17. No vayas contra la corriente, Jane.
Su alma salió de su cuerpo. Se exigió volver a la tierra para no perderse en el infinito remolino de sentimientos que amenazaban con hacerla desfallecer.
No tenía idea de cuánto había pasado desde que él hubo terminado con aquella chica, ni cuánto tiempo fue que duró con ella, pero esa mirada que ambos se habían profesado la tenía bien puesta en su mente.
¿Dolor? ¿Recuerdos? ¿Nostalgia? ¿Amor...?
Cielos, la tipa era preciosa. ¿Cómo poder luchar contra ella? Y, sobre todo, con los sentimientos de Seok Jin.
Entraron al ascensor.
—Qué tensión —habló Tae—, tengo la piel escarapelada.
—No pensé que noona regresaría —prosiguió Jung Kook—. ¿Qué pasará con Jin hyung?
—¿Vieron su cara? —preguntó Nam.
Hobi asintió, y luego agregó:
—Él de verdad la quería. ¿La seguirá queriendo?
—¿No viste como se miraron? —Tae Hyung cuestionó.
Ji Min intervino también:
—Noona vino a por él, ¿no es así? ¿Se reconciliarán? Noona es muy divertida, no me molestaría que volvieran.
—Después de todo no terminaron por falta de amor, sino de tiempo —agregó Nam—. Si el tiempo no hubiese estado en su contra, ahora seguirían juntos.
Hobi estuvo de acuerdo.
—A estas alturas ya estarían casados, y quizás hasta con un hijo.
Jane se mordió el labio para evitar que algún sollozo se escapara de su boca. No fue consciente en qué momento Yoon Gi se puso delante de ella para evitar que alguno de ellos la viera en ese estado.
Por suerte ya se hallaban en el primer piso.
—Yo llevaré a Jane —señaló rápidamente Yoon Gi.
—¿Por qué no vamos todos a charlar con unas cervezas?
Yoon Gi rápidamente se adelantó.
—Mañana tenemos que estar temprano en la empresa, vayan a descansar. Jane también tiene que descansar.
Nam Joon que más o menos sabía y no sabía los sentimientos de ella, o bueno, lo sospechaba, también colaboró.
—Sí muchachos vayamos a dormir en nuestros departamentos.
Resignados se dispersaron. Entonces Nam fue junto a ella y le tocó el hombro a modo de consuelo. Ella le sonrió de vuelta y se subió a la camioneta de su amigo. Miró hacia la ventana con dirección hacia el piso de Jin. ¿Qué estarían haciendo?
—Ya no te modifiques ratona —le dijo él con voz calmada—. Llora si quieres hacerlo, es lo mejor que puedes hacer en este momento.
Y como si sobrara líquido en sus ojos, se echó a llorar como magdalena.
Él se quedó en silencio, solo escuchándola llorar. Cerca del departamento se bajó a una tienda de conveniencia a comprar quién sabe qué. Ya cuando llegaron descubrió que era soju. Sin preguntarle le sirvió una copita.
—No soy de beber.
—Hazlo que lo necesitas.
Le hizo caso, y de un trago se lo empujó hasta el fondo.
—Me sorprendió verte allá, no pensé que irías.
—Él me escribió, me dijo que quería hablar conmigo.
—¿Él lo hizo? Al fin se armó de valor.
—Iba a decirme quizás que olvidara lo que pasó.
—Tal vez.
—Y ahora la chica esa... ¿Van a volver?
—No lo sé Jane, ellos se quisieron en su momento, ahora las cosas han cambiado.
—Si volvió fue porque lo quiere de vuelta.
Él reprodujo música de diferente género.
—Se me acaba de ocurrir algo de letra para una nueva canción.
—¿Basada en mis tristes experiencias románticas? —cuestionó algo divertida, el alcohol se le estaba subiendo a la cabeza.
—Será una canción de desamor.
—Exijo ver mi nombre en los créditos.
Pronto dejó de llorar para empezar a reír por todo y por nada. Reemplazó sus lágrimas por risas henchidas de dolor.
Le mortificaba el hecho de que siempre tuviera mala suerte en el amor, de todas sus historias románticas, ninguna se había concretado de buena manera. Si creyese en la reencarnación, aseguraría que en sus vidas pasadas seguramente hizo llorar a un centenar de hombres, de modo que el karma se le vino encima.
Por otro lado, Seok Jin se hallaba sentado frente a la mujer que quiso mucho. Mantenía la mirada clavada en el suelo, aunque ella le pedía sin mediar palabra alguna, que la mirase. Ninguno se atrevía a decir nada porque de pronto los recuerdos punzantes los tenían apresados.
No le gustaba llorar frente a otras personas, pero cuando ella se fue dejándolo atrás, su mundo perfecto se vino abajo. La confianza que tanto le había costado ganar, se perdió junto a su ausencia.
Le costó superarla, le costó empezar de nuevo y volver a ser él mismo. Sin los miembros y su apreciado army no lo habría conseguido, solo gracias a ellos pudo dejar todo atrás. Tiempo después ella llegó a su vida, de manera sorpresiva y sin avisar. Ella, con sus bromas y su buen humor para alegrarle los días en que el trabajo era demasiado pesado.
Ahora ver a su ex después de tanto tiempo le regresó al pasado, a un pasado lindo, pero a la vez doloroso.
—¿Has estado bien? —le preguntó ella de manera repentina—. Luces diferente.
Suspiró.
—Nada ha cambiado.
—¿Ni siquiera tus sentimientos por mí?
Solo entonces levantó la mirada para verla. En sus ojos encontró arrepentimiento, y algo más que no alcanzaba a descifrar.
—¿A qué volviste?
Tal vez lo dudó un poco, pero sin bacilar más le tomó las manos. Un no sé qué se alojó en su ser.
—Vine por ti. Te quiero de vuelta.
¿Volver a ella? A esas alturas se había resignado a no tenerla nunca más, pero entonces ella volvía y le ofrecía la oportunidad de volver al pasado, de regresar a las vivencias felices, a lo que un día fueron. Por mucho tiempo solo pensaba en eso, pero ahora... ¿había la posibilidad?
***
Jane quedó mirándose en el espejo del baño por mucho tiempo. Tenía los ojos hinchados, el cabello lleno de friz y la piel medio muerta.
—Te ves del asco Jane —le dijo a su reflejo—. Suficiente, no puedes estar así por él, ¿entiendes? Te lo advierto.
De pronto la doctora Yoon salió con cautela de un cubículo. ¡Qué vergüenza!
Ella le sonrió de manera tierna.
—Enfermera Briceño, eh, tengo una crema muy buena si desea usarla. Le bajará la hinchazón de los palpebrales.
—Residente Yoon —gimoteó. Sin previo aviso se lanzó sobre ella.
Con delicadeza le dio suaves palmaditas sobre la espalda a modo de consuelo.
—Todo estará bien.
—Sí, soy una bichota.
—¿Una qué?
Solo rio. Juntas se fueron a prepararse para la siguiente intervención quirúrgica. Como entraron en silencio a los vestidores, las chicas que ya estaban allí no escucharon su llegada.
—Así es, yo los vi —mencionó una de ellas—. La doctora Cha y el doctor Seo se mudaron juntos.
—¿Sin casarse? —indagó la otra escandalizada.
Las dos se hicieron notar entonces. La residente Yoon se mostró indignada con las internas de medicina.
—No deberían estar hablando a las espaldas de otras personas.
Las jovencitas dieron un respingo.
—Vayan a ver en qué pueden ser útiles —agregó.
—Sí —corearon.
Una vez que se fueron, Jane habló divertida:
—Yo no busco el chisme, el chisme viene a mí.
La doctora rio con su comentario.
—No nos dijo nada de eso.
—Luego la encerramos y le hacemos confesar.
El trabajo una vez más le hizo olvidar sus penas. En ese momento trajeron a un desertor norcoreano que había recibido impacto de bala en el abdomen; necesitaba ser intervenido con urgencia. Postergaron la cirugía programada para preparar inmediatamente los equipos y la sala.
En el proceso la frecuencia cardíaca del paciente se detuvo. El monitor piteaba poniendo a todos en alerta.
El doctor Kim que lideraba la intervención, le indicó a Jane que le realizara RCP. Solo podía pensar en realizar las comprensiones de manera adecuada, mientras el anestesiólogo realizaba la ventilación.
Una vez que los signos estuvieron estables, volvieron a su actividad.
La operación salió exitosa.
—Buen trabajo —dijeron al unísono.
—Buen trabajo enfermera Briceño —le dijo el doctor Kim palmeando su espalda.
Después de desinfectarse, la enfermera Oh la interceptó.
—¿Tarde movida?
—Movidísima, enfermera Oh.
—¿Te apetece café?
—Un poco.
En la sala de descanso se pusieron cómodas a charlar cómodamente. Estaba segura que la enfermera Oh podía notar su mal estado, imaginándose el porqué.
Sin hablar de manera directa le dio consejos y le aseguró que podía contar con ella para lo que necesitase.
—¿Te acuerdas del departamento que querías rentar frente al mío? Está disponible.
—¿Sí?
—Piénsalo cuidadosamente. Le daré buenas referencias al arrendatario de ti.
—De acuerdo.
La enfermera Oh vivía a unas calles del hospital, por ello anteriormente quiso mudarse a su edifico.
A lo mejor era lo correcto alejarse un tiempo de Jin. Ojalá nada de eso hubiera pasado.
Recostó la cabeza sobre la ventana del autobús. Un pequeño movimiento le golpeó, pero le restó importancia con un suspiro.
Su mirada se perdió hacia la ciudad. Desinteresadamente fijó su atención a un comercial de labial de la marca dior que se reproducía en una pantalla gigante. La modelo era preciosa, sin embargo, mirando con cuidado se dio cuenta de quién era. Se irguió de golpe.
—¿La ex de Jin? —murmuró—. Es ella, ¡claro, es ella!
Por eso cuando la vio había sentido que la había visto antes, pero no recordaba dónde. La ex de Jin era la integrante de un famoso grupo de k-pop.
Una vez que bajó del autobús, tomó su celular para hablarle a Yoon Gi, solo él podía sacarle de dudas.
—Oppa.
—¿Mm?
—Acabo de ver el rostro de la ex de Jin promocionando un labial.
—Es una celebridad.
—¿Por qué terminaron?
Él suspiró.
—Por falta de tiempo Jane, por sus apretadas agendas. Su relación jamás salió a la luz, fueron muy cuidadosos, siempre se mantuvieron en las sombras. Ella se cansó, le pidió a Seok Jin hyung que revelaran al mundo entero lo que tenían, pero él no estuvo de acuerdo, era demasiado riesgoso, tanto para ella como para él. Alegando que no la quería lo suficiente para tomar riesgos, se fue al extranjero dejándolo atrás.
—Y se arrepintió.
Desalentada plantó su mirada al suelo. No había nada más qué pensar, no había forma de que él la eligiese sobre aquella hermosura. Eran tal para cual, compartían misma carrera, misma dirección. Lo más importante que ella sí era coreana.
Con lo noble que era él, estaba segura que le perdonaría por dejarle, volvería a estar con ella.
Siempre al volver a casa esperaba encontrar a cualquiera de los miembros, pero solo aquella vez rogaba que no estuviera ninguno porque ya no se sentía capaz de fingir estar bien y actuar con naturalidad. Pero el mundo estaba en su contra últimamente, se lo dijo la luz encendida de la sala. Aparentando una sonrisa se hizo notar.
—¿Quién está aquí? Salga con las manos en alto —bromeó.
Su pecho dolió cuando él salió.
—Soy yo.
Sus ojos se apagaron, el nudo en su garganta amenazaba con deshacerse para dejarla a su suerte.
—Oppa...
—Jane, necesitamos hablar, ayer no pudimos hacerlo. Yo... —Cerró y abrió sus ojos algo nervioso—. Yo, el otro día...
Era terrible verle intentar disculparse por el beso. No iba a esperar a que la rechazara y luego sintiera lástima por ella.
—Seok Jin oppa, tranquilo —le dijo sonriendo—, no te aflijas por algo sin importancia.
—¿Sin importancia? —preguntó indignado.
—No fue la gran cosa.
—¿No significó nada para ti?
—Digo que solo nos dejamos llevar por el momento oppa, no tienes por qué sentirte mal ni estar preocupado. Sigamos siendo buenos amigos, ¿sí? No quiero que haya incomodad entre nosotros por algo así. ¿De acuerdo?
Él no dijo nada, solo la miró de una manera indescifrable.
Necesitaba huir, disculpándose se metió a su cuarto, se mordió el labio para no llorar, y mucho menos que él la escuchara. Un minuto tuvo que esperar a que él se marchara, solo entonces pudo soltarse.
En cuanto se calmó le llamó a la enfermera Oh.
—¿Qué sucede muchachita?
—Enfermera Oh, iré a vivir a su edificio.
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