Todo Comenzó con un Barco.
Bruselas, Bélgica. 1949.
"Querida Familia:
Como prometí, escribo para contarles que estoy bien, que estoy a salvo y que ya me encuentro instalada en Bruselas (aquí abajo les dejo mi dirección), realmente es una ciudad hermosa, hoy mismo saldré a recorrerla para conocerla mejor.
Aún no he hablado mucho con mis nuevos vecinos pero, se dice entre pasillos que aquí reside alguien muy famoso, ¿Recuerdan el último reporte que leímos sobre "El Ídolo Arumbayano"?... Pues, parece que vivo en el mismo edificio que el famoso Tintín, aún lo he conocido en persona pero, eso quedará para otra carta.
Espero que estén bien, los extraño y, por sobre todo, los amo mucho.
Con cariño. Camille."
Ya había amanecido en la capital, los tenues rayos de un nuevo día caían sobre el papel recién escrito para su familia. Había llegado de noche, sin ser vista ni oída, sólo la casera y el taxista que la trajo podrían dar testimonio de que ella existió durante esa madrugada. Su nombre era Camille Bélier, una joven oriunda de Brujas que había llegado hasta allí con un único objetivo, encontrar su lugar en el mundo.
Al salir a recorrer las calles de Bruselas, la castaña reflexionó profundamente sobre lo ocurrido durante las últimas semanas, su elección de ir allí, dejar Brujas atrás, escribir o llamar a sus padres en lugar de hablar con ellos en persona, adaptarse a un nuevo entorno para construir una nueva vida o, en otras palabras buscar su propio camino en un mundo que apenas conocía.
Sabía que le llevaría tiempo acostumbrarse al significado de "Independencia", que sólo el tiempo le diría si había tomado la decisión correcta y que, hasta entonces, sólo podría conformarse con aprender a moverse por la capital de su natal Bélgica... «Tal vez esto ayude»... Pensó al salir del correo y ver una concurrida feria a pocas calles de donde se encontraba y del edificio al que, ahora, pretendía llamar "Hogar".
Al recorrer el mercado, estudió cuidadosamente cada puesto y los diferentes productos que ofrecían, estos iban desde cuadros o adornos que llegó a considerar para decorar su departamento, hasta lo más importante para ella, libros. Realmente, amaba los libros, aquellos escritos que le permitían comprender el mundo en el que vivía o sumergirse en una gran travesía contenida en sus páginas, como aquel ejemplar de "La Isla del Tesoro" que acababa de comprar. Sabía que era un cliché, pero los libros eran esperanza, conocimiento, aventuras y grandes descubrimientos que deseaba experimentar alguna vez.
De repente, el sonido de unos ladridos acercándose a ella llamaron su atención, junto a un hombre de traje que huía sospechosamente del lugar. Al ver esto, Camille tomó rápidamente su bolso y lo revisó para asegurarse de que no faltara nada, por suerte o, mejor dicho, gracias a su peludo rescatador, todo estaba en su sitio, había sido salvada de ser víctima de un robo en su primer día en la capital.
-Gracias amigo, salvaste el día- Le agradeció Bélier mientras se agachaba y le acariciaba la cabeza como gesto de su gratitud, no obstante, también consideró que el dueño del perro debía estar cerca y ella lo estaba distrayendo. -¿Dónde está tu persona?, Debe estar muy preocupada-
-Ahí estás, ¿Dónde estabas?, ¿Cazando algunos gatos?- Preguntó una aliviada voz cerca de ella, logrando que la chica viera a un muchacho de su edad arrodillándose frente a su mejor amigo, un joven de rostro amable y pecoso, de cabello pelirrojo prolijamente peinado en tupé e impecablemente vestido con una camisa blanca, un suéter azul, un abrigo beige, medias negras y unos pantalones y zapatos color marrón... No había duda alguna de que se trataba su famoso vecino, del conocidísimo reportero llamado Tintín. -Lo lamento señorita, no la había visto-
-No se preocupe, de hecho, tu amigo acaba de salvarme de un atraco- Admitió la joven oriunda de Brujas con una leve sonrisa al pensar lo sucedido, algo que impresionó mucho al recién llegado.
-Ya veo, bien hecho Milou- Lo felicitó el joven oriundo de Bruselas con gran orgullo mientras el perro ladraba alegremente como agradecimiento. -Soy Tintín, por cierto-
-Camille, mucho gusto- Se presentó Bélier con una leve sonrisa mientras estrechaba la mano con el famoso periodista.
Un rato más tarde, los tres se encontraron continuando su charla durante el recorrido, realmente, todo lo que Tintín le contaba parecía una locura, delirante pero fascinante a la vez, eran aventuras, como el libro que había comprado instantes atrás, viajes extraordinarios que lo llevaban increíbles hallazgos a lo largo del mundo. Debía admitirlo, estaba impresionada y, para su sorpresa, él también parecía estarlo con su profesión, ella era historiadora, alguien que había aprendido a leer documentos antiguos y buscaba respuestas en todos los vestigios existentes del pasado de la humanidad.
-Fíjense en eso- Dijo el reportero al ver una vitrina con un modelo de un barco antiguo, un barco realmente hermoso y que, seguramente, contenía una gran historia en su interior. -Tres mástiles, doble cubierta, cincuenta cañones... Es una preciosidad-
-Y además es sumamente especial, era patrimonio de un viejo capitán- Le explicó el orgulloso vendedor al ver el gran interés que los recién llegados tenían por el modelo.
-Del Siglo XVII, ¿Verdad?... Durante el reinado de Luis XIV- Tanteó Camille entusiasmada al examinar la embarcación con más detenimiento.
-Exactamente señorita, es de los mejores barcos que han surcado los siete mares, no creo que puedan hallar otro como este- Afirmó el comerciante ante la rápida deducción de la historiadora. -Sólo cuarenta francos-
-Le ofrezco treinta- Propuso el pelirrojo al ver que no tenía el dinero suficiente para pagarlo, algo que hizo que su nueva amiga sacara su billetera y le diera los diez francos que necesitaba.
-Ten, tómalo como gratitud por lo de Milou- Dijo la castaña con total convicción mientras su compañero, tímidamente, tomaba el dinero y le pagaba al vendedor.
-Gracias, te lo devolveré en cuanto pueda- Le aseguró Tintín agradecido por su gesto, realmente le había gustado ese barco, pero ninguno de los dos sabía lo que realmente les esperaba hasta que alguien se acercó a ellos.
-Oiga amigo, ¿Cuánto por el barco?- Preguntó un preocupado hombre de traje y sombrero en cuanto llegó al puesto del Sr. Crabtree.
-Acabo de vendérselo a estos jóvenes- Le explicó el vendedor cordialmente, algo que angustió aún más al recién llegado y llamó la atención de la chica.
-¿Ah sí?. Díganme cuánto pagaron, les daré el doble- Les propuso el americano con gran ansiedad en su voz, necesitaba llevarse ese modelo lo antes posible y, siendo honesto, deseaba que ambos fueran razonables y aceptaran su oferta.
-¿El doble?- Preguntó el comerciante incrédulo ante lo que había oído... «¿Cómo era posible que nadie lo hubiera comprado hasta ahora y, de repente, habían aumentado su valor como si fuera algo invaluable?».
-Gracias, pero no está en venta- Le explicó el reportero con gran educación para darle a entender al recién llegado que no estaba interesado en su propuesta.
-Oigan, entiendan, lo hago por su bien- Abogó el hombre del sombrero para tratar de convencerlos, todo en él llamaba la atención pero, a ojos de Bélier, lo más alarmante era el inexplicable nerviosismo que escapaba de él en su fallido intento por forzarlos de dejar aquella inusual maqueta atrás.
-Disculpe señor, pero no podremos ayudarlo si no nos explica qué sucede- Sentenció Camille seriamente al ver que la discusión no iba a ningún sitio, él quería la embarcación, pero ellos no iban a venderlo sin una buena razón. -¿Por qué quiere el barco?, ¿Qué es tan importante cómo para no dejarnos ir?-
-No creo que lo comprenda señorita, pero están a punto de adentrarse en un mar de peligros- Les advirtió el americano evadiendo sus preguntas y logrando que ambos se preocuparan aún más por la situación.
-¿A qué se refiere señor?- Cuestionó el pelirrojo sin comprender a qué se refería pero, nuevamente, el hombre del sombrero no estuvo dispuesto a responder sus interrogantes, sino a darle un nuevo ultimátum.
-Se los advierto, desháganse del barco y olvidenlo ya... Esas personas no juegan limpio- Fue lo último que dijo el americano antes de perderse entre la multitud y dejar a ambos belgas con gran angustia en su corazón.
-¿Pero qué personas?- Preguntó la castaña inútilmente al verlo partir, a pesar de eso, ellos aún no eran conscientes de que su respuesta estaba justo a sus espaldas.
-Magnífico- Fue la voz que los devolvió a la realidad, una que pertenecía a un hombre castaño de elegante presencia, marcado acento británico y llamativo traje color rojo. -Esto es... Magnífico. No lo envuelva, me lo llevaré tal cual, ¿Alguna objeción en que le pague con cheque?-
-Si quiere comprarlo, hable con el chico y la señorita- Le informó el Sr. Crabtree al notar que, claramente, él ya no recibiría ningún trato.
-Entiendo, bueno... Que el chico y la señorita le pongan precio- Propuso el recién llegado ante esa aclaración, provocando la furia del vendedor y el desconcierto de ambos involucrados.
-"¿Qué le pongan precio?"... Increíble, ¡Diez años vendiendo baratijas y me pierdo el "Ponga el Precio" por... Apenas un minuto!- Se quejó el frustrado comerciante, sólo necesito un minuto de su tiempo para perder la mejor oferta de su vida y, como resultado, había obtenido un "Lo Siento" susurrado por parte de la joven oriunda de Brujas quien, para su sorpresa, se sentía sumamente culpable por todo lo sucedido.
-Pues, lo siento... Ya se lo explicamos al otro caballero- Dijo Tintín antes de que el Sr. Crabtree le diera una descripción más detallada sobre el negociante anterior. -No se vende-
-Déjenme apelar a su... Buen corazón, acabo de adquirir el Castillo de Moulinsart y ese barco, como seguramente sabrán, formaba parte de la propiedad... - Comenzó a argumentar el recién llegado con la esperanza de que el muchacho o la chica cedieran ante su explicación.
-Del difunto capitán- Dedujo la castaña seriamente al recordar la historia que el vendedor había les había contado antes de estás inusuales ofertas.
-La familia pasó una época difícil, lo perdieron todo y, desde entonces, no han podido retomar el cauce- Agregó el hombre del traje rojo con gran dramatismo en su voz para intentar redondear y así convencerlos. -Estamos hablando de generaciones de bebida y conducta desenfrenada... -
-Coincido, es una historia muy triste, pero la respuesta aún es NO- Lo silenció Camille rápidamente al ver que el recién llegado no tenía ni la más mínima intención de abandonar aquella embarcación.
-Perdone, pero como ya le ha dicho la señorita, NO se vende... Hasta luego señor- Sentenció Tintín respetuosamente al tiempo que él y sus compañeros abandonaban la feria, dejando atrás a un molesto hombre del traje rojo.
-¿Qué diablos ha sido eso?- Preguntó Bélier sin entender aún lo que había sucedido... «¿Por qué el repentino interés por ese barco en particular?, ¿Y por qué ahora?, ¿Por qué no antes?».
-No lo sé Camille, pero me propongo descubrirlo- Declaró el joven reportero al sentir un extraño corazonada en relación a ese barco... Realmente, no sabían qué era lo que esperaban, ni a dónde los llevaría está inesperada investigación, sólo sabían que tendrían responder a varias preguntas sobre el misterioso Unicornio.
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