo en todo su rostro, sentimiento y cuerpo "traje un ser vivo al mundo y este es mi bebé", realmente el hecho de que la compañera de Edward hubiera podido hacerse con ese sueño antes de la inmortalidad la llenaba de envidia.

No se esperaba menos que su compañera estuviera al tanto de eso, pero ambas sabían que la mocosa, muy en fondo mas en la tía que en ella misma que Bella era una adolescente problemática. Por más que Brunett hubiese querido darle todo para ser mejor persona aún en su "ausencia", el dinero no cría, no crea la esencia sana y no tóxica.

Justamente lo habían percibido perfectamente en la advertencia de la llamada que la joven había hecho a su padre, aquello les había sonado bastante pesado: "Papá, he tomado un resfriado y nos quedaremos más de lo previsto, volveré a Forks con mi esposo en cuanto mejore mi salud, te lo prometo, no vengas."

Eso de no ir hacia su hija, a Charlie hizo que se sintiera atormentado entre amargura y pesar, pero eso no le bastó para detenerlo al completo ya que en cuanto, pudo nos buscó como fuente de información, e hicimos justicia. Debido a que justamente su conversión había sido sin ganas de quitarle la vida pero con preocupación en cómo esto lo afectaría, sin embargo, Isabella sólo hacía una y otra vez mentirle, exponerlo y dañarlo. En cambio, nosotras buscamos más su bienestar y salvación, ante cualquier problema.

No podíamos dar por sentado que todos los mortales fueran así de insensibles, porque al final y al cabo, todos nosotros fuimos mortales tiempo atrás y realmente unos más que otros querrían tener a su familia consigo hoy día, o haber vivido una vida a su lado.

La inmortalidad sólo te ahorraba el trabajo de gastar un gran dineral en enfermedades mortales; te daba oportunidades de que el tiempo no acabase, pero también traía consigo algo que era demasiado difícil de evitar: la sed de sangre, la sospecha de los humanos con nuestra apariencia joven, la belleza sobrenatural atrayente, y nuestro misterio. Todos esos rasgos nos traían una corta estadía sea donde fuera que uno quisiera estar.

Al menos esa incomodidad la sentí antes de haber encontrado a mi compañera, que para mí gran suerte, hoy día es mi corazón viviente. El veneno no la había hecho Inmortal como tal, sino que ella estaba viva, su corazón en las noches y lugares íntimos latía, o donde no fuera peligroso exponernos. Y en otros momentos era tan Inmortal como cualquier vampiro.

¿Quién hubiera imaginado que mi mujer, mi compañera, sería quien hiciera real todos mis sueños después de la mortalidad? Ni yo lo imaginaba, y aunque así fuera, el amor que le tengo no sería medido a través de estas posibilidades, nunca sería sólo por ello. Porque nuestra vida iba conectada eternamente como para que se ligara por un detalle que la hiciera distinta a los demás de la raza.

—Creo que puedo imaginarme que estás pensando en mi.

Una voz medio raposa casi ronca, hizo temblar mi cuerpo al escucharlo. Volviendo mi vista a la realidad sin borrar mi sonrisa, viendo como mi dulce compañera se encontraba a mi lado con las maletas en mano; habíamos elegido viajar como personas normales y paisajes comunes en avión. Una vida común y corriente era la esencia de que nuestras vidas tomarán un respiro de la inmortalidad.

—No puedo evitar pensarte, dejaste tu huella en todo lo que sea mío.

—Me dejé llevar por la emoción. Después de todo, ya hemos estado bastante tiempo esperando este momento, adoptar era una opción pero... Un bebé con tu belleza y un carácter como el mío, ¡vaya boom! ¿No lo crees, mi esposángel? —pregunta con una sonrisa la mujer de cabellos negros.

—Con que sea nuestra bolita de amor, ya soy feliz. Eso sí... Será muy codiciado, ya lo veo conquistando chicas con sus sonrisas. Tu sonrisa siempre fue el camino a la paz y felicidad.

Una vez dicho eso se acerca a ella y le roba un beso, logrando un gruñido de hambre en el contrario.

—No me des más ideas, que aún estamos en aeropuerto. Aún podemos una ronda más, amore. —susurra hambrienta su compañera.

—Tranquila, quiero llegar a tiempo. En verdad quiero estar en esa fiesta. —se resiste al encanto, seguidamente terminar de empacar unos últimos accesorios en la maleta.

—Es un evento importante. Aunque me da miedo no caer tan bien, puedo crear caos cuando menos me lo espere. —admite con una mueca sombría y triste. Era una verdad, si.

—Vámonos, no es tiempo de pensar y decaer en tu autoestima. Te querrán, no habrá caos del cual no pueda protegerte. —afirma fielmente Rosalie, mientras agarra sus maletas y en un abrir y cerrar de ojos ya ha llevado todo al jeep. —te amo, mi corazón.

—Te amo mas. Y confío en ti.

Tras aquello ambas se marcharon, tenían aún un gran viaje en lo que resta de semana para llegar a Forks al estilo humano. Por lo que, al menos tendrían tiempo para calmar los nervios de la pelinegra.

Una boda era un gran evento familiar e importante.

Una boda donde conocería a la nueva Reina y Rey.

Una boda que realmente sería imposible de olvidar, por los sucesos que ocurrirían.

Porque Emmett Cullen y Runa Tinkle, contraerían matrimonio, entre un vampiro y un tua cantante. Básicamente casi lo mismo que la historia de Bella Swan.

«¿Que era lo que los hacía distintos a la historia del cobrizo y su mocosa?» pensaba curiosa Brunett.

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