"Única Parte: Tomorrow"
Soltó un largo suspiro de cansancio, una vez terminó de hacer unas facturas y revisar unos nuevos proyectos para darle su aprobación o negación. Ser uno de los jefes de la corporación Cipher es un trabajo muy complicado, pero al menos la paga es demasiado buena de tal manera que gana mucho dinero para él y su esposo, para así darle los lujos que él se merece. Qué él mismo quiere darle.
Miró un porta retrato que tenía en su oficina en el escritorio, a lado del monitor y unos carpetas. En el yacía la fotografía de él y su amado esposo.
Lo sostenía de la cintura, el castaño estaba entre sus piernas sonriendo a la cámara, y el escenario da a entender que ambos estaban en la playa. Esa foto es de hace casi un año. La tiene ahí por qué no evita extrañarlo durante sus nueve horas de trabajo. Desde las 8:30 de la mañana hasta las 5:30 de la tarde termina su labor, y sólo le dan una hora inmedia de descanso. Y eso que por suerte no dirige la empresa el sólo que su difunto padre les dejó a él y su hermano gemelo, William. La cuál con mucho esfuerzo, estudios y preparación consiguieron en poco tiempo hacerla prosperar y crecer.
A comparación de su amado esposo, Dipper Cipher-Pines, el castaño trabaja siendo escritor. Escribiendo grandes obras de todo tipo; pero su género favorito al escribir es la tragedia, triller, misterio y lo paranormal. Por lo cual trabaja en casa y lo único por lo que se debe estresar es no tener los manuscritos a tiempo o que la inspiración se esfume de su bello cerebro.
Miró su reloj digital en su muñeca, indicando que faltaban quince minutos para su salida. Por suerte ya terminó su trabajo, sólo debía esperar a que su secretaria le confirmara que no tenía más pendientes, que sea la hora de su salida y se marchará para ir a su hogar con su familia. Que en su auto, se tomaba veinte minutos en llegar si no había mucho tráfico.
Entonces su móvil sonó, la pantalla de su iPhone X decía Mi Ovejita Dipper.
Bill a pesar de tener ya veintiséis años adoraba poner nombres de ése estilo a conocidos cercanos, en especial a su amado doncel. No se tardó en responder la llamada escuchando la voz de su castaño que ansiaba ver pronto al llegar a su casa. Incluso sentía el cosquilleo agradable en su pecho el pensar en ver esa carita tierna y hermoso de su pareja y acariciarla, saber que es tan real como los Doritos.
—¿Estoy hablando con Dipperina?— dijo burlón pero con cariño. Escuchando no sólo un bufido irritado de su amado, también algo de bullicio en el fondo.— ¿Estas en la calle?
—Salí a comprar algunas cosas. — respondió, probablemente sentado en alguna banca.— Te tengo una sorpresa.
—¿Una sorpresa? ¿Qué es?— preguntó curioso y ansioso, a comparación del Pines él si le gustaban las sorpresas, incluso juró creer que Dipper en ese momento estaba sonriendo aunque no podía verlo.
—Si te lo digo no sería una sorpresa, tonto.— rió con ilusión en su voz.
—¿Al menos me darás una pista?
—Nop, aunque la verdad ha sido algo obvio en estos últimos días.
Bill guardó silencio pensativo. Sin duda no sabía de qué estaba hablando Dipper. Apenas tenía consiencia de que justo hoy, cumplen un año de casados y festejarán su aniversario, pero fuera de eso no tenía ni idea.
—¿Me harás una mamada?
—Eres un idiota Bill, pero da igual.— le dijo fingiendo enfado.— La sorpresa te va a gustar tanto como a mí.— agregó con un toque dulce y risueño, extrañando un poco a su pareja.
—¿Seguro que no es una mamada?— volvió a preguntar a lo que escuchó unas maldiciones bajas del castaño.— Ja,ja,ja,ja,ja, no te enojes mi ovejita.— dijo para intentar tranquilizarlo. Escuchando atentamente escuchó como Dipper sacaba algo de unas bolsas.—Dentro de poco salgo del trabajo. ¿Qué tan lejos estás de casa?— quiso saber mientras veía de nuevo la hora en su reloj de muñeca.
—Estoy casi llegando a la calle donde estamos, apenas voy a sacar mis llaves. Así que aquí te espero amor. — le dijo con tranquilidad pero sin dejar ese tono que delataba su emoción.— ¡Apresurate, Bill!
—Te quiero Dipper, ya quiero ver mi sorpresa.— dijo para finalizar la llamada con una sensación de intriga pero entusiasmado pensado qué cosa sería.
Luego su secretaria vino para avisarle que no tiene más pendientes, pero que su hermano William le quiere hablar por teléfono por un asunto privado. Y que mañana le daría su agenda del día. El Cipher muchas veces confundía a la mujer y en vez de llamarle por su nombre le decía Jarvis. Cosa que a la secretaria poco le importaba.
Bill guardó sus cosas para salir, tomando el ascensor. Llamando a su hermano para así saber que quería saber de él y rogando por qué el tráfico esté "normal".
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El rubio miró su anillo en su dedo anular, mientras conducía para llegar a casa y saber que le iba dar Dipper. Él por otra parte tenía pensando salir con él a algún lugar romántico y comprarle algo. Para finalizar la noche haciéndole el amor como tanto les gusta a ambos.
Todavía recordaba cuando hace tan sólo un par de años, en preparatoria, Dipper lo andaba rechazando en sus intentos de salir con él. Era más complicado cuando habían tipas locas detrás del Cipher queriendo ser sus novias.
Pero el pensar ahora en su presente, que está casado con la persona más maravillosa del mundo y a la que ama tanto es un sueño que jamás pensó en cumplir. Dipper es aquel ser con el que decidió vivir, compartir el mismo techo, cada mañana, cada noche, cada pelea y cada perdón. Cada risas, sueños y lágrimas. Abrazos y besos compartidos. Sin duda, incluso mucho antes de casarse supo que quería envejecer a lado del castaño que supo apreciarlo a pesar de sus rechazos en preparatoria. Por eso, Bill siempre trataba de llegar lo más temprano que podía a casa, sin dejar de trabajar lo justo para ganar dinero, ayudar en los gastos del hogar y darle lujos a su precioso doncel de ojos avellana. Cada que podía le daba todo tipo de detalles al Pines, no tan costosos por qué el mismo Dipper le ha dicho que la intención y los sentimientos con los que los da es lo que realmente cuenta. Y cuando ambos podían se volvían a entregar el uno otro para reafirmar el amo que tanto sienten el uno al otro, aquel amor puro, a pasional y fiel que siempre se van a tener.
Que se van apoyar en las buenas y en las malas. Para Bill Cipher, Dipper Pines es su todo. Nunca duraría de él.
Sus pensamientos fueron interrumpidos cuando a lo lejos divisó una ambulancia y la policía fuera de su casa, que parecía ser el centro de atención de mucha gente y periodistas buscando noticias que reportar a la audiencia y así ganarse el pan de cada día. Fue ahí cuando se preocupó, pensando si le había pasado algo a Dipper.
Se bajó de su camioneta con solo sus llaves en el bolsillo de su pantalón, intentando entrar aunque un policía lo detuvo, pero él le dijo que vivía ahí.
—¿Qué pasó?— preguntó Bill realmente angustiado. Aún no encontraba a Dipper con la mirada, quería abrazarlo y escuchar del castaño que todo estaba bien.
—Encontramos a un joven castaño desangrado en la entrada de su casa hace tan sólo cinco minutos. — fue lo que dijo el policía con una mirada sería y preocupada. Bill al escuchar eso se tensó y alertó. Más dejó que el oficial siguiera su explicación.—Al parecer iba a entrar a su vivienda pero alguien lo apuñaló. De hecho, justo íbamos a revisar su identificación y usar su teléfono para llamar a algún conocido suyo.— agregó soltando un suspiro con pena por la situación.
El rubio se fijó como una camilla iba rumbo a la ambulancia, donde yacía incosiente su amado esposo.
—¿¡Dipper!?— gritó acercándose, aunque el oficial le dijo que se calmará y esperara un poco.
—Apenas se lo está llevando la ambulancia. ¿Me puede decir quién es usted?
—Soy su esposo, justo acabo de llegar del trabajo. — respondió sin dejar de mirar al Pines con preocupación. No le agradaba para nada como se veía.
—Si quiere puede irse con la ambulancia ahora mismo, nosotros seguiremos revisando la escena del crimen. — le contestó para darle el aviso a uno de los muchachos que están a cargo del cuerpo del doncel.— Tenemos suerte de que un buen detective esté revisando la escena del crimen. Justo está de viaje por estos lugares.— murmuró, atrás suyo efectivamente un chico de no más de veinte años estaba revisando de cerca la escena del crimen. Y por sus rasgos parecía ser japonés.
—Eso haré, gracias.— dijo cortante, más volvió hacer detenido por el oficial.
—Ah, antes de irse. Tomé, estás bolsas cargaba su joven esposo.— dijo entregándole las dichosas bolsas y entregándose las a Bill.
—Dipper...— murmuró, subiéndose a la ambulancia que de inmediato arrancó, permitiéndose examinar a que fue su esposo hacer en la tarde. Qué cosas compró.
Encontrando un folio, con la imagen de un ultrasonido. Y otra cosilla más.
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Le dio un sorbo a su malteada de tres sabores, cruzado de piernas deleitándose con el ambiente calmado del local de malteadas Herbalife. Estaba casi de un muy buen humor, sus cabellos albinos a comparación de otras veces estaban despeinados. Realmente el cabello le llegaba hasta los hombros que se lo amarró en una coleta, una apariencia totalmente nueva en él.
—Asi que, fue apuñalado.— dijo el albino de mirada miel con un ligero tono rojizo. Mirando a su acompañante que está enfrente suyo, sentado y comiendo unas barritas de avena de chocolate.
—Esta en el hospital. — contestó aquel rubio castaño.— ¿Qué hiciste ahora, Aristóteles?
—¿Yo? No hice nada.— dijo en un tono inocente. Para luego sonreír con malicia — Bueno, quizás incite un poco al agresor para cumplir sus planes. Pero al final, fue su decisión si hacerle daño o no al doncel— añadió encogido de hombros.— ¿Algo más que sepas?
Arath se quedó observando como el albino tomaba los dos litros de malteada junto a unos macarrones de chocolate blanco. No sabía que se le hacía más extraño, el nuevo peinado del albino y su apetito.
—Pues... El encargado del caso es ése detective.
—¿Detective? — pronunció con recelo, deteniendo su merienda un tanto pensativo, frunciendo el ceño. Estaba pensando que aquel detective japonés últimamente se está metiendo mucho en sus planes.— Da igual, de todas formas, aunque resuelva el caso, ya no hay nada que hacer.
—Una duda.
—¿Cuál?
—¿Desde cuándo comes tanto cosas dulces?— preguntó con intriga Arath.
—Ultimamente he tenido, ¿Antojos? Por comer cosas empalagosas lo cual es muy extrañado. Pero tampoco lo considero importante.— aclaró seguido de tomar su malteada.
—Nunca vi que te dejaras crecer el cabello de esa forma y te lo a taras en una cola de caballo. — comentó, pues Aristóteles siempre o tenía el pelo a mitad del cuello o más corto.
—Lo sé, hasta para mí mismo es extraño. No soy fan de tener el cabello así de largo. Pero... Realmente siento que un nuevo look no me hace tan mal.— fue lo único que respondió, intentando pensar en donde más podía buscar sus gemas.
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Estuvo alrededor de una hora esperando en la sala de urgencias, tuvo tiempo para llamar a los familiares de Dipper y decirle a su hermano William que posiblemente mañana no vaya asistir temprano. No planeaba salirse del hospital hasta escuchar algo sobre su pareja.
Incluso vino un inspector acompañado del dichoso detective que estuvo en la escena del crimen, aunque para Bill aquel nipón de ojos azules le parece demasiado joven para ser detective profesional. Pero intentaba no tomarle importancia, en ese momento no pensaba mucho en el culpable de la apuñalada de su esposo, sino en Dipper. En su estado, en que temía perderlo pero confiaba en los doctores del lugar aunque sabía que no se podían hacer milagros.
—¿Usted es la pareja de la víctima?
—Si. Bill Cipher.— se presentó con formalidad al igual que el contrario que es más bajó que él. Le calcula la misma estatura que Dipper, y eso que el castaño cumplió veinticinco hace pocos días. Recuerda perfectamente como festejaron su cumpleaños, haciendo dos fiestas diferentes.
Una más familia donde asistió tanto los amigos de Dipper, la familia Pines y los compañeros de trabajo de Bill aparte de su hermano. La segunda fiesta por una mas privada, íntima entre el doncel y el rubio.
—Kudou Shinichi. Un placer. — dijo para hacer una reverencia, a lo cual Bill no supo cómo reaccionar, acordándose apenas que en Japón es una costumbre totalmente normal. Aún así, Kudou estiró su mano para ser estrechada a lo que Bill correspondió sin dejar su gesto preocupado y angustiado por su esposo.
—Lo mismo digo.— dijo neutral. En ese momento no podía sentir simpatía por alguien, pero tampoco iba a ser un grosero. Agradecía que el nipón sepa hablar inglés.
—Para resolver el caso necesitamos sospechosos. Ya que la persona que apuñaló a su esposo no fue un ladrón, por qué no se robó nada de él. Así que es fácil suponer que fue por alguna clase de venganza o darñarlo usted hiriendo a su esposo de esa manera cruel. Dígame, ¿Tiene algún enemigo o su esposo lo tiene?— preguntó con seriedad.— ¿Sospecha de alguien?
—La verdad es que no...— hizo una pequeña pausa. Aunque todavía recordaba que pocas semanas antes de su boda con Dipper, una chica, ex compañera de la preparatoria y Universidad le dijo cosas como "te vas arrepentir de haberte ido con él". Aunque al principio le dio muy mala espina, pasaron varios meses y nunca vio alguna venganza por parte de ella.
Es hasta el momento, ella es la única persona a la que puede pensar como sospechoso. Pero, ¿Qué tal si no es ella? Quizás —aunque lo duda— el culpable fue algún conocido de su esposo. Hasta donde sabe, el único enemigo que tiene son otras empresas competidoras, pero no cree que sean capaces de mandar a alguien para dañar a su esposo. Eso lo arruinaría a él sin duda, pero no a la corporación Cipher. Hubiese sido más sencillo apuñar lo a él, aunque sería difícil ya que sabe de defensa personal.
Ante el silencio largo del rubio, Shinichi prosiguió a otra pregunta.
—Note que había una cámara de vigilancia afuera de su casa.
—Si, la puse hace meses por seguridad. Aunque no tenemos perros rabiosos para atacar a los ladrones. Mi esposo las implantó o más bien me dijo que las pusiera por si algo paranormal sucedía.— agregó riendo internamente, al recordar cómo Dipper le hacía algo de ilusión vivir una experiencia paranormal, aunque lo único sobrenatural que ha vivido en su vida es cuando seguía en preparatoria y su ropa interior desaparecía cada cierto tiempo.
El doncel hasta el momento, nunca se enteró que era el pervertido de su pareja que sabrá Sácate como se metía a su casa en ese entonces.
—Comprendo. — asintió el japonés.— Pienso que sería de mucha ayuda si voy a verlas. Tomé la molestia de, antes de venir hacer un permiso para entrar a su casa, pero quice venir a avisarle. Para así buscar el momento exacto en que el atacante cometió el delito.
—Comprendo. No hay problema.— dijo con los nudillos tensos, para después explicarle al detective en qué lugar exacto puede ver las grabaciones, a lo que el pelinegro agradeció y le dio sus condolencias, deseándole que su esposo se recupere a lo que Bill agradeció sonriendo decaído.
El detective salió rápidamente, tomando un taxi para ir a la casa del Cipher por las grabaciones acompañado del inspector y un policía.
Hasta que su móvil sonó y vio la necesidad de responder al llamado.
—¿Hola? ¿Qué pasa, Kaito?
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No pasó ni un minuto desde que aquel detective se marchó, dejando a Bill en la sala de espera donde se encontraban los padres de su esposo y su cuñada, quien estaba acompañada de su novia Pacífica Norowhest.
Nunca pensó que el tiempo le parecería un infierno.
Hasta que el doctor salió.
—Familiares del joven Dipper Cipher-Pines. — alzó un poco la voz, a lo cual la familia Pines y el Cipher reaccionaron de inmediato.
—Somos sus padres.
—Hermana. — dijo Mabel preocupada. El doctor miró a Bill esperando su respuesta.
—Su esposo.
—Bien...— suspiró, su gesto neutral y poco simpático que de verdad daba mala espina. Aún así, ni los Pines, ni el Cipher ni la Norowhest perdían la esperanza.— Hicimos todo lo que pudimos, pero la herida fue tan profunda en su vientre. El culpable lo apuñaló al menos dos veces. Perdió mucha sangre, solo era cuestión de tiempo.— explicó endureciendo su gesto. Ya estaba acostumbrado a dar ese tipo de noticias aunque tampoco seguido. Continuó.— Lamento mucho ésto, ya no se pudo hacer nada. No se pudo encontrar algún donante de sangre en este poco tiempo. La herida fue muy grave, aunque haya sido tratada a tiempo antes de infectarse. Ninguno de los dos se salvó.— concluyó, confundiendo a todos ante lo último que dijo.
—Eso significa que...— dijo Mabel temblorosa, Bill estaba igual o peor.
—Ambos murieron.— finalizó el hombre causando los sollozos de la familia, pero también expresiones de sorpresas.
—¿A-Ambos?— preguntó Bill sin entender. Aguantando las ganas de derrumbarse ahí mismo, al escuchar la perdida de su esposo. Quería creer que no era cierto, es más, estaba esperando a que el doctor dijera "caíste, su esposo dijo que le dijeramos esto". Pero el hombre no parecía dar indicios de que así fuera.
—¿No lo sabían? El señorito Dipper estaba en cinta.
—¿¡En cinta!?— dijeron al unísono Mabel y su madre, sin dejar de llorar.
—¿Dipper estaba embarazado?— preguntó Bill, el dolor crecía más en su pecho.
—Apenas llevaba un mes en cinta. ¿Su esposo no se lo dijo?— le preguntó el doctor. Toda la familia volteó a mirarlo.
—Cuando iba a salir del trabajo,— hizo una breve pausa recuperando el aliento por qué sentía que en cualquier momento iba a desmoronarse.— él me llamó diciendo que estaba en la entrada de la casa, e-entonces me dijo que tenía una sorpresa para mí. Que cuando llegará me la iba a mostrar. Que me iba a emocionar...— Bill no aguantó más y siento su garganta secarse, con sus ojos humedeciendose al igual que su suegra y cuñada quien lloraba en brazos de su novia.
—Entiendo, pueden entrar a verlo... Y dar indicaciones para que se lleven el cuerpo. Les daré uno momento a solas.— dijo para marcharse y dar sus más sinceros pésames.
Bill estaba ahogándose en su propia llanto, como si la muerte de Dipper y su hijo no fuese suficiente, como aquel dolor agonizante no hubiera bastado, sintió unos golpes por parte de su suegra.
Quién gritaba culpando lo de la muerte de su hijo y su nieto. Y no sólo ella, también su cuñada. Que todo era su culpa por no haber llegado a casa tiempo, que debía proteger a Dipper. Que debía haber puesto más seguridad, que nunca debió dejarlo sólo y menos en su estado, aunque Bill intentará explicarse que él al igual que ellos no quiso eso, que hubiera dado todo por salvarlo.
Al final, no lo dejaron entrar al cuarto para despedirse del cuerpo de su amado.
Bill no le quedó más opción que regresar a su casa, a ése lugar vacío donde ya no significa nada para él. Apostaba que en cualquier momento la familia lo demandaría injustamente buscando alguna excusa para meterlo a la cárcel por muy incoherentes argumentos que tengan contra de él, que ni siquiera fue el asesino.
Pacífica estaba de lado de Bill, por qué ella sabía que no fue su culpa, que la familia Pines está tan cegada del dolor que se les hizo sencillo culparlo sin razonar ni comprender que Bill está igual de dolido o más que ellos.
Por qué Bill Cipher, perdió su familia. Lo perdió todo. Lo que para él realmente era la felicidad, el tener un hogar. Ni siquiera pudo recibir la hermosa noticia que su doncel le iba a dar sobre su embarazo, que estaba esperando un hijo de él.
De saber que aquella llamada telefónica que tuvo con su esposo, momentos antes de la apuñalada iba a ser la última vez que lo oiría, nunca hubiese colgado.
¡A presurate, Bill!
Aquella despedida, lo fue todo para Bill.
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Cuando llego a su casa, recordó que había dejado al detective japonés dejar revisar las grabaciones de su casa. Lo cuál, en ese momento no se encontraba bien para ser aunque sea un poco amable con ellos.
Shinichi no le fue para nada difícil deducir que Bill resivio la peor de las noticias, por lo que intento ser paciente y considerado. Tener algo de tacto.
—Buenas noches Señor Cipher.— dijo con amabilidad pero una expresión serena. Realmente el mencionado se le veía más decaído que cuando lo vio en el hospital.
Bill sólo asintió, Shinichi supo que debía ser rápido y directo.
—Si quiere podemos retirarnos y cuando se encuentre mejor, hablar sobre el culpable.
—No.
—¿No?
—Quiero que me digan todo lo que descubrieron, detective.— habló fríamente con cara de pocos amigos.
Shinichi tuvo un mal presentimiento, o quizás estaba siendo paranoico. Miró a sus compañeros para proseguir a lo que descubrió por las grabaciones.
Primero fueron a la sala principal para hablar mejor las cosas, tomando asiento y dejando sus maletines.
Bill se tomó la molestia de servirles un poco de limonada.
— Empezemos. — dijo primero Kudou. Analizando los gestos y posturas del Cipher, listo para su reacción.—Primero que nada, el culpable es una mujer.
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Desde pequeña, Ray Ita siempre se encaprichó y creyó que su vida debía ser perfecta. Escribiendo y leyendo historias de romance ficticio donde la chica diferente, bonita pero con carácter se quedaba con el chico guapo, popular o rudo. Depende de la historia que leía.
Una chica de rasgos asiáticos, por su padre japonés más nació de una madre Americana. Por lo tanto, pasó la mayor parte de su niñez en Estados Unidos. Dónde en preparatoria conoció a lo que ella considero podría ser su objetivo, su amor ideal. Bill Cipher.
Literalmente era perfecto a su manera, cumplía todas sus expectativas y estereotipos que ha leído sobre chicos guapos, masculinos y populares. Deportistas y difíciles de conquistar. El único puto problema para ella que al principio no tomó tanta importancia, es que el rubio de mirada miel andaba detrás de un estúpido doncel nerd que según ella, no entendía que podía despertar aquel soso en un verdadero Alpha como Bill.
Ray había conseguido ser algo popular esforzándose, guiándose de los pasos que leía en libros y páginas de internet para ser popular y guapa. Sin parecer una creída o hipócrita, aunque en el fondo lo fuese aprendió a que debía fingir. Debía decirle a la gente lo que quería oír, no ser presumida enfrente de ellos y sólo pensarlo. Ser amable y si se mete en algún problema que puede arruinar su reputación debe hacerse la víctima.
Para no meternos tan profundamente en su vida, adelantemos hasta los hechos en el presente donde Ray Ita, que se apasiona por escribir historias donde el chico perfecto o protagonista se queda con ella; llegó al punto en que quiso vengarse por aquel doncel que se casó y fue feliz con aquel hombre que ella tanto deseó en preparatoria y Universidad. Literalmente había hecho todo para agradarle, para llamar su atención o gustarle al rubio. Nunca nada función.
El hecho de que fuese Dipper Pines quién consiguió su final feliz le daba tanta envidia y enojo. Se supone que ella debe ser la chica indicada para Bill, es diferente, especial, buena chica cuando es conveniente. Varias veces cambio de actitud drásticamente para ver qué apariencia le gustaba más Bill. La chica indiferente y fría, la chica tímida y nerd, la ruda y valiente, o incluso la aventada, alocada y fiestera. En una ocasión se cortó el pelo y tiñó de castaño aparentando ser muy estudiosa e indiferente, pero nada de eso atraía a Bill.
Siempre se preguntó, ¿Por qué le gusta tanto Dipper? Hasta copio casi toda su personalidad y look de aquel doncel pero nada le sirvió. Le parecía injusto. Pero ahora, ya eso no importaba.
En aquel entonces, por cosas del destino se había encontrado al Pines luego de salir de su trabajo en un puesto de chimichangas. Su padres estaban en quiebra desde hace casi dos años, y como gastó su dinero en otras cosas y no en pagarse su especialidad le fue muy difícil conseguir trabajo de neurocirugana que era para lo que estaba estudiando.
Casualmente, a pesar de que había dejado casi por completo su obsesión con el Cipher o al menos ya se había resignado el hecho de no estar con él, quería vengarse de ambos aunque no sabía como. Sin embargo, durante meses siempre se preparó gracias a la literatura de triller y misterio a como cometer asesinatos y esconder la evidencia.
Ver al castaño tan inofensivo, sin saber lo que la iba a pasar y totalmente desprotegido la incitó en hacerlo de una vez. Eliminaría la existencia del menor, y haría sufrir al mismo tiempo a Bill. Perfecto, ¿No?
Siempre llevaba un arma consigo, ya sea desde un rociador hasta un cuchillo por si alguna vez se topaba con un asaltante o secuestrador o violador.
Pero ella sería la asesina en está ocasión.
Lo que más le hervía la sangre, fue cuando al seguir a Dipper escuchó como éste antes de llegar a su casa llamó a Bill diciéndole que tenía un sorpresa, después de cosas cursis terminó la llamada.
Pero antes de atacar, se quedó un rato en silencio, escondida y viendo a todos lados que nadie la viera, mientras se ponía una peluca color rosa que cubría su pelo corto castaño, escuchando curiosa lo que Dipper murmuraba mientras esté seguía caminando un poco apresurado para llegar a su casa, solo eran unas cuadras más.
—Pronto, papá Bill sabrá tu existencia, mi retoño.— dijo mientras seguía caminando tranquilamente, haciendo una larga pausa. En ese entonces, Ray Ita creyó que Dipper estaba hablando consigo mismo o que había enloquecido al no comprender con quién demonios hablaba.— ¿Te imaginas lo emocionado que estará? Le hará tan feliz saber que será padre, al igual que a mí.— dijo risueño palmeando se el vientre con cariño y anhelando, esperando ansioso el día en que su bebé naciera y pudiera darle tanto amor, cariño y protección junto a su esposo.
Unos minutos más y ya había llegado a la entrada de su hogar, solo debía abrir el portón, cerrarlo al entrar, caminar por del pequeño jardín y así hasta llegar a la puerta de la casa.
—Lastima, que jamás le darás esa noticia.— pensó Ray, para acercarse por detrás silenciosamente pero casual, y antes de que Dipper entrará o se diera la vuelta, tomó las bolsas pero las tiró haciendo un ruido sordo al sentir como lo apuñalaron primero, en un costado de la cintura, luego al apenas darse la vuelta casi apunto de caerse, sintió otras dos apuñaladas justo en el vientre que era el que más quería proteger.
—Una por Bill, dos por tu bebé, y tres por si acaso.— dijo ella con cinismo y sin compasión. Observando la cara de horror y el intento de Dipper de querer gritar sin poder conseguirlo. La sangre manchando sus manos y el arma homicida.
A pesar de eso, el doncel se llevó sus manos a su vientre en busca de protegerlo siento totalmente en vano.
Alta mente ridículo. Pensó la japonesa, pues no vale la pena proteger algo que ya no existirá.
Para su desgracia, no podía quedarse viendo más como Dipper se retorcía de dolor y poco a poco iba a quedar incosiente, debía huir de la escena del crimen. Pero estaba muy segura, que esas tres apuñaladas eran lo suficientemente profundas para acabar con los dos. Aunque le hubiese encantado haber mandado algún amigo o pagarle a alguien para que abusara sexualmente del castaño estando en cinta, ver la cara de sufrimiento y vergüenza en el Pines hubiese sido un dicha para ella.
No evitó sentir el éxtasis, reír como desquiciado por dentro al recordar su cometido y el increíble sentimiento que sentía de la dulce venganza. Mientras se quitaba su peluca y guardaba su arma en la mochila de su trabajo que siempre traía, ocultando sus manos en los bolsillos de su sueter. Iría al baño público más cercano que encontrará y se lavarias las manos rápido.
Su único error fue, que no se fijó en la única cámara. No miró arriba, sólo hacia los lados. Y aunque traía una peluca, su rostro estaba casi perfectamente grabado. Sólo sería cuestión de que alguien la reconociera.
No muy lejos de ahí, un hombre de cabellera negra y ojos verdes intensos sacó su móvil para llamar a la ambulancia y la policía al presenciar la escena del crimen. El hombre de no más de treinta años vestía como policía, aunque hace unos minutos vestía de un civil común.
Una vez terminó su labor, se acercó al herido sabiendo que sería inútil. Pero al castaño le quedaban al menos unos cinco minutos más antes de caer incosiente por completo.
—A-Ayuda... Mí bebé...— dijo entre sollozos el doncel mirando aquellos intensos ojos verdes del hombre, que le recordaba vagamente a los de un cocodrilo. Tenía miedo de perder a su hijo, tenía miedo de no volver a ver a Bill, de no volver a decirle te amo.
Es increíble que aún piense que podría salvarse. Qué no haya perdido del todo la esperanza.
El azabache suspiró, sabía todo por lo que pasaba por la cabeza del castaño, y decidió aclarar sus dudas rápidos antes de que partiera.
—Tranquilo, ya llamé a la ambulancia y a la policía. La asesina escapó, pero me encargaré de que sea llevada a la justicia.— le dijo seriamente, tomando al castaño de su cuello y acercándolo a él con sumo cuidado.
—¿P-Puede encargarse de darle ésto a mi e-esposo?— dijo señalándole débilmente las bolsas que traía. O mejor dicho que están en el suelo cerca de él.
El mayor estiró su brazo para tomar una de ellas, había unas pequeñas botitas tejidas a manos para un pie de bebé, muy pequeñas dentro de una cajita. Miró al doncel con asombro y una expresión difícil de explicar.
—Si aguanta, puede dársela usted.— mintió con amabilidad. No sabía por qué darle falsas esperanzas al doncel de que se salvaría.
Pero para sorpresa del oji verde, es que Dipper ya lo sabía.
—Yo ya no puedo dársela...— su voz se entrecortaba.— Me gustaría decirle Adiós antes de irme.— cerró sus ojos por un momento intentando reprimir su llanto.
—Le aseguró, que usted y su bebé estarán en un lugar tranquilo. — le dijo, mirando con compasión el menor. Nunca antes sintió simpatía o dolor hacia otra persona. Pero ver al doncel así, es difícil de no contagiarse de tristeza.
—¿Puedo saber el nombre de la persona que al menos se acercó a mí?— formuló la pregunta con su voz temblorosa. Cerrando sus ojos, pensando en que Bill estaba con él.
—Helios. Mi nombre es Helios.
—Gracias Helios.
—Nos veremos en un futuro, chico.— dijo, observando como el castaño ya no dijo más y las últimas lágrimas descendían de sus mejillas pálidas.
Dejó al menor con cuidado recostado, poniendo como almohada su chaleco de oficial.
Ni siquiera era policía.
—Llamare a la persona correcta para resolver esté caso. Yo no puedo interferir más en esto.— dijo mientras contactaba al detective Kudou Shinichi, quien para su ventaja, estaba de vacaciones en esa ciudad. Ni saber cómo consiguió su contacto.
En algo no mintió, volvería a ver al castaño en otra vida.
Pero se encargaría de cumplir su promesa da entregarle la bolsa al esposo del doncel.
Por una parte, deseó regresar en el tiempo para evitar ésto. Pero se volvía a repetir, que no debía meterse en lo que ya estaba escrito.
Su móvil volvió a sonar, escuchó a lo lejos el sonido de la ambulancia y ya había gente acercándose a la escena. Qué suerte que haya un hospital a sólo unas calles, casi bastante cerca.
Respondió la llamada.
—Sabes Rumpelstinski, a veces eres muy cruel.— le dijo, escuchando una sonora carcajada a través de la línea. Viendo de reojo al doncel quien tenía las botitas de bebé en una de sus manos. En realidad, Helios se las había puesto. Y en el fondo, le enterneció un poco que Dipper tuviese en su mano, en su puño una notita del bebé.
—¿Cruel yo?— escuchó del otro lado de la línea. — ¿Desde cuándo tú eres blando? No era parte de eso que tú fueras quien llamará a la policía. Bill debió llegar y sumergirse en llanto, para que al llamar a la ambulancia se diera cuenta afuera de su casa, que ya era demasiado tarde.— relató haciendo una breve pausa. — En fin, tampoco cambiaste demasiado lo que sucederá, solo te diré que debes estar atento. Aristóteles está por ahí y la mariposa. No les agradan mucho los cocodrilos.— Helios apostaba que el contrario nunca paro de sonreír.
—¿Me recuerdas por que somos "amigos"?— cuestionó irritado. ¿Acaso no tenía corazón aquel tipo?
—Por que te hice un Dios.— respondió cortante.— Te diré la buena noticia.
—¿Ésto tiene una buena noticia?— expresó enojado. Nunca antes se había enojado con Rumpel.
—Si lo ves a mi modo, si.
—Me asusta tu modo de ver las cosas.— le dijo, escuchando otra carcajada fuerte.
—Sacate, me halagas.
Helios vio como la ambulancia atendía al doncel tirado, primero revisando sus signos vitales. Luego la policía se acercaba para despejar la zona de los demás y ver la escena del crimen. Mientras escuchaba la noticia buena de todo ésto.
La botita de bebé se cayó cuando Dipper empezó hacer atendido, por lo que Helios la guardó en su lugar correspondiente.
X
No podía dejarle ésto a manos a la policía. Sólo la encarcelerian, y con suerte en días la mandarían a la silla eléctrica. Algo rápido.
Bill quería torturarla, quería hacerle sentir el dolor que él sintió. Que había perdido lo que más amaba en todo el mundo.
La venganza no es buena, esa no es justicia Bill. Escucha a la voz de su amado en su cabeza. Pero la verdad es que debía hacerlo.
Cuando sus sospechas se confirmaron, se las ingenió para que los policías le dieran algo de tiempo diciendo que el encontraría a la culpable y los llamaría al encontrar su localización.
Aunque la verdad, el haría mucho más que llevarla a la cárcel.
Encontrarla no fue tan difícil como pensó, y una vez lo hizo la secuestró en un edificio abandonado. Pero claro, no fue solo.
Mandó a violarla entre esos tres hombres que contrató que no hace falta mencionar sus nombres, sin escrúpulo alguno. Mirándola con asco, aquella mujer no merece ni su lástima.
Una vez terminaron, dejándola desnuda y llena de semen en sus partes íntimas se acercó sin importarle que la mujer temblará y la mirar con horror. También sangraba un poco.
—¿P-Por qué...? ¿Por qué no sólo me mataste?— tartamudeo un poco la pelinegra. En su mirada, Bill apostaba que también quería decir por qué no sólo la llevo con los policías para que la metieran a la cárcel. Pero su garganta está tan seca, que casi no puede articular palabras. Se desgarró su voz al gritar por pedir ayudar cuando esos hombres lo violaron, y ahora estaban apartados de la escena por ordenes del Cipher.
—Matarte rápido es aburrido. Si quiero al menos disfrutar de mi venganza, por lo menos debo torturarte lentamente. Que sientas, que sufras.
—E-Eso no te devolverá a tu familia.— se atrevió a decir resiviendo un golpe del rubio, rompiéndole la quijada. Le vale mierda si es una mujer, así como si el culpable del asesinato de su esposo hubiera sido un hombre, le hubiese hecho pasar por lo mismo.
—¡Mataste a Dipper! ¡Cuando aún tenía a nuestro hijo en su vientre! Me quitaste lo que más amaba.— dijo con rencor, despechado y triste. Pero sabía que no era tiempo para llorar enfrente de una perra como ella.
—Ni siquiera— intento decir siendo callada por el contrario.
—Tu no sabes cuánto perdí. ¿Querías postre? Ahí está tu flan de coco.— dijo con cinismo, causando terror en ella. ¿Cómo la frase de un buen meme puede ser tan aterrador?
Le dio unas órdenes a los hombres que después de haberla violado, prosiguieron a seguir con el desmembramiento.
—Sabes, pensé en sepultarte viva, pero tampoco tengo tanta paciencia para esperar a que mueras, pero me hubiese gustado verte agonizando.— explicó antes de que empezará el primer corte.— O encerrarte para ver cómo te pudres, mantenerte casi viva pero agonizando por la suciedad hasta que enloquezcas por estar aislada. De verdad pensé en muchas cosas. Las peores torturas que se me podría ocurrir.
Uno de los hombres la sujetaba contra el piso, inmovilizando la para que no se moviera tanto con la poca fuerza, los otros comenzaron a arrancarle las uñas de los pies con una pinza. Después arrancarle sus dedos de la mano.
Luego prosiguieron a sacarle uno de sus ojos, todo para que sufriera, sintiera dolor, más no muriera.
—¿Estas cansada?— preguntó irónico y cruel. La mujer entonces rogó por qué la liberarán, diciendo cuánto se arrepentia por todo lo que hizo. — No te disculpes, no arreglaras nada. Pedir perdón por algo que no se puede reparar, que estúpido.
Literalmente, es como tirar un plato de vidrio y esté se rompa, pedir disculpas no lo volverá a componer, a que regresé como estaba antes.
Bill se encargó de arrancarle la lengua. Mientras miraba incrédulo la parte donde antes estaba el ojo de la mujer.
—Ya no volverás a decir más mierda. No puedes escribir tampoco.— dijo mirando todo el cuerpo de la mujer llena en sudor y sangre.— Todavía no terminamos.
Sería una larga noche.
X
Varias horas después, la estación de policía encontró en la entrada a una mujer de rasgos japonés agonizando y retorciéndose en el piso sin parar de llorar. Toda llena de sangre.
Después de unas investigaciones y la aparición del detective japonés encargado del caso, aclaró que ella es la culpable del asesinato de Dipper Pines y el hijo que tenía adentro.
Shinichi al verla así sintió miedo y lástima por la pobre mujer, aunque le preguntó quién le había o cómo terminó así, fue totalmente inútil al descubrir que no podía hablar y tampoco escribir por falta de sus dedos y lengua. Sin mencionar el ojo izquierdo que ya no posee.
Aunque claramente no evitó sospechar de cierto viudo de cabellera rubia, de todas forma Ray Ita tenía una pena de muerte por el homicidio que cometió hace poco. Pero verla así, realmente se compadecía un poco ella. Por qué lo único que dijo fue que la llevaran a un centro de salud u hospital para que la atendieran. Que la llevaran con un psiquiatra si es necesario, pero las cosas no iban a quedar así sin encontrar al culpable, el cual ya tenía su principal sospechoso. Pero por el momento, se esperaría hasta mañana para llevar a cabo su orden de arresto.
Mientras tanto, Bill Cipher seguía recostado en su cama a duras penas descansando, consolidando el sueño.
Apenas habían pasado tres días desde la muerte de su amado, todavía sentía su muerte y la de su hijo muy reciente. Al llegar de su trabajo, ya no había quien lo recibiera con un beso casto en los labios o un bienvenido a casa.
No estaba él, el amor de su vida para cenar juntos y compartir la cama al irse a dormir o esos momentos en que se bañaban juntos. Su casa se sentía demasiada vacía y fría. Solitaria, sin aquel amor cálido que te debe brindar un hogar al llegar al trabajo. Pero aquel ser que le daba ese toque cariñoso y emocional se marchó para siempre, ¿Qué sentido tenía entonces sin su razón de seguir existiendo? ¿Sin su amado doncel de cabellos castaños y ojos avellanas?
Ver las fotografías de él le daban tanta tristeza que terminaba perdido entre sus pensamientos por varios minutos, derramando un par de lágrimas y enfadando se consigo mismo por no protegerlo o evitar su perdida. Quizás la familia Pines tenía razón y todo era su culpa.
La cama todavía olía un poco a él, a su cuerpo. Su shampoo y perfume.
¿Cuándo volvería a ver a Dipper? ¿Lo hará?
Quizás mañana. Y con eso último quedó dormido.
X
—¡Bill, nuestro bebé quiere conocer a su papá!— escuchó la dulce y angelical voz de su esposo llamándolo y acercándose a él.
De repente, estaba en un lugar desconocido, una habitación con paredes y cortinas blancas. Asemejándose a un hospital.
Bill miró con amor y adoración al doncel de cabellos castaños, tocándole su mejilla cuando esté estaba lo suficientemente cerca de él.
—Dipper... Amor... Estas aquí, conmigo.— dijo para abrazarlo con fuerza.— No te perdí, no te perdí. Estas conmigo. — repitió aferrándose a la existencia del castaño, como si no quisiera que esté se esfumara.
—¿De que hablas idiota? Oie, apartate, puedes lastimar al bebé. — dijo frunciendo el ceño y haciendo un puchero adorable en sus labios.
—¿Bebé?
—Si, nuestro hijo ya nació.— sonrió dulce, cuando el Cipher se separó notó que efectivamente, Dipper cargaba un pequeño bulto envuelto en una manta blanca entre sus brazos.— Te dije que era una sorpresa.— sonrió con cariño, haciendo a Bill llorar de felicidad para darle un beso dulce en sus labios.
—Nuestro bebé... ¿Cómo lo llamamos?— preguntó, mientras veía mejor a su hijo. De entre la manta sobresalía su cabecita con sus mejillas. No evitó acariciarle con delicadeza una de estas, esperando no despertarlo o lastimarlo por tan pachocinto y frágil que es.
El pequeño niño abrió sus ojitos y bostezó. Mientras movía sus manitas en busca de ser abrazado.
—Como te gustaría, pero hay un problema.
—¿Un problema?
—No podemos seguir más tiempo aquí, Bill.— dijo cambiando su tono drásticamente a uno más serio y angustiante.— El bebé y yo debemos marcharnos.
—¿M-Marcharse?— cuestionó con dolor y confusión. Casi con terror de imaginar ser nuevamente separado de su familia.
—Nosotros ya nos fuimos. Pero tú puedes venir con nosotros Bill, ¿Acaso no quieres estar con tu familia? Con nuestro lindo bebé.— dijo sonriendo le con cariño. Mientras daba un beso en la cabecita de su niño quién poco a poco se volvía a quedar dormido.
—Quiero ir con ustedes.— sentenció con decisión. No quería ser separado de ellos, no otra vez. Él quiere estar con ellos, es lo que más desea.
—Entonces apresurate Bill, para que nos volvamos a ver mañana o en un futuro cercano.— le dijo para regalarle una última sonrisa de esperanza e ilusión, como si le tratará de transmitir que él esperaría por él, pero no por demasiado tiempo.
—¡Sólo espérame!
—Bill, siempre esperaré por tí.
Entonces Dipper desapareció junto a su retoño, desahaciendose en pétalos blancos que el viento se llevó.
Bill despertó con la respiración agitada, ahogándose en sus propias lágrimas al haber soñado algo tan vivido y doloroso para él. Demasiado. De verdad había creído que él y si familia estaban reunidas, pero sólo fue un sueño.
—Maldita película.— murmuró a lo bajo, pensando que el final de su sueño fue a alusión a la escena donde Thanos chasqueó los dedos y el cincuenta por ciento de la población se hacía polvo. Específicamente cuando Spiderman se deshace en brazos de iron man.
Miró fijamente la hora en su despertador que está en su mesita de noche a un lado de la cama, donde marcaban las cuatro de la madrugada. Apenas llevaba dos horas durmiendo. Debido a que llegó tarde a casa por su venganza la noche anterior y se durmió tarde. Entonces se puso a pensar en lo que su vida significaría a partir de ahora.
Lo que sería cada maldito, aburrido y vacío día de su existencia sin su esposo a su lado, sonriendo le, dándole su apoyo y amor que siempre lo motivó a seguir trabajando duramente para conseguir un buen sueldo y darle lo mejor a él, su familia. Y pensar que no podía hacer nada más para que Dipper regresará lo entristecía.
Se vengó, disfruto haberla hecho sufrir, lástima que la mujer no tiene algún pariente o ser amado para que sufra más. Aunque tenía la mínima sospecha de que muy probablemente, en unas semanas se sabría si quedó embarazada de alguno de sus violadores. Pero al único ser que no culpa en su venganza es al pequeño ser que se desarrollaría dentro de ella. Sin embargo, no le daba mucha importancia a ese detalle.
¿Quién es realmente importante en su vida? ¿Su hermano? Lo quiere y todo, es como su mejor amigo pero... ¿Qué importa si desaparece? Will tiene su vida, puede hacer su propia familia. ¿Qué más da marcharse?
Además, le había prometido a Dipper y a su hijo irse con ellos. Una promesa, es una promesa que nunca rompería.
Inmediatamente, fue a su despacho hasta ir a su escritorio y abrir uno de los cajones con una de sus llaves, y así sacar su pistola, que no tenía silenciador.
Debía funcionar, ser rápido y darse en un punto para así no tardar en morir o quedar incosiente.
Por última vez, fue a su dormitorio admirando el cuadro que tenía en el centro de la recámara donde están él y su esposo recién casados, con su trajes. Él vestía un negro mientras que el Pines un blanco para representar el amor puro que sentía. Algo alegre y bondadoso.
Lloró, una clase de sentimiento de tristeza, arrepentimientos pero alegría por irse con su amado, aunque le hubiese gustado morir de la vejez con su esposo viendo crecer a sus hijos, las cosas a veces nunca salen como uno las planea. Y esté, fue su caso.
—Supongo que, no habrá un mañana para mí.
Con ésto último, sólo se escuchó el sonido del disparo. Lo único que pasó por su mente, fue el volverse a reunir con su familia. Sin importarle nada ni nadie más. Sin pensar en los demás o que cosas pasarían en la vida real después de su muerte.
—Bienvenido a casa, Bill. Te estábamos esperando.
Es hermoso regresar con la familia.
«¿Fin de la Historia?»
Palabras: 7,820.
Autor: JaquiiAleWorld
Fecha de publicación: Viernes, 24, mayo, 2019.
Fandom: Gravity Falls.
Historia: "Tomorrow"
Nota del autor:
:D
Justo acabo de terminar de editarlo. Aún así me disculpó por si hay alguna falta de ortografía.
¿Qué les pareció?:D
En fin, dentro de poco publicaré la parte extra de "curiosidades".
Qué se que les va a interesar.
Hasta la próxima.
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