Brakes
Miró su reloj una vez más mientras apuraba el paso
"¡Carajo, carajo y mil veces carajo!"—maldijo la chica mentalmente saltándose la luz de un semáforo y esquivando los vehículos que venían en su dirección. Varias bocinas sonaron a sus espaldas.
—¡Ten más cuidado!
—¡Lo siento! —gritó al aire aún con el trozo de pan Bimbo entre sus dientes. Lo único que había logrado salvar de su desayuno después que a Pochi se le ocurriera saltar sobre la mesa a secuestrar sus tamagoyakis junto al pescado de Pah provocando que Hayashida-san (madre de su medio-hermano) armara un gran escándalo por el desastre.
"Y aunque todos limpiamos igual voy tarde" lloriqueó internamente la chica doblando una esquina. Su decepción se transformó en esperanza al visualizar su escuela a unos cuantos metros, pero rápidamente se transformó en angustia al ver a Suzuya-san, guardia de la escuela, cerrando la reja.
Solo quedaba una opción.
—¡Baji!, ¡Atrapa! —gritó con fuerza al visualizar al de la coleta a pocos metros de la reja. Lanzó su mochila al aire con toda la fuerza que fue capaz de acumular en el momento, desafortunadamente el pelinegro no alcanzó a voltear a tiempo para esquivar el pesado maletín que se estrelló contra su cara y lo envió al suelo. Chifuyu ahogó una risa.
—¡Cuidado abajo! —La morena dio un salto hacia un hidrante y tomó impulso lanzándose al aire para lograr entrar a la escuela. La reja se cerró a su espalda. Lo había logrado. Aunque ¿cómo iba a aterrizar?
No pensó ese detalle.
Una maldita roca se interpuso en su camino haciéndola rodar en el suelo hasta chocar contra un árbol.
—¿¡Quien mierdas dejó esa roca atravesada!? —Se quejó la chica saliendo adolorida de entre los arbustos arrancando hojas y ramas de su cabellera.
—¿¡Quién mierdas lanza su mochila de esa forma!? —le reprendió Baji mientras le extendía la mano para levantarse. Chifuyu llevaba su mochila sonriente.
—Lo siento, necesitaba ese salto —suspiró la chica tomando su mano para luego quitarse la tierra de su uniforme.
—Buenos días Mei-san —Saludó Chifuyu apartándole otro par de hojas del cabello
—Buenos días Chifu —Sonrió la chica antes de comenzar a caminar en dirección al aula. Después de haber repetido tanto, Baji finalmente había logrado avanzar al segundo año de secundaria lo que permitió que ella y Chifuyu terminaran unidos en la clase 2B. Eso claro, después de que Mei también cambiara las listas.
Cada uno tomó su asiento y continuó con su rutina normal el resto de la mañana. En síntesis, Chifuyu durmió la mayor parte de las clases mientras Baji leía un manga bajo la mesa y Mei tomaba notas para explicarles a ese par de gamberros después.
Un papel aterrizó en su escritorio. Volteó en dirección al pelirrojo a su derecha. Luciel Choi, mejor conocido por su apodo Seven, uno de sus mejores oídos en el mundo de los delincuentes y su mejor alumno en programación. ¿Había encontrado algo acerca de Moebius?
¿Todo bien? —rezaba aquel trozo de papel. ¿A qué venía esa pregunta?
Miró hacia su escritorio. Su pierna izquierda no había parado de moverse de arriba a abajo desde el primer bloque de clases, su agarre en el lápiz estaba bastante tenso y ¿como cuantas veces había suspirado en lo que va de día? no lo sabía.
Una mano se colocó frente a su escritorio.
—¿Almorzamos? —preguntó Baji. Ella solo asintió.
Con sus bentōs en mano los tres subieron en dirección a la azotea
—Buah, está cerrado —se quejó el rubio con molestia —. ¿Pateo la puerta?
—No jodas Chifuyu, detén esto —intervino la chica sacando una navaja de su bolsillo. El logotipo de Victorninox brilló bajo el bombillo del estrecho pasillo. Tras sacar una de las cuchillas más pequeñas, la introdujo dentro de la cerradura que se abrió tras un par de movimientos después —. ¿Que acaso quieren una invitación? ¡Tengo hambre!
Sin pensarlo dos veces los tres salieron al lugar, siendo recibidos por la cálida luz del sol y la fresca brisa otoñal. Estaban a finales de Septiembre y la pelea contra Moebius estaba cada vez más cerca.
Moebius, ¿qué carajos están escondiendo? se preguntó dándole una mordida a su onigiri. Estaba tan sumida en sus pensamientos que no notó cuando su pierna comenzó a temblar una vez más.
Baji frunció el ceño, pero no dijo nada. Todavía. Chifuyu solo suspiró y colocó una mano sobre la inquieta rodilla esperando calmarla. Volteó en dirección a la chica encontrándose con su mirada muy concentrada en algún punto inexistente en el suelo sin dejar de morder sus bolas de arroz. Baji, con una mirada, le advirtió que hiciera silencio.
El repiqueteo aumentó. Su pierna iba más rápido.
-Mei-san -tartamudeó Chifuyu viéndola preocupado. Algo no iba bien y eso era seguro.
Baji apartó la botella de refresco que los tres habían compartido durante el almuerzo. Un pitillo rosa resaltaba entre los dos de color azul.
Mei no supo del mundo hasta que una mano se colocó en su hombro y la sacudió con algo de fuerza.
—¡Mei!— el grito de Baji finalmente la sacó de su larga divagación haciéndola dar un pequeño salto y chocando con el rubio frente a ella. Aún así el repiqueteo no paró.
—Demonios Baji, ¿por qué gritas? —se quejó la chica acariciando su oído. El pelinegro simplemente se encogió de hombros y tomó una de las bolitas de arroz.
—¿Te preocupa algo Mei-san? —Chifuyu volteó en su dirección. Se perdió un momento en los orbes del rubio y suspiró.
—Algo no está bien —soltó la chica sin más. Ambos pandilleros volvieron su atención en su dirección —. Aún no sé por qué pero algo no termina de encajar en el conflicto de Moebius. Mis redes aún no lo esclarecen pero algo está pasando dentro de esa pandilla, lo sé.
—¿Dudas de que los derrotemos? —Baji alzó una ceja en su dirección
—¿Es un chiste? Les patearíamos el culo cualquier día...
—Entonces no hay de qué preocuparse —le interrumpió el pelinegro apartando aquellos lentes falsos de su mirada —. Una vez que les pateemos el trasero ya no tendrás que preocuparte de ellos ¿de acuerdo? Te tomarás unas vacaciones de informante
Mei rió por lo bajo. Como si eso fuera posible, el zorro de la ToMan era probablemente la persona más informada de Tokyo sino es que del país y aunque la idea era tentadora -realmente tentadora- no se creía capaz de pasar un día sin saber lo que pasaba en su ciudad. Odiaba no tener información.
—Es una gran idea Baji-san, Mei-san podrás visitar a Peke J todas las veces que quieras —aportó Chifuyu viendole con emoción. Su corazón se derritió y asintió.
Su intenso repiqueteo disminuyó casi por completo, pero no desapareció.
Los tres discutieron y rieron sobre cómo acabarían con Moebius y como planeaban utilizar el tiempo libre de la chica para pasarla con todos los gatos habidos y por haber en la zona. Ese era el tipo de momentos que más atesoraría en su vida.
Años más tarde, quizás iría a maldecir a aquella campana que los obligaba a volver al aula, eso y solo, dependería de aquel al que conocemos como el "Héroe Llorón"
Chifuyu fue el primero en levantarse, abandonando el espacio entre las piernas de la chica para extenderle la mano y ayudarla a levantarse, esta imitó su acción abandonando las piernas del pelinegro que seguía apoyado en aquella pared donde habían almorzado como un trencito.
Baji suspiró con cansancio antes de tomar su mano e imitarlos.
—Voy a lavar esto y los veré en el aula ¿de acuerdo? —avisó Chifuyu a modo de despedida mientras desaparecía con él bentō por las escaleras. Mei dio un paso en su dirección, con la intención de decirle que no era necesario, pero un tirón en su saco le detuvo. Quiso voltear en su dirección pero no contó con aquel fuerte par de brazos que la envolvió por su espalda hasta afirmarse fuertemente alrededor de su cintura.
—¿Baji?
—Dime que sucede
¿Eh?
—Se que no es solo Moebius lo que te perturba así que dime, ¿qué es lo que sucede?
Sintió como su mentón era apoyado sobre su cabeza en un gesto protector, ella era un libro abierto y sencillo de leer, sobretodo para él. Otro suspiro más para el viento.
—Es Pah-chin —lo sintió tensarse en su espalda —. Después de irse con Peh-Yan tenía una expresión molesta y no quería hablar con nadie, y esta mañana seguía así. Se que le molesta lo de su amigo pero algo no está bien Baji, lo sé, en serio lo sé. ¿Estaré mal de la cabeza?¿Veo cosas donde no las hay?
El chico apartó su cabeza permitiéndole que esta levantara la suya, encontrándose con aquellos penetrantes orbes de bronce que le prometían que todo saldría bien. Un sentimiento de calma se enfundó en su interior, poniendo un temporal fin a aquel temor.
Una de sus manos abandonó su cintura para tomar la de esta entre la suya.
—No importa lo que pase, todos estaremos juntos. Ayudaremos a Pah-chin —Sus filosos colmillos se deslizaron por el brazo de la fémina hasta enganchar la liga para el cabello que envolvía su muñeca. Solo un tirón bastó para obtenerla. —. Es una promesa.
Una pequeña sonrisa adornó su rostro y deseó besarla. Con todo y la maldita liga en la boca deseó reclamarla.
Pero no podía. Porque aún sentía que no la merecía.
Pero ¿qué tanto daño podía hacer?. Aquellos labios vírgenes le llamaban y él luchaba por ignorarla.
Perdió.
En un movimiento suave se inclinó buscando rozar sus labios con los de ella. Solo necesitaba eso, un suave roce dirigido a convertirse en un beso y con gusto se iría al infierno.
De no ser por aquel pendejo.
—¡Presidenta! —la voz de Seven retumbó en el lugar, haciendo que Baji desviara su rostro a la velocidad de la luz.
Tan cerca.
El pelirrojo apareció en el lugar con su típica sonrisita tonta surcando su rostro. Quiso golpearsela hasta que se borrara tanto como agradecerle por detenerlo. Su corazón latía con fuerza al igual que el de ella.
Había ido casi demasiado lejos.
Liberó su agarre de su cuerpo mientras el pelirrojo pasaba olímpicamente de él y se dirigía a su superiora para hablar de quien sabe que tema de computadoras y programaciones. Resopló con molestia.
—Nos vemos en clases —se limitó a avisar antes de abandonar la azotea. Su cara ardía con intensidad y recogió su cabello con fuerza antes de entrar a la clase. Estaba furioso y frustrado consigo mismo.
Maldita sea, ¿cómo espera que le correspondiera?
Apretó el lápiz con fuerza volteando hacia el cielo brillante de afuera. Le pareció ver a su mayor inspiración y rival sonreírle desde arriba.
¿Cuando estaré a tu nivel...
Shinichiro?
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