01
El tiempo pasaba lentamente. Minutos. Horas. Cada segundo era más lento que el anterior. Beomgyu estaba ansioso, él lo sabía. Estaba ansioso por saber que esa tarde volvería a ver a Soobin y hablarían sobre Taehyun. Su Taehyun.
Su pobre y agotada mente no podía crear más escenarios en los que él cruzaba esa puerta y corría hacia sus brazos; porque dondequiera que fuese, los recuerdos que había creado junto a Taehyun lo perseguían sin cesar.
Cuando aún era un adolescente, Beomgyu solía creer que sería Taehyun con quien compartiría el resto de sus días, pero cuando sus caminos fueron en direcciones completamente opuestas y conoció a Eunji, su personalidad tan parecida a la de Taehyun fue lo que logró cautivar a su lastimado corazón. Él creyó que podría llegar a amarla y dejar de verla como a Taehyun, pero eso jamás pasó. Jamás pasó y jamás pasaría, porque su corazón no podía dejar de latir por ese chico.
Su chico.
Él creyó que podría enamorarse de Eunji, tener muchos hijos y vivir su felices por siempre. Pensar en ello lo hacía tan feliz. Sin embargo; en el fondo, él sabía que el único con quien quería vivir ese felices por siempre era otro, no Eunji.
La vida era tan graciosa y cruel.
Beomgyu no podía dejar de divagar entre sus sentimientos sobre Taehyun, y él podría haber pasado el resto del día pensando en ello de no ser por Eunji, quien repentinamente acomodó su cuerpo sobre su regazo para acurrucarse en su pecho.
Ella era una buena chica, y aquello martirizaba su mente de sólo pensar en que no era ella a quien realmente amaba.
Eunji merecía más que eso.
—¿Prepararemos la cena para tu reunión con Soobin esta noche? —preguntó genuinamente—. Creo que esta vez podríamos hacer espaguetis.
Desorientado y aturdido por sus propios pensamientos, Beomgyu asintió por inercia y vio a Eunji observarlo con una brillante sonrisa mientras se aferraba a su torso. Él estaba acariciando el cabello a su novia sentada sobre su regazo, pero se sentía tan confundido. Se sentía en medio de la nada.
—Vamos —dijo ella con entusiasmo.
Beomgyu no dijo nada.
Suspirando, él se levantó y cruzó la habitación hasta lo cocina en donde Eunji le esperaba con una sonrisa mientras cortaba los vegetales.
—Viniste —murmuró Eunji con preocupación en su voz.
Beomgyu continuó en silencio y se ubicó detrás de ella, abrazándola en silencio mientras olfateaba su perfume. Era dulce. Era tan dulce y empalagoso como Eunji. Le sentaba bien.
—Te amo —susurró en su oído—. Realmente lo hago —continuó—. Te amo tanto, Eunji.
Sus palabras sólo lograron confundirla. Eunji jamás dudó de su amor por ella, y aunque Beomgyu solía decirlo de vez en cuando, creyó que esta vez había algo detrás de sus palabras.
Aquello resultó ser verdad. Ella pudo notarlo en cuanto sintió sus brazos rodear su cintura. Él lo dijo dos veces. Beomgyu jamás lo hacía.
—También te amo —respondió sin ganas. No le agradaba el sentimiento que aquellas palabras provocaban en ella últimamente.
Beomgyu sonrió y besó su cuello con delicadeza, dándole la calma que tanto necesitaba en ese instante.
—Déjame ayudarte con eso.
Felicidad cruzó por el rostro de Eunji.
Las risas se oyeron por todo el lugar, en cada rincón de la casa. Eso era lo que ambos necesitaban. Felicidad.
¿Cómo sería oír la risa de un niño hacer eco en las paredes?
El sonido de algo quebrándose la distrajo de sus pensamientos.
—¿Beom? —preguntó preocupada— ¿Está todo bien?
—Lo está, sólo... fue un descuido. Lo siento.
No lo estaba.
Ese día era un dos de agosto. Su día especial.
Un día como ese hace diez años conoció a Taehyun. Su Taehyun.
Se sentía tan extraño y martirizante pensar en eso. Él seguía recordándolo como la primera vez. Tan idílico. Era demasiado inquietante saber que no volvería a verlo. Que no volvería a tocarlo.
Que había perdido a su primer amor.
Pero Eunji podría darle hijos. Iba a casarse con ella porque la amaba. Él la amaba. Beomgyu podría vivir su primer amor como padre, y el día de su boda olvidaría a Kang Taehyun por completo. No volvería a pensar en él y su corazón no volvería a anhelar su toque. Él no volvería a amarlo, porque él amaría a Eunji durante el resto de su vida.
Y algún día, Beomgyu dejaría de seguir enamorándose de Taehyun, pero sabía que si él volvía, entonces dejaría que él rompiese su corazón una vez más.
Él le permitiría romperlo una y otra, y otra, y otra vez. Beomgyu lo haría porque él lo amaba a pesar de ser incorrecto. Él se casaría dentro de dos semanas, pero se convencería a sí mismo de amar a Eunji y ellos serían felices. Él aprendería a encontrar la felicidad con alguien que no fuese Taehyun.
—Pronto serán las ocho —dijo Eunji—. Deberíamos prepararnos para recibir a Soobin.
Beomgyu no dijo nada al respecto.
—¿Dulzura?
—Necesito despejar mi mente —Beomgyu dijo.
Él huyó de casa. Huyó hasta ese viejo árbol en donde sabía que ellos estarían juntos durante en resto de la eternidad. Ese lugar en donde nadie podría separarlos.
Estaba siendo un idiota con Eunji. Él lo admitía. ¿Pero cómo dejar de pensar en Taehyun si su nombre se encontraba en todos lados? Él estaba en cada rincón de su mente, en el álbum de fotos, en ese árbol y tallado en su corazón. Taehyun se había incrustado como una piedra en su zapato. Una que no parecía querer irse por más que la sacudiera.
Beomgyu era un idiota. Se había convertido en un idiota por él.
Un idiota enamorado.
—Dios.
Un sollozo escapó de sus labios.
—¿Qué diablos estoy haciendo? —murmuró— Estoy a punto de casarme con alguien a quien no amo... con alguien que no es él.
Silencio.
Beomgyu rió con sarcasmo y vio sus nombres en el árbol, apoyándose contra ellos. Su llanto se convirtió en un sonido horrible, pero no podía detenerlo, y él se rió de sí mismo.
—¡Maldita sea, Taehyun!
Beomgyu comenzaba a odiar ese sentimiento. Él jamás había sido capaz de amar a alguien de la misma forma en que amó a Kang Taehyun, porque él fue, es, y siempre sería su todo. Él siempre sería su amado. ¿Y cómo evitarlo? No había manera de huir de su destino, y su destino era amarlo por siempre.
Era un castigo cruel y él lo sabía, pero amaba tanto ese sufrimiento. Él amaba la forma en que su corazón se regocijaba al oír su nombre. Amaba la forma en que imaginaba toda una vida juntos, él también amaba amarlo.
Y él también amaba ese árbol. El árbol en donde inició todo.
Capítulos cortos porque es más fácil explicar
todo y así tenemos una historia más corta, hehe.
Pero bueno, tengan lindo día. >3<
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