¿Qué haces aquí, Mousse?
ADVERTENCIA: El siguiente texto incluye contenido de índole erótico, cambio de personalidad de personaje, bashing e infidelidad. El autor no recomienda llevar a la creencia o a la práctica ninguna de las descripciones hechas en este capítulo. NO SE APOYA LA INFIDELIDAD BAJO NINGUNA CIRCUNSTANCIA, TODO ES FICTICIO CON FINES DE ENTRETENIMIENTO.
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La sesión fotográfica había sido un verdadero dolor de cabeza. No importaba la hermosa estampa que Ajisai presentaba, los atuendos de pareja que usaran ni los mejores esfuerzos del equipo de fotografía para hacerlos parecer un lindo y enamorado compromiso. Ellos eran el verdadero problema.
Ranma había estado nervioso todo el tiempo, tan temeroso de sujetar su cintura o su mano. Frunciendo la cara cuando debían juntar la nariz y sonreír, como si le resultara demasiado difícil o desagradable hacerlo. Akane intentó mostrar emoción pero sus esfuerzos se enfriaron al verlo tan indeciso. Después de eso perdió toda motivación dejándose arrastrar como muñeca hacia donde dijera el fotógrafo.
Al final las mejores tomas que obtuvieron no mostraban un intimidad acaramelada. Lejos de verse como un futuro matrimonio, parecían amigos cercanos en la mejor de las instancias y aquello también lo notaron los invitados de la boda. Era imposible disfrazar su poca cooperación incluso durante la ceremonia de los votos. Ya no eran el par de adolescentes que conocían prácticamente todo el uno del otro, ni siquiera supieron discursar palabras románticas de manera convincente.
¿Quién iba a pensar que se casaban con amor?
Además, ella había perdido todo el temple del que hizo acopio en el último mes cuando lo vio ingresar por sus puertas. Haciendo que su mundo se sacudiera violentamente, que su cuerpo quisiera correr en su dirección olvidándose del resto. Ni siquiera poner toda esa distancia o indiferencia durante ese tiempo había ayudado a su causa, podrían llevarla al nadir de donde se encontraba su pequeño secreto y querría volver a él sin mirar las consecuencias. Había sido desgarrador decir «si, acepto» a otro hombre cuando la mirada de él ardía sobre su espalda. Quizá era ella imaginando cosas para consolarse pero creía que esa intensa sensación era un suplica para que no aceptara, para que no se casara.
Suspiró abandonandose contra el borde del colchón. La familia había hecho su mejor esfuerzo para permitirles privacidad en esta primera noche dejándolos a ellos en el Dojo, sin embargo ¿Qué iba a hacer ella sola con su marido tan ebrio como para quedarse inconsciente en la antigua habitación de Happosai?
Se reconfortó con el hecho de que al menos por hoy, no iban a intentar nada. Sin mayor preocupación eligió cambiarse el vestido de novia por un pijama y dormir. Con cuidado levantó el esponjoso tul de la prenda caminando fuera de su «alcoba matrimonial». Dirigiéndose a la puerta que aún sostenía el patito de madera con su nombre abrió encontrándose una maraña de objetos sobre su cama y escritorio. El lugar había sido su walk-in improvisado donde hizo los preparativos de su aspecto.
Empujó con cierta dificultad la voluminosa tela de la falda e ingresó comenzando a recoger las cosas del lecho. Arrojó algunos rizadores de pelo que se quedaron sobre la pijama hecha bola con las sabanas y sacudió las dos piezas una vez recuperadas. Tendiendo la camisa y los pantalones de franela se preparó para alcanzar la cremallera del vestido cuando sintió un par de manos viajar desde sus caderas hasta su vientre—. No... No te lo quites —oyó a su espalda reconociendo una voz que le puso los cabellos de punta.
Su cuerpo se quedó tenso, sus manos bajaron lentamente a encontrarse con el férreo candado que el hombre detrás suyo cerró sobre su abdomen con sus amplias manos. Sintió su aliento rosarle la oreja y su mejilla izquierda con calidez, con olor a alcohol. Cerró los ojos intentando mentalizarse, intentando no sucumbir a la alucinación.
Porque no podía ser él.
—¿Despertaste? —cuestionó hacia ella misma apesar de fingir que hablaba con la persona detrás.
Él dejó escapar un risita cargada de dolor—. Nunca me dormí. No he podido dormir bien durante estas semanas.
Akane entonces supo que era él, de verdad lo era. Sus ojos se llenaron de lágrimas que nunca dejó caer por mera fuerza de voluntad, sintiendo unas enormes ganas de mesar sus hebras azules por la desesperación—. ¿Qué haces aquí, Mousse?
Al pronunciar su nombre, él se enroscó a ella con mayor ímpetu, enterrando el rostro en el cuello femenino todavía cubierto por el encaje del vestido. Aspiró el aroma que despedía sintiéndose embriagado por la sensación de abrazarla, sin intenciones de dejarla ir. Aunque tuviera que hacerlo—. Quería verte, una última vez.
Ella sofocó un sollozo entre sus dientes apretados. También consciente de que para ellos debería existir una última vez, una última mirada apesar de que la conflagración imposible de apagar—. Sabes que no me refiero a eso.
Mousse entreabrió los ojos, contemplando la cama revuelta delante suyo. Sus figuras envueltas por la luz de la luna se proyectaban hacia el armario donde estuvo oculto hacia un par de minutos. Paseó la vista en donde fuera posible para evitar responder.
—Mousse.
—Porque vine a decirte que no importó cuanto intentara dejarte ir, ni la indiferencia que hemos intentado mantener el uno contra el otro. O que ya estés casada. No importó.
—Tu... Lo sabías —se sorprendió. No es que le hubiera dicho a nadie sobre su futuro matrimonio, la única enterándose fue una amiga que la acompañó en toda su travesía universitaria. La misma que trajo a Mousse a la ceremonia. Podía admitir que la resintió al verlos juntos cuando le había dicho expresamente que ella era una mujer comprometida teniendo una aventura con uno de los rivales de su prometido, que bajo ninguna circunstancia debería decírselo o insinuar su matrimonio próximo a celebrarse— ¿Te lo dijo Naoki?
—Tú me lo dijiste —ella hizo amago por darse la vuelta pero él no lo permitió—, cuando dejaste de responder mis llamadas o mensajes, cuando ya nunca te veía por el restaurante, cuando desapareciste toda esa semana sin explicación y cortaste nuestros lazos sin motivo. Ni siquiera pasamos el Tanabata juntos igual que los otros años ¿Cómo no iba a saberlo si la última vez que hicimos el amor parecía que te estabas despidiendo de mí?
Akane apretó su agarre sobre las manos de Mousse, sintiéndose sofocada. Que ilusa por pensar que podía ocultarle algo a este hombre cuando la había desnudado en todas las formas posibles—. Y si lo sabías ¿Por qué has venido?
—No era mi intención. La verdad también intenté no hacerlo difícil para ambos. Sé lo mucho que deseas dirigir la Academia de tu familia y por eso ni siquiera chisté durante tu ceremonia —él se encogió pegando la frente a su hombro—, no tenía planeado venir es solo que mi cabeza no me dejaba en paz y me prometí terminar todo si te veía en el altar con alguien más. Pero cuando entraste en el Dojo con este vestido de novia, algo dentro de mí se quebró, algo sangraba ahí, donde se supone está mi corazón haciéndome a la cuenta de que no importaría si te casabas.
Ella también bajó la cabeza pugnando con sus ganas de llorar. Nunca habría pensado que alguien la amara tan intensamente, alguien que ni siquiera hubiera imaginado en sus más locas suposiciones. Era inconcebible que ella también se sintiera derretir en los brazos de alguien que no fuera su prometido; al que acababa de jurarle amor y lealtad hacía unas horas.
Desde hacía cuatro años se había sentido agobiada por el futuro gracias a Mousse. El eterno admirador de Shampoo y ella se habían encontrado por un capricho del destino, llevándolos a un juego infame cuando entre todas sus conversaciones que parecían inocentes uno dio el primer beso, luego el otro añadió caricias a la fórmula y al final ya se encontraban durmiendo juntos en repetidas ocasiones.
Luego no bastó la poca y distante intimidad en la cama, terminaron desvelandose para hacer la tarea de ella, ayudándolo a él con su restaurante en sus días libres, terminaron yendo al Tanabata juntos para pedir por sus estudios, terminaron yendo al parque de diversiones, teniendo citas románticas para terminarlas en la casa del chico donde sus mañanas eran placidas cuando él le preparaba su plato de comida cantonesa favorito y la ayudaba a atarse el cabello cuando ella se concentraba en una tarea. Había sido una mera casualidad la que se convirtió en su día a día durante los últimos tres años.
Y dolía tener que borrarlo como si jamás hubiera pasado. Porque jamás debió haber pasado.
—¿Sabes qué pensé al verte con este vestido? —ella no respondió—; pensé, que eras la mujer más hermosa que haya visto nunca, que el desgraciado a punto de casarse contigo tuvo que haber salvado al mundo en su vida anterior para merecer pasar su vida entera a tu lado llamándose tu esposo. Que si pudiera habría cambiado de lugar con él para intercambiar argollas de matrimonio entre nosotros.
—Mousse.
—Me encanta cuando me llamas por mi nombre.
—Yo, yo no...
—Lo sé. Sé que es imposible para nosotros. Pero siempre he sido un poco masoquista así que no me interpondré en lo que estás a punto de construir, te dejaré volar. Solo tengo una petición quizá demasiado arriesgada —finalmente la soltó haciéndola girar en su dirección—. ¿Tomamos un café?
Esa pregunta era especial para ellos, la primera vez que durmieron juntos él la había invitado a tomar un café de la misma forma, convirtiéndose en el código secreto para sus primeros encuentros clandestinos.
Ella hizo todo el esfuerzo para no acceder hasta antes de mirarlo al rostro con intenciones rotundas de negarse. Por desgracia ¿o fortuna? Se dió cuenta de sus ojeras enmarcando esos hermosos orbes color esmeralda que ardían sobre ella—. No has dormido bien — con preocupación acercó los dedos a su rostro aunque sin tocarlo.
—Ni un poco —admitió abiertamente acercando su propia mejilla en la palma de ella—, me causaba mucha incertidumbre cómo te verías con tu ajuar de novia y si disfrutarías tu noche de bodas como cuando estabas conmigo. Pero ahora que te he visto confirmé que te ves espectacular. Todo lo vuelves hermoso —dio un paso hacia ella comenzando a agacharse para tenerla más cerca.
—Ranma está durmiendo abajo —Akane trató de ser fuerte.
—Si, he visto que bebió suficiente alcohol como para embriagar a un centenar de gente, no va a despertar.
La joven estaba perdiendo la cordura al sentirlo restregar su nariz contra su propio pómulo sonrojado— ¿Por qué? —musitó titubeante.
—¿Qué?
—¿Por qué te conformarías con esto? —las lágrimas se derramaron desde sus orbes mientras lo observaba—. Eres un hombre increíble, que se merece algo mucho mejor. Me es difícil creer que alguien como tú esté aquí diciéndome todo esto. Alguien tan asombroso que ni defectos debe tener.
Él también dejó escapar una lágrima—. Tengo un montón de defectos. El mayor de ellos es ser tan imbécil como para hacerte llorar —enjuagó con su pulgar las gotas salinas de ella—. Pero estoy jodido, jodido para toda la vida Akane. Porque seguirás viviendo en mí apesar de que te hayas casado. Apesar de que lo nuestro fuera un ínterin perentorio sin derecho a una segunda oportunidad —suspiró—. Si no eres tú, no es nadie. Así que supongo que no podré casarme nunca —intentó hacerla reír sin éxito.
Y ella nuevamente se rindió a lo que llevaba semanas reprimiendo. Estiró el brazo halandolo por la nuca hasta encontrar sus labios tersos. Sus besos empezaron suavemente hasta que Mousse la envolvió posando sus grandes palmas en la espalda de ella, caminaron algunos pasos errantes empujando la silla giratoria de la muchacha a un lado, ella barrió todo objeto sobre su escritorio con la palma haciendo un escándalo con cuanta cosa se estrelló al piso.
Mousse la levantó por la cintura hasta colocarla sobre el mueble cambiando la dirección de sus besos, se movió hasta su lóbulo buscando la cremallera a tientas. Akane lo abrazó negándose a razonar, sintiendo como la tela de su vestido se aflojaba conforme el carrete descendía a lo largo de su espalda. Cuando él se alejó para contemplarle ella se dirigió a la chaqueta de su traje permitiéndose fantasear que la persona delante suyo era quien se casó con ella y estaba a punto de regalarle una de las noches más mágicas de su vida.
Ambos empujaron la prenda fuera de sus hombros hasta que encontró su camino con la alfombra. Lentamente él se acercó contra ella soltando él tocado de su cabello. La cascada de hebras azules brilló con la luz de la luna entre el intercambio de un nuevo beso apasionado. Sus cuerpos emanaban calor asfixiante con cada centímetro de piel que exponía ella, el delicado encaje se retiró permitiéndole a él encontrarse con la suavidad ya conocida de sus hombros desnudos, con ese sabor imborrable.
Se movieron del escritorio a la cama cuando el vestido terminó en la esquina de la alcoba, ella llevaba un juego de lencería blanco que él desató lentamente, repartiendo besos por todos los sitios haciéndola arder—. Me voy a ir al infierno —recordó su último vestigio de reserva.
—Nos vamos a ir al infierno. Pero si es contigo, no me importa que sea para toda la eternidad.
Entonces la bruma se apoderó de su mente, le desabrochó los botones de la camisa uno a uno, llenándose de recuerdos sobre su pasado insensato, lo acarició siempre de vuelta, le proporcionó besos largos llenos de suspiros ahogados buscando en el cajón a tientas. Un sobre cuadrado se estacionó en las manos del joven indicándole la poca mecha restante de su paciencia. Desde que empezaron a tener una vida sexual activa nunca permanecía sin uno.
—Mi amor... —susurró acariciando el rostro de Akane. Ella sonrió estúpidamente resuelta a amarlo como nunca se podría permitir otra vez. Se deshizo de las últimas prendas de él ayudándolo con el preservativo, no hacia falta ninguna clase de iluminación cuando se dedicó a acariciarlo entre cada surco que se propiciaba por sus músculos. Lo echó sobre las sábanas montandose intrepidamente encima de sus caderas; tomando su virilidad entre sus manos, hundiendola en la acogedora entrada que Mousse adoraba.
Ambos suspiraron temblando, cerrando los ojos por el contacto caliente proviniendo de su entrepierna. La joven se aferró a los hombros masculinos yendo a besarlo para acallar cualquier gemido alto, comenzado a remenear su pelvis con ardor. Se apoyó con las rodillas sobre el colchón dejándolo entrar y salir con embates profundos. Gloriosos.
Ella también estaba jodida, para toda la vida. Su mundo al revés dejó de importarle cuando esas expertas manos masajearon sus pechos sensibles, dieron vueltas sobre la cama dejándose hacer, mezclando su cabello negro con el azul sobre el mismo lecho. Sintiendo que las llamas surgían de su vientre hasta que su explosión de amor vio salida con la combinación de besos, caricias y sus constantes envites. Sensación repetida con mayor grado de intensidad por el miedo de soltarse, de nunca volverse a ver.
La calma prosiguió a la tormenta durante el galicinio, momento en que él decidió despedirse—. Si algún día quieres tomar un café búscame; aunque me aleje, jamás me iré —prometió depositando un beso en su frente, pronunciado apenas audible enviado su corazón al paraíso—, 我爱你.
Ella lo despidió desde su ventana como a Romeo yendo de forma incógnita con Julieta, su historia de amor favorita.
Y una vez hubo desaparecido tras la barda se dio cuenta de que a diferencia de Shakespeare, ellos colocaron al punto final dos más, dejando este cuento en suspensivo porque no lo podían terminar.
¿Tomamos un café?
Fue un gusto lector.
Agosto - 15 - 2023.
¡Sorpresa!
Andaba corrigiendo Llorar por tí para ponerme al corriente pero nomás mi cabeza se imaginaba otras cosas y pos terminé el capítulo final de este three-shot. ¿Alguien se esperaba algo como esto? ¡Aaah! Que no se me note cuando de repente se me va de las manos el bashing contra Ranma ja, ja, ja. Perdón Saotome, de pronto veo la serie y me desespera tu lentitud. Pero me caes bien, lo juro.
Bueno. Originalmente tenía planeado subir los tres capítulos en una como lo hice con Las amantes de mi esposo ¡Pero! Al final tuve demasiado trabajo para terminar los dos últimos a tiempo y me ganó la emoción. Sorry. Ahora si está terminado.
Gracias infinitas a todos aquellos que le dieron una oportunidad al segundo crack shipp de mi probable saga Akane con todos, Ranma llorando, digo, digo, Ranma con nadie xD.
Lo que haya pasado después con este trío problemático ¿Lo deciden ustedes? Supongo que es lo más seguro.
Nuevamente gracias a todos por su estadía y paciencia. Ya saben, beban agua, lleven sombrilla a todos lados, coman sus verduras para encontrarnos en otra historia nuevamente.
Besos enormes, bye bye.
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