Todo Se Pierde Tan Fácilmente.

"¿Quiénes son amigos?, ¿Quiénes son enemigos?. Porque a veces me parecen lo mismo, las apariencias pueden ser agradables, pero son muy engañosas... Dulces palabras de la lengua de serpiente, es como jugar con un arma cargada... ¿Cómo sabés si es verdad?, ¿Cómo lo puedes probar?... Juro que te veo observándome".

🎵Enemy Fire: Bea Miller.

 El viaje de regreso a casa fue todo menos tranquilo, se sentía nerviosa, preocupada pero, sobre todo, asustada... «¿Cómo era posible que alguien hiciera esto?, ¿Seguirlos a la biblioteca?, ¿Irrumpir en un departamento?, ¿Robar?, ¿O agredir a alguien por un simple barco de madera?»... No era el Unicornio real y, aunque lo fuera, tampoco justificaba lo que estaba sucediendo a su alrededor... «Por lo menos logramos volver en taxi»... Pensó mientras revisaba nuevamente a Tintín, el golpe no parecía ser serio pero, de todas formas, una opinión profesional sería de gran ayuda para los tres.

-Tranquila, no es la primera vez- Afirmó el reportero restándole gran importancia al asunto, algo que logró que su compañera comenzara a preguntarse si realmente había desarrollado la capacidad de leer mentes o si su ansiedad se había vuelto más que evidente.

-Admito que me sentiría mejor si vamos a un hospital- Expresó la joven al ver que ya no tenía sentido ocultar lo que sentía en relación a todo lo sucedido, sin embargo, cualquier tipo de solicitud se disolvió al ver que su nuevo amigo estaba completamente absorto en sus pensamientos. -¿En qué piensas?-

-En lo último que nos dijo el mayordomo: "Todo se pierde tan fácilmente"- Respondió el pelirrojo al citar la misteriosa frase que el empleado de Sakharine había dicho antes de dejarlos ir... “Todo se pierde tan fácilmente”. -¿A qué creen que se refería?, ¿Qué intentaba decirnos?-

-No lo sé, pero ese hombre se veía muy incómodo- Dijo la historiadora al recordar la extraña actitud de aquel hombre, un detalle que le hizo preguntarse si el mástil había sido la única pieza rota en aquel codiciado modelo. -¿Seguro que estaba todo antes de que lo robaran?-

-Creo que estamos a punto de averiguarlo- Afirmó su compañero mientras le pagaban al chófer y bajaban del vehículo para ingresar al edificio. No obstante, al subir las escaleras, notaron que Milou abrió la puerta sin ningún problema, algo que les resultó muy extraño, ya que el dueño del mismo se había encargado de cerrarla antes de salir. -¿Milou?-

-¿Qué sucede?- Cuestionó Camille preocupada antes de que Tintín encendiera las luces y los tres se llevaran una impactante y desagradable sorpresa.

-¡Recórcholis!- Exclamó el pelirrojo espantando al ver el estado en el que se encontraba su hogar, totalmente destruido, como una clara advertencia de que debían alejarse del asunto pero... «¿Quién pudo haber hecho esto?, ¿Sakharine?, ¿O se trataba de alguien más?»... Honestamente, no lo sabían y tampoco podrían averiguarlo ahora, no cuando su peludo amigo parecía tener una posible respuesta a semejante salvajada. -¿Qué?, ¿Qué ocurre Milou?- Preguntó el reportero mientras él y su compañera corrían hasta el mueble y veían que, efectivamente, había algo importante debajo de él.

-Debió haberse caído cuando el mástil se rompió- Dedujo la castaña al ver que trabajaba de un pequeño cilindro metálico, uno que, curiosamente, contenía un pergamino que apenas podía leerse. Rápidamente, el fox terrier blanco logró acercarles la lupa y una lámpara para que ambos trataran de descifrar el mensaje que yacía en el misterioso documento. -¿Qué dice?-

-Dice: "Tres hermanos unidos, tres unicornios juntos viajando al sol del mediodía hablarán... A partir de la luz, la luz vendrá... Y entonces lucirá la cruz del águila"- Leyó Tintín antes de notar algo aún más extraño al pie del delicado papel, pequeñas marcas de gran importancia, pero casi imposibles de comprender. -¿Y estos símbolos?, ¿Son una especie de lenguaje secreto o código?-

-No, no tiene mucho sentido... Pero tengo mis libros arriba, tal vez sean de ayuda- Sugirió Bélier entusiasmada al recordar sus estudios en paleografía... «Buen momento para utilizarlos»... Pese a esto, ella sabía que había algo más que lo inquietaba y no era la transcripción del manuscrito. -Supongo que por eso registraron el apartamento, ¿Verdad?-

-Y no lo encontraron, osea que... Volverán- Sentenció el pelirrojo antes de que el timbre del edificio logrará sobresaltarlos, claramente, esto estaba muy lejos de terminar. Ante esto, el reportero escondió el pergamino en su billetera y le indicó a sus compañeros que se quedaran arriba por precaución, una medida que hizo que la historiadora tomara el arma que había en el escritorio y se la entregara por si las cosas salían tan mal como ellos temían.

-Espero que no tengas que usarla- Susurró la joven angustiada, a lo que su compañero respondió con un leve asentimiento mientras bajaba las escaleras y, cordialmente, relevaba a la casera de recibir a la inesperada visita que había llegado a aquellas horas de la noche... «Dios, espero que no tenga que hacerlo»... Imploró nerviosa al oír la conversación desde la entrada del departamento y ver que, desgraciadamente, su amigo estaba más que listo para defenderse.

-¡CONTÉSTEME!, ¡¿QUIÉN?!- Fue lo último que escuchó antes de que una lluvia de balas se hiciera eco en el lugar, destruyendo el pequeño vestíbulo y haciendo que los presentes intentaran protegerse de los letales disparos pero, cuando la tormenta cesó y el pelirrojo pudo levantarse, la puerta se abrió y el hombre americano, aquel que había intentado alertarlos del gran peligro que corrían, cayó mortalmente herido frente a ellos. -¡SRA. FINCH!, ¡LE DISPARARON A UN HOMBRE EN LA PUERTA!-

-¿Otra vez?- Preguntó la encargada como si se tratara de algo más que habitual y no de un intento de homicidio.

-¡POR DIOS!, ¡LLAME A UNA AMBULANCIA!- Exclamó Camille en una mezcla de horror y molestia por la actitud de la casera quien, rápidamente, volvió a ingresar para efectuar la llamada, mientras sus compañeros salían a perseguir al culpable y ella se quedaba a socorrer al recién llegado. -Tranquilo, todo va a estar bien- Dijo la castaña mientras se quitaba el abrigo y lo utilizaba para detener la hemorragia, pero el hombre ya no la escuchaba, sólo intentaba de escribir algo en el periódico que traía consigo antes de la fatal ofensiva. -Por favor, trate de no moverse... Ya viene la ayuda, resista-

-¡CAMILLE!- La voz de Tintín fue lo que logró devolverla a la realidad, la ambulancia al fin había llegado, pero no habían logrado detener al agresor... Pese a esto, cuando los doctores se llevaron al americano, los tres pudieron tomar y ver correctamente el periódico o, en otras palabras, aquello que el hombre del sombrero intentaba decirles antes de ser silenciado.

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