Capítulo 7 (FINAL)

Muy buenos días, tardes y noches queridísimos lectores empedernidos!

Qué tal están?

Sin nada más que decir para retrasarles, solo aclararé que ningún personaje me pertenece ya que para eso están sus respectivos dueños (gente con dinero, asiática en su mayoría, y con muchos pero muchos abogados).

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Capítulo 7

Con la puerta cerrándose y el resonar de los pasos tornándose cada vez más lejanos, cierto hombre de blanquecina tez y apagado cabello rubio permaneció callado, sumergiéndose en el letárgico ambiente desolador que la recámara previamente habitada le brindaba. Nada hizo el blondo para perturbar aquella extraña paz, percibiendo de manera ausente un pobre eco perteneciente a variopintas voces cuyo origen provenían de lo que parecía ser la planta baja si las ramas de los árboles que se asomaban por la ventana significaba algo.

Aquel quien tiempo pasado fue un simple policía novato, que tuvo el peor y mejor primer día de trabajo, eligió quedarse quieto y cerrar los ojos, intentando captar ese mismo aroma femenino que en un inicio reconoció mas no pudo detallarle una fas apropiada. Sin embargo, esto era algo resuelto tras las últimas lecturas, consiguiendo imaginarse la dormida figura de una hermosa mujer de cobriza cabellera lacia a su lado.

Sin pelear con él.

Sin lastimarse el uno al otro.

Buscando nada más que resguardo en los brazos del otro.

No comprendía cómo terminó de la forma en que está ahora todo, pues apenas despertó sus sentimientos para con la mujer que amó eran tambaleantes, temeroso de intentar siquiera abrirse con alguien más sin saber que todos ya sabían lo que en su cabeza pasó durante años, torturándose a sí mismo entre reproches ajenos y cobardía propia.

Pero aun así, a medida que los minutos transcurrían, el ahínco puesto en cada singular frase empezaba a hacer mella en el postrado agente, deteriorando el metafórico muro construido para contener en lo más recóndito de su ser lo que anhelaba. Aquello que deseó desesperadamente por años, ansiando tenerlo a su alcance por fin y revelarle todo lo que por dentro le carcomía, hallando así la calma que menguara las terribles pesadillas que atormentaban diariamente sus psiques.

-Qué debo hacer? – se cuestionó Leon, bajando los hombros y cerrando con parsimonia los ojos.

En las manos descansaba el cassette que Claire había dejado a su disposición, generándole una pequeña mueca lúdica ante lo retrógrados que ambos eran al momento de guardar sus memorias, como sin importar cuánto tiempo haya pasado ellos continúan usando objetos que la civilización iba descartando para reemplazarlos con innovadora tecnología.

No obstante, nostalgia le invadía al saber que aún si estuvieron alejados uno del otro durante bastante tiempo, algunas similitudes tenían y terminaban por inculcárselas inconscientemente a cierto dupla de rubias, quienes a pesar de las diferentes edades compartían comparables pasados y crianzas.

-Esto está saliéndose de control. No puedo seguir retrasando mucho más lo inevitable o creeré estar volviéndome loco- monologó el ojiazul, sacudiendo la cabeza y despeinándose más de lo que ya estaba, consiguiendo que un indomable flequillo cubriese el ojo derecho.

Provocándole una leve risa, pues miles de veces había escuchado a su hija más joven quejarse de que tenía el cabello largo y procediendo a estirar las manos para intentar peinarlo, permitiéndole inclusive el atarle algunos mechones con coletas o bandanas, lo que ocasionaba carcajadas en los amigos y colegas del adulto cuando estaban de visita.

Haciendo virar entre los dedos de la mano derecha los diferentes lados de la cinta de audio que determinada Redfield dejó, el agente postrado sopesó qué hacer en los próximos minutos. La mayor parte de él incitaba a que reprodujera el cassette en el lado que tenía su nombre escrito sobre una delgada etiqueta, mientras que una pequeña fracción de su mente susurraba que no lo hiciera, que escuchara la música y extendiera cuanto le sea posible la brecha de tiempo por pavor a tener una desilusión emocional capaz de quebrarlo en su totalidad.

En el preciso instante que estaba por colocar la cinta en el reproductor del lado con su nombre, una serie de apresurados pasos retumbó desde más allá de la puerta, delatándole al rubio que alguien subía por unas escaleras y se aproximaba por el pasillo. Sin embargo, un detalle peculiar notó gracias al arduo entrenamiento que le fue impuesto, donde la cacofonía que resonaba sobre el parquet connotaba que se trataba de una mujer.

Atinando a dejar de lado la grabación que Claire hizo para él, los cansinos ojos azules del varón se enfocaron en la puerta que se abrió abruptamente, permitiéndole enfrentarse a un par de orbes con tonalidad símil a la suya.

De agitada respiración y cejas en alto, una adulta mujer de corto cabello rubio y bufanda azul marino se paralizó bajo el umbral de la puerta, abstraída con la visión que tenía delante, donde Leon emulaba un gesto parecido al de ella previo a esbozar un suave alzamiento en las comisuras de los labios.

-Vaya, ha pasado bastante tiempo no? – abriendo la boca para expresar tal sentencia, Kennedy sonrió genuinamente al observar a quien fue una tierna pero valiente niña de Raccoon City frente a él.

-Papá...- la apenas audible voz femenina se alcanzó a escuchar en la recámara debido al mutismo que existía, dando paulatinamente pequeños pasos hacia delante, temerosa de la reacción que el hombre pudiese tener en retribución de sus malas actitudes.

Siendo perceptible el pavor manifestado por la adulta mujer, que a los ojos del agente aún era la misma niña que conoció hace décadas, terminó por obligarle a abrir los brazos como modo de invitación a que realizara lo que tanto anhelaba.

Suceso que se llevó a cabo de inmediato, pues Sherry Birkin corrió hasta el borde de la cama con el fin de sentarse y poder así abrazar férreamente al ex policía de la RPD, murmurando entre sollozos una infinidad de disculpas por diversas acciones en la que ni siquiera ella estuvo consciente de que sucedían, valiéndole ser receptora de castos besos en la coronilla mientras un masaje circular en la espalda buscaba tranquilizarla.

-Sabes algo, Sherry? Esto me recuerdo a cuando eras una niña, eligiendo siempre dormir a mi lado para abrazarme por tus pesadillas- hizo mención el postrado hombre, adoptando un leve tono jovial ante tal memoria.

-Yo no hacía eso...- quiso protestar en vano la mujer, alejándose un poco del abrazo para limpiarse el rostro.

Algo que no pudo concretar ya que las pálidas, pero cálidas al mismo tiempo, manos de Kennedy se encargaron de ello.

-Algún día dejarás de crecer? Puedo jurar que cada vez que te veo, te pareces más a tu madre- Leon parló sin malicia alguna, haciéndole saber que se refería a cierta pelirroja en particular.

-Lo dices como si fuese malo- respondió Birkin, cerrando los ojos al sentir que su figura paterna se dedicaba a intentar peinarla como solía hacerlo.

-Estuve a punto de dispararle dos veces a Muller desde que desperté- adoptando un semblante apático, el padre de Elza declaró de manera monocorde.

-Papá! No amenaces a mi novio! – una vez más llamó por el título que le dio ella al hombre que tenía delante, incrédula por la confesión, llegando al punto de abofetearle con mínima fuerza la mano izquierda mientras le escuchaba reírse.

Solo para hallarlo contagioso, pues tardó unos pocos segundos en inclinarse hacia delante y soltar una jovial risa mientras retomaba al asir, intentando recuperar tiempo perdido. Algo a lo que él respondió con cariño paternal, recostando la espalda en la almohada que previamente acomodó y envolviendo con mayor comodidad a la rubia adulta que se comportaba como su pequeña hermana adoptiva.

-Lo siento tanto, querida. De haber actuado distinto, tal vez nada de esto te hubiese pasado- balbuceó en un suspiro el agente de la DSO con licencia por enfermedad.

-Puede que así sea, pero también podrías no estar aquí. Podría haberte perdido hace tiempo, y Elza no tendría un padre. Yo no tendría a mi héroe y protector. Y mamá...mamá no te tendría- cabizbaja, evitado así que Leon viese el rojo en sus expresivos ojos, la hija de los decesos Annette y William Birkin enunció.

De nuevo, la mención de Claire hizo mella en la voluntad del rubio, quien dudoso viró la mirada en dirección al cassette que lucía listo para ser reproducido. No podía menospreciar la perspectiva de Sherry, y eso le aterraba de sobremanera. Pensar en la idea de no tener a sus hijas dolía, y de nunca conocer mejor a la pelirroja era aún peor, un pensamiento agónico que se sobreponía a la vanidad y soberbia adquirida con el tiempo.

Birkin, por su parte, no cabía en su alivio al sentirse amparada. Saber que tenía una familia completa, o en proceso de sanación emocional si lo que Jake le había dicho minutos atrás en planta baja.

-Aún quiero un cachorrito y un loro- murmuró la fémina de cabellos áureos, realizando una infantil faneca que era imposible de encontrar adorable a los ojos de su padre.

Casi como si se repitiese una reacción anterior, el hombre halló imposible de contener una carcajada ronca, agradecido con la oportunidad que se le presentó para resarcir viejas heridas emocionales.

-Y también quieres clases de piano? – burlón, Leon inquirió con algo más que recordaba sobre ella.

-No me dijiste que sabías tocar! – revelando inconscientemente algo que tomó conocimiento tras leer hace unos años las notas en el diario, Sherry clamó a modo de reproche.

Sintiéndose conforme con el súbito mejoramiento en la relación padre e hija con la novia de Jake Muller, el antiguo policía cerró los ojos mientras forzaba a la rubia a inclinar la cabeza hacia delante con el fin de darle otro beso en la coronilla. Aún si bromeaba a costa de ella, pensaba cumplir los pedidos que nunca pudo una vez que recuperara las fuerzas y fuese dado de alta por Rebecca, esperanzado de que Elza también le agrade la idea de tener mascotas en la casa.

-No vas a preguntar dónde estábamos? – una vez que percibió cómo el asir menguaba, Sherry tomó una mejor postura al costado de la cama, permaneciendo sentada aún sobre esta.

-No por momento...algo me dice que no son muy buenas noticias, y eso por lo general no tiene consecuencias agradables para mi persona- esbozando una cansina sonrisa repleta de melancolía, Kennedy alegó mientras mecía lateralmente la cabeza.

-Puede que las noticias no sean del todo buenas como supones. Pero papá, ten por seguro que ella no te dirá nada esta vez. Mamá...ella te extraña demasiado, incluso me dijo que grabó un mensaje para ti en caso de ocurrirle algo- buscó tranquilizar los miedos que se manifestaban de forma vivaz en los cerúleos ojos del blondo, Birkin.

-Hablas de este? – señalando débilmente al viejo aparato de música que tenía a su derecha, el agente postrado inquirió.

-Aún no lo escuchas? – con sorpresa, pues acababa de percatarse de dicho objeto, la rubia respondió con otra interrogante.

Nuevamente Leon sacudió negativamente la cabeza, enfocando luego la vista en el reproductor que aguardaba con paciencia a que él presionara el botón de inicio.

Sin esperar un segundo más, la superviviente al desastre biológico de Raccoon City se estiró hasta el otro lado de la cama para hacerse del aparato, tomándolo con cuidado y cerrando la tapa que cubría la cinta a escuchar, para posteriormente llevar los auriculares hasta la cabeza de su padre, acomodándolos lo mejor posible.

-Ella está abajo ahora mismo, sabes? Pero le diré que espere unos minutos mientras tú escuchas esto. Debe de ser muy importante si se tomó el tiempo de grabarlo- habló la adoptiva hija del rubio, empezando a erguirse por completo en simultáneo que se negaba a soltarle la mano izquierda luego de aferrarse a esta como si de un ancla a la realidad se tratara.

Fijando la mirada por instantes en la pequeña máquina con varios años de antigüedad, Kennedy se dignó a ver el disimulado rostro ansioso de Sherry, regalándole un asentimiento junto a una imperceptible sonrisa.

-No te preocupes, sea de lo sea que haya aquí...voy a aceptarlo- determinado, el ex novato de la RPD alegó, aligerando el aferre en la mano de su hija para permitirle retirarse.

Y dejarlo en la soledad embriagante del habitáculo espacioso, ahogándolo en pensamientos personales ambivalentes que trataban de jugarle malas pasadas en los último minutos más decisivos de su vida. Un momento que definitivamente cambiaría todo para bien o mal tras apretar un mero botón amarillento con el emblema de un triángulo negro que apuntaba hacia la derecha.

-Por favor...que no sea algo malo- murmuró en un suspiro el rubio, agachando la cabeza en demostración de agotamiento por el día que tuvo hasta ahora, procediendo a presionar el botón de reproducción y ver cómo la cinta del cassette comenzaba a moverse.

Presentía que algo andaba mal con la decisión de Chris. Nunca debió enviar a Ethan y su familia a Europa.

Ahora mismo ha desplegado un pequeño equipo ofensivo usando algunos agentes de la BSAA, quienes parecían demasiados entusiastas en ayudar si lo que Jill y Barry me han dicho es cierto.

Definitivamente algo tienen en mente y me temo que mi hermano sea demasiado testarudo como para percatarse de ello a tiempo. Principalmente ahora que ha optado por no tener un segundo al mando de confianza como ha sucedido varias veces antes por temor a algún accidente.

Quién creería que mi lazo con Leon conseguiría que le pidiese un favor a Ada?

Esa mujer...hay veces en que pienso que todo es mentira y ella sigue siendo aquella en quien pensaba tiempo atrás. La que yo imaginaba como amante de cierto blondo en las misiones que tenían juntos. Sin embargo, aún si tiene una lengua afilada, es una persona en quien confiaría el bienestar de mi familia.

Por eso mismo le pedí que acompañara de incógnito a Chris mientras Jill, Sherry, Barry y yo iremos a la BSAA para averiguar qué es lo que está sucediendo con ellos.

Algo ocultan.

Algo demasiado importante como para que continúen manteniéndolo en secreto a los ojos del mundo.

Sé que no debería dejar sola a Elza, pero tengo fe en que Ark y Jake podrán cuidarla como es debido. Necesito estar segura de que mi presentimiento es solo eso, imaginación mía.

Pero si esto llega a ser lo que me temo y algo ocurre en el proceso...entonces esta será la última entrada que haré en este diario...o mejor dicho, cinta.

Leon, si por algún milagro escuchas esto, quiero que sepas que te amo. Siempre lo hice y fue estúpido de mi parte el lastimarte con palabras y acciones. Quiero creer que tú aún sientes lo mismo, que tu enorme corazón contiene bondad suficiente como para aceptarme con todas las fallas que presento, pero si no es así quiero que sepas que no soportaría perderte de una manera tan irracional.

Demasiado tiempo malgaste...malgastamos en actuar indiferentes, cuando tranquilamente pudimos estar juntos por siempre. Pero ante cada maltrato mío, sentía que quien fue mi amigo empezaba a alejarse sin siquiera darme cuenta en un inicio. Estúpido, no? Pero ahora mismo me niego a pensar que este sea nuestro final. No quiero renunciar. No quiero dejarte ir. Es egoísta...casi infantil, verdad? Aun así no quiero oír la respuesta a ello.

La cruda verdad, similar a la que usaste en tus primeras notas del diario.

Por eso déjame explicarme. Sé que duele. Mucho de hecho. Al punto de nublar lo que piensas, convirtiéndote en alguien irrazonable y propensa a la violencia. Una violencia auto infringida, que busca torturarte con memorias tentadoras donde pudimos elegir otro camino en lugar de tomar aquellos que nos separaron.

Alguna vez has pensado qué habría sido de nosotros si no nos hubiésemos topado en aquella gasolinera tantos años atrás?

Me aterra el solo imaginar que moríamos sin conocernos. Sin poder salvar a Sherry. Sin conocer años después a Elza.

No soy ajena a llorar cuando estoy contigo en la habitación que te cuido. De qué me sirve ser orgullosa, si por ello estuve a punto de perder todo?

Por eso, cada vez que estoy con la cabeza entre las manos, sentada y llorando, siento un pequeño atisbo de envidia por ti. Por todo lo que superaste en solitario mientras yo estaba acompañada por familia y amigos. Cuando tú te aislabas tontamente sin decirme lo que sentías, y yo te empujaba de manera inconsciente lo más lejos que podía.

Pero a pesar de todo ese sentimiento negativo que desdeño, atesoro cada uno de los detalles que te hacen quien eres Leon. Porque aún en tu estado eres capaz de darme la serenidad que siempre busqué, el calor de alguien querido y que nunca me dejaría a un lado.

Eres fuerte.

Eres el hombre que siempre cuidó de mí.

Eres el padre de mis niñas.

Eres mi novato.

Eres a quien amo.

Y si este llegara a ser, por alguna casualidad del destino, el último mensaje que dejo en vida...quiero que sea este. Me arrepiento de muchas cosas, Leon Scott Kennedy. Me arrepiento de lastimarte, de ocultarte lo que sentía por ti, de culparte por sucesos que nunca serías capaz de cometer incluso en tus peores momentos.

Pero nunca...Yo nunca voy a dejar de quererte, lo entiendes?

Si he de irme, debes saber que te amo. Y si no me quieres a tu lado después de todo lo que pasó, no me importa porque seguiré amándote. Si me haces a un lado, me insultas, me culpas de tus desgracias...yo te amo, Leon.

Tardé en comprenderlo, pero después de tanto tiempo lo hice. Me puse en tus zapatos durante los últimos cuatro años, y la responsabilidad que obtuve cuidando de Elza fue algo inesperado...por no decirlo impactante.

Yo...

Quizás esto que hago es estúpido. Tal vez estoy a tu lado, durmiendo plácidamente, tomados de la mano mientras escuchas en silencio esta cinta.

Y ahora que lo pienso, me gustaría que sea así. Que me despiertes con una sonrisa, de esas que pocas veces vi en nuestras reuniones, al mismo tiempo que me enseñas burlonamente el cassette con el fin de querer avergonzarme.

Quiero regresar.

Verte despierto...o en su defecto, ver como abres los ojos de nuevo.

E incluso así, un minúsculo miedo me oprime el pecho. Inseguridades de mujer, sabes? Estoy bastante grande a comparación de la última vez que nos vimos. No soy la misma joven que conociste. Lo que me lleva algunas veces a tener celos de ti, que te conservas como si fueses joven todavía.

Un joven gruñón, por lo que Elza me cuenta.

No quiero hacerlo, pero debo dejarlos por unos días Leon. Es Chris de quien hablamos, Jill me ha pedido explícitamente que le ayude porque el gorila de su novio mantuvo la boca cerrada por bastantes meses, negándose a dar explicaciones.

Leon.

Voy a volver a casa.

Tengo que hacerlo.

Creo...creo que eso es todo por ahora. Sí es cierto que podría estar horas hablando, pero lamentablemente no hay tiempo. Qué gracioso, no?

Te amo. Sé que estoy siendo repetitiva, pero quiero que lo tengas en claro.

Amo a Sherry como el primer día que la vi.

Amo a Elza desde que apareció con Ark en el hospital para visitarte.

Y te amo a ti, por ser el hombre ideal.

Vestigios de tonos repletos de emoción eran perceptibles para el blondo que permanecía aún con la cabeza gacha, apretando los dientes al punto de hacerlos rechinar en simultáneo que tomaba con ahínco un puñado de tela perteneciente a la manta que le cubría las piernas.

Una debilidad desbordante como un océano fuera de sí se proclamaba victorioso en la psique de Kennedy, sufriendo por la entonación fracturada y lastimera que había oído por más de tres infinitos minutos, donde los silencios se convertían en puñaladas certeras al corazón y las proclamaciones de amor un bálsamo divino capaz de envolverlo a uno en un cálido abrazo protector.

Era prácticamente hilarante si conseguía pensarlo con coherencia.

Más de veinte años aguardó, contra discusiones y acusaciones injustas, para oír una sencillas palabras capaces de hacer a una persona tan feliz. Más de dos décadas para que ella retribuyera la sinceridad de una forma privada como él lo había hecho también por medio de un diario ya que las palabras morían cada vez que intentaba platicar con ella, ya sea por temor, furia o simple resignación.

Sin embargo, la promesa que ella mantenía repitiendo a lo largo de la grabación generó un sistemático cambio en la voluntad del varón, quien se había jurado dejar de amarla. Aunque supiese que nunca lograría cumplirlo, incluso después de tanto tiempo evocando emociones por ella que habían acabado con cualquier posible atrevimiento de buscar a alguien más, para terminar reduciéndolo a un amargo llanto cuando una última chance se le presentó.

Por un breve instante, pensó que todo se trataba de un sueño, donde el cerebro manipulaba recuerdos, tergiversándolos hasta concederle imágenes que él en realidad desearía ver antes de convertirse en macabras pesadillas como las que padeció al ser infectado años atrás con la variante del Virus T.

Mas las caricias y besos que brindó a sus hijas disentían con aquella idea, confundiéndolo al punto en que ya no podía contener más las copiosas emociones, teniendo que llevar ambas extremidades superiores hasta el rostro para así cubrir los ojos con las palmas, oscureciendo la tentativa visión acuosa que poco a poco iba derramándose por la impotencia.

-Por qué es tan complicada la vida? – espetó un tanto molesto, y con la voz entrecortada, el solitario hombre.

Peor no podía ser la suerte del rubio, quien en su soliloquio taciturno y mohíno, logró receptar el suave golpeteo contra la madera que separaba el interior de la recámara con el extenso pasillo.

Cualquier palabra que estuviese a punto de decir, murió en la punta de la lengua, soltando únicamente un ahogado sonido. Con el corazón palpitando ferozmente en la caja torácica, Leon removió las manos del rostro, recuperando la visión, apresurándose después para quitarse los auriculares y dejarlos a un lado mientras mantenía fija la mirada en la puerta frente a su cama.

Nada le detenía en realidad de hablar, no obstante el miedo de antaño estaba arraigado inconscientemente a su persona, generándole un cruento dolor en el pecho donde cariño y hastío mantenían una contienda metafórica, cuyo único propósito era decidir la siguiente acción.

Un nuevo golpeteo a la puerta despabiló al ex policía, notando el nerviosismo incluso sin poder ver a quien estaba del otro lado. Un tapeo de nudillos, lento y con fuerza desmedida, acompañado de un leve quejido femenino que ineludiblemente generó una ligera sonrisa en la fas masculina.

Por más que lo niegue, oír ese peculiar sonido inclinó la balanza moral que mantenía en jaque las decisiones del agente postrado. Una cacofonía demasiado humana y sensible, que delataba de manera inconsciente un parecido estado anímico que él, pudiendo así empatizar.

Una profunda bocanada de aire tomó el hombre, buscando reinar sobre los nervios que le poseían, solo para lograrlo al repetir la acción en un total de cuatro veces.

-Puedes entrar- la voz, ronca y llena de fatiga, fue lo suficientemente audible como para hacerse eco en la tácita recámara.

El mundo creyó enmudecer otra vez, deteniendo incluso el mecer de las ramas frondosas en el exterior y dejando entrever poco a poco la luz lunar en una calma habitación nefelibata. Las cerúleas orbes atisbaron el milimétrico movimiento de la perilla, indicando que quien fuese que estuviera del otro lado, iba a realizar su entrada.

Una pequeña abertura se generó, seguido de un apenas escuchable crujido de las bisagras, dejando entrever a partir de la luz proveniente del pasillo una delgada silueta claramente femenina.

Cobrizas hebras finas, extensas hasta los hombros, brindando un aspecto de madurez que solo sumaba atractividad a los impasibles ojos del hombre. Cuando el rostro femenino, amalgamado en calma y pavor, fue totalmente visible para él, una falta de aire en los pulmones de ambos se ejerció.

Por primera vez en más de cuatro años, el dúo sobreviviente a varios desastres biológicos cruzó miradas de forma íntima.

Se dice que demasiado amor te matará si no llegas a una resolución.

Sin embargo.

Para el hombre de pelo rubio apagado, y la mujer de corta cabellera rojiza oscura, la idea de amarse ante cualquier adversidad los puede salvar, dejando atrás cualquier fatalidad y obteniendo fuerzas para que juntos se dirijan a un desastre, saliendo victoriosos en consecuencia.

Por ello mismo, mientras él continuaba postrado en la cama, contrastando el pálido tono de piel con las paredes pintadas en coloridos sepias, y ella persistía de pie bajo el umbral de la puerta, bloqueando cualquier sonido que hubiese más allá del pasillo, un simple gesto fue ejecutado en sincronía.

Un bosquejo que se plasmó con lentitud en los rostros que cada uno conoció por primera vez hace más de veinte años en el ya extinto pueblo de Raccoon City.

-Me alegra verte sana y salva- elevando las comisuras de los labios, el viejo policía novato de la RPD habló, dejando fluir una genuina sensación de alivio por quien tenía en frente.

-Me alegra verte despierto de nuevo- emulando el gesto, siendo este una sonrisa gingival, aquella antigua estudiante de arte respondió con cariño entrelazado a cada palabra.

Entonces ella...dio un paso hacia delante.

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Final del capítulo y la historia, mis amados lectores!

Qué les pareció el último episodio?

Disfrutaron de la mini serie?

Gustó que el último capítulo se tratara principalmente de Leon batallando consigo mismo para saber qué hacer?

Se esperaban que Claire dijese todo aquello en la grabación?

Sorprendió que Sherry apareciera y pidiera por las mascotas?

Jake terminará muerto una vez que Leon se recupere?

Creen que Redfield finalmente maduró junto a Kennedy?

Qué creen que pasará ahora entre ellos dos?

Bien, antes de retirarme, necesito que sepan cuán agradecido estoy de saber que le dieron una oportunidad a esta secuela.

Además, háganme saber si desean ver más historias de este fandom! (posiblemente ahí si me vuelva malo y mate a todos...solo para desquitarme con algunos conocidos).

Saludo! Y como siempre digo, no sean tacaños, dejen sus comentarios!


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