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aquella neblina en la ciudad la hacía ver brumosa y oscura, tan densa, que se arrastra perezosamente en el ambiente. tal negligencia solo indecisa por la inllevable hermosura del sol en la mañana, los destellos cálidos acariciaban la vista con sus colores célebres y apacibles .

el promedio de la ciudad de yokohama no buscaba atarearse ese día domingo y aunque suene hilarante, la mafia del puerto respetaba el día de descanso con ciertos toques excepcionales. los locales abrían eufóricos sus puertas para dar la bienvenida a los transeúntes y visitantes, el centro de comercio se vestía floreado y brillante ante la expectación de un nuevo día.

kunikida estaba aturdido por el simple hecho de haber retrasado su hora de salida, pobre hombre, maldecía y refunfuñaba todo su repertorio contra aquel infortunio del destino, osamu reía con satisfacción ante su magnífico trabajo y con una mano frente a sus labios fue husmeando aquí y allá, especialmente donde veía cosas que seguramente le ayudarían a cometer su anhelado suicidio. 

— Dazai- san, se supone que veníamos a surtir las alacenas — recordó atsushi. 

lo sacaron del vendaje y antes de que pudiera responderle algún disparate fue obligado a enderezarse.  por una milésima de segundo el albino noto algo extraño, no sabía que era pero estaba seguro de que no estaba allí hace un segundo. "¿cuando?" pensó, mirando con curiosidad una hoja arrugada que tenía recortes de letras, por inercia la tomó ojeando por encima y justo al final del todo estaban su nombre y apellido escritos a mano. 

dejando de lado lo encarecido de los productos de limpieza y desinfección habían logrado comprar todo lo necesario para poder sobrevivir a lo mucho dos semanas. 

— mocoso — llamo el rubio — ¿no necesitas supresores? — el menor de los tres respondió que no con simpleza, tenía la leve sensación de tener algún par en casa excusándose sin procesar correctamente la pregunta que le formuló el profesor. estaba sumido en lo que decía aquella fea hoja y sus cortes irregulares. 



hasta el día de hoy aun era gracioso como kunikida se preocupaba por abastecer a mayor medida con supresores de alta calidad a sus colegas. 


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— kyouka, cuando termines de cenar lava tu plato ¿esta bien? 

— si, atsushi — respondió. 

 Habiendo dicho eso, el chico de cabello blanco caminó por el apartamento limitado sin esfuerzo, cerró las ventanas cuando pasó. kyouka se levantó después de comer y lavó su plato de acuerdo con la petición, escuchó al chico caminar al final de la habitación.

A medida que pasaba el tiempo, la niña vagaba para comprobar si todo estaba cerrado y organizado. Aunque no tenía por qué preocuparse, porque el conjunto solo pertenecía a la agencia, siempre era bueno poder traer la segunda ronda al escenario. y para asegurarse de que estuviera bien recogida, miró hacia la puerta corrediza, luego miró hacia la habitación de Atsushi para confirmar que estaba allí y desearle buenas noches.

las manillas del reloj danzaban con gracia en el centro de la sala con su melodía monótona y su gala dorada, el péndulo se balanceaba por debajo de su fiesta con una serenidad inquebrantable siguiendo los pasos del lento bailar. las horas pasaban y con ellas los minutos, el manto nocturno salía a relucir su vestuario de lentejuelas ¡magnificencia! ¡y la elegancia que a la noche nunca falta! 

el cielo se nublaba arruinando aquella gala, enfurecido, descarga esa gran frustración en tormenta, esa que arrulló la ciudad que no conciliaba sueño y por razones desconocidas no está conforme, la noche es demasiado joven aún.  

más de las dos de la madrugada, el silencio reina en las calles vacías, el aire transporta una suave brisa  y el único sonido audible es el de las gotas chocar contra todo tipo de objetos junto los insectos regocijarse por la húmeda noche.


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 Su corazón latía salvajemente y seguía golpeando su pecho con fuerza, sentía que se detendría en cualquier momento. — ¡oh, eso ha de ser doloroso! —

es un conflicto de intereses

 tres de sus empleados murieron y había cadáveres en el casino, su trabajo era confiscar la poca evidencia. por ahora. 

con las manos temblorosas hizo acto de presencia. trataba de mantener la calma mientras la policía no había escuchado nada. como si las observaciones de aquellos hombres le hicieran entrar en pánico sus pasos resonaban en la estancia presurosos. 

Abrió la puerta y en su escritorio se abrió una carpeta enorme que contenía toda la información personal que puede clasificar fácilmente.

— ¿Por qué los eliminas? 

— murieron — digo sigma, agobiado. toda esa situación lo cansaba. 

"se derramara sangre inocente, el hombre del casino, la maestra". continuó leyendo en voz baja.  







































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Ya lo sé, he tardado mil años, pero tuve un año realmente complicado, Lamento haberlo hecho sin avisar pero decidí empezar de nuevo (ya de manera definitiva, que no hago más que dar vueltas).

btw,, demasiado corto lo sé. no creo tener un gran potencial para escribir cosas o la historia en sí.  


touch- tone.chlorine — 04/01/2022

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