Capítulo 35

Santino, Aless, el chofer que obviamente no se perdería mi fiesta, y yo, cantamos todo el camino canciones como Men! I feel like a woman, SexyBack, Watermelon Sugar, Wannabe, y canciones de ese estilo, cantando a todo pulmón, con los vidrios abajo y la música a tope, sin importar el frío, o las personas que se nos quedan viendo raro, después de todo, a esa hora, un viernes por la noche sólo hay borrachos, drogadictos o personas dispuestas a pasarlo tan bien como nosotros.

Terminamos estacionando en un gigantesco club que ilumina el cielo con sus luces dirigibles, desde el exterior puedo escuchar el caos que hay dentro, la música fuerte, los gritos felices, necesito estar ahí dentro, necesito divertirme como todos ellos.

— Por aquí, novia.

Dijo Santino, tomando mi mano, dejando la enorme fila de la entrada para acercarnos al lateral del edificio, Aless tocó tres veces mientras me guiña un ojo y la puerta fue abierta para nosotros, mostrándonos a dos guardias que no parecen guardias en realidad, visten muy sexy para eso.

— ¿Llegó la novia?

Preguntó uno de ellos, observando el pequeño velo en mi cabeza y a mí, sonriéndome.

— Así es, que comience la diversión.

Dijo Santino, empujándome hacia el interior, dónde esos hombres me atraparon y comenzaron a arrastrarme mientras bailan animados, esto comienza a ponerse interesante, me cosquillea la piel de la expectación, quiero bailar, beber y divertirme, hace meses que no lo hago.

— Preparamos todo lo que pidió el señor Santino —Comentó uno de los hombres—. Para que la dama de la mafia tenga una noche inolvidable.

Miré con sorpresa a mi amigo que camina unos pasos por detrás, relajado, con todo el sequito de hombres a su espalda ¿Por qué él se ese gran detalle? Se supone que debemos guardar el secreto, hemos estado meses manteniendo la boca cerrada y este va y se lo dice a un completo desconocido.

— Tú relájate, muñequita, esta noche tengo todo controlado, confía en mí.

Guiñándome un ojo, relajado.

— Entonces, que comience la fiesta.

Sonriéndole.

Si Santino dice que todo estará bien, dejaré esta noche en sus manos.

Todos los chicos ingresaron a un cuarto y a mí me enviaron a otro, hoy es fiesta de disfraces en el club y tienen todo preparado para mí, una falda más parecida a un tutú de ballet, blanca, un corsé ajustado que me hace unos pechos increíbles, una liga, ligueros y zapatillas para ir cómoda, todo blanco, la corona con el mini velo es el toque final.


Me miré al espejo, atusé mi cabello y dejé el cuarto, viendo a los matones lucir cómo sexys policías vistiendo pantalones ajustados de cuero, esposas colgando de un lado y la supuesta camisa, sin brazos y abierta, mostrando esos músculos tan bien trabajados y sus pectorales bronceados, estoy segura que conseguirán muchas chicas hoy, querrán arrancarles la ropa a mordiscos apenas les pongan los ojos encima.

— ¿Cómo te sientes, Nat? ¿Lista?

Preguntó el castañito apenas se encontró con mi mirada, acercándose hasta tomar mi mano, sonriéndome amplio y malicioso, tanto que hasta se le empequeñecieron sus ojos, se ve más joven, cómo un chiquillo que se salió con la suya al hacer una travesura.

Mamá tenía razón, debo dejar de buscar culpables y vivir el momento, hoy es mi cumpleaños, por fin soy mayor de edad y es mi despedida de soltera, hoy no me lamentaré ni pensaré en la maldita de Irina, voy a divertirme.

— ¡Lista!

Respondí con efusividad, dándole un apretón a su mano, dejándome arrastrar hacia el grupo dónde todos hacen poses musculosas y divertidas para hacerme, reír, pero Vincenzo, que no puede vivir en el anonimato se paró frente a todos, inclinándose hacia mí, observándome de pies a cabeza, robándole mi mano a Santino para hacerme girar y mirarme mejor.

— Te ves increíble bombón — dijo Vincenzo en conclusión, repasándome otra vez, nada de miradas lujuriosas, suena cómo un amigo orgulloso—. Mi primo es un hombre con suerte.

Llevé la mano al collar, acariciando la pieza, recordando la inscripción.

— Yo también tengo un montón de suerte.

Respondí.

— ¡Llegó la novia!

Gritó Aless, llamando la atención del presentador, robándole mi mano a Vincenzo para arrastrarme entre la gente, abriéndome paso, nada de sentimentalismos hoy, vamos a alocarnos cómo en los viejos tiempos...

Bueno, no cómo antes, soy una mujer comprometida ahora, ya dejé atrás esos días de ir a follar a los baños... A menos que ese alguien sea mi próximo marido, entonces sí que iré a echar un polvo al baño, será interesante tirar un polvo exótico con Caesar.

— ¡Llegó la novia, chicos! — tomó el micrófono, llamando la atención del público—. Y no es cualquier novia, es LA novia, prometida del señor Caesar Marchetti, que venga la dama de la mafia —Señalándome—. Esto no es fiesta hasta que tenga unos buenos grados de alcohol encima.

Volví a mirar a Santino con sorpresa ¿Por qué le está contando a todos? ¿Qué pasa si una de las familias se entera? Estamos tomando demasiado riesgos hoy y eso que vamos sobrios.

De todas maneras, estiré mi mano hacia el presentador que vino por mí al pie de la escalera, Santino dijo que se hará cargo, así que subí al escenario mirando a la gente que observa entre las ansias y el susto, hay mafiosos entre ellos hoy, pueden pasar tantas cosas, aún así, la adrenalina y el alcohol los tiene locos a todos.

— Vaya, pero que dama más hermosa tenemos aquí — Dijo el sujeto, haciéndome girar—. El Capo tiene excelentes gustos.

Y muy mal humor, cuidado.

Una sola seña de su parte fue necesaria para que el personal acomodara una mesa larga y angosta frente a nosotros sobre el escenario, ocho chupitos fueron servidos y los vitoreos no se hicieron esperar, hay tanto ruido que me estoy quedando sorda, aún así, fue emocionante sentir aprobación, me siento cómo niña con juguete nuevo, hasta los ojos deben brillarme de la expectación.

— Ahora, señorita ¡A beber que la noche no comienza hasta que la novia se alcoholiza!

No tuvo que repetírmelo dos veces, sin chistar, tomé uno a uno, bebiendo el líquido ignorando las protestas de mi garganta y mi estómago, esto es tequila puro y duro, para finalizar, metí en mi boca un cuarto de limón, levantando los brazos, celebrando.

A Aless podría haberle dado un paro ahí a los pies de la escalera, me mira con pánico y se sujeta del pelo al ver que bebí todo y el no probó nada primero ¿Por qué esa nueva obsesión de probar todo lo que como o bebo? He probado veneno antes, era la catadora de Mijail, ese bastardo me tiró a los perros siempre, soy inmortal.

— ¿Nos iremos a casa temprano chicos?

Preguntó el sujeto a mi lado, interrumpiendo el hilo de mis pensamientos.

— ¡No, claro que no!

Respondieron todos a coro, levantando sus vasos hacia nosotros, derramando parte del líquido, y sorpresa, a nadie le importó mojarse un poquito, están hasta el culo de ebrios, con razón no salieron corriendo al ver que compartirán con nosotros hoy, no están tomándole el peso al asunto cómo corresponde.

Las luces bajaron más si eso era posible, cambiando a rojo, dándole otro ambiente al lugar, por ambos lados del escenario, dos chicos por lado, subieron al escenario, visten igualitos a unos novios de torta, para comérselos, uno de ellos me ofreció el brazo y por inercia lo tomé, dando un pequeño recorrido conmigo para que la gente nos viera, haciéndome girar, suspirando cuando posó sus ojos en mi culo cubierto por las pantaletas blancas bajo el tutú, otro tomó un anillo falso con una gran piedra encima simulando un diamante, deslizándolo por mi dedo, y el tercero me llevó a la silla en el medio del escenario, la música se hizo más rápida, sensual, los sujetos me guiñaron el ojo antes de arrancarse la ropa, literalmente, desnudándose, primero la chaqueta, arrancaron el corbatín, rompieron sus camisas, y restregaron sus pechos desnudos por mi cuerpo, uno de ellos, separó mis piernas y deslizó su nariz muy cerca de mi entrepierna, por mi ombligo y se detuvo antes de llegar a mis pechos, tiene claros sus límites y valora su vida.

El siguiente me sujetó por las piernas hasta engancharlas alrededor de su cadera, apretó el respaldo de la silla tan fuerte que los nudillos se le pusieron blancos y entonces se contorneó, simulando embistes poderosos que me movieron completa ¿Cómo no? Si peso menos que un paquete de patatas fritas y soy diminuta, Santino le dio al clavo con su apodo, me dice muñequita porque puede manejarme a su antojo cuando así se lo permito, bien dicen que la malicia viene en frasco pequeño y yo doy fe de eso.

Apoyé las manos en los hombros del sujeto por miedo a caer, viendo a la gente comenzar a lanzar dinero mientras me toquetean, me bailan e intentan seducirme en el proceso mientras yo frunzo el ceño, sintiéndome extraña de estar en la otra cara de la moneda, generalmente yo soy la stripper, nunca estuve en esta posición.

En un pestañeo, arrancaron sus pantalones de un solo movimiento, el tercer sujeto apoyó un pie entre mis piernas, directo en la silla para pararse en ella, se sujetó del respaldo y en el rostro tenía su verga cubierta por el diminuto short de cuero, tragué grueso.

Aquí es cuando yo pienso <<Mente sana come manzana, piensa en peras y no en bananas>>.

Y pillándome desprevenida, el sujeto uno y dos tomaron mis manos y las pusieron directo en sus paquetes cubiertos por esos diminutos shorts sin posibilidad de quitarla, entonces la música cambió, la luz se apagó y se encendió en dos segundos, y ya tengo a un sujeto sobre mí, moviendo las caderas, apretándome las piernas con las suyas, y en un suave movimiento movió la silla hacia atrás, recostándome en el piso, acomodándome en horizontal para que el público los viera mejor.

La gente se vuelve loca, el dinero llueve, los gritos me ensordecen, el corazón lo tengo en la garganta, me lo estoy pasando de puta madre.

Luego todo se puso intenso, me sentí ultrajada mientras me "bailan" moviendo mis piernas de un lugar hacia el otro, simulando posiciones sexuales, moviendo sus caderas una y otra vez, la silla se perdió y terminé a cuatro patas sobre el piso, lastimándome las rodillas, fue toda una locura, estoy sudando por las luces y la acción ¿Lo peor? ¡Tengo que portarme bien! No toqué nada a propósito, lo juro, soy una mujer enamorada y casi casada, disfrutaré hasta el límite de lo permitido, eso me he repetido todo el tiempo.

Para cuando terminó el espectáculo y me pusieron de pie, los muy amables sujetos me acomodaron el cabello y estiraron mi tutú, dándole tiempo al sujeto del micrófono para que suba otra vez mientras yo asimilo los últimos minutos y recibo la copa de lo que sea que me ofreció, bebiéndomelo de un sorbo, limpiándome la boca con el dorso de la mano, soltando el aire acumulado, pensando en Caesar, quiero follar.

— Vaya, mi dama ¿Cómo estuvo su bienvenida?

Preguntó inocente, debe estarme leyendo la mente, eso o huelo a sexo.

¿Ya dije que quiero sexo?

— Bueno — Respondí jadeante, me falta el aire—. Si valoramos nuestras vidas, no contaremos nada de esta noche ¿De acuerdo?

Sonriendo aún recuperando el aire, estirando la copa al hombre que se acercó con una botella, alentándolo para que la llene en vez de dejarla sólo a la mitad y así continuar bebiendo.

— ¡Lo que pasa en la despedida de soltera, queda en la despedida de soltera!

Gritó el público.

Al parecer, este lugar es el favorito de las novias, el ambiente y los bailarines son de lujo, exclusivo y saben guardar secretos, Santino eligió bien.

Bajé del escenario ayudada por los bailarines, guiñándome un ojo y acariciando mis brazos más de lo necesario, acercándome a mis amigos, quedando dentro del círculo de hombres que se parten de la risa por su travesura de hoy, fue Vitto quien me entregó una botella, leyéndome la sed en el rostro.

— ¡Vamos a beber como en la madre rusia en honor a nuestra rusa favorita, una botella para cada uno, mierda!

Dando un sorbo a su botella de ron antes de señalarme con esta, y el resto repitió la acción, chocaron botellas y bebieron en mi honor, claro que yo también me les uní.

— ¿Por qué contrataron cuatro vedettos? ¿Es que no valoran su vida? Si Caesar se entera nos cortará la cabeza.

Protesté, bebiendo de mi vodka.

Como amo el vodka, joder.

— Qué parte de ¿Lo que pasa en la despedida de soltera, queda en la despedida de soltera no entendiste?

Dijo Santino.

— Es que pasó algo muy raro, tenía penes restregándose en mi rostro y no me dio nada, absolutamente nada, yo sólo pensaba en peras y no en bananas cuando antes sólo pensaba en bananas — Expliqué—. Tú sabes castañito que yo tengo un grave problema con el sexo, lo necesito cómo al aire para respirar, pero... pero yo quiero un polvo exótico con mi pelinegro que espera en casa ¿Es que me hice Caesarsexual?

Estoy totalmente impresionada por los nuevos descubrimientos, creo que estoy curada de mi hipersexualidad, eso o sólo quiero subirme al pito de mi hombre las veinticuatro horas del día, todos los días, por el resto de mi vida. Que viva enterrado en lo más profundo de mí, eso me gustaría. Pero me curé de lo otro, estoy segura.

— ¡Ay no, mi perrísima amiga ya no dará más putivueltas! — dijo Aless, fingiendo horror—. Y ya no podremos ir a follar al baño, ratita insaciable, se acabaron los polvos exóticos.

Tocándose el pecho cómo si eso lo ofendiera, que mentiroso.

— Admítelo, los polvos en el baño conmigo eran los mejores — carcajeé—. Lastima que jamás hicimos un trío con Santino — Miré a mi amigo—. Eres un marica, ya te hice una paja, imagínate cómo hago lo otro, lo habríamos pasado tan bien...

Guiñándole un ojo, bebiendo más vodka mientras él se pone rojo de la vergüenza al recordar ese trabajito.

— ¿Un trío contigo y Aless? — Nos miró a ambos cómo si se lo pensara—. Uno, yo ni siquiera sabía que era bisexual en esos días, dos, no te veo de manera sexual, mocosa.

Tocando mi frente.

— ¿Y en el club ruso? Bien que ibas a follar conmigo cuando te lo pedí, me tocaste el culo, tengo buena memoria, y dejaste que te tocara el pito hasta que te corriste.

Se sonrojó hasta las orejas, fue tan gracioso ver como se le traban las palabras que todo el mundo comenzó a reír.

— Lástima que seré mujer casada pronto, si no fuera Caesarsexual, y esta fuera una fiesta cualquiera como las de mis primeros días con ustedes, hubiésemos hecho un trío — Palmeando la mejilla de cada uno—. ¿Pueden ya sólo besarse o algo? Es un secreto a voces que están juntos, sólo que ninguno formaliza nada, son unos idiotas.

Sostuve el rostro de ambos, planté un beso en los labios de cada uno y me fui con Vincenzo para darles espacio, dos segundos bastaron para que comenzaran a enrollarse cómo si se odiaran, apretándose uno con otro, toqueteándose y metiéndose la lengua mientras jadean cómo dos perros en celo, el rubio arrinconándolo contra la pared para someterlo mejor, a Aless siempre le gustó el control.

— Cupido, novia sexy, alcohólica ¿Qué más serás esta noche?

Preguntó, chocando su botella con la mía, bebiendo.

— No lo sé, puedo ser bailarina también, deja que me acabe la botella y me hago stripper — Carcajee—. Extraño bailar, antes lo hacía todo el tiempo, todos los días sin falta, había mucha gente que iba a los clubes sólo a verme a mí.

— ¡Cambio!

Gritó Carlo, uno de los matones.

Todo el mundo se apretujó e intercambiamos botellas, ahora tengo el tequila entre las manos, uno que sabe a miel, arde, pero arde rico.

— Te reto, mocosa.

La sonrisa peligrosa en esos labios no me gusta nada, algo me dice que no acepte su reto o puedo meterme en problemas.

— Acepto.

Soy estúpida, pero no cobarde, Natasha Petrova jamás dice que no a un reto.

— Te reto a beber toda la botella — La miré de reojo en mi mano, queda la mitad—. Y bailar en el tubo — señalando—. Sin caerte. Intenta no partirte la cabeza o mi primo va a quebrarme el cuello, por favor.

La sonrisa se deslizó por mis labios.

— Hecho. Si lo consigo, te quitas los pantalones, policía sexy.

Alzando una ceja en su dirección, esperando una respuesta.

— Yo tampoco soy un cobarde — Extendiendo su mano hacia mí—. Trato hecho, mocosa.

Estreché esa mano, le guiñé un ojo y empiné la botella, bebiendo el contenido trago tras trago, trago tras trago sin darle tiempo a mi mente de analizar la mierda que me estoy metiendo al cuerpo, y luego de acabar hasta la última gota, me acerqué al escenario, fui con el DJ y le pedí Lady Marmalade, contándole lo que quería hacer, y muy amable el sujeto, espero a que estuviera en posición para colocarla, uniendo fuerzas con los chicos de iluminación para que el lugar se encendiera en rojo y los reflectores me apuntaran a mí.

Tomé asiento en la silla cómo recordé, separando las piernas de golpe cuando la música me lo indicó, giré el cuello para mover el cabello y menee los hombros, mostrando todos mis atributos antes de levantarme y sujetar el tubo, acariciándolo con morbo antes de colgarme en él y comenzar a girar, maniobrándolo cómo una experta, haciendo uso de mi fuerza de brazos para colgarme de cabeza y separar las piernas a todo dar, girando lento para que lo vean todo.

Eso no fue todo lo que hice, Vincenzo me retó y lo haré bien, terminé sujetando el tubo con mis piernas aún de cabeza, moví los brazos, y enseñé el culo, hice uso de mis mejores maniobras para seducir tanto a hombres cómo mujeres, viendo los billetes volar a mi alrededor, no pude evitar cerrar los ojos un segundo y respirar profundo, sonriendo, sintiéndome completamente en mi ambiente.

Esta también soy yo.

Sólo al terminar, me di cuenta de la cantidad de dinero que gané luego de ese pequeño reto, recogí todos los billetes enrollándolos juntos y los guardé en el brasier, despidiéndome del amable público con toda la parsimonia posible, frunciendo el ceño al ser interceptada por un par de hombres que intuyo acabarán con mi buen humor.

— Bonita ¿Quieres bailar?

Estirando su mano para tomar un mechón de cabello, enrollándolo en su dedo.

— ¿Podemos ser tres en ese baile?

Preguntó otro sujeto, ambos al pie de la escalera, impidiéndome pasar.

— Me voy a casar, no estoy disponible.

Respondí, pero ni aun así no se movieron.

— ¿Y qué? Es tu despedida de soltera, nosotros podemos hacerte recordar lo divertido que es ser libre, así te lo piensas mejor ¿De qué sirve casarte tan joven?

— ¿Escuché a un par de idiotas intentar seducir a la prometida del Capo? — Vincenzo apareció tras de ellos justo a tiempo, sacándoles unos buenos centímetros—. Mi primo no es un hombre amable ¿Quieren que sus familias no encuentren ni una uña de ustedes para enterrarlos?

Ambos temblaron, retrocediendo.

¿Se les habrá olvidado a quién le coquetean?

— Sólo fue una pregunta, no intentábamos hacer nada con la mujer del Capo.

Respondió uno de ellos tartamudeando.

— Eso pensé — Vincenzo sonrió—. Ahora largo de aquí, hijos de puta, que tengo un reto que cumplir.

Ambos, nada de tontos, echaron a correr en dirección contraria, y mi amigo, como todo un caballero, tomó mi mano para ayudarme a bajar.

— ¿Por qué aún llevas los pantalones puestos?

Pregunté mientras bajo los escalones sintiéndome cómo la puta ganadora de este trato.

— Si tanto quieres verme desnudo, te daré el placer.

Arrancándose los pantalones como los vedettos de antes, las mujeres pensaron que era parte del personal del club y rápidamente lo arrastraron a la pista, el otro nada de enojado, se dejó manosear, besando a un par de chicas en el proceso, olvidándose por completo de mi presencia.

— ¿Dónde fue Santino y Aless?

Pregunté a Massimo, el primer conocido que se me cruzó, hay demasiada gente aquí.

— Fueron al baño, un polvo entre colegas, dijeron — Encogiéndose de hombros—. Yo no sé si son estúpidos o cual es el problema, llevan meses coqueteándose, fingiendo supuestamente no tener nada, cómo si nosotros no supiéramos que son novios hace mucho.

Colocando una botella entre mis manos.

Oh mierda, más alcohol y yo tan mareada.

— Tengo la misma duda Massimo — negué divertida—. Luego de asegurarnos que llegue viva a mi boda, pasaremos a la operación SanLess, haber si dejan de desperdiciar el tiempo, nuestra gente no tiene ese privilegio, podríamos estar muertos mañana.

— Me gusta jefa, me gusta, le diré al resto.

Chocó su botella con la mía y nos mezclamos con el resto para continuar divirtiéndonos, gritando ¡Cambio! Cada tanto para probar diferentes tipos de alcohol.

En cierto punto me junté con un grupo grande de mujeres, todas muy amables y divertidas que bailaron conmigo, hablamos, fuimos al baño juntas como todas las chicas hacemos y contamos nuestras penas de amor mientras fingíamos ser amigas de toda la vida, aconsejándonos las unas a las otras, tomándonos fotos para el recuerdo e intercambiando redes sociales jurando que nos volveríamos a ver para ir a comer o ver una peli.

Las amigas de baño son lo mejor.

Y como la noche es joven, fui arrastrada al escenario otra vez, otra ronda de vedettos y de pensar en peras y no en bananas, para luego bajar y continuar con la fiesta, que hoy no me voy de aquí si no es en ambulancia, directo al hospital por un coma etílico.

***

CAESAR.

Ocho de la mañana, vestido, bañado, afeitado y perfumado, bajé a desayunar como cada día, Irina ya estaba ahí, como cada día, ocupando el lugar que debería ser de Natasha, pegando su silla demasiado a la mía, arruinándome las comidas con el exceso de perfume que usa, me da nauseas, no sé cómo he podido tolerar esta mierda por tanto tiempo.

Anoche apenas y logré pegar un ojo, mi plan era dormirme luego de oír a la distancia cómo mi chica cumple la mayoría de edad por fin, pasee por siete pastelerías hasta elegir el pastel perfecto, mandé a hacer hace meses ese collar, lo diseñé yo mismo, elegí las piedras, busqué el grabado que más nos identificara... quería que fuera una noche perfecta para ella, lo merece luego de tener que soportar tantos desaires y malos tratos de la puta De Santis que está invadiendo nuestra casa.

Mi buen humor se desvaneció cuando Irina comenzó a aporrear mi puerta con sus puños, lloriqueando y exigiendo que sacara a Natasha esa misma noche o se iba ella ¿Por qué sigue aquí? Natasha no pondrá un pie fuera de esta casa, es la dueña y señora. Luego me enteré de la travesura de mi Pastelito, intenté en serio no reírme cuando abrí la puerta para echar a la intrusa antes que le cerrara la boca para siempre a punta de balazos, pero cuando la vi, mejoró mi humor, estaba bañada en pastel, le sangraba la nariz y lloriqueaba, de seguro mi rubia favorita se esmeró en darle de su propia medicina mientras la mantuvo viva, fue creativa.

De todas maneras, la amenacé y la empujé en dirección a su habitación, prohibiéndole acercarse a mi puerta de nuevo o tendrá consecuencias, sólo así logré dormir.

— ¿Estás contento? ¿Dormiste bien? ¿Descansaste? — Dijo apenas me senté—. Porque yo no dormí nada intentando quitar todo el pastel de mi cabello, esa perra que tienes trabajando para ti me hace la vida imposible y a ti ni siquiera te interesa ¿Es que acaso no te importa ni un poco lo que pasa conmigo? Seré la madre de tus hijos, Caesar, comienza a prestarme más atención.

Rodé los ojos sin contestarle, no me desgastaré discutiendo con ella hoy.

Me hubiese gustado ver a Natasha estrellándole el pastel en el rostro a Irina, me pierdo de mucha diversión ahora que estoy limitado a ser el jefe de esta casa nada más, tuvo que haberle lado tan fuerte que le amorató la nariz, ni todo ese maquillaje que se pone logró cubrirlo, o quizá no lo cubrió para que me diera lastima.

— ¡Dime algo joder! — Golpeando la mesa con ambos puños—. Comienza a mostrarme interés o te haré la vida imposible, Caesar.

Amenazó.

Lentamente voltee a verla mientras el desayuno se servía en el mayor silencio posible, fingiendo no estar ahí, para eso les pago, para ser invisibles en el momento preciso.

— ¿Quién te crees para venir a amenazarme a mí? —Rodeándola por el cuello con la fuerza suficiente para asustarla—. Recuerda bien que tú no eres nada para mí, me das tanto asco que sólo verte me provoca nauseas, y si estás aquí es para cumplir un rol, que, te recuerdo, si no cumples bien, me desharé de ti y tomaré por esposa a cualquier otra estúpida que sí sepa cual es su lugar y mantenga la puta boca cerrada.

Soltándola con brusquedad, empujándola contra la silla, respirando profundo antes de perder los papeles y matarla, echaría a perder el plan y Santino me mataría, se ha pasado meses trabajando en esto, sólo debo aguantar unos días más y ya podré presentar a Natasha cómo mi mujer, una Marchetti, la dueña y señora de todo y todos.

Es sólo que me asquea escuchar a Irina hablar como si lo del compromiso y la boda fuese por amor, yo no siento más que desprecio hacia ella. Mi amor, mi poder, mis riquezas, mi gente, yo, todo es de Natasha, hace mucho tiempo la elegí a ella para compartir mi vida y no habrá nada ni nadie que me impida dárselo todo.

Al final, la perra asintió y se hizo pequeña en el asiento, secándose las lágrimas sin emitir ni un solo sonido, y por fin, en el silencio que tanto me gusta, comencé a comer.

Le di dos... tres bocados a mi desayuno, frunciendo el ceño, el lugar está demasiado silencioso, demasiado vacío, ni siquiera Santino está aquí, y él siempre, diligentemente me da el horario del día mientras tomo el desayuno, Natasha ya debería estarse zampando media mesa ella sola y su asiento está vacío ¿Por qué?

— Antonella ¿Dónde están mis perros?

Pregunté a la mucama cercana, paseando la vista por el lugar.

— Salieron anoche para celebrar el cumpleaños de Natasha, señor, nadie ha regresado.

Abrí mucho los ojos, mirando la hora, casi las nueve y nadie ha llegado.

¿Estarán bien?

Tomé el móvil y revisé los rastreadores, están por llegar a la mansión, conté los puntos de todas maneras, no falta ninguno, tampoco parecen estar lastimados, no hay ningún rastreador pitando, Natasha está con el grupo, al parecer comparte auto con Santino y Aless, ella está bien, que alivio.

¿El estado de cada uno? Eso ya es otra cosa, para haber llegado a estas horas, la despedida de soltera/Cumpleaños de Natasha, tuvo que haber estado muy buena, mi chica adora irse de fiesta, debió pasárselo en grande, me alegra que Santino se la llevase para distraerla de la presión, ella merecía un día libre.

Ya más relajado comencé a comer, revisando correos en el móvil, contestando algunos más urgentes, ignorando los lloriqueos de Irina, llora cada vez más alto para que le prestara atención ¿Por qué no se ahoga con el desayuno y muere? ¿Por qué esta mujer sigue respirando, joder? Creí que, a estas alturas, Natasha ya se habría deshecho de ella, diríamos que se fue y jamás regresó, pero probablemente me enviarían a otra candidata y prefiero esperar esta semana en paz para poder casarme con mi chica y dejar de ocultarnos, muero por decirle a todos que me casé con la mejor candidata de todas.

El estruendo en la entrada principal me sacó de mis pensamientos, risas, tropiezos y bromas se hicieron escuchar, llenando el silencio de la casa, un minuto después tenía a Natasha frente a la amplia mesa, viste un tutú, un corsé, ligas y portaligas, va muy sexy, me gusta la coronita y el mini velo que lleva en la cabeza.

— ¿Y tú que mierda te crees? — Le dijo Irina—. Aparecerte a estas horas cuando ya deberías estar trabajando, vistiendo tan vulgar en frente de tus señores.

Y la perra continua y continua ¿No entendió hace quince minutos que si no cierra la boca se la voy a cerrar a la fuerza?

— Señor, tengo algo que reportar, es urgente.

Dijo Natasha, ignorando a Irina, fingiendo un saludo militar, intentando mantenerse derecha, todo su cuerpo se tambaleaba, el cabello desorganizado, el maquillaje de los ojos corrido...

Mierda, esa fiesta tuvo que haber estado muy buena.

¿Por qué tiene fajos de billetes entre las tetas?

— Primero vas a darme explicaciones —Levantándome de la mesa—. Luego me das el reporte, a mi oficina.

— Sí señor.

Dio vuelta tan rápido que terminó en el piso, carcajeando por sus dos pies izquierdos, tuve que cubrir mi boca con la mano para no reír, caminando hasta ella, esperando a que se pusiera de pie, sujetándose de la pared.

— Sólo para su información, estoy muy capacitada para trabajar.

Dijo la muy mentirosa, sonriente, tanto, que a mí mismo se me escapó una media sonrisa.

Sólo de verla mi día mejora.

— ¿Vas a dejarme desayunando sola?

Preguntó Irina.

Luego miro a esta De Santis de mierda y mi humor empeora.

— ¿Qué comes que adivinas? —Contesté—. Hoy te levantaste muy inteligente Irina, felicidades.

Dejando el comedor, caminando por el pasillo, lento, porque Natasha realmente es un desastre y lo que menos quiero es que se lastime, hay hombres que ni siquiera llegaron a la escalera, algunos quedaron tirados en la entrada... Natasha está haciendo un esfuerzo por decirme lo que sea que quiera decir, apenas y logra caminar.

Ya dentro del despacho, cerré la puerta con seguro y me acerqué a ella a pasos agigantados, besando sus labios, sintiendo el sabor amargo del ron en ellos ¿Cuánto habrá bebido para quedar así?

— ¿Cómo estuvo tu despedida de soltera? ¿A quién debo cortarle las manos?

Saludé y ella carcajeó, echándome los brazos encima para sostenerse.

— Bueno, primero fueron cuatro vedettos, luego dos más, y luego tres — frunció el ceño—. Pero era tan aburrido... Yo soy Caesarsexual y nadie lo entendía.

Se ve tan confundida mi psiquiátrica...

— ¿Y esos billetes?

Pregunté, señalando sus tetas.

— Había un tubo, así que me puse a bailar, dando vueltas y vueltas, vueltas y vueltas, y me dieron dinero — Carcajeó—. Creyeron que era stripper ¡Dinero gratis!

Celebró moviendo los fajos frente a mis ojos mientras retrocede un paso y da saltitos, emocionada por los billetes verdes que carga.

— Yo puedo darte todo el dinero que quieras, no recibas dinero de otros tontos.

Frunciendo el ceño, estoy un pelín celoso.

— Más bien tontas, porque la mayoría que me dejó dinero fueron chicas, hice dudar de su sexualidad a más de una.

Jactándose de su gran hazaña, sigue con eso de necesitar aprobación para sentirse bien, debería traerle un psicólogo, hay muchas conductas de ella que me preocupan, quiero lo mejor para mi niña de la selva.

— Lástima para ellas, porque no pienso compartirte.

Besando su frente.

— Antes de que lo olvide Zar — se tambaleó hacia atrás, golpeando su cabeza con la puerta. Aush... eso debió doler—. Tengo algo muy importante que decir.

Me señaló, sobando la zona golpeada.

— ¿Qué es, Pastelito?

Preocupado por ella, Natasha debería ir a recostarse.

— Te amo.

Sonrió.

Analicé esas dos palabras por unos minutos, no creo que haya querido decir eso, quizá se equivocó, Natasha no suele ser alguien demostrativa.

— No escuché bien, Pastelito ¿Qué dijiste?

— Dije que te amo, tontito, Zar tonto, Sordo.

Ahí estaba mi psiquiátrica, equilibrando sus muestras de afecto.

— No creí que viviría para escucharte decir esas palabras — Intenté dar un paso hacia ella, pero estiró el brazo y me lo impidió—. Me acabas de decir que me amas ¿Y no me dejas tocarte? Eres injusta.

— Es que eso no es todo, y si no me dejas continuar, se me va a olvidar, llevo practicando esto por horas.

Observándome con pánico en los ojos, realmente se está esforzando por enfocarse.

— Está bien, continua, pastelito.

Dando dos pasos atrás, cruzándome de brazos, supongo que eso es espacio suficiente para que mi niña de la selva con déficit de atención se concentre.

— Yo sé que últimamente he sido muy dura contigo, sé que no te digo como me siento y eso te hace sentir dudas, te hace sentir incómodo —¿Quién fue el que se las dio de psicólogo? Porque penetró en la cabeza dura de mi chica por fin, lo contrataré—. Pero Zar, yo de verdad te amo, hoy lo comprobé, tuve la atención de un montón de sujetos, tuve las vergas de esos vedettos en mi mejilla, pero mierda, es que yo sólo pensaba en ti, en cómo me miras, en cómo me tocas, en cómo me besas, en lo segura que me siento entre tus brazos, en las mil formas que me demuestras que me quieres. Yo sólo pensaba en volver a casa, hacer avanzar el tiempo muy rápido para poder casarme contigo y estar encima de ti todo el tiempo como tanto deseo — Se me acercó, apoyando su mano en mi mejilla con delicadeza—. Yo te amo, y lamento no decirlo tan seguido, y quiero que sepas que, a pesar de las discusiones, a pesar que en ocasiones me comporte muy infantil... sin dejar que entres a mi cuarto —Sonando avergonzada—. Mi amor por ti sigue igual de intacto, por eso... llegamos tarde hoy por la mañana, quería ser romántica y retribuir todo lo que haces por mí, así que compré esto para ti.

Mi muy sexy mujer rebuscó entre sus tetas y sacó una pequeña caja de terciopelo azul, abriéndola frente a mí con dedos torpes, casi me vi tentado a ayudarla y abrirla por ella, casi lo hice, hasta que ella por fin lo logró y me mostró el motivo de su tardanza de hoy, un anillo masculino de oro blanco con un zafiro azul cuadrado y grande en el centro, rodeado de pequeños diamantes.

— Busqué el más parecido al collar que me regalaste — Tocando la joya en su cuello—. Quería que tuvieras algo mío, algo que te recuerde nuestra promesa, eres mío Caesar, mira la inscripción.

Señalado el anillo.

Tomé la joya y miré las letras grabadas en el interior "Mío hoy, mañana y siempre".

— Toda una romántica, Petrova.

Dije con ternura, no esperaba algo así viniendo de mi bloque de hielo, los rusos no son muy demostrativos, Natasha no es de expresar en palabras sus sentimientos, pero es tan expresiva con su cuerpo que yo... yo ya sabía que me amaba, pero oírlo de su propia boca... eso no tiene precio.

— Tengo mis momentos, mi amor, póntelo en el dedo anular de la mano izquierda —Frunció el ceño—. Rápido hombre, no tengo todo el día —Cargando su peso en la cadera derecha, cruzándose de brazos—. Por cierto, es de compromiso Caesar, cásate conmigo.

Señalándome con la cabeza.

No pude evitar carcajear mientras deslizo la joya por mi dedo para darle en el gusto, es tan bipolar cuando quiere.

— ¿Cómo supiste el número? Y claro que quiero casarme contigo, loca de mierda.

Mirando mi dedo y la joya que luce en él.

— Santino — Encogiéndose de hombros—. Él lo sabe todo — sonrió—. Bueno jefe — poniéndose seria otra vez—. Hasta aquí mi reporte, logré mi cometido — fingiendo un saludo militar, tambaleándose—. Permiso para ir a vomitar con extrema urgencia.

Dijo, arruinando el momento ¿Cómo tiene tanta facilidad para reventar burbujas?

— Permiso concedido... sólo intenta llegar al baño por favor.

Viéndola algo complicada, se está poniendo verde.

— Buagh...

Tuvo arcadas.

— Deja que te lleve al...

Cubrió su boca con ambas manos, dio media vuelta y echó a correr, desapareciendo por las escaleras que la llevarían al piso superior.

— Baño...

Terminando la frase viendo el espacio vacío.

— Esa psiquiátrica puede ser romántica y toca pelotas a la vez — Suspiré, caminando hasta la cocina—. Diana — Hablando a una de las cocineras—. Comida blanda para hoy, todo el mundo está muerto, y por favor, llévenle algo para las náuseas a Natasha, se puso verde, necesito a esa mujer para un trabajo más tarde y no la veo capaz.

Mentí. Natasha podía tomarse todos los días que quiera.

— Claro jefe, me encargaré de que recupere su fuerza habitual, déjelo en mis manos.

— Muchas gracias.

Di media vuelta y regresé al despacho, cerrando la puerta para evitar a Irina todo lo posible, mi paciencia para tolerarla llegó al límite.

El resto de la mañana me dediqué a observar mi anillo de compromiso, leyendo la inscripción una y otra vez, deseando que los días pasen rápido para gritarle al mundo quién es mi mujer.

Natasha merece que todo el mundo bese el lugar por donde camina.

Si hay alguien digna de ser la mujer del Boss, es Natasha, una serpiente astuta que no dudará en destruir todo lo que se interponga en su camino.

— Ya quiero hacerla mía, joder...

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