╭ ⌂ - Capítulo 23

Caius Volturi se encontraba leyendo un par de documentos impresos, Volterra estaba en orden, el mundo vampirico también. Sin embargo, Roger, el vampiro que había sido elegido por Runa con el objetivo de seguir manteniendo el cuidado de las leyes bajo tres gobernantes, esto había sucedido tras otorgar el descanso final a Marcus Volturi y la sentencia de la extinción en la inmortalidad de Aro.

Roger, siempre había sido un vampiro de confianza para la Runa, por lo que no dudó en ningún momento en apoyarla. Su don era evidente tras su aspecto físico, teniendo el cabello azul cielo daba a imaginar que su don era relacionado al agua, hielo o viento, y en definitiva era el don de hielo. Un don común, pero la forma en que este vampiro de ojos rojos lo empleaba era totalmente peculiar al que muchos pudieran conocer.

En fin, Caius había levantado la mirada en dirección a la puerta de la sala de juicio, donde era más habitual encontrarlo.

—Caius, tendremos una visita conocida, según Runa, además envió a unos cuántos subclases... —dice Roger, joven de unos 38 años aproximadamente de aspecto corporal.

Caius frunce su entrecejo, si su mejor amiga enviaba a sus pequeños demonios era porque se encontraba muy cansada o bien, con asuntos serios.

—¿Anunció algo más?—pregunta pensativo, dejando los documentos dentro de la carpeta en el cuál estaban ordenados.

—Que volvería lo antes posible para sentenciar a la visita, y si no, que nos encargáramos. Dejó el código: «trabajo comunitario.» —dice Roger con aquel acento frances tan marcado en su voz.

—Trabajo comunitario.... —repite Caius, pero no logra comprender el punto, debido a que es interrumpido por unos golpes en la puerta—, Adelante.

Tras esas palabras, Roger logra sentarse justo a tiempo en su podio, del lado derecho. Mirando con una inocente curiosidad a quienes llegaban.

—Querida Isabella, que grata sorpresa su visita a Volterra. —comenta Caius con una diversión oculta entre su mirada rojiza.

La neofita de ojos casi ambar, había sido escupida fuera de las garras de los puffles, quienes cada uno fueron taponando las ventanas y salidas, con una discreción tan sublime.

—¿Tú?... Sigues en el trono...—pregunta, quedando estupefacta Bella.

—Claro, ¿Porqué no iba estar? —pregunta incómodo. —En fin, Tienes tiempo para decir y justificar tu inocencia. —comenta serio Caius.

—Yo... Yo creí que Runa mató a todos los reyes anteriores, para hacerse con el reinado y por eso estaba abusando de su poder... —tartamudea un poco, dejando en evidencia su incrédula malinterpretación.

Caius al escuchar aquello no pudo evitarlo, tras un parpadeo ya se encontraba agarrando el cuello de la neofita, totalmente enfurecido, lo expresaban perfectamente aquellos ojos rojizo negruzco.

—Osas llegar sin temer a tu exterminación. Ella no es ninguna manipuladora como usted, así que, di lo que has hecho para ser tendida a juicio, no me hagas perder el tiempo. —gruñe Caius, viendo perfectamente como la neofita intenta salvar su cuello tras intentar safarse del agarre del Rey.

—... Mgh... —se queja Bella, con miedo expresado en sus ojos— Exigí... Que la ley... Sea cumplida... Una humana embarazó a un vampiro... ¡Po-podría ser inmortal!

Caius ante esa noticia, arroja a Bella como si fuera una muleca de trapo a las manos de Roger, quien inmediatamente congela y paraliza a la vampira con su hielo desde las venas muertas.

—Sigues difamando y no explicando los hechos. —dice con un fuerte, evidenciandose el desagrado hacia la neofita— La necesitamos para aclarar cosas, preguntá cuando volverá —dice volteando la mirada hacia Roger.

Roger resopla al ser el único capaz de congeniar con el don del servamp de pereza. Inmediatamente hace un movimiento con la mano izquierda, formando de su aliento frío una fuente pequeña y luego el sonido del agua logra engullir el lugar. Aquel sonido era el fuero interno de paz y sueño que habitaba en el ser de Runa.

—Lady Runa, lamento interrumpir su momento post-boda pero la visita que has mandado ha enfurecido a Caius. Deberías haberte expresado mas en la carta, no nos dices el porqué estas siendo piadosa con la neofita.

Ah... Que fastidios sois, me daba tanta pereza que podría morir, pero no puedo ... Además tenía asuntos que investigar como para tener tiempo de dar explicaciones. —se escucha la voz perezosa bostezar.

—No puedes solo decidir en dar servicio comunitario sin explicarnos, cara mía—expresa Caius tras un gruñido— Esta neofita no merece tu piedad. ¿Quién fue el responsable de tu decisión, fue acaso tu princeso?—pregunta molesto.

No fue mi princeso... Ah~ —bosteza mas adormilada la voz— La niña no tiene porqué quedar sin madre tan temprano. Solo le daremos 4 meses de servicio en la guardia, si os desobedece, quemadla... Ya pediré disculpas si sucede aquel trágico final...

—¡Maldita! Nunca te importé, fingiste ayudarnos con mi hija, pero ahora solo demuestras... Que eres una...—gritó desesperada Bella, molesta y traicionada. Sin embargo, fue interrumpida por un golpe fuerte en su costilla derecha.

—Guarda silencio. Se te concederá el permiso de hablar sólo para notificar tus tareas realizadas, no tendras permiso para alimentarte hasta que le pidas perdón a su regreso. —dice Roger, con la furia y coraje plasmado en su voz, nadie hablaba así de su amiga.

Siendo así, como la Reina pelirroja habia terminado con la comunicación, sabiendo que aquellos dos harían la vida de Bella una rehabilitación de su caracter de mierda, o está escribiría su fin más rápido de lo que ella deseaba romper su promesa con Reneesme. Aunque no iba a ser su culpa si era la neofita quien no hacía el proceso más fácil, no tendría culpabilidad de que aquello pudiera suceder.

Nadie la extrañaría.

Nadie merecía a una mujer como era Bella, su codicia y malinterpretaciones que solo creía en su propio juicio, más nunca retractaba de sus errores, la llevarían mas rápido a su final, más rápido de lo que se tardase la neofita en buscar escapar.

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