Capítulo I: Lo que un héroe debe hacer.
Declaimer: Los personajes de Boku No Hero Academia NO son míos, pertenecen a Kōhei Horikoshi, yo sólo los uso para crear esta historia, sin fines de lucro, con el único objetivo de hacer pasar un buen momento al lector.
Amanecía en una ciudad llamativa para muchos, en Japón, donde la luz del sol y la brisa matinal hacían del día algo muy agradable. Dentro de esa ciudad, en un lugar muy tranquilo y seguro, se encontraba el nuevo hogar de la familia Kimura. Allí, un pequeño de ocho años corría en dirección a la habitación de su hermana mayor. Su madre le había pedido despertar a la joven con cuidado, evitando ser muy brusco, claramente ella y su hijo no tenían el mismo concepto de tranquilidad. Hiro abrió la puerta corrediza, se subió a la cama y se dejó caer sobre el cuerpo de su hermana sin un poco de delicadeza. Hanako despertó de golpe, abriendo sus ojos en gran manera, el peso de su hermano había caído justo en su espalda. Entre forcejeos y empujones, ambos terminaron en el suelo, los dos estirando el cabello del otro.
—¡Sal de mi cuarto!— la pelinegra tomó su oreja y lo llevó casi arrastrando hasta el pasillo, dónde lo empujó provocando que este fuera a dar al suelo.
—Okaasan dice que se te hace tarde— le gritó el menor desde el otro lado de la puerta. Lo que dijo no era verdad, pero esperaba que fuera suficiente para que su hermana tuviera una mañana ajetreada, intentando terminar toda su rutina más rápido de lo usual.
Hanako ni siquiera revisó la hora en su celular, había creído la orden que su hermano le proporcionó de parte de su mamá. Se tomó un baño con agua tibia y salió con su nuevo uniforme. Se miró frente al espejo mientras cepillaba su cabello, era de un tono negro, su corte llegaba un poco arriba de sus hombros e iba suelto. Su cabello siempre fue ligeramente liso, y si era sincera lo prefería de esa manera. Ese día vestía un conjunto de una blusa de botones blanca, una falda de pliegues que le llegaba a mitad de los muslos, unas calcetas que le cubrían hasta abajo de las rodillas, además de sus clásicos zapatos escolares. Sobre su blusa blanca tenía puesto un blazer, y alrededor del cuello un corbatín rojo. Su mochila era de color beige, de ella colgaban unos llaveros con forma de estrella que su madre le regaló en uno de sus cumpleaños.
Frunció el ceño al verse con detenimiento, para su gusto, la falda era muy corta. Ni hablar del blazer, se ajustaba a su cuerpo haciendo resaltar su pecho, se podía decir que tenía buenas proporciones. Aunque eso sólo la avergonzaba. Terminó suspirando para pronto bajar al comedor con su familia, esa mañana le apetecía desayunar un poco de fruta con yogurt y granola. Debía darse prisa si quería llegar a tiempo para tomar el metro, se había informado un poco sobre la ruta que necesitaba seguir para llegar a la que sería su nueva escuela. Tomó su celular de último momento y lo guardó en uno de los bolsillos de su mochila, pensándolo mejor, tal vez no tendría tiempo de desayunar algo.
Bajó las escaleras con grandes pasos, en ocasiones descendía dos escalones a la vez. En el comedor se encontraba su madre a lado de su hermano, ambos estaban poniendo la mesa. Hanako tomó una manzana del frutero junto con una botella de agua que había sobre la barra.
—¿No desayunas?— su madre la observó con cuidado, parecía preocupada por el hecho de que su hija no tenía planeado desayunar junto a ellos.
—Pero se me hace tarde— murmuró mientras se detenía para poder observar a su madre, ella se había levantado de su lugar en la mesa para acercarse a su hija, quería acompañarla a la salida.
—Oh, ya entiendo— su madre comenzó a darle ligeros empujones por la espalda, lo cual extrañó a la chica por su repentino cambio de actitud —¿Quieres acompañar al vecino, cierto?, Su hermana me dijo ayer que ustedes van al mismo lugar, sólo que él siempre sale muy temprano.
—¿De qué está hablando, Okaasan?— miró en dirección a su hermano, en busca de alguna explicación de su parte, pero el niño tampoco entendía muy bien lo que sucedía. Sólo le había mentido a su hermana diciendo que era tarde, aunque eso no explicaba lo que su madre intentaba decirles.
Kaori recorrió un poco la cortina para ver al exterior, el hermano menor de su nueva vecina justo estaba saliendo de su casa, abrió rápidamente la puerta y procedió a empujar a su hija para hacerla salir. Hanako apenas y alcanzó a colocarse bien los zapatos.
—Rápido, él ya salió— con el último empujón de su madre, Hanako se tambaleó cerca de la puerta, sus brazos se movieron de un lugar a otro al tiempo que intentaba recuperar el equilibrio.
El grito que salió de su boca, (debido al susto que le provocó la idea de caer con su uniforme nuevo), llamó la atención de su nuevo vecino, quien se giró un poco para verla.
La vergüenza hizo que sus mejillas se cubrieran de un suave tono rojo, caminó mirando el suelo, con miedo de encontrarse con el chico que pudo ver su poco usual inicio de semana. Para su mala suerte, él estaba frente a su casa cuando ella terminaba de cerrar la cerca de madera que rodeaba su patio. Sus ojos se encontraron durante unos segundos, la primera en apartar la mirada fue Hanako, que no sabía bien que es lo que debería decir.
—¿Estás en UA?— el primero en hablar fue Todoroki, para gran alivio de la joven que no tenía idea de cómo iniciar una conversación. Su vecino había comenzado a caminar nuevamente, y ella decidió seguirle. Era muy probable que él si sabía cómo llegar a la escuela, y ella por ser nueva en ese sector no conocía demasiado bien esas calles.
—Sí, me imagino que tú también— comentó al percatarse del uniforme que llevaba, y entendiendo un poco mejor las palabras de su madre. Él iba al mismo lugar que ella.
—¿Tienes frío?
—¿¡Eh!?— Hanako reaccionó con su pregunta, en ese instante se percató de lo fresca que era la mañana, y de lo mucho que estaba frotando sus brazos para obtener calor. Sus manos incluso se notaban un poco resecas, lo que significaba que las debía humectar rápidamente con la crema para manos que siempre cargaba con ella.
—Estás temblando— en realidad no le apetecía iniciar una conversación, pero ella hasta el momento no se había mostrado grosera con él, así que pensaba que debería darle el mismo trato. Todoroki buscó entre su mochila la chaqueta que su hermana le pidió que llevara, por si la temperatura seguía siendo baja durante el día, a decir verdad no era como si la necesitara. Ese clima era tolerable para él —Toma.
Hanako se quedó viendo la chaqueta que él le extendía, habían dejado de caminar y solamente continuaron cuando ella la tomó —Gracias, Todoroki-kun— movió su mochila de sus hombros para poder colocarse la chaqueta, era suave por dentro y le daba una sensación agradable el usarla. Ya no sentía ni un poco de frío.
—Debemos darnos prisa— fue lo último que dijo su acompañante durante todo el camino.
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Durante el tiempo que estuvo viajando en el metro, Hanako procuró tener pensamientos positivos, se obligó a si misma a llenarse de valor para entrar a su clase. Tomó una gran bocanada de aire antes de abrir la puerta del que sería su nuevo salón.
—¡Buenos días!— dijo con su voz más fuerte de lo habitual, el salón estaba prácticamente vacío, por ese motivo su saludo resonó por todo el lugar.
La mirada del único chico que también llegaba temprano se posó en ella, causando que su momento de decisión se esfumara y fuera reemplazado por timidez. Su nuevo compañero era un joven alto, de cabello rubio y liso. Sus ojos poseían un tono entre violeta y gris, algo que le pareció un poco sorprendente. Él sonreía, aunque parecía más una mueca que una forma de querer ser amable.
—Buena entrada— la chica se encogió de hombros, prefirió mirar al suelo nuevamente mientras se sentaba en los últimos lugares —Lo decía en serio, no pretendía burlarme de ti.
—Gracias, creo— respondió riendo de manera nerviosa, ya no se sentía tan avergonzada, pero seguía un poco cohibida. Su compañero dejó su lugar para sentarse en el asiento vacío que estaba a su lado.
—Mi nombre es Monoma Neito— se presentó más tranquilo, le parecía sencillo hablar con su nueva compañera, puesto que ella se mostraba nerviosa y él claramente no lo estaba.
—Yo soy Hanako, Kimura Hanako— le dijo con una agradable sonrisa en el rostro.
Ambos siguieron conversado, la mayor parte del tiempo era Monoma quien encontraba un nuevo tema de conversación, y Hanako simplemente seguía el rumbo que él tomaba. No aportaba demasiado, pero cuando lo hacía su compañero solía estar de acuerdo. Como aún faltaba tiempo para que la clase iniciara, Neito alcanzó su celular del bolsillo de su pantalón para sacarlo, sus audífonos todavía los tenía alrededor del cuello. Él le pasó uno de los auriculares y luego desbloqueó su celular mostrándole la lista de reproducción que había creado la noche anterior, en opinión de Hanako, ahora era más sencillo hablar con Monoma.
Ninguno de los dos era consciente de que habían encontrado a un buen amigo. Probablemente al mejor.
La joven pensó que podía tratarse de un chico agradable, debido a que su conversación se alargó aún más. Los dos tenían gustos similares en cuestión de géneros musicales. Por falta de tiempo, tuvieron que detenerse para prestar atención a su nuevo profesor y compañeros.
El entrenamiento de la clase B terminó más rápido que el de la clase A, Hanako los observaba desde las grandes ventanas de la escuela. No sabía exactamente qué les había dicho su profesor, pero cada estudiante de esa clase se tomaba muy en serio su participación, su esfuerzo era notorio. Desde el chico de pecas al que no parecía irle muy bien, hasta su vecino que se mostraba confiado de sus habilidades.
Todoroki Shoto. Ese era el nombre que rondaba en la mente de Hanako desde la mañana, sin saberlo comenzaba a permitir que él ocupara parte de su mundo. Para evitar pensarlo más de la cuenta se concentró en socializar con sus compañeros de clases durante su práctica. Por lo tanto, trataba de conocer a su salón, se sintió más identificada con dos de ellos. El primero era Monoma, y la segunda era Kendo. Una hermosa joven de cabello naranja, sujetado en una coleta alta lateral, y un par de grandes ojos verdes.
—Es hora de volver— Monoma se situó detrás de ella, podía ver lo que su compañera tanto admiraba desde su posición. La clase A tenía una práctica similar a la que ellos tuvieron antes.
Hanako sólo atinó a asentir lentamente, con un nudo en el estómago al sentir todavía sobre ella la chaqueta de Todoroki.
—¿Cómo van?
—En realidad, creo que lo hacen bien— comenzó a relatar Hanako con un dedo puesto en su barbilla, como si estuviera pensando profundamente.
—¿Algo interesante?— Neito se acercó un poco más a ella, quedando a su lado. Lo primero que notó la pelinegra fue la diferencia de altura, mientras ella medía un metro con sesenta y tres, él la debía rebasar por siete centímetros.
—Ese chico de cabello verde— lo señaló con el dedo índice, gracias a su llamativa característica fue fácil para Neito ubicarlo —Creo que está teniendo problemas.
—¿Quién te parece mejor?— Monoma guardó silencio por un momento, esperando su respuesta. El único ruido eran los murmullos de sus compañeros, cada quien en una plática diferente.
—No estoy segura— otra breve pausa —Creo que quien lo hace mejor es esa chica— apuntó hacia la joven de piel clara y espectacular cabello negro, no sabía su nombre, pero por lo poco que llevaba viendo podía asegurar que lo estaba haciendo demasiado bien.
—Es bueno observar a la competencia— habló su nuevo amigo de buen modo, pero sus ojos no demostraban lo mismo que sus palabras.
—¿Competencia?— preguntó alzando una ceja, Monoma rió levemente.
—Piénsalo de esta manera, ellos sólo son tu futura competencia. Lo verás cuando sea el momento en que las agencias quieran escoger a sus nuevos reclutas— quiso decir algo, pero no lo hizo. Monoma tenía razón al decir que sus compañeros eran posibles candidatos con los que tendría que competir en un futuro por un lugar, aunque no le agradaba mucho pensar de esa manera.
—¿La clase B también es competencia?— respiró resignada, ya presentía su respuesta.
—Prefiero verlos como compañeros. Con ustedes tendré que estar durante todo el curso— le dió un ligero empujón con el hombro, provocando una sonrisa sincera por parte de su compañera.
—Chicos, tenemos clase— cortó su charla Kendo, antes de adelantarse al aula que les correspondía. Monoma y Hanako asintieron para luego seguirla por los pasillos de la academia.
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Hanako salió de la escuela un par de minutos después de haberse terminado las clases. Su primer día la había dejado agotada. Se sentía como si acabara de regresar de otro planeta, sus músculos dolían debido al ejercicio que estuvo haciendo durante las prácticas que les asignaron sus profesores. Al finalizar sus lecciones, lo primero que hizo fue buscar a su vecino entre el mar de estudiantes que salían a prisa de regreso a sus hogares, necesitaba encontrarlo para regresarle su chaqueta. Había intentado verlo en el almuerzo, pero en realidad, por más que estudió los rostros de todos en el comedor, ninguno de ellos pertenecía al del bicolor. Apenas lo visualizo, corrió en su dirección, llamándolo y agitando su mano para hacerse notar. Se detuvo de golpe cuando quedó a su lado y el dejó su caminar, ahora que tenía toda su atención sentía que las palabras morían dentro de su boca.
—¿Sucede algo?— se dirigió a ella tratando de mantener un tono de voz serio.
—Tu chaqueta, te la quería devolver— se percató de que aún la llevaba puesta, lo que le hizo pensar que sus palabras no tenían demasiado sentido. Le causó algo de gracia, pero prefirió no reír.
—No es necesario, puedes hacerlo mañana— Todoroki comenzó a caminar nuevamente, Hanako lo siguió sin saber si debía hacerlo o no.
—¿Puedo regresar a casa contigo?, Aún no conozco bien la ciudad— la chica lo miró nuevamente, él parecía ensimismado en sus pensamientos.
—Está bien— fue su única respuesta, posteriormente se quedaron en completo silencio. Uno caminando a lado de otro.
Esperó paciente a que su ruta llegara a la estación, su acompañante solamente habló para decirle cual era el vagón del metro que tomarían, también le dijo en donde tendrían que bajar. Era evidente que él no quería hablar, no era un chico de muchas explicaciones, y apenas ella le hizo saber que le entendía, Todoroki volvió a sumirse en un silencio. Dentro del vagón, tuvieron que colocarse un poco alejados, no había asientos disponibles y por ese motivo tenían que permanecer de pie. A Hanako no le gustaba sentir su cuerpo chocar con el de otras personas cada que el metro se detenía en alguna estación, era incómodo cuando rozaba sin querer a cualquiera que estuviera a su lado. Pronto comenzó a preguntarse qué habría preparado su madre para la comida, o si al llegar le tocaría ayudarla a hacer algún platillo que recién había visto en internet. A su madre le encantaba ver vídeos o leer recetas de cocina, disfrutaba de intentar algo nuevo y no cocinar todo el tiempo lo mismo.
Todo pensamiento acerca de la llegada a su hogar se esfumó en segundos, cuando sintió que el hombre detrás de ella comenzaba a tocar sus piernas, justo por la orilla de su falda y queriendo subir más. Se quedó paralizada, el contacto con los hombres después de su terrible primer encuentro con uno le aterraba. Esperó por unos minutos que él dejara de hacerlo, quería creer que se trataba de un error, para su mala suerte, eso no sucedió. Las caricias de ese hombre se volvieron más intensas, trazaba círculos en su suave piel. Observó a su alrededor, buscando ayuda de cualquier otro pasajero. Nadie decía nada, todos estaban ocupados en las pantallas de sus celulares o viendo hacia otra dirección.
—Por fin te encontré, amor. Lamento haber tardado— se llevó una gran impresión al sentir que su vecino se posicionó detrás de ella, apartando a aquel hombre que la molestaba. Todoroki estrechó su cintura, acercándola más a él en un gesto de protección, Hanako tembló aún más en el momento en que Shoto colocó su barbilla sobre su hombro.
—Todoroki-kun...— el aumento en su ritmo cardíaco y respiratorio obedecía principalmente a cierto nivel de miedo y excitación.
El joven aspirante a héroe le envío una mirada de advertencia al hombre detrás de él. Al principio no sabía bien como debía actuar para ayudar a la chica, no quería provocar una pelea dentro del vagón. Había demasiada gente que podía llegar a lastimarse. Optó por imitar una escena que miró en los dramas de su hermana. Fuyumi solía ver la mayor parte del tiempo dramas románticos en la televisión de la sala, a Shoto no le gustaban ese tipo de programas, aún así, su hermano mayor y él debían de acompañar a su hermana. En ocasiones las escenas eran tan tristes que Fuyumi terminaba llorando a mares, y era el trabajo de Natsuo o Shoto ofrecerle pañuelos y palabras de consuelo.
En cuanto el metro se detuvo en la siguiente estación, Hanako salió disparada hacia la salida, al igual que muchos otros pasajeros. Su reacción sorprendió a Shoto, no esperaba que ella se fuera ahora que la estaba protegiendo. Siguió con la mirada al hombre que antes la estaba molestando, él también había bajado en compañía de lo que parecían ser sus amigos. Intentó salir del vagón para buscar a su compañera, pero las puertas se cerraron impidiéndole la salida.
Hanako seguía corriendo por la estación, era demasiado grande y se perdía entre tanta gente que pasaba sin reparar en su presencia. Imaginó que se trataba de una de las estaciones principales, donde llegaban la mayoría de las rutas que viajaban por la ciudad. Sabía que lo mejor era quedarse en compañía de Todoroki, pero en verdad no le agradaba el contacto de tipo romántico con otros chicos. No desde que su anterior novio la había lastimado. Lo primero que miró eran los baños fuera de servicio, y no dudó en ir a resguardarse dentro de aquel lugar. Requería un tiempo a solas para tranquilizarse y ordenar sus ideas. Forzar la cerradura de la puerta no fue tan difícil como pensó que sería, se abrió con un chirrido, no lo suficientemente fuerte para llamar la atención de otras personas. En total eran cinco baños, cada uno resguardado para mayor privacidad, los lavabos eran cuatro y uno especial para personas con silla de ruedas. Se dirigió a los lavabos en busca de agua fría, ninguno funcionaba, al no encontrar terminó buscando en su mochila una botella, derramaba el líquido en sus manos y luego los esparcía por su cara, buscando despertar de su momento de shock. El reflejo en el espejo le devolvió la mirada llena de miedo. La puerta comenzó a removerse, alguien quería entrar y ella no estaba preparada para ver a más personas, le indicó que eran baños fuera de servicio, le pidió que no entrara. Se dio cuenta una vez más que alejarse de su compañero fue una pésima idea, el hombre del metro se abrió paso dentro de aquellos baños junto a otros dos más. El pánico volvió a invadir cada centímetro de su cuerpo, ahora no había nadie que pudiera ayudarle.
—Debiste quedarte con tu novio, linda— su voz sonó áspera, se estaba burlando de ella y era lo que más le atemorizaba. Él sabía que tenía ventaja sobre ella.
—Por favor, no...
Sus ojos se movieron por toda la habitación, buscando algo que pudiera utilizar para defenderse. Se supone que no debería utilizar su don si no contaba con una licencia, pero cada segundo que pasaba se quedaba sin opciones. Movió sus manos con mucho sigilo, apenas y tocaba las puertas de los baños, quería ver si respondían a su llamado, aunque todo fue inútil, no había nada hecho de hierro en ellas. Miró con discreción la pulsera que su padre le había regalado hace años, y que jamás abandonaba su muñeca, estaba compuesta por un noventa por ciento de hierro. Con la pulsera era posible moldear una aguja con el suficiente filo para herirlos, pero una vez más se preguntó si era la mejor opción. Dañar a otra persona con su don no parecía correcto, aunque si era en defensa propia...
Los ruidos más allá de la puerta que daba entrada a los baños llamó la atención de todos los presentes, pero fue la ráfaga helada que vino después lo que obligó a sus agresores a retroceder unos pasos. La puerta se abrió de un fuerte golpe, cayendo al suelo cubierta de una capa de hielo. Todas las miradas se dirigieron al recién llegado, quien con sólo tocar el suelo de la habitación con su pie derecho, rodeó de hielo los cuerpos de aquellos hombres. Todo fue demasiado rápido para la joven, que aún no reaccionaba por completo. Todoroki había vuelto, él regresó para ayudarla.
—¿Cómo...?
—Congelé las vías del metro, salí cuando las puertas se abrieron— le explicó sin haber esperado a que ella terminara su pregunta, lo cual no fue necesario, presentía que era lo que quería saber —No se vuelvan a acercar— su voz contenía una rabia que resultaba pequeña en comparación a la que reflejaban sus ojos, que se posaron sobre la figura del hombre que la había molestado desde que iban en el metro.
—Todoroki-kun— susurró Hanako con sus ojos bien abiertos, no podía creer que su compañero tuviera tan buenas habilidades. Fue capaz de actuar en un momento como ese de forma tan rápida y eficaz, todo lo contrario a ella.
—¿Por qué no usaste tu quirk para defenderte? — le exigió saber Shoto, ahora se mostraba un tanto molesto con ella. No entendía porque motivo se quedaba sin hacer algo para protegerse.
—Lo siento, no podía hacerlo— contestó la joven, con los ojos un poco rojos. Se reprochaba mentalmente por no ser tan valiente como lo era su compañero, sólo desvió la mirada para no enfrentarlo y cerró los ojos intentando tranquilizarse —No debemos usar nuestros dones sin tener licencia. Además, mi quirk solamente me permite manejar el hierro, no crearlo.
—No hacía falta una licencia, simplemente te estarías defendiendo— le dijo a su compañera, quien abrió lentamente los ojos.
—No lo entiendes, si ellos resultaban heridos, culparían a la víctima— su tono había dejado de ser bajo para casi convertirse en un grito, él la miró con sorpresa por sus palabras —Siempre culpan a la víctima— terminó por decir con cierta frustración, ya le había sucedido en una ocasión.
—Ustedes dos— otra voz interrumpió la conversación que estuvo a punto de convertirse en una discusión —¿Qué hacen aquí?
El oficial de la estación entró a la habitación, recorriendo con detenimiento la escena poco usual que se había desarrollado en el lugar. Los jóvenes se observaron uno al otro, intentando saber quién sería el que explicaría aquella situación. Todoroki decidió tomar la palabra, en vista de que su compañera no lo hacía.
—Ellos la estaban molestando.
—¿Y qué se supone que hare con ellos si se encuentran de esta manera?— Shoto cruzó sus brazos ante la molestia con que se expresaba el oficial.
—Puedo descongelarlos. Y aunque no lo hiciera, no usé demasiado hielo en ellos— al ver que su compañero le hablaba con el mismo tono de voz al oficial, comprendió que la situación estaba empeorando —Será fácil para usted descongelarlo por su cuenta.
—¡Oye! — la voz del oficial se perdió en la lejanía, Hanako había tomado la mano de Shoto para salir de ese lugar a gran velocidad. No se detuvo cuando salieron de la estación, prefirió seguir corriendo algunos metros más para estar segura de que nadie los seguía.
Ahora ambos estaban agitados, intentando regular su respiración y los acelerados latidos de su corazón. Al momento de detenerse, Hanako soltó la mano de su compañero, eso le ayudaba a no estar tan nerviosa.
—Te lo dije, ellos recriminan a la víctima— Shoto entendía que decía eso por lo sucedido recientemente con el oficial, y no podía decidir si tenía por completo la razón o no.
—Pero esos hombres estaban robando a los pasajeros, no son víctimas— los observó desde que subieron al vagón del metro, ese grupo tomó en repetidas ocasiones las carteras de otros pasajeros. Él no intervino hasta que notó como acosaban a la joven.
—Sí, lo sé. Sin embargo, sería tu palabra contra la suya— le respondió un poco más tranquila, ya no sentía dificultad para respirar, y su corazón ahora latía con el ritmo normal de siempre.
—Lo siento.
—¿¡Eh!?, ¿Por qué te disculpas?— lo que menos imaginó fue ver a su compañero disculparse, no debía hacerlo. Al contrario, era ella la que debía agradecerle por salvarla.
—Alguien te lastimó. Por eso te fuiste cuando te abracé— la chica se asustó al ver que él comprendía porque actuó de esa manera. No quiso seguir pensando en que Shoto podía saber ahora su secreto —Entiendo cuanto le puedes temer a un trauma— Todoroki le habló despacio, como si temiera incomodarla. Hanako notó que tocaba el lado derecho de su rostro, y se preguntó que hacía sufrir a su compañero.
—Gracias por ayudarme, no sé qué habría pasado si tú no hubieras estado ahí— se esforzó por sonreír y demostrar que se encontraba bien, lo cual funciono para hacer que Shoto volviera a centrar su atención en ella y no en sus tristes recuerdos.
—Camina rápido, debemos llegar a tiempo a la próxima estación— le ordenó antes de iniciar a caminar nuevamente.
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