xiii. see you later...
➢ 𝕾ee you later⌇
CAPÍTULO TRECE ❙ 🔦◄
❝this isn't goodbye, it's a simply 'see you later'❞
LUCAS DECIDIÓ ACOMPAÑAR A STACY Y DUSTIN A BUSCAR ALIMENTOS mientras que dejaba a Mike y a Once charlar a solas. Llevaban horas esperando a que Joyce, Hopper, Nancy o Jonathan hicieran aparición, pero ninguno de estos lo hacía, cosa que los desesperaba. Odiaban tener que esperar por tanto tiempo y aún más en la situación en la que se encontraban.
Estos últimos dos mencionados ni siquiera les habían dicho algo antes de marcharse y dejarlos solos. Al parecer, se habían olvidado de que estaban buscando a los niños y estos no sabían si querían matarlos, por lo que por obvias razones estaban asustados.
—¡La encontré! —exclama un muy contento Dustin en cuanto abrió el refrigerador y vio la enorme cantidad de latas repletas de natilla—. Sabía que las almacenaba. ¡Lo sabía!
El ruloso comenzó a agarrar unas cuantas latas junto con Lucas y Stacy. Lucas sonreía enormemente mientras que festejaba junto a Dustin el haber encontrado su postre favorito.
—¿No se supone que no habían de estas aquí? —inquiere Stacy con una ceja levantada—. Eso es lo que decía la señora Phyllis.
—Siempre nos engaña y dice que se acabaron —le explica Henderson, que tomaba más latas del refrigerador —. Miente con descaro. ¡Mike, encontré las natillas!
—¡De acuerdo! —responde este desde el comedor de la escuela, en donde estaba sentado junto a Once.
—¿De qué creen que estén hablando? —pregunta Lucas mientras que comía un poco de la natilla que había sacado del refrigerador.
—Les apuesto a que están confesándose su amor por el otro —comenta Dustin con diversión haciendo que Stacy lo mirara con una sonrisa de oreja a oreja pintada en su rostro.
Ella siempre supo que entre Once y Mike había algo más que una amistad. Lo percibía desde el día que fueron a la sala de Audiovisual. Como nadie hablaba de eso, pensaba que era la única que lo notaba.
Aunque Lucas había mencionado el tema en la escuela, pero nunca pudieron oír una respuesta sincera de Mike en cuanto a sus sentimientos por la niña que habían encontrado en el bosque.
—¿Tú también lo notaste? ¡Creí que era la única!
—A Mike le gusta Once desde que la encontramos en el bosque cuando fuimos a buscar a Will —señaló Lucas, que aún comía su natilla con toda la calma del mundo—. Debes haber estado muy ciega si ahora te das cuenta.
—No me di cuenta ahora, genio, eso es algo que ya sabía desde hace mucho —se defiende Harrington—. Pero Mike siempre evitaba hablar del tema, así que nunca lo mencioné antes por respeto.
La conversación terminó ahí ya que habían sacado la mayoría de latas de natilla del refrigerador. Lucas desechó la lata de la natilla que se había comido y ayudó a Dustin y Stacy a llevar las demás hacia el comedor, que era donde se encontraba Once completamente sola debido a que Mike salió para recibir a quienes creía que eran Nancy y Jonathan.
—Con esto cargarás tu batería, te lo prometo —le asegura Dustin, comenzando a abrir una de las muchas latas que habían puesto sobre la mesa.
—¡Chicos! —Mike se acercó corriendo—. ¡Chicos!
Todos voltearon a verlo, un tanto confundidos al verlo tan desesperado.
—¿Qué pasa? —pregunta Sinclair.
—Nos encontraron —responde Wheeler.
Eso era una muy mala noticia. Pésima, de hecho.
Los malos los habían encontrado.
El pánico recorrió sus cuerpos y antes de siquiera poder pensarlo, salieron rápidamente del comedor. No sabían adónde irían, pero lo que tenían en claro era que no podían estar un minuto más en aquella escuela.
Mike les había informado que los hombres tenían armas, lo que hizo que sus amigos se desesperaran aún más. Con eso Stacy pudo confirmar lo que sus pensamientos le decían desde la tarde: los iban a matar.
En esos momentos odiaban a Nancy y Jonathan por haberlos dejado solos sin nadie cuidándolos.
—¿Cómo que nos encontraron? —inquirió Lucas en voz baja mientras bajaban con velocidad unos escalones.
—No lo sé, pero sabían que estábamos en el gimnasio.
—Lando —susurró Dustin.
De momento, las puertas que estaban frente a ellos se abrieron, dejando a la vista a unos hombres cuyas linternas estaban encendidas.
Los niños se dieron la vuelta y empezaron a correr para evitar a toda costa que los atraparan.
—¡Vamos! ¡Vamos! ¡Vamos! —exclamó Mike.
—¡Corran! ¡Corran! —ordena Sinclair.
Vieron una puerta abierta y entraron, se encontraban en un pasillo bastante largo. Cuando iban a seguir corriendo por este, unos hombres aparecieron, poniéndose en medio.
—¡Vamos! —seguía diciendo Mike.
—¡Adentro! ¡Adentro! —les gritaba Dustin, que estaba muy asustado—. ¡Mierda! ¡Mierda!
Salieron del pasillo para irse por otro lado, esperanzados de que esta vez sí podrían escapar. Claro que eso no fue lo que pasó, porque una mujer rubia los apuntó con un arma mientras que era respaldada por otros hombres que también traían armas con ellos.
La respiración de Stacy se entrecortó y su corazón empezó a latir demasiado rápido, tanto que podía escuchar sus latidos. Su cuerpo temblaba demasiado, pues estaba aterrada con lo que estaba viviendo.
¿Así era como iba a morir? No estaba lista, no se había preparado para ese momento.
—¡No se muevan!
Los tenían rodeados, cosa que a todos los aterraba demasiado. No tenían ni la más mínima idea de cómo iban a librarse de esa situación. Habían hombres armados detrás y frente a ellos, y todos los apuntaban con diferentes tipos de pistolas.
Stacy se preguntaba: ¿en verdad eran capaz de matarlos? Apenas eran unos niños pequeños y esos adultos no parecían querer tener piedad alguna con ellos. Se veían dispuestos a culminar con sus vidas en esos instantes, sin importarles cuán poco habían vivido.
Parecía que todo ocurría en cámara lenta, pues los ojos de la mujer rubia y de los hombres que estaban detrás de ella comenzaron a sangrar mientras que sus cabezas se sacudían lentamente. Segundos después sus narices y oídos también comenzaron a sangrar hasta que finalmente todos cayeron al suelo sin vida.
Eso había sido un alivio para los niños, pues ya no los apuntaban con un arma, pero no había dejado de ser algo traumatizante. No estaban acostumbrados a ver como muchas personas morían frente a ellos de esa manera.
Once cayó al suelo desmayada, preocupando a Mike, Dustin, Lucas y Stacy, que no dudaron ni un segundo en acercarse a ella para verificar que estuviera bien.
—¡Ce! ¡Ce! ¿Estás bien? —le pregunta Mike, sacudiendo el cuerpo de la niña buscando una reacción por su parte—. ¡Ce! Algo está mal.
—Parece que está agotada —comenta Dustin, igual de preocupado que Wheeler.
—Es que no despierta —Mike continuaba tratando de despertarla—. ¡Ce! ¡Ce! Apenas respira.
—Tenemos que irnos —avisa Lucas.
—No podemos irnos sin ella —reclamó Stacy, que todavía estaba muy asustada por todo lo que había pasado en todos esos minutos.
—Déjala.
La voz de un señor hizo que los niños levantaran su vista para encontrarse con un hombre de cabello blanco que tenía a cuatro hombres armados detrás.
«Vaya, parece que la pesadilla aún no termina», pensó Stacy, quien al igual que sus amigos, se puso de pie de inmediato al ver a aquellos hombres aproximarse.
—Aléjate de la niña —le ordenó el hombre a Mike.
—¡No! —contestó el mencionado con valentía—. Si la quieres, tendrás que matarnos primero.
Lucas y Dustin se pusieron a cada lado de Wheeler.
—¡Así es! —exclama Dustin.
—¡Largo de aquí! —le sigue Lucas.
Stacy los miró incrédula. ¿De verdad acababan de pedir que los matasen?
—Chicos, creo que es mejor... —Harrington se ve interrumpida al ser agarrada por la espalda por uno de los cuatro hombres que acompañaban a Brenner—. ¡No! ¡Suéltame! ¡Suéltame, maldito desgraciado!
Stacy trataba de patearlo con mucha fuerza para que el hombre finalmente la soltara, pero sus intentos no parecían funcionar.
Sus amigos estaban en la misma situación, gritándoles a los hombres que los soltaran y los dejaran en paz, pero claro, ninguno les hacía caso.
Brenner se acercó a Once y tomó su rostro entre sus manos.
—Once —la llamó—. Once, ¿me escuchas? ¿Once?
La niña poco a poco abrió los ojos.
—¿Papá?
—Sí —el hombre canoso sonrió falsamente—. Sí, soy papá. Estoy aquí.
—¡Suéltala! ¡Suéltala, desgraciado! —le gritaba Mike a Brenner mientras que seguía esforzándose por librarse del agarre del hombre que lo sostenía.
Once miró de un lado a otro y empezó a lloriquear por los malestares que sentía. Estaba muy débil.
—Shh. Estás enferma —le decía Brenner a la pequeña—. Estás enferma, pero te curaré. Te llevaré a casa, te lo prometo. Ahí te voy a curar. Solucionaremos todo para que nadie más salga herido. ¿Sí?
Once mantuvo contacto visual con el hombre por un largo rato. Ella sabía que él no era una buena persona y que todas esas cosas que le decía no eran más que puras mentiras.
—Malo —dijo, haciendo que Brenner la mirara de forma severa—. Malo.
Brenner la soltó, estando algo conmocionado por las simples pero duras palabras de la niña.
Once rápidamente trató de ponerse de pie.
—Mike. Mike. Mike —Brenner evitó que alcanzara al chico, por lo que volvió a sostener su rostro para hacer que ella lo mirara.
Dejó de hacerlo en el momento en que las luces comenzaron a parpadear repetidas veces. Algo andaba mal y Mike lo sabía.
—Sangre —mencionó, recordando que Nancy y Jonathan le habían dicho que lo que atraía al demogorgon era la sangre.
—¿Qué? —le pregunta Lucas, que estaba asustado y no entendía a qué se refería.
—Mike, ¿de qué estás hablando? —inquiere Stacy con la voz temblorosa.
—Sangre —repite el chico.
Miraron a los cuerpos de los hombres que Once había matado y todos tenían charcos de sangre a sus alrededores. La pared al fondo del pasillo comenzaba a derrumbarse, dejando ver al monstruo que llevaban días tratando de encontrar.
—Demogorgon —dijo Dustin, sintiendo cómo su corazón comenzaba a latir con fuerza por lo asustado que empezaba a sentirse al ver a esa horrible cosa frente a él.
La bestia salió por completo de la pared, estando de pie frente a todos ellos, y les rugió fuertemente.
Los hombres soltaron a los niños y con velocidad, apuntaron al demogorgon con sus armas y empezaron a dispararle.
—¡Corran! ¡Corran! ¡Corran! ¡Corran! —le repetía Lucas a sus amigos, que al ver a lo que se enfrentaban, no dudaron ni un segundo en mover sus piernas con toda la velocidad que sus cuerpos le permitían, pero antes de irse, los cuatro tomaron a Once como pudieron para llevársela y alejarla de toda esa situación.
No podían morir esa noche.
No en ese momento.
No cuando estaban tan cerca de encontrar a Will.
—¡Corran! ¡Corran! —gritaba Mike en medio de todos los disparos.
Lucas y Dustin cargaron a Once como pudieron, no iban a permitir que ella se quedara ahí tirada y le pasara algo. Al fin y al cabo, le habían tomado cariño y ella ya era una de ellos. No podían permitir que muriera.
—¡Vamos! ¡Corran! ¡Corran! —los apuraba Mike, haciendo que los niños apresuraran sus pasos.
En cualquier momento el demogorgon podía ir tras ellos y comerlos. No querían que sus vidas culminaran así.
Los disparos continuaban escuchándose aunque estuvieran bastante alejados de la escena. Ellos sabían que aquellos hombres no eran lo suficientemente fuertes como para ganar en una lucha contra ese monstruo. El demogorgon deboraría sus sesos antes de que siquiera pudieran dispararle.
Era muy obvio que los hombres tenían los segundos contados, y que en cuanto el demogorgon acabara con sus vidas, iría tras los niños inmediatamente.
Por eso ellos debían esconderse lo antes posible, aunque sabían que no sería por mucho tiempo, pues el monstruo los encontraría muy fácilmente.
—¡Ya! ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Vamos!
Mike seguía animándolos a correr un poco más rápido. A Dustin se le hacía complicado al ser ahora el único que cargaba a Once en sus brazos. No era nada fácil tener que cargar a alguien que probablemente pesaba lo mismo que él o un poco menos.
Se metieron a un salón de clases para poder recostar a Once y dejar que al menos descansara un poco. Ella realmente estaba muy débil, y todos estaban sumamente preocupados por su bienestar.
—Vamos. Vamos, vamos —repetía Dustin mientras que se adentraba al salón de clases.
Lucas cerró la puerta del salón y corrió rápidamente hacia Dustin para ayudarlo con Once.
—Vamos. Ayuda. La pondré en la mesa.
Stacy y Lucas lo ayudaron a recostar a Once en un escritorio que había. Mike corrió hacia Once y tomó sus manos tratando de brindarle seguridad.
—Solo aguanta un poco más, ¿sí? —le dice—. Ya se fue. El malo se fue. Pronto estaremos en casa, y mamá... te hará tu propia cama. Puedes comer todos los waffles que quieras. Y podemos ir al Baile de Invierno.
—¿Lo prometes?
—Lo prometo.
Stacy observaba enternecida la escena entre Mike y Once. La forma en la que él la trataba, la forma en que le hablaba... ella podía afirmar que nunca había visto a Mike actuar de esa forma alrededor de otras niñas, ni siquiera con ella misma.
Once definitivamente había cautivado a Wheeler.
Mike se separó de Once en cuanto escucharon un rugido muy fuerte y más disparos. Ahora sí que estaban aterrados, era sorprendente que a ese punto todavía no habían mojado sus pantalones.
Si lograban sobrevivir, estaba clarísimo que tendrían unas horribles pesadillas.
Deseaban que todo lo que estaban viviendo fuera una, pero lamentablemente era su realidad. No podrían decir con certeza si sobrevivirían esa noche o no, y eso era algo que los aterraba por completo. Apenas eran unos niños. Eran muy jóvenes para todo eso.
Los disparos dejaron de escucharse, poniendo a los niños en alerta.
—¿Es... está muerto? —inquiere Dustin con temor.
—¿Realmente crees que esos hombres pudieron asesinar a esa cosa? —le pregunta Stacy al ruloso con el mismo tono que él había usado antes.
Sus miradas se quedaron fijas en la puerta del salón, estando completamente alertas ante cualquier movimiento. Esta se derrumbó y dejó ver al demogorgon. Stacy no pudo evitar soltar un grito por el susto recibido, y los demás se habían alterado por completo.
Mike les repetía que corrieran, pero la verdad era que no había a dónde correr.
—¡Saca la honda! ¡Saca la honda ahora! —le ordenaba Dustin a Lucas a gritos.
Todos estaban gritando diferentes cosas a Sinclair, quien también estaba muy asustado, pero sorprendentemente parecía ser el más calmado.
Colocó una de sus piedras en la honda y en cuestión de segundos, la lanzó contra el demogorgon.
—¡Mátalo! ¡Mátalo ya! —eran algunas de las cosas que Mike, Dustin y Stacy le gritaban en medio de tanta desesperación.
Para que Lucas no tardara tanto en dispararle al demogorgon, Mike, Dustin y Stacy le entregaban piedras con rapidez. Querían que el chico estuviera totalmente concentrado en el monstruo frente a ellos y que no se distrajera ni por un segundo. Si lo hacía, probablemente aquella cosa se le abalanzara encima y lo matara.
—¡No funciona! —exclama Lucas, refiriéndose a que las piedras no eran suficientes para acabar con el demogorgon.
—¡Dale otra vez! —pide Mike a gritos—. ¡Vamos, no te detengas! ¡Vamos!
—¡Toma esto! —Dustin le extiende a Lucas la piedra con la que Mike se había golpeado en la escuela gracias a Troy, aquella piedra que Sinclair juraba que sería la que mataría al monstruo—. ¡Mátalo! ¡Mátalo ya! ¡Mátalo!
Colocó la piedra en la resortera de la honda y la estiró, asegurándose de apuntar directo al demogorgon. La estiró bastante para que la piedra tomara impulso, y cuando finalmente la soltó, algo increíble ocurrió.
El cuerpo del demogorgon chocó contra el pizarrón al momento en que la piedra lo tocó. Parecía que algo le impedía poder moverse, lo cual sorprendió a los niños.
¿Tanto poder tenía esa piedra?
La respuesta a esa pregunta fue un «no», ya que Once apareció caminando entre ellos mirando fijamente a la bestia que tanto los había atemorizado. De su nariz y oídos salía sangre, dando a demostrar que estaba utilizando sus poderes otra vez.
Todo había sido gracias a ella.
—¡Once, para! —Mike intentaba acercarse a ella, pero Once lo alejó con sus poderes haciendo que el chico chocara con los gabinetes que estaban detrás de él.
Once avanzaba cada vez más hasta quedar frente al horripilante monstruo totalmente lista para enfrentarlo ella sola. Después de todo, los demás no podrían.
Ella podría tener apenas doce años, pero por sus amigos estaba dispuesta a sacrificar su vida con tal de que nadie más les hiciera daño. Sabía que si hacía lo que tenía pensado, quizás no los iba a volver a ver nunca, ni siquiera a Mike, el chico que le había prometido llevarla al Baile de Invierno.
Volteó a verlos por última vez y observó sus rostros por unos segundos. Todos se veían muy tristes y asustados, como si algo les dijera que algo malo estaba a punto de pasar; como si sus corazones les informaran que Once se iba a sacrificar por ellos.
Ellos eran sus amigos. Sus primeros y verdaderos amigos. Aquellos que la habían acogido desde que la conocieron, aquellos que la defendieron de otras personas aún si ponían sus vidas en riesgo al hacerlo. Las personas que desde el principio la aceptaron tal cual era ella.
No estaba segura de si iba a lograr sobrevivir, por eso esperaba a que ese momento no fuese un «adiós» sino un «los veré pronto».
De los ojos de Mike ya comenzaban a salir lágrimas al observar a la niña de cabellos rapados, que no rompía el contacto visual con él.
Stacy presentía que algo iba a pasar; tenía ese sentimiento desde horas atrás. Y el solo pensar de estar presente en el momento en que su primera amiga se sacrificara ante sus ojos le hacía doler el corazón. Sus ojos marrones comenzaron a cristalizarse, y las palabras que dijo Once unos segundos después hizo que las lágrimas empezaran a caer por su rostro aún si no iban dirigidas hacia ella.
—Adiós, Mike.
Once miró al demogorgon, lista para acabar con su vida.
—No más.
Extendió su brazo derecho y miró al monstruo fijamente. Este comenzó a gritar fuertemente, haciendo que los niños tuvieran que cubrir sus oídos ante el estruendoso sonido que la bestia emitía.
Once también comenzó a gritar con todas las fuerzas que tenía, viendo como algunas partículas salían del pecho del demogorgon y luego, de todo su cuerpo. De pronto, tanto el demogorgon como la niña desaparecieron del salón sin dejar algún tipo de rastro.
Las luces dejaron de parpadear y los horrendos gritos dejaron de escucharse.
Todo finalmente había acabado.
Miraron a su alrededor en busca de Once, con la esperanza de que tal vez se encontrara en algún lado del salón, pero no era así. Mike se puso de pie de inmediato aún con lágrimas cayendo por su pálido rostro.
Quería encontrarla.
—¡Once! ¡Once!
Se acercó al área del pizarrón. Este último estaba severamente dañado por lo que había ocurrido unos cuantos segundos atrás.
—¡Once! —todos comenzaron a llamar a la niña que ahora estaba desaparecida—. ¡Once!
—Once, ¿dónde estás? —Mike rompió en llanto—. ¡Once! Once.
—Mike... —Stacy llama al pelinegro con lágrimas en sus ojos y al verlo tan afectado, se acerca a él para darle un apretado abrazo y llorar junto a su amigo.
La habían perdido; habían perdido a Once.
Sus corazones estaban rotos en miles de pedazos al darse cuenta de ello. Tal vez nunca más volverían a ver a la niña que tanto los ayudó sin pedir nada a cambio, a la niña que estuvo dispuesta a arriesgar su vida incontables veces con tal de ayudar a sus amigos, a la niña que los ayudó desde el inicio en la búsqueda de Will, la niña que se ganó sus corazones aún si la consideraban un poco rara por la forma en que se comportaba. Ella no solo era su mejor amiga, sino que también su heroína.
No sabían cuál era el paradero de Once, si estaba viva o no, pero ella definitivamente los había salvado. No solo a ellos, sino que a todo un pueblo.
Gracias a Once, la paz por fin había llegado a Hawkins. Incluso si eso hubiera significado tener que perderla.
AL CABO DE UNOS LARGOS MINUTOS en los que Lucas, Dustin, Stacy y Mike tuvieron que darse consuelo los unos a los otros ante la reciente pérdida de su amiga, la policía, los bomberos y los familiares de los niños llegaron a la escuela para buscarlos y asegurarse de que estuvieran bien luego de tan largo y peligroso día. A los niños no les quedó de otra que salir del lugar y quedarse en el área del estacionamiento en donde les estaban brindando ayuda mientras esperaban a sus padres.
—¡Michael! —la señora Wheeler y su marido hicieron aparición, buscando muy preocupados a su hijo entre todo el alboroto—. ¡Michael!
Al ver las ambulancias, se preocupó aún más. No soportaría perder a su hijo.
—¡Michael! —finalmente, encontró al nombrado. No dudó ni un solo segundo en acercarse a él. Se sentía aliviada de encontrarlo a salvo—. Michael. ¡Ay, Dios mío! ¡Ay, Dios mío!
Karen abrazó a su hijo con mucha fuerza.
Había sido un día muy largo.
Mike aún seguía afligido por todo lo que había pasado, por lo que se echó a llorar en el hombro de su madre, quien no dejaba de llorar y repartirle besos en su nuca como muestra de felicidad por haberlo encontrado.
—¡Stacy! —Steve se bajó de su auto y buscó a su hermana con la mirada. Nancy y Jonathan le habían contado sobre el paradero de esta y tan pronto toda la situación en casa de los Byers acabó, salió conduciendo como loco hacia la escuela para buscar a Stacy y asegurarse de que estuviera bien—. ¡Stacy!
La pequeña Harrington estaba sentada en la parte trasera de una ambulancia con un abrigo que los médicos le habían proporcionado. Hacía mucho frío y podía enfermarse, pero realmente eso ya no le importaba. Estaba muy agotada.
Y no solo físicamente: estaba agotada emocionalmente.
Su cerebro aún trataba de procesar todo lo que aconteció ese día y esa misma noche, y ni siquiera notó cuando sus ojos volvieron a llenarse de lágrimas al siquiera recordar las cosas que habían pasado.
Las cosas parecían haber finalizado, pero ¿a qué costo?
Su mejor amiga probablemente estaba muerta y ese pensamiento la destrozaba aún más.
—¡Oh, por Dios, Stacy! —Steve se apresuró a abrazar a su hermana menor una vez la encontró. Besó su cabeza con dulzura y la tomó por los hombros para mirar su rostro— ¿Estás bien?
Stacy se limpió las lágrimas con el dorso de su mano derecha y asintió levemente con la cabeza, aunque la respuesta no fuese del todo sincera.
Nadie dice la verdad cuando le preguntan si están bien.
Steve la abrazó una vez más al notar el estado en que se encontraba. Conocía a Stacy a la perfección; sabía que ella no estaba bien. No le preguntaría el porqué le había mentido, ya que era consciente de que en medio de la situación en la que estaban, eso solo empeoraría las cosas.
Quería que Stacy se desahogara con él cuando ella creyera que fuera necesario. Después de todo, era tan solo una niña.
—¿Qué te pasó en el rostro? ¿Por qué tienes sangre? —le pregunta Stacy al mayor.
—Eso no importa ahora, Stay. Lo importante es que tú estás bien, ¿sí? —Steve evade el tema—. Ya todo acabó.
Luego de un rato, todos fueron al hospital. Les informaron que los Byers estaban ahí porque Hopper y Joyce finalmente habían encontrado a Will y lo habían sacado del Otro Lado con vida. Por supuesto que la noticia alegró sus corazones en medio del triste momento por el que estaban pasando, por lo que todos estaban en la sala de espera justamente esperando a que se les permitiera poder ver a Will.
El día había sido agotador, así que los niños aprovecharon el tiempo de espera para descansar en sus asientos. Stacy estaba sentada en las piernas de su hermano con la cabeza recostada en sus hombros mientras tenía los ojos cerrados. No estaba dormida, porque quería estar despierta para cuando los llamaran, pero al menos trataba de descansar. Ted, el padre de Mike, estaba sentado justo al lado de los hermanos Harrington y al igual que casi todos, estaba tranquilamente dormido.
Mike era el único que estaba bien despierto, aunque se le notara lo triste y cansado desde lejos.
El ruido que emitió la puerta al abrirse hizo que Mike mirara hacia dicho lugar con atención. Jonathan fue quien abrió la puerta, y estaba por decirle a los niños lo que ellos tanto esperaban escuchar.
—Ya.
Mike se puso de pie de inmediato.
—Chicos, chicos, ¡despertó! ¡Will despertó! ¡Vamos!
Stacy se levantó y siguió a sus amigos con una sonrisa en el rostro. ¡Iba a ver a Will después de tanto tiempo! Entraron en la habitación y las sonrisas en sus rostros solo pudieron aumentar en cuanto vieron a Will postrado en la camilla.
—¡Byers! —grita Lucas con entusiasmo.
—¡Will! —Stacy, al igual que los demás, se acerca a Will para abrazarlo lo más que las circunstancias le permitiesen.
—¡Cuidado! —Joyce ríe al ver la felicidad de los niños por reunirse de nuevo.
—¡A un lado! —Dustin quita a Mike, Stacy y Lucas del medio para abrazar a Will con más libertad.
—Oigan, chicos, tengan cuidado —Jonathan repite las palabras de su madre.
No podía culparlos, ellos lo habían extrañado con locura.
—No vas a creer lo que pasó cuando te fuiste, amigo —comienza Lucas con emoción.
—¡Estuvo increíble! —exclama Dustin, que estaba extemadamente feliz.
—Te hicieron un funeral.
—Todos creían que estabas muerto —añadió Stacy con diversión.
—Jennifer Hales lloró —informa Henderson.
Stacy lo miró con el entrecejo fruncido.
—¿Eso qué importa? —dijo para luego mirar a Will con una sonrisa, lista para contar algo más sobre todo lo que había pasado, pero Lucas se adelantó.
—Y Troy se orinó.
Eso sí que fue gracioso de recordar. Fue un momento en el que sintieron mucha satisfacción al ver que su bravucón estuvo aunque sea una vez en sus lugares. Once se había encargado de darle una cucharada de su propia medicina, y eso funcionó para que Troy sintiera la humillación que Lucas, Dustin, Mike y Stacy sentían en ocasiones por su culpa.
—¿Qué? —pregunta Will, que estaba recibiendo mucha información en tan pocos segundos.
—¡Frente a toda la escuela! —cuenta Dustin.
—¡Sí! —Lucas asiente un par de veces con una deslumbrante sonrisa pintada en su rostro.
De pronto, Will empezó a toser, haciendo que las sonrisas de sus amigos fuesen intercambiadas por una expresión de preocupación al verlo en ese estado.
—¿Estás bien? —le pregunta Mike.
Will hace un ruido con su garganta como aprobación.
—Me atrapó —los mira—. El Demogorgon.
—Lo sabemos —dice Wheeler—. Ya pasó. Está muerto.
—Estás a salvo ahora —Stacy decide añadir, dándole una sonrisa sincera al pequeño Byers.
El chico sonríe, comprendiendo las palabras de sus amigos.
—Hicimos una nueva amiga —Mike no se contuvo de contarle a Will sobre Once—. Ella lo detuvo. Nos salvó. Pero ya no está.
Stacy notó que Mike bajó la mirada al hablar de Once y lo entendió. Seguía siendo muy reciente su pérdida, y les costaría muchísimo poder superarla.
—Su nombre es Once —habla Dustin.
—¿Como el número?
—Le decimos "Ce", es su apodo —cuenta Lucas con orgullo.
Mike y Stacy sonrieron al escucharlo, pues el chico odiaba a Once unos días atrás, pero ahí estaba él; hablando de ella con mucho orgullo. Eso les agradaba, y más a Stacy que recordó todas las veces que se encargó de defender a Once cuando Lucas la insultaba.
—Es como una bruja —dice Dustin.
—Creo que es una mala elección de palabras —comenta Stacy al mismo tiempo que le daba una mirada extrañada al rizado.
—Tiene superpoderes —Lucas estaba muy feliz al hablar sobre Once.
—Es más como Yoda —Mike lo mira.
—Hizo volar una van con su mente.
—¿Qué? —Will estaba totalmente asombrado con las cosas que sus amigos le estaban contando. Le hacía sentir bien que lo hayan extrañado tanto, pues lo hacían sentir muy amado.
Mike, Dustin y Lucas comenzaron a hablar al mismo tiempo, al punto de que era muy difícil poder entender lo que decían, pero eso al pequeño Byers no le molestaba para nada. Estaba feliz de haber vuelto.
Estaba feliz de por fin estar en casa.
UN MES HABÍA PASADO DESDE QUE RESCATARON A WILL, un mes entero había pasado desde que Once había matado al demogorgon y se había sacrificado en el proceso. Las cosas en Hawkins volvieron a la normalidad, todos decidieron que ahora que todo estaba bien debían continuar con sus vidas aunque no debían olvidar quién era la causa de que por fin estuvieran a salvo.
Jamás olvidarían todo lo que Once hizo por ellos y tampoco la olvidarían a ella.
La víspera de Navidad llegó, y como cada año: los Byers, los Sinclair, los Henderson y los Harrington iban a la casa de los Wheeler para comer y pasar el rato antes de irse a dormir a sus casas y pasar tiempo con sus respectivos familiares en tan importantes fechas.
Los copos de nieve caían poco a poco, cubriendo todo el pueblo y siendo causa de que el ambiente afuera estuviera muy frío. Eso no era excusa para Mike, Lucas, Dustin, Stacy y Will, quienes estaban jugando Calabozos y Dragones en el sótano de los Wheeler, como siempre acostumbraban a hacer.
—Algo se acerca —comienza a narrar Mike—. Está enojada. Desea tu sangre. Ya casi llega.
—¿Qué es? —inquiere Will con intriga.
—Tiene que ser una hidra —comenta Stacy, mirándolos a todos.
—Sí, es una hidra —Dustin concuerda con ella—. Créanme.
—No es una hidra —niega Lucas. Él siempre estaba en desacuerdo con Stacy y Dustin cuando se trataba de sus opiniones mientras estaban jugando.
—Te juro que es una hidra —insiste Henderson.
Mike coloca fuertemente una figura en el tablero.
—¡Es la hidra!
Will suelta un quejido, totalmente decepcionado.
—¡Diablos! —exclama Dustin que estaba en el mismo estado que Byers.
—Se los dije —Stacy se cruza de brazos.
—¡Ruge enfurecida! —Mike continúa con su labor—. ¡Will, haz algo!
—¿Qué debo hacer yo?
—¡Lanza el bólido! —le dice Lucas, tal cual un mes atrás.
Dustin lo pensó por unos segundos y miró a Lucas con una sonrisa.
—Lánzale un bólido al malnacido.
Sinclair soltó unas risitas de victoria y Stacy solo pudo rodar sus ojos con una sonrisa divertida al ver la reacción de su amigo por haber obtenido lo que quería.
Will tomó los dados, los sacudió en sus manos, y finalmente los dejó caer encima del tablero.
—¡Catorce!
Todos los niños se pusieron a celebrar al unísono.
—¡Golpe directo! —exclama Mike—. ¡El bólido de Will, el sabio, le dio a la hidra! Y hace un ruido... ¡ugh! Y luego se desploma.
Mike cae al suelo mientras que continuaba narrando los sucesos del juego, y los niños de pusieron de pie para observarlo mejor.
—Su garra... su garra trata de alcanzarte una última vez y... y... ¡uh!
Wheeler finge morir y al insante, los niños comienzan a celebrar por su victoria.
—¡Sí! —gritan con emoción.
Lucas y Will se abrazan y cuando se separan, Dustin y Stacy se unen a ellos para hacer bailes de celebración alrededor de todo el sótano. Mike ya se había vuelto a sentar y los miraba con una enorme sonrisa.
—Lucas corta las siete cabezas y Dustin las mete en su bolsa de contención —los niños vuelven a sus asientos para prestar atención—. Ya fuera del calabozo victorioso, las presenta ante el Rey Tristán. Se le agradece por su...
Mike no logra terminar con su discurso porque Dustin lo interrumpe.
—¡Woah, woah, woah! Eso no es todo, ¿o sí?
—Hay una ceremonia de medallas —informa Wheeler.
—¡¿Ceremonia de medallas?! ¿De qué hablas?
—Y...
—Esa campaña estuvo muy corta —se quejó Lucas.
—¡Sí! —concuerda Will.
—¡Solo fueron diez horas! —exclama Mike.
—¡Pero no tiene sentido! —dice Henderson.
—¡Claro que sí! —lo contradice Wheeler.
Eso significaba que el juego debía finalizar y los niños tenían que prepararse para volver a casa, y claro, no querían hacerlo. Al contrario, si fuera por ellos, vivirían en ese sótano y jugarían Calabozos y Dragones las veinticuatro horas del día.
—¡Que no! ¿Y el rey perdido?
—¿Y la princesa orgullosa? —añade Lucas.
—¿Y las flores raras en la cueva? —cuestionó Byers.
—¡No lo sé! Es...
Mike no pudo terminar su oración ya que Jonathan apareció para buscar a Will.
—Dios, ¿a qué huele? ¿Qué? ¿Están enfermos del estómago? —bromeó, sacándole unas carcajadas a los niños.
—No, eso fue Dustin.
La sonrisa del nombrado se desvaneció al momento de escuchar las palabras de Lucas.
—Se echó un pedo.
Sinclair empezó a hacer ruidos con su boca, simulando ser los "pedos" que Dustin se había echado.
—Okey, qué maduro —se queja Henderson.
—Hermano, vámonos —Jonathan llamó a Will en medio de toda la conversación éntre Lucas y Dustin.
El pequeño Byers tomó sus cosas y se despidió de sus amigos.
—¡Adiós, chicos! —canturreó.
—Adiós, Will —Stacy se despide desde su asiento y Lucas choca los cinco con el chico antes de decirle un «nos vemos, Will» como todos los demás.
Dustin se acercó a Sinclair y empezó a golpearlo de forma juguetona, haciendo que el chico se pusiera de pie y le siguiera la corriente.
—Oye, ¿qué te pasa?
—¡Ya para!
—¡Tú para!
—¡No! ¡Tú para! ¡No actues como niñita!
Stacy reía a carcajadas al observarlos. Aquellos chicos podrían pelear en ocasiones, pero no cabía duda de que se amaban muchísimo. Eran como hermanos; todos ellos. Eran una familia, y todos tenían la suerte de conocerse y de que en las situaciones más horribles, estuvieran juntos para brindarse el apoyo que necesitaban.
Ahora el grupo se sentía incompleto, iban a tratar de seguir adelante y vivir lo más tranquilos posibles.
Aunque nadie dijo que la paz permanecería en Hawkins por mucho tiempo.
(editado)
author's note !
¡HOLA, HOLA! NO PUEDO CREER ESTO. Hemos llegado al final del primer acto y no saben lo orgullosa que me siento de esta historia. Tal vez no sea la mejor, ni tampoco una muy interesante, pero todo lo que está escrito aquí ha salido de mi corazón. Espero que hayan disfrutado de cada palabra.
Este es el momento en el que me pongo emocional y empiezo a agradecerles por todo el apoyo que le han dado a esto. No puedo creer que la historia tenga 2K leídas y diariamente los números solo suban y suban más.
Gracias por darle tanto amor a mi niña, Stacy. Créanme que aquí no acaba su historia. Al contrario, tienen mucho que leer todavía sobre ella y sus aventuras en Hawkins con sus amigos.
¿Están listos para el acto dos?
Ya veremos.
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