╭ ⌂ - Capítulo 15

La fiesta ya iba finalizando, Rosalie no podía creerse todo lo que sus papilas gustativas habían probado, sin duda se sentía satisfecha y no era novedad que ahora su esposa estuviera con hipo, habían abusado con la comida. Pero las sonrisas no se les arrebataría nadie con facilidad.

—Esta vez no fui quien ha logrado hacerte feliz, Rose. —expresa repentinamente Brunett.

Aquello hace que su sonrisa quede con una expresión confundida en la rubia, no entendía porque tal frase.

—¿Por qué lo dices, corazón?

—Porque no cree ni pensé en esta idea, y mira como esa sonrisa se ilumina. Debí haberlo pensado antes. —expresa con un puchero entre sus labios, la esposa de Rosalie estaba celosa de haberle hecho así de feliz como estaba con la comida probada.

Rosalie lo comprendió pero no hizo que su sonrisa se disminuyera, sino que sonriera totalmente boba ante la recelosa reacción de su compañera.

—No debes de sentirte así, ya tengo aquí el fruto que más deseaba tener. —expresa dejando el plato vacío en la mesa, acercándose a ella y abrazándola de frente. —Brunett, eres mi corazón latente, y nuestro fruto lo conmemora. No hay nada más por el cual pudiera ser más feliz, esto sólo es una pequeñez.

—¿De veras? —pregunta infantilmente, haciéndole ojitos.

—Si cariño, es muy de verdad. —expresa acercándose más a ella para luego juntar sus labios en un pequeño pero fuerte enlace sentimental. —Te amo, Brunett —dijo con toda sinceridad la rubia tras separarse pocos centímetros de sus labios.

Expresión corporal como emocional fueron los que volvieron a enamorar fuertemente a su compañera, lo sabía por cómo se había intensificado el agarre de la mano derecha alrededor de su cintura, y acercado más juntas, dejando a rozar directamente el pequeño vientre abultado de la rubia, junto a sus intenciones dobles de tomarla en aquel lugar. La pasión nunca faltaba ni faltaría.

—Me haces el vampiro más feliz de esta existencia, cariño. No sabes cuanto, pero me excitas tanto con esa forma de ser tuya. —gruñe posesiva Brunett a los oídos de Rosalie, quien se estremece tras sentir una ligera mordida en su lóbulo izquierdo. —en cuanto lleguemos a nuestro hotel, te haré mía como llevo deseando hacerlo desde la mañana.

Rosalie tembló de placer y deseo, quería ese antojo a la de ya, la comida ya no le interesaba, ahora era su compañera, sin embargo; ambas tuvieron que detener su conversación picante al escuchar una tos falsa atrás.

—Cof, Cof... Disculpen. —dijo una voz aterciopelada, envuelta en amabilidad impresionante pero a la vez, el aroma le decía a ambas que era un vampiro.

Rosalie al ponerse de puntitas, por encima de los hombros de su mujer, pudo sentir como sus mejillas se sentían calidas de la vergüenza. Su padre adoptivo estaba tras su mujer con una sonrisa que expresaba incomodidad y diversión. Por lo que por un minuto, la rubia quiso estar bajo tierra de la vergüenza.

—¿Oh? Vaya, cuanto tiempo querido doc, ¿como le ha ido? —pregunta Brunett como si nunca hubiera dicho nada vergonzoso.

Rosalie siempre se había preguntado siempre como era que su mujer nunca le tenía vergüenza ante estas cosas que ocasionaba su golosidad, y hablaba tan normal con la persona que acababa de escuchar decir obscenidades en público.

—Querida Brunett, un placer volverla a ver, me alegra saber que se la pasan bien. ¿Todo bien, hija? —pregunta comprensivo Carlisle.

Rosalie asiente aún con las mejillas sonrojadas, era mucha vergüenza para ella, luego se vengaría de su compañera de esto.

—Si, papá... Yo... Perdón por lo que seguramente habrás escuchado yo... —empezó con un tartamudeo de vergüenza Rosalie.

Era obvio que para Carlisle no era ninguna molestia, pero estas reacciones de Rosalie, tan humanas le hacían feliz, nunca antes la había visto actuar tan humana, vivir al roce máximo las emociones o vivencias de una, nunca en su eternidad antes de la aparición de su paciente, su pequeña hija rubia se había comportado tan avergonzada como ahora lo estaba.

—Tranquila, si te hace sentir mejor, no me fijé mucho en la conversación. Solo vine hace unos segundos pocos, Alice dijo que estarían por aquí. —expresó Carlisle tratando de calmarla.

Rosalie asintió, apretando ligeramente la mano de su compañera que se reía entre dientes por la amenaza clara de que esto no quedaría así. Pero soltó un suspiro y admiró a su figura paterna.

—Gracias... Si, tenemos algunas dudas pero... ¿Y mamá? —pregunta casualmente Rosalie al no ver a Esme a su lado.

—Tuvo que retirarse un momento, tenemos una personita a quien presentarles aún. —dice Carlisle aún recordando que su nieta también quería estar presente cuando sus abuelos conocieran a la pareja de la tía que aún no conocía.

Reneesme era muy curiosa, caprichosa a la hora de querer conocer a la familia que no tenía o tuvo presente en su momento de nacimiento. Siempre había podido ver entre los recuerdos de sus abuelos o en el de Emmett a una mujer rubia, una modelo hermosa parecido a una ángel, que siempre había sido querida tanto como hermana, mejor amiga y hasta hija, o en este caso una tía a la cual no conocía. Por algún motivo su madre se negaba con mucho empeño a que no las conociera.

—Vaya, ¿acaso es la dichosa sobrina que no hemos aún conocido? —pregunta curiosa Brunett, pero en su ojos expresaba precaución, aún le parecía muy preocupante la situación.

—Si, Reneesme. Es nuestra maravillosa nieta, crece aun pero dentro de poco, podremos disfrutar de su eterna vida sin preocupaciones. ¿Les gustaría ya conocerla? —pregunta con educación Carlisle.

Rosalie no estaba muy por la razón, quería estar segura ante su estado de gestación. Pero al ver la emoción de su patriarca y padre Salvador, se guardó sus opiniones bordes.

—Claro, pero luego, desearía tener una consulta privada contigo papá. —correspondió la pregunta con una necesidad, prefería siempre ir al punto como su mujer.

—Claro, sin problema. —dijo Carlisle, y tras ello, las guió hacia su destino.

—Por cierto... Doc, ¿no se molestara la parejita nueva de la familia por nuestra ausencia repentina? —pregunta la mujer de Rosalie.

—No se preocupen por ese detalle. La Reina Runa y el Rey Emmett se han perdido hace bastante tiempo de la fiesta, los invitados están aún solo porque quieren darles privacidad. —expresa despreocupado el rubio.

Dándoles vía libre a ambas de preguntar algunas cosas por el camino, tal vez no estaba tn cerca la cabaña donde Esme y su sobrina-nieta estaba, pero si que tenían tiempo para pregunta acerca de las precauciones.

¿Será buena idea esta presentación o traerá nuevamente otra disputa?

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