Natasha 15 años. El escape.
NATASHA.
Corrí por las calles tan rápido cómo pude, estoy segura que me fracturaron el tobillo a propósito para que no pudiera huir, Mijail me lanzó a los lobos cómo castigo por matar una de sus muñequitas bonitas, cuando llegué en el plazo estipulado, creí que me había salvado de un castigo peor, pero no, el hijo de puta quiso hacerme saber que él es quien pone las reglas, las modifica, las tuerce a su antojo, y cómo estaré un tiempo en casa, sufriré las consecuencias de su ira hasta que encuentre una chica tan bonita y tonta cómo la que le quité para que de desquite con ella.
Pero cómo dije, yo no moriré siendo su perra, por lo que, apenas se durmió en su lado de la cama, tomé su camisa apestosa a vejete verde y sin preocuparme en lavarme o intentar hacerme ver más decente, abrí la puerta, observando el nevazón que está cayendo, hace frío, voy escasamente vestida, adentro la calefacción está encendida y podría sentarme junto al fuego, pero... pero...
— No voy a ser una perra cobarde, si muero, que sea huyendo de él.
Cerré la puerta a mi espalda y me colé por las instalaciones, arrastrándome por el frío piso, ocultándome tras las murallas, utilizando todos los puntos ciegos que conozco para que la seguridad no me atrapara, fue un error de parte de Mijail dejarme a mí definir los puntos de vigilancia, la ubicación de las cámaras, los francotiradores, los horarios de los guardias... yo diseñé todo eso para él y nunca lo modificó, es un tonto que confía demasiado en que su mocosa favorita, su diamante mejor pulido no intentaría nunca escapar de sus garras.
Los pies comenzaron a dolerme luego de un par de kilómetros, pequeños pinchazos recorren mis plantas, mi tobillo roto es un completo martirio, me ha hecho caer tres veces, aún así, continuo levantándome, ignorando las protestas de mi cuerpo, resbalándome en la ultima vuelta directo a una pequeña colina empinada, golpeándome las costillas con gruesos troncos, rasgando la camisa que llevo puesta en varias oportunidades, ganando rasguños y nuevo moretones a los antiguos, cayendo hasta la fría carretera congelada.
A duras penas apoyé los antebrazos en el frío suelo para levantarme, apenas me responde el cuerpo, me estoy congelando, toda yo está empapada, mis pies... mis pies están azules, perderé mis pies, voy a morir aquí, moriré y nadie me extrañará, no tengo a nadie, no soy nadie, no tendré ni siquiera una tumba ¿Para qué? Nadie iría a dejarme flores.
— Mamá... ¿No podías quedarte un poco más conmigo? ¿Tanto aborrecías mi presencia?
Lloriquee recordando la frialdad con la que ella me empujó hacia Mijail mientras recibía el dinero, fue la primera vez que me sonrío y dijo "Espero que soportes lo suficiente para que no me quiten mi dinero, mocosa".
Ella nunca me quiso, nunca nadie me ha querido. Supongo que existen personas que están destinados a la soledad y a vivir los horrores del mundo.
Terminé recostándome en la carretera de espalda, viendo la nieve caer sobre mi rostro y mi cuerpo tullido y lastimado, resignándome a la muerte, de todas maneras, nadie me ayudaría, soy la mascota de la Bratva, nadie iría nunca en contra de los deseos de Mijail, no tengo salvación.
— Dolerá sólo al comienzo Natasha... luego no sentiremos nada y estaremos bien por fin.
Me consolé mientras mis lagrimas caen y se estrellan contra el suelo. Duele ser débil e incapaz de protegerme, duele no tener a nadie a quién pedirle ayuda, duele no saber nada del mundo ni de la vida, duele ser una cosa que se limita a obedecer órdenes, duele... duele cuando te privan de comer, duele cuando tienes tanto frío durante la noche que no puedes dormir, duele el maldito collar que me obligan a usar... duele tanto ser quién soy...
— ¿Por qué mis padres me dejaron vivir? Podrían haberme dejado en la basura y yo estaría ahorrándome toda la puta vida de mierda que me dieron.
Sollocé con fuerza, la nieve comienza a cubrirme, tengo tanto frío que no siento los pies ni las manos, el dolor del tobillo es insoportable, mi pie ni siquiera está en su posición, creo que me rompí un par de costillas en la caída y estoy sangrando ¿Cuánto tiempo más debo esperar para poder descansar por fin? Dicen que el infierno es calentito y acogedor, un lugar dónde podemos vivir una segunda vida sin limitaciones, sin carencias, un lugar dónde el respeto y el libre albedrio lo es todo... quiero eso... yo sólo... quiero pertenecer a un lugar...
Cerré los ojos cuando soportar se me estaba haciendo demasiado, pasaron unos minutos o quizá horas, no lo sé, cuando la fría noche se iluminó y me hicieron abrir los ojos de golpe, viendo un grupo de autos oscuros transitar la vacía carretera, banderines rusos en los puntos delanteros...
— Mierda... es Mijail...
apenas y tengo fuerzas para abrir los ojos, apenas y puedo hablar, estoy congelándome.
Ni siquiera hice algún esfuerzo por hacerme notar, cerré los ojos, recostada en ese mismo lugar, deseando que continúen su camino y me dejen aquí, ya no les sirvo, los pies azules significan peligro, así no le serviré, yo no...
— ¡Yura! ¡Está viva! ¡Llama al doctor y que espere en casa!
Abrí ligeramente los ojos cuando algo calentito cubrió mi cuerpo, y un hombre me levantó, acercándome a su cuerpo para hacerme entrar en calor, caminando a grandes zancadas hacia su auto, dónde una mujer ya esperaba para sujetarme sobre ella, usando su propio abrigo también para hacerme entrar en calor, luego llegaron las mantas térmicas, y en cinco segundos, estábamos en movimiento otra vez.
— Alexei está muy lastimada, apenas viva ¿Quién crees que le hizo esto?
La mujer suena preocupada y enojada en partes iguales, no para de frotarme los brazos para hacer que entre en calor, huele bien, dulce, es bonita.
— Sólo un puto loco trataría así a una niña ¿Crees que escapó de casa?
— ¿Qué clase de padres le harían esto a sus hijos?
Debatió la mujer.
— Te sorprendería la cantidad de psicópatas que hay en el mundo.
— No quiero volver con él... no quiero ir... con ellos...
Supliqué encogiéndome en los cálidos brazos de esa mujer, sollozando.
— ¿Quién es él? ¿Quiénes son ellos? Me encargaré, pequeña, sólo dime.
Pidió el hombre mientras me esfuerzo en negar.
— Es peligroso, no... por favor no...
— Yo soy más peligroso ¿Quién se atreve a meterse en mi territorio?
— Alexei... está conmocionada, es mejor no presionarla, ayudémosla ¿No es esa nuestra especialidad? — La mujer acarició mi cabello, quitándomelo del rostro, sonriéndome amable—. ¿Tienes familia?
— No. Estoy sola.
— ¿Cuál es tu nombre?
— Natasha.
— Pues que suerte la tuya, Natasha, a mi esposa le encanta adoptar niños, y a mi me encanta todo lo que la haga feliz a ella, tranquila, estás en buenas manos, sea lo que sea lo que hicieron contigo, no volverá a pasar mientras estés con nosotros, te lo juro.
Las personas suelen prometer para que los ingenuos caigan en sus redes, yo no caí, fui escéptica por semanas, los vigilé cada vez que estaban en mi radar, dormía poco en las noches y me sentaba frente a la puerta, esperando que alguien viniera a tomar su turno conmigo, pero nunca vino nadie, eso fue lo primer que me extrañó, nadie me tocó ni una sola vez.
En mi tercera semana con ellos, intenté romper el yeso en mi pierna para poder correr más rápido si algo sucede, debo estar alerta por si hay peligro y ellos deciden que ya es tiempo de darme utilidad, pero el señor Alexei me vio, me quitó el martillo, y cargándome como costal de papas, me llevó a la enfermería para volver a ponerlo en su lugar, pidiéndome por favor que no me lo quite hasta estar curada.
Me dio una paleta y salió del lugar sin más, tratándome como a una niña, tratándome cómo trata a todos sus hijos.
Me quedé diez minutos meditando en la enfermería mientras como mi paleta ¿Dónde me vine a meter? ¿Realmente son buenas personas? ¿No hay truco?
En mi cuarta semana, me colé a la habitación de los gemelos grandes para investigar si hay indicios sobre si les han hecho algo, por lo que escuché, no son hijos biológicos de la pareja, podrían estar utilizándolos y por eso no me han tomado a mí, pero los encontré fumando algo de mal olor, pensaron que los acusaría, así que me taclearon para alejarme de la puerta, cayendo contra el mueble que sostiene las velas aromáticas que según ellos eliminarían el olor de la hierba, y por consiguiente... quemé las cortinas.
el humo hizo encender los aspersores del techo, y en menos de tres minutos teníamos a Yura y Alexei en la habitación, dándonos una charla de una hora sobre la seguridad y sobre que los hermanos no se pelean ni se acusan.
Estuvimos la siguiente hora usando una camiseta gigante, los tres metidos ahí, y la maldita prenda decía "Los hermanos no pelean". Logan me lo explicó, porque soy una tonta que no sabe leer ni escribir. Gracias a ese castigo, conocí mejor a mis compañeros de encierro, ellos fueron rescatados cómo yo, de personas que abusaban de ellos... cómo yo, y ambos me juraron y re juraron que podía confiar en Alexei y Yura, quienes se habían convertido en sus padres legales.
Landon dijo que los escuchó hablar, quieren hacer lo mismo conmigo, darme el apellido Petrova, que me quede aquí, al parecer son importantes, podrían protegerme de Mijail, pero no quiero revelar aún de dónde provengo, no si eso puede meterlos en problemas.
Decidí que les daría a todos el beneficio de la duda y dejaría de esconderme por los rincones, esa noche fue la primera vez que compartí una comida con ellos.
En mi sexta semana por fin me quitaron el yeso y mis costillas sanaron, estoy completamente bien y Yura me invitó a bailar con ella en su espacio seguro, su sala de música, le enseñé lo que a mí me enseñaron para seducir hombres, ella se horrorizó al comienzo, al ver que comencé a cerrarme por su reacción, cambió la expresión y dijo que ella se conocía unos movimientos mejor y comenzó a bailar igualita a mí.
Disfruté la clase de baile, Yura sabe bailar todos los estilos musicales que sonaron por el radio, canta precioso, toca instrumentos, y es inteligentísima, además, es amable, bonita, no se enoja por mis errores, es compasiva, es cariñosa, y le gusta mucho hacer mimos, por lo que decidí contarle que no sabía leer ni escribir, y que me gustaría mucho aprender más sobre mi lengua materna.
Al dia siguiente Yura me tenía un profesor privado en casa, sabe que no quiero poner un pie fuera de la propiedad, por lo que, sus hijos estudiaban fuera durante el día, y yo me divertía en casa con clases magistrales para ponerme al día con todo lo que me he perdido.
Mi primera calificación fue perfecta, estaba tan feliz que fui hacia el despacho de Alexei y entré sin tocar, él estaba en medio de una reunión, no pude frenarme a tiempo ni tampoco cerrar la boca cuando ya estaba parada junto a él, dando brincos de emoción, enseñándole mi examen.
— ¡Aprobé! ¡Aprobé con nota perfecta! ¡Lo logré!
Las personas frente a él usan trajes, las armas relucen bajo sus chaquetas, son personas peligrosas, quizá conocen a Mijail, quizá me han visto, quizá están aquí por mí.
La alegría que me invadió, tan pronto cómo vino, se fue y dejé de celebrar, mirando a esos hombres con detenimiento mientras retrocedo tan lento cómo me es posible, cómo si así pasara inadvertida.
Alexei no tuvo los mismos planes, me levantó por las axilas haciéndome girar dos, tres veces, haciéndome reír al ver su propia alegría.
— Esa es mi hija, carajo, toda una genio —Bajándome al piso—. ¿Les había contado sobre mi hija? Sacó mis genes, es toda yo, pero está un poco loca, como Yura, una mezcla perfecta.
Carcajee por lo bajo, relajándome al ver que esa gente que está sentada frente a él son de los suyos, sigo estando segura, Alexei tiene negocios peligrosos, tiene prestigio y poder, estaré bien mientras no salga de aquí.
— Me esforzaré por sacar buenas calificaciones en todo, Alexei, pero me gustaría no atrofiar mis otras habilidades ¿Podemos ir al campo de tiro cuando tengas tiempo? Una competencia, soy muy buena en ello.
Alzó una ceja con curiosidad, cruzándose de brazos.
— Muy buena eh — Sonriéndome—. Por supuesto que podemos ir —Rodeándome por los hombros—. Ve a comer un refrigerio mientras tanto, te alcanzo en unos minutos, princesa —Besando mi coronilla—. Hice preparar esos rollitos de canela que tanto te gustaron cuando los probaste.
— ¡Gracias Alexei!
Rodeando su cintura con fuerza, mientras soporto el golpeteo feliz de mi corazón dentro del pecho.
— Y si necesitas algo, si quieres algo, cualquier cosa, Nat, sabes que puedes pedírnoslo a nosotros o al personal, eres parte de esta familia, esta es tu casa.
Familia.
Hogar.
Cariño.
¿Qué más podría pedir?
Seis semanas tardaron en derribar las murallas de miedo y desconfianza que con tanto empeño construí y se colaron en mi corazón.
Siete meses después... Mijail me encontró.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top