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La fina y delgada mano se deslizaba por el cuerpo pálido como la cal, fría y firme como la pared, la rubia de ojos amarillos como los pétalos de un girasol observaban con deleite a la persona que la acariciaba con tanto cariño y detallismo, la sintió deslizar los dedos por la cubra de la sabana que cubría su desnudez, aquellos dedos la tenían hipnotizada en un camino de pasión que iba creciendo lentamente. Pudo escuchar con mucho detalle el corazón palpitando en la habitación, como este la embriagaba y guíaba a un trance en aquellos ojos marrones casi pardos, vio como su persona favorita se coloca con total sensualidad encima suyo y ambos se comunicaban con sólo la mirada.

Rosalie Hale, se encontraba totalmente a merced de su pareja, quien una vez estuvo encima, con aquella sabana también cubriendo la zona de la cadera para abajo, pero sintiendola cada vez más cerca hasta que su contraria empezó a robar los suspiros de la rubia, que iba sintiendo los besos carnosos desde su cuello, la cumbre del monte de sus senos hasta ir deslizándose y besar alrededor del ombligo con tal sensualidad y belleza que hacía que el bello capullo femenino se remojara con la reacción natural de la simple excitación.

La espalda de Rosalie se curvó, sus piernas se contrajeron inevitablemente cuando volvió a sentir las manos justo en aquel capullo que tanto la hacía mujer, percibió y soltó un gemido ante la introducción de dos dedos en su interior, jadeando hambrienta por el juego que empezaba su pareja.

—Po-por favor~... No pares.~

Rosalie se estremeció una vez más al sentir la lengua húmeda de su pareja alrededor de su ombligo, y dio un pequeño salto al sentir cosquillas ante un pequeño mordisco que había recibido en el monte de venus.

La suave risa salió de los labios de la rubia pero a los primeros dos minutos fueron ahogados por un gemido al escuchar la frase dicha con un tono raspado y sensual:

—Mm~ que tentadora frase, darling~

—¡Dame mi orgasmo, mujer! —gruñó Rosalie impaciente.

La de ojos tan humanos reacciona con una sonrisa divertida y llena de picardía, pasando estos a un color dorado rojizo acatando las palabras de su adorada esposangel. Llevando al fin sus labios cálidos al frío y húmedo capullo que palpitaba por atención, devorandolo con pasión y robando mil gritos de la rubia con sólo el hambriento toque de los labios de su esposa Brunett.

• • • • ───────────────────

























Tras varias horas donde se la pasaron jugando incansablemente, Rosalie se encontraba encima de su esposa. Había sido torturada por bastante tiempo en aquel 14 de febrero, torturada y embrujada nuevamente con tanto amor y pasión por los toques de su compañera, pero ahora los papeles habían intercambiado. La mujer se encontraba con la manos estiradas al barrote de la cama de una plaza, unidas solo por la goma de cabello, la regla era fácil:

«No rompas la goma, ni los barrotes, no te sueltes en ningún momento o me detendré cuando más desees llegar al clímax.»

Por ende, la compañera de Rosalie se encontraba al merced de su ángel privada y sólo suya. Se encontraba excitada y se notaba, la mirada divertida de la rubia le mandaba y las sonrisas decían tanto, que cuando Rosalie se acomodó encima de aquel pequeño bulto entre las piernas la otra soltó un gruñido nervioso, sus manos por un momento se separaron y tensaron la goma, ambas habían escuchado en roce en fricción, por lo que mientras la de los latidos intentaba calmarse y juntar nuevamente sus manos, Rosalie volvía a la carga, dejando besos por tu el vientre ligeramente abullunado, hasta subir a aquellos senos de copas menores, besándola y enloqueciendo la excitación de la humana en cuestión.

—Babe... Siéntate bien... T-te necesito.

La sinceridad y la forma de la mandíbula tensa, había sido tomado como un gesto tan sexy y dulce por la bella rubia, quien levantó la cadera, dejando que aquel aparato reproductor que tanto amaba, se levantará y rozara su propio capullo, hasta empezar a deslizarse hasta el fondo, sediendo ante la petición. Sin embargo, en cuanto estuvieron enlazadas en aquel coito, y quedando totalmente quietas, impaciente se movió la que iba abajo.

—Rose...

—¿uhm? —pregunta divertida, mientras desliza las manos por la cintura de su compañera y la siente estremecerse, removerse de izquierda a derecha totalmente risueña.

—¡Rose! T-tengo cosquillas já jaja, s-saca tus manos de allí. —exige nerviosa entre risas.

Rosalie niega divertida cuál pequeña, mientras iba moviendo a diestra y siniestra sus manos delicadamente ñlr la cintura de su mujer, junto a su vez empezaba a cabalgarla lentamente.

Logrando así nuevamente enloquecer a la mujer bajo sus manos, quien se retorcía entre gruñidos, risas y súplicas, súplicas por poder gemir, dejar de reír y disfrutar de una manera menos risueño. Lo que más disfrutaba Rosalie Hale, era tener los latidos del corazón tan despiertos y acelerados, bailando al igual de la sensación térmica del ambiente, ella no se quemaba porque nunca lo haría físicamente. Su esposa nunca la mataría con fuego, pero si que la haría temblar por el fuego del extasis.

—¿Quieres llegar? ¿Correrte, honey? ~

Rosalie jugaba con la cordura de su compañera, claramente ella también estaba lista para complacerla, pero amaba ver como el orgullo activo y dominante de su mujer se rompía ante las sensaciones tan pasionales que entre ambas se formaba en cada unión de amor y pasión.

—S-sii... ¡Ngh! S-sueltame... —en tono desesperado de súplica resonó en la habitación, tanto que hizo temblar a la rubia por felicidad.

Y sin más detuvo las cosquillas por más que le encantaba escucharla reír en medio de cada unión carnal, pero ahora era tiempo, era su verdadero tiempo, por lo que empezó a recostarse sobre su compañera, rozando ambos senos mutuamente y temblando juntas, hasta que las manos finas y frías, liberaron las manos de la goma y barrotes. Y las manos de la compañera una vez liberada, tan solo automaticamente tomaron lugar en cada extremo de la cadera de la rubia y la hizo sentir profundamente embestidas que hicieron soltar gemidos pasionales en ambas, tanto placer fue que no dieron más lugar cuando se escucharon perfectamente entre esas cuatro paredes ambos chasquido y chapuzones de agua tanto líquido como espeso mezclarse.

Rosalie tembló y se sintió totalmente extasiada al sentir la calidez, y la compañera de cabellos negros sintió el alivio completo al sentir el baño frío del clímax de su mujer. Ambas habían esperado este san Valentín con tantas ansias y deseos. Ambas sabían que era el momento, y lo sintieron cuando se olvidaron del condon a propósito. Rosalie quería ser madre. Brunett podía hacer que su esposa fuera madre por su condición. Y ambas estaban listas para amar a un tercer integrante en el matrimonio.

En ese san Valentín, Rosalie Hale salió con suerte, después de tantas investigaciones, esperarían con gustos los meses necesarios para tener a su pequeño entre sus brazos. Se lo merecían ambas.

Porque ambas formaban un lindo y hermoso torbellino Rosette.




#Espero que este primer especial, no les desagrade. Y que no sea tan malo haber comenzado así, sin capítulos de por medio. En estas semanas he estado ocupada pero no quería dejarlos sin un regalo.
¡Nos leemos pronto!

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