Capítulo 32
NATASHA.
Gracias a la visita de la Bratva, los ánimos estuvieron un poco tensos en año nuevo, tanto, que nadie se atrevió a beber, Caesar y Alexei se la pasaron atentos toda la velada, los perros de ambos, nuestros hombres, se la pasaron patrullando tanto dentro como fuera de la propiedad, buscando indicios de algo que estuviera mal, y los demás intentamos hacer ver a los niños que nada sucedió y podían divertirse sin temer a las consecuencias.
Afortunadamente la Bratva aprendió la lección, no creo que quieran ser abiertos como cerdos por Alexei, no por nada le dicen Alexei el despiadado, mi padre no se va con rodeos, mataría al que tenga que matar si es para proteger a su familia y a sus hombres, eso es lo que admiro de él, capaz de mantenerse en pie sin importar el escenario, su voluntad es impresionante, su fortaleza es digna de ser venerada, y es por eso que ahora es el jefe de la Bratva, por fin los rusos dejarán de ser un problema.
Y en cuanto a este viaje... llegó a su fin, y es hora de hacer las maletas para regresar a casa.
— Natasha, cariño, ven conmigo un momento.
Mencionó Alexei, inclinando medio cuerpo dentro de la habitación mientras Caesar y yo hacíamos las maletas.
Levanté la cabeza, confundida, mirando a mi hombre antes de caminar hacia mi nuevo padre, viéndolo sonreír y rodearme los hombros con cariño, haciéndome caminar por el pasillo de su enorme casa hacia la planta baja.
— ¿Dónde vamos?
— Dónde estemos tranquilos, necesitamos hablar.
— ¿Hablar de qué, Alexei?
Rodó los ojos, abriendo la sala de música para hacerme entrar primero antes de cerrar tras él.
— ¿En qué quedamos, mocosa?
La que rueda los ojos ahora soy yo, mientras me dejo caer en el sofá con los brazos cruzados, mirando al dolido hombre rubio que se acerca a mí.
— Papá ¿Podrías decirme qué es lo que pasa?
Sonrió tomando asiento a mi lado. Dejé que pasaran los segundos, viendo cómo su sonrisa se desvanece poco a poco hasta que la tristeza y la nostalgia cubrió sus facciones.
Suspiró.
— ¿Papá? ¿Pasó algo?
Arrastrándome por el sofá hacia él, pensando que quizá algo les pasó a mis hermanos o a mi nueva mamá, y que quizá hay algo que yo pueda hacer para aliviar esa preocupación.
Haría lo que fuera por ellos.
— ¿Papá?
Me rodeó con fuerza con sus brazos, un abrazo tan apretado, tan... tan lleno de cariño que se me humedecieron los ojos ¿Qué está pasando?
— Sólo no... no quiero que te vayas, acabas de regresar a casa y ahora tienes que irte otra vez, no me parece justo...
Sonreí enternecida, devolviéndole el gesto, acariciando su espalda para que se calme, yo también siento un poquito de nostalgia, por fin tengo una familia que me quiere, un padre amoroso, una madre atenta y maravillosa, hermanos que se preocupan por mí y que les interesa lo que suceda conmigo... es justo cómo siempre quise, pero yo pertenezco a la mafia italiana, me tatué, hice el juramento de quedarme hasta la muerte, no puedo pertenecer a dos lugares a la vez, no puedo tener dos emblemas, no es así cómo funciona.
— No es cómo si esta fuera la ultima vez que nos vemos —Lo tranquilicé—. Puedo venir aquí cada tanto, pueden ir ustedes a visitarme allá, además, siendo parte del tratado de la mafia internacional, siempre estaremos en contacto. Yo seré la dama de la mafia, tendré un cargo importante, estaré a salvo, nadie volverá a hacer daño, papá, estaré bien.
Se alejó ligeramente para mirarme, sosteniéndome por los hombros para observarme de pies a cabeza con tristeza.
— Mi niña, tienes que saber que se te vienen momentos muy difíciles, sabes que... sabes que las cuatro casas del tratado odian a todo aquel que sea extranjero e intente meterse en su cuadrado sistema, tu vida peligrará todos los días ¿Cómo quieres que me quede tranquilo cómo tu padre?
— Sé que se me viene un difícil camino, papá, pero Caesar lo vale, me... me enamoré de ese hombre, él ya ha sufrido bastante en su vida también, no soy la única, y se merece que alguien pelee por él.
Tomando una distancia sana de mi padre, sonriéndole amplia.
— Estarías bien aquí, podrías quedarte hasta la boda, nadie intentaría matarte, nadie te menospreciaría, no tendrías que esconderte... a mí me suena a un buen plan, puedes quedarte todo el tiempo que quieras, hija, esta es tu casa.
Sé que es buena idea y tiene razón, sería lo mejor, Caesar vendría y podríamos vivir en una fantasía mientras tanto, es un ganar ganar, así evitamos a las chismosas sirvientas y el peligro que representan las cuatro casas para mí.
— No puedo. Caesar me necesita, son muchos meses papá, Caesar... él...
No puedo decirle que tiene un poquito de apego ansioso, cree que me voy a morir cada vez que me no me tiene en la mira, no puedo sólo quedarme aquí y enviarlo a Italia a que sobre piense todo el tiempo, soy su pareja, tengo que cuidarlo.
— No puedo dejarlo sólo —Respondí luego de un suspiro—. Yo lo necesito, tengo un poquito de apego ansioso —No es mentira en su totalidad, me da miedo que me deje todavía—. Tengo que vigilar a mi hombre para mi tranquilidad, papá ¿Es que no te han dicho que soy una novia toxica?
Carcajeó por lo bajo, negando mientras me mira con ternura.
— Aún así, pequeña, sabes que, si ocurre algo, siempre puedes venir ¿Cierto? No importa la hora, no importa si te quieres quedar para siempre, no importa nada, estamos siempre aquí para apoyarte, esta es tu casa y tu habitación siempre estará lista para cuando quieras venir. Si pasa algo y te quieres venir a la de ya, llama a mamá o papá y enviamos un avión por ti ¿De acuerdo? Prométemelo.
— Te lo prometo papá, si pasa algo y necesito espacio, o llorarle a mamá y papá, los llamaré y me vendré enseguida.
— ¿Reunión familiar y nadie me dice nada? Estoy muy ofendida, Alexei Petrova, ¿Robándote la atención de nuestra hija?
Irrumpió mamá de pronto, tomándonos desprevenidos a ambos.
— Es que tú te pones de su lado, Yura, yo quiero que se quede con nosotros, intento convencerla.
Se quejó el hombre.
— Alexei, es la primera decisión que toma en su vida —Dijo la mujer, tomando asiento a mi lado, abrazándome—. Deja que vaya y le toque las pelotas a todo el mundo ¿Cuándo un Petrova ha bajado la cabeza y se deja pisotear? Nuestra hija irá a poner orden, a pasearse por los pasillos con la frente en alto, a aprender cómo ser la reina de ese puto lugar porque Santino se encargará de que mi niña esté lo mejor cuidada posible y le enseñará todo lo que ella deba saber, ya se comprometió conmigo a ser su profesor.
— Santino me estaba enseñando a leer y escribir — Conté—. Espero que siga haciéndolo, odio ser analfabeta.
— ¿Y si contratan un profesor?
Propuso Alexei.
— Es que me da vergüenza, no quiero que los demás en la casa sepan que no sé leer o escribir.
— Que nadie te haga sentir menos, cariño — Dijo Alexei, levantándose—. Si no pudiste aprender, fue por las circunstancias, ahora nadie puede detenerte, aprende todo lo que quieras, ve dónde te de la gana, come todo lo que no pudiste comer, disfruta, vive.
Está llegando el fin de esta platica, tengo que volver arriba con Caesar y comienza a darme pena despedirme de mi familia, los acabo de recuperar y no sé en cuanto tiempo más pueda regresar a verlos.
— Alexei ¿Por qué no haces uno de esos gestos tan bonitos que a mí terminaron por enamorarme?
Propuso mi mamá sentándose tras de mí, rodeándome el cuello con sus brazos, ella también sabe que quizá no nos veremos por un tiempo, al igual que yo, no está lista para separarse.
— Bueno, por mis chicas, lo que sea —Sonrió, caminando hasta una de las guitarras ordenadas en su atril—. ¿Sabías que tu mamá me pide que le cante todas las semanas la primera canción que canté para ella?
Narró arrastrando un asiento pequeño hacia nosotras.
— ¿Desde cuando que sabes cantar? No tenía idea.
Respondí.
— Bueno... Tengo un pasado escabroso y algo bueno saqué de él, no sólo cantar, por supuesto.
Guiñándole un ojo a su esposa antes de rasguear en la guitarra y comenzar a tocar, mientras mi madre se mece tranquilamente al compas de las notas y la voz gruesa y afinada de mi padre, es bueno cantando a pesar de a lo que se dedica ¿Quién se lo hubiese imaginado?
Me apoyé en mamá y dejé que las notas calmaran a mi corazón nostálgico mientras mamá me acuna y me da de su atención, sus caricias en mi cabello me hacen sentir querida, ellos me hacen sentir cómo si yo fuese valiosa, me gusta mucho estar aquí.
Puedes pasar página
Puedes hacer una fiesta junto a todas las personas que conoces
Y no invitar a tu familia porque nunca te mostraron amor
No tienes que sentirte culpable por haberte ido y crecer
Puedes ver el mundo
Siguiendo las estaciones a cualquier sitio al que vayas
No necesitas un motivo, porque ellos nunca te mostraron amor
No tienes que sentirte culpable por hacerlo por tu cuenta
Llegas justo a tiempo, prepárate un té y una tostada
Colgaste todos tus posters y teñiste tu ropa
No tienes que ir...
No tienes que ir a casa...
Oh... hay un lago camino por recorrer
No creo que el tiempo te haga cambiar de opinión
Dicho de otra manera, sé que ya no te lastimarán
Siempre y cuando puedas alejarte de ellos
Puedes pasar página
Puedes hacer una fiesta junto a todas las personas que conoces
Y no invitar a tu familia porque nunca te mostraron amor
No tienes que sentirte culpable por haberte ido y crecer
Alexei tocó las ultimas notas mientras su voz se desvanece y a mí se me aprieta la garganta, esta canción... es cómo si me dijera que deje atrás todo lo relacionado con los idiotas que me dieron la vida para continuar adelante y disfrute con las personas que en realidad se preocupan por mí y me aman, Alexei... no, mi padre tuvo que haber pensado muy bien en la canción, es un detallista, ya veo por qué mamá se quedó con él a pesar de la vida difícil que significa vivir con un mafioso.
— Nosotros somos tu familia ahora, cariño —Susurró Yura, besando mi sien—. Y siempre estaremos contigo para celebrar tus logros, respaldarte y darte estos apretados abrazos cuando necesites llorar —Apretándome fuerte—. No importa que tan lejos te vayas, siempre seremos tus padres, y tu siempre serás nuestra pequeña huracán.
Intenté aguantarme, de verdad que sí, pero están siendo tan cariñosos, tan... tan cómo siempre imaginé que unos padres deberían ser, que terminé volteando y abrazando a Yura con fuerza mientras me echo a llorar cómo una cría, permitiendo a mis emociones desbordarse por fin, dejando ir todas esas veces que tuve miedo de pequeña y nadie me protegió, las veces que tuve frío y me dolían tanto los pies enterrados en la nieve que desee tener un lugar calentito dónde quedarme, o todas esas veces en las que pasé hambre y mi mamá prefirió darles las sobras que conseguí a mis hermanos porque "Ellos tienen más probabilidades de sobrevivir y sacar adelante a esta familia", nadie nunca confió en mí, nadie me vio cómo algo valioso, nadie se preocupó por mi bienestar, mi dolor, mis miedos, nunca le preocupé a nadie, nunca... nunca me dijeron que tenía un lugar al que volver.
— Por fin te sacaste esa careta de niña fuerte — Dijo Alexei en cuanto llegó con nosotras, acariciando mi cabello—. No tienes que fingir con nosotros, pequeña, los padres tenemos el deber de consolar a nuestros hijos, de darles contención y seguridad, así que, si algo te acompleja, si tienes miedo, si quieres a mamá y papá, sólo ven aquí ¿De acuerdo?
Asentí contra el pecho de Yura, estirando mi mano para sujetarlo de la ropa y que no se alejara, quiero que siga asiéndome cariño en el cabello mientras mamá me abraza fuerte, quiero sentirme cómo una niña otra vez, una niña a la que sus padres sí les importa.
No pude dejar de pensar que aquí hubiese tenido una infancia cómo la que todo niño hubiese querido.
Me encantaría haberme criado aquí, me encantaría haberlos conocido antes...
***
Fue Santino quien nos encontró, me enseñó el móvil con el rastreador, observándome acomplejado ahora que ve la escena frente a sus ojos, supongo que se siente cómo el villano de la historia si ve a una chica llorándole encima a sus padres, debe pensar que no estoy preparada para irme, y en parte es cierto, una parte de mí quiere quedarse aquí y vivir la infancia que me quitaron, pero esos años no pueden recuperarse, el tiempo va hacia adelante y debo afrontar mis nuevas decisiones, hay más personas que me necesitan, hay roles que cumplir, tengo deberes y obligaciones, tengo que irme.
— Nat... los autos están cargados, ya tenemos que irnos...
— Sí, está bien — Secándome los ojos con premura, odiando las lágrimas que siguen escapando—. Ya voy, pero no terminé de guardar las cosas en mi maleta.
— Caesar lo hizo, tranquila, todo está listo.
Asentí levantándome del sofá, mirando a mis padres una ultima vez, y cómo si no fuese lo suficientemente difícil decirles adiós, mis nuevas hermanitas pequeñas, Alek y los gemelos entraron cómo un torbellino a la sala de música, las más pequeñas colgándose de mis piernas, llorando, mientras Alek me jala de la mano mientras niega.
— ¿Pensabas irte sin decir adiós? ¿Qué clase de hermana eres, sanguijuela?
Reclamó Landon.
— Chicos yo... es que no me gustan las despedidas, sabía que si les decía que me voy terminaría llorando y no quería eso.
— ¿Por qué no te quedas con nosotras? —Cuestionó Emma—. ¿Es porque pedimos que hicieras el desayuno y no sabes cocinar? No lo pediremos de nuevo, lo juramos ¿Cierto, Ella?
— ¡Sí! No lo pediremos otra vez —Dijo su gemela, llorando—. Comeremos lo que encontremos, así que no te vayas todavía, Nat, por favor...
— Prometiste darme clases de tiro ¿Por qué te vas antes de cumplir con tu promesa?
Recriminó Alek al borde del llanto, Landon y Logan no lo hacen más simple con sus miradas recriminatorias y dolidas.
¿Qué hago?
— Es que yo... yo tengo que ir...
No sé cómo responder y que todos queden satisfechos, miré a Santino en busca de ayuda, todo lo que encontré fue la mirada culpable de mi amigo. Él es el cerebro del grupo, debe saber cómo ayudarme a no ser la mala por marcharme.
— Ella se tiene que casar con el tío Caesar, chicos — Explicó Yura, acercándose—. Ya saben, fiestas grandes, vestidos de princesa —Tocando la nariz de sus niñas pequeñas—. Elegir colores, las flores, los invitados, las invitaciones, uff... demasiadas cosas, chicos, entonces debe ir a organizar todo eso, pero va a volver, no se irá para siempre, Natasha es su hermana y pueden llamarse por teléfono cuando se extrañen, podemos viajar a verla, ella puede venir aquí, no es un adiós, somos familia, siempre la veremos.
Contestó convincente a pesar de que se le escaparon un par de lágrimas, Alexei rodeó sus hombros, acariciando el cabello de Alek en el proceso.
— En avión el viaje no dura tanto, podemos vernos cuando queramos, sabemos su dirección y ella sabe la nuestra. No hagan esto tan difícil para ella ¿Sí?
Volví a sollozar, mirándolos a todos, las ganas de quedarme me tientan tanto...
— Volveré pronto ¿Sí? Tengo una boda que planear, tengo que tomar clases, tengo muchas obligaciones pendientes, pero en cuanto cumpla con todas ellas vendré unos días a verlos a todos ¿De acuerdo?
Me costó horrores despedirme de todos, las niñas... Alexei y Yura tuvieron que cargarlas para sacármelas de encima, Alek... bueno, los gemelos ayudaron, fue difícil irme, pero si no lo hacia ahora, quizá no lo haría nunca.
Santino tomó mi mano apenas llegué con él, sacándome de la sala de música sin soltarme mientras camina hacia el exterior dónde efectivamente los autos esperan.
— Natasha ¿Seguro quieres venir con nosotros?
Preguntó antes de cruzar el umbral, observándome con lastima.
— Sí. Son la familia que elegí, amo a Caesar y quiero quedarme con él, sé que me necesita tanto cómo yo lo necesito, además, sabes que te tengo cariño, castañito —Sonriéndole mientras seco mis lágrimas—. Es sólo que acaban de adoptarme, y realmente les importo, entonces... no fue suficiente tiempo, me hubiese gustado quedarme unos días más.
— Perdón por hacerte elegir... yo sé que debe ser difícil.
— Tengo dos familias, Santino ¿Qué más podría pedir? —Sonriéndole—. Ahora sé que además de ustedes, hay más personas a las que les importo, estoy bien — Dándole un apretón a su mano—. Vamos a casa, hemos estado demasiado tiempo lejos.
— ¿Segura estás bien?
— Segurísima.
Asintió sin creerme mucho, aún así me llevó hacia el auto dónde Caesar esperaba, abrió la puerta para mí, esperó a que entrara y cerró, dejándome a solas con mi novio mientras el vehículo se pone en movimiento junto con todos los demás.
— ¿Estás bien?
Preguntó apenas hice contacto visual con él.
— Perfectamente.
mentí.
— No te ves perfectamente, Natasha, se nota que has estado llorando, y mucho.
No quiero que se sienta culpable, esto no tiene nada que ver con él, es cosa mía.
— Ah, pequeñeces — Fingiendo mi mejor sonrisa—. Mejor dime tu plan para ser unos amantes furtivos — Arrastrándome por el asiento hacia él—. Tendremos que fingir muy bien delante de las mucamas, así que tendré que ir a citas con Aless y Vincenzo.
— Más que eso, cariño — Suspiró abrazándome—. Santino y yo creemos que sería buena idea si finges haber aceptado la propuesta de matrimonio de Aless, si todos creen que planeas una boda con él, dejarán de pensar en nosotros cómo una pareja ¿Qué piensas tú? ¿Es demasiado?
Me apoyé en él, acariciando la mano que me rodea, pensando en las cosas difíciles que se nos vienen encima, mis padres tienen razón, no tendré el camino fácil desde ahora, tendré que atravesar muchas pruebas, pero me aseguraré de estar a la altura.
— Hagamos lo que sea necesario, mientras tú te cases conmigo, lo demás podemos solucionarlo ¿Aless lo sabe?
— Santino debería estar comentándoselo en estos momentos.
— Bien. Entonces que comience el show.
***
Tal y cómo planeamos durante el viaje en avión, llegué en auto acompañada de Aless, rodeándole el brazo con los míos, subiendo las escaleras directo a su habitación, cómo si no pudiésemos esperar a tener sexo, sabiendo que las mucamas están atentas a todas y cada una de nuestras acciones, incluso pensamos en venir aquí en vez de mi habitación, la mía es insonorizada, y queremos que todos escuchen el espectáculo.
— ¡Ah, sí! ¡Así! ¡Eres tan bueno! — Fingí gemir, golpeando la puerta cada tanto—. ¡Oh Aless! ¡No te detengas!
El rubio se cubrió la boca para no delatarnos con sus risas, ambos estamos sentados en el piso de su habitación con las piernas cruzadas, fingiendo el mejor sexo de nuestras vidas.
— ¡Oh Natasha...! ¡Natasha...! ¡Sigue moviéndote así y me correré dentro!
Me siguió el juego el muy idiota.
En medio de nuestro espectáculo, Caesar me envió un mensaje, lo leí y volteé el móvil para mostrárselo al rubio.
"Acaba de venir una mucama a quejarse del ruido conmigo, sigan con el espectáculo".
— Yo opino que deberíamos hacer más ruido.
Comentó el rubio.
— Yo opino que deberíamos saltar sobre la cama y pedirle a Vitto que la reemplace después, tengo fama de rompe camas.
Comenté.
— Por eso tú y yo somos amigos, rubia — Levantándose de golpe, estirando una mano para ayudarme a ponerme de pie—. Si fingiremos ser pareja, lo vamos a hacer bien.
Ambos nos quitamos los zapatos y subimos a su cama, saltando mientras intentamos no reír demasiado alto, haciendo rechinar el colchón cada tanto, escuchando el cuchicheo femenino al otro lado de la puerta, se lo están tragando todo.
— ¡Sí! ¡Sí! ¡Más fuerte! ¡No te detengas!
Soltando un gemido alto mientras Aless gime conmigo y finge ser la mejor estrella porno de todas.
Cinco minutos después, pasó lo inevitable, la cama colapsó y el pobre colchón terminó en el piso, astillas y plumas por todas partes.
— Segunda parte del acto, bebé. Te robaré algo de ropa.
— Toda tuya.
Me quité las prendas a toda prisa, robándole una camisa, manteniendo las bragas en su lugar, claro, me observé al espejo, despeiné un poco mi cabello y eliminé el labial, corrí el maquillaje de mis ojos a propósito y le pedí a Ales que se quitara la ropa de cintura hacia arriba, usando las mantas para cubrirse el resto antes de abrir la puerta, viendo a tres mucamas tropezarse al interior del cuarto, las tres sostienen vasos, estaban escuchando a "Escondidas" y de seguro le irán con el cuento a todo el mundo, Caesar tenía razón, nos vigilan.
— Vaya, me ahorraron el ir a buscarlas, necesito que llamen a Vitto para cambiar la cama, y necesito saber si el Capo cenará en casa hoy, tenemos una noticia que darle. Aless y yo nos vamos a casar, acaba de pedírmelo.
Enseñándoles el anillo de compromiso que Caesar me dio.
— Te vas a... a casar con un De Santis.
Cuestionó una de ellas, palideciendo.
— Sí ¿Cuál es el problema?
Encogiéndome de hombros.
— Niña... nadie en sus cabales los elije, están locos —Susurrando para que yo nada más escuche... bueno, yo y las otras—. Son violentos, sus parejas no viven mucho, ellos...
— Cuidado, yo seré una De Santis pronto, por lo tanto, están hablando mal del apellido de mi familia —Caminando hacia la cama, subiéndome sobre Aless, su mano descansando en mi cintura—. Llamen a Vitto, no me gusta dormir en el piso y tengo cosas que celebrar hoy.
Me llamaron zorra entre dientes antes que Aless les dedicara una de esas miradas de asesino De Santis que moja bragas, o al menos eso me pasaba a mí, no entiendo por qué todos se asustan, ellas abandonaron la habitación, pálidas cómo el papel, cerrando la puerta, dejándonos a solas por fin.
— Gracias por defenderme, no tenías que hacerlo, todo el mundo habla después de todo.
Murmuró dándome unas palmadas en la espalda antes de levantarse con mal rostro.
— En mi presencia no aceptaré ningún comentario negativo hacia los De Santis, eres mi amigo, me has apoyado siempre, desde el primer día, y no te daré la espalda nunca.
Sonrió cálido, asintiendo.
— Cuenta conmigo siempre también, pequeña dama de la mafia — Tomando mi mano, besando el dorso, apoyándola luego en su frente, rindiéndome sus respetos, sonriéndome—. Prometo que te protegeré siempre con mi vida, a ti y a tus herederos.
— No te adelantes a los hechos, nunca dije que quisiera tener hijos — Retirando mi mano, sintiéndome incómoda por el rumbo de la conversación—. Pero si acepto el alago cómo dama de la mafia, protégeme a mí y yo te ayudaré con Santino.
— Él y yo... no es posible, no podría darle herederos a mi familia, el próximo Boss necesita un círculo íntimo, quiera o no, debo cumplir con mi deber y tú también tendrás que hacerlo Nat, pronto.
Pronto. Pronto. Pronto.
Es lo que todos dicen, todos quieren que le dé herederos a Caesar lo antes posible.
Cómo no entienden que no quiero hacerlo, joder, en mi sangre debe correr algún tipo de gen que hace a las mujeres malas madres, mi mamá era horrible, su madre ni siquiera quiso conocernos, de seguro yo seré igual de mala y mis hijos me odiarán, o morirán en lo que intentan vivir... ¿Qué se yo? No puedo traer hijos al mundo sabiendo que voy a ser horrible cómo madre.
— Estaré en mi habitación.
Levantándome del colchón, caminando hacia la puerta.
— Oye Nat, espera ¿Estás molesta por algo que dije?
Sujetando mi mano antes de lograr llegar a la puerta.
— No, claro que no, sólo intentas obligarme a parir ¿Por qué me enojaría?
Respondí irónica, tirando de mi mano para dejar el cuarto, subiendo las escaleras directo a mi habitación, encerrándome ahí.
— Qué comience esta tortura.
Suspiré dejándome caer sobre la cama, cerrando los ojos por un segundo... o al menos esa era mi intención, hasta que me dormí.
***
El hambre terminó sacándome de mi sueño reparador, fuera está oscuro, demasiado, ya debió pasar la hora de la cena lamentablemente, no vi a Caesar, pero de seguro las chismosas de las mucamas le informaron sobre mi decisión de casarme con Aless.
Quise arroparme y seguir durmiendo, esos eran mis planes, el reloj de mi móvil marca las once de la noche, pero tengo tanta hambre joder, terminé pateando las mantas y dejando la habitación para conseguir algo de la cocina y volver a dormirme, esos eran mis planes, hasta que escuché gritos provenientes de la sala.
— El chisme me llama, juro que no soy yo.
Me reclamé.
Suspiré caminando de puntillas por el pasillo, asomándome por el marco de la puerta para ver de quién se trata, es Aless y un hombre mayor tan rubio cómo él, los mismos ojos azules, debe ser un De Santis.
¿Qué hace aquí a estas horas? La gente bien portada, cómo yo, asalta el refrigerador y se va a dormir.
Quise entrar y hablar con Aless para preguntarle si sucedió algo y si puedo ayudarlo, pero no tuve oportunidad, me quedé estática en el lugar al ver cómo el hombre golpea a mi amigo en el rostro tan fuerte que terminó salpicando sangre al pulcro suelo blanco mientras este se tambalea hasta erguir la espalda de nuevo, juntando las manos en la espalda, mirada al frente cuan soldado, mientras la sangre le escurre por la barbilla hasta el piso, goteando insistentemente.
— mi primer hijo fue un imbécil y perdió una pierna, echando a perder mis esfuerzos, preparándolo toda su vida para servir al Boss y deshonró a la familia, y el segundo es un marica hijo de puta que quiere quedarse con el segundo del Boss ¡¿Qué mierda tienes en la cabeza?!
Ahora sé que ese bastardo es su padre y está furioso, de alguna manera se enteró de la relación que tienen Santino y Aless, debieron ser las malditas mucamas ¿Nuestra demostración de esta tarde no fue suficiente o el rumor no llegó a oídos suyos?
Aless es un asesino fabuloso ¿Por qué se queda quieto para recibir los golpes? ¿Por qué no lo detuvo?
— Padre, es un gusto volver a verlo.
respondió Aless con tranquilidad, como si no estuviese salpicando sangre. No entiendo por qué se mantiene tan tranquilo.
— Te vas a casar con la mascota del Boss ¿Me escuchaste? — Señalándolo con el dedo casi rozándole el rostro—. En cuanto ella cumpla la mayoría de edad te vas a casar y le darás herederos a la familia, dos o tres en caso de que salgan tan inservibles cómo tu maldito hermano mayor, de nuevo destruyendo las tradiciones de esta familia, su esposa es una estúpida que sólo logró dar a luz a Ardan —Acomodándose el cabello con molestia—. Ustedes dos me llevarán a la ruina.
— No la llames mascota, ella tiene nombre y más vale que comiences a respetarla.
La calma del rubio se esfumó en cuanto ese hombre me insultó, dejando la postura sumisa para mostrar los dientes a su progenitor.
— Es una mujer, a nadie le interesa lo que yo diga de ella, ni siquiera pertenece a las cuatro casas, no es nada más que una puta con demasiada suerte ¿Dónde está? hablaré con ella ahora mismo, la convenceré a la fuerza de ser necesario, se va a casar contigo y te dará cuantos hijos soporte su asqueroso cuerpo.
Aless perdió los estribos, sujetando a su padre por el cuello de la camisa, el rostro rojo de la furia. De seguro su padre jamás lo vio en esta faceta porque se ve increíblemente sorprendido por la explosión de su segundo hijo.
— Vuelve a hablar de Natasha de esa manera tan despectiva y olvidaré que eres mi padre.
— ¿Qué vas a hacer? ¿Pegarme? No eres capaz de llevar a cabo tus amenazas — Respondió el hombre con desprecio—. Eres una maldita vergüenza para nuestro apellido, débil e inservible, ni siquiera puedes obligar a una puta mujer a casarse contigo.
No fui capaz de quedarme oculta por más tiempo, salí de las sombras y caminé por la sala, llamando la atención de los dos hombres rubios que se desean la muerte mutuamente con la mirada.
El mayor recorrió mi cuerpo de pies a cabeza más veces de las necesarias, la libido brillándole en la mirada, evité estremecerme del asco cuando paré frente a ellos, debí ponerme algo más encima, me quedé dormida con la camisa de Aless puesta y no me la quité.
— Desperté y no estabas en la cama — Hablando a Aless—. Me levanté para ver si algo ocurrió y necesitabas ayuda ¿Quieres que lo mate?
Señalando al hombre mayor con desprecio, quizá el no pueda matar a su padre, pero yo no titubearé al romperle el cuello si le faltó el respeto a mi amigo y a mí en el proceso.
— ¿Y usted señorita es...?
Preguntó el hombre mayor.
— La prometida de Aless —Respondiendo con convicción—. Me pidió matrimonio y le dije que sí —Mostrándole el anillo—. ¿Y usted es?
Aless soltó a su padre con sorpresa, la mirada cargada de confusión, frunciendo el ceño mientras me observa.
— Entonces tú eres la mascota del Boss, la perra que le calienta las sábanas.
Se burló el hombre sin tomarse la molestia de presentarse. Malditos sean todos los hombres de la mafia, creyéndose superiores sólo por el hecho de tener pene.
— Prefiero el termino "Protegida", él se casará con una mujer de las cuatro casas, yo me enamoré de Aless y me casaré con él. El Capo y yo no tenemos nada que ver más que una relación de jefe-subordinada.
La mentira fluye fuera de mi boca con naturalidad, cómo si fuese real, cómo si realmente quisiera casarme con el rubio confundido frente a mí y no me importara que Caesar deba desposar a Irina.
— Entonces aceptaste, Aless no me dijo nada — Cambió el rostro el maldito viejo—. ¿Desde cuando ustedes dos se están cortejando?
— Desde que llegué a esta mafia — Contesté sin titubear—. Él se me acercó primero, salimos, nos conocimos, vamos de viaje juntos, trabajamos juntos, solía darme miedo dormir sola por las noches así que buscaba compañía y me sentía segura con él —Encogiéndome de hombros—. Una cosa llevó a la otra, terminó siendo reciprocó y se me propuso, dije que sí ¿Quién en su sano juicio lo rechazaría? Es guapo, tiene poder, es hábil, y capaz de protegerme, no soy más que una mujer después de todo, el sueño de toda chica es tener un hombre con sus capacidades a su lado.
Entrelazando sus dedos con los míos, aprovechando su desconcierto para jalarlo de la corbata y besar su mejilla. Algo que claramente Aless no se esperaba ¿Por qué? Es un buen partido a mis ojos, no entiendo por qué los De Santis son tan repudiados por nuestra sociedad.
Intenté no sonreír al ver el orgullo en los ojos del De Santis mayor, no es difícil adivinar lo que quiere escuchar, su lenguaje corporal lo delata, la conversación que escuché a escondidas me dio los datos suficientes para saber cómo actuar frente a este señor, un par de palabras y ya pensará que soy la nuera casi ideal, sólo me falta ser virgen para ser perfecta a sus ojos.
— Pronto serás una De Santis — Dijo el hombre, acomodándose el paquete de manera asquerosa y desvergonzada—. Tienes el perfil, eres bonita, deberías estar agradecida de que te demos la oportunidad de vivir entre nosotros, compartir con nosotros.
Tomando un mechón de mi cabello, enroscándolo en su dedo, dando un paso más cerca de mí sin dejar de mirarme las piernas o los pechos, es un maldito cerdo asqueroso, voy a matarlo.
Hice el ademan de soltar a Aless para partirle el rostro a su papá, pero no tuve oportunidad cuando el rubio acertó un fuerte derechazo en el rostro de su progenitor, obligándolo a retroceder.
— No te atrevas a tocarla con tus asquerosas manos — Gruñó empujándome tras su cuerpo para protegerme—. Ella es mi mujer, por lo tanto, vas a comenzar a respetarla.
— Es una mujer, Alessandro —Chasqueó la lengua, limpiándose la sangre—. Nunca servirá para nada más que parir.
¿Alessandro? Vaya...
— Ella tiene un destino mucho más importante que limitarse a parir mis hijos, padre, vete de aquí antes que haga algo de lo que me arrepienta.
El padre me miró de nuevo, escupiendo al piso, respirando profundo mientras sonríe con los dientes manchados de sangre, acomodándose el paquete otra vez, no pude evitar tirar de la camisa hacia abajo en un intento de cubrirme, este viejo asqueroso me pone los pelos de punta y podría apostar que Aless me ocultó tras él para evitar que mate a este viejo de mierda, yo no le daría un solo golpe, le arrancaría todos los miembros.
— Sabes que los De Santis tenemos la tradición de probar si la esposa es apta ¿No? Somos bastante herméticos con los nuestros, mantener vivo el apellido es importante y hay mujeres que no... resisten.
Así que los rumores son ciertos, un gran porcentaje de posibles parejas de De Santis fallecen en el proceso ¿Por qué? Yo me lo pasaba increíble con Aless.
— Cállate.
Gruñó mi amigo, tensándose.
— ¿Quieres matar a esta? Si quieres hacerlo, adelante, nunca has sabido controlarte después de todo, mátala, vamos, has las cosas a tu manera y deja la prueba familiar fuera, deja que esta zorra...
No esperé que me defendiera esta vez, empujé a Aless, fui hasta el maldito de su padre y lo golpee con todas mis fuerzas en el rostro, no esperé a que se compusiera y patee el pie con el que se estabilizaba para que terminara en el piso, pateándole esa maldita boca de la que sale tanta mierda.
— De seguro tienes buena vista de mis bragas ahora, asqueroso de mierda. No necesito que nadie pruebe si soy apta o si puedo resistir, no soy una dama de casa, no soy delicada, no soy frágil, y menos necesito la aprobación de nadie.
— ¡Saquen a este bastardo de aquí!
Ordenó Aless, furioso, de nuevo cubriéndome con su cuerpo, pateando el rostro de su padre cuando se inclinó para mirar debajo de la camisa que llevo puesta. No pasó mucho tiempo para que los perros de Caesar lo sacaran del lugar y las mucamas limpiaran el piso, el rubio en cambio me llevó a la cocina para comer algo cómo tenía planeado.
— Lamento haber interferido, pero no me gustó cómo ese hijo de puta te habló, no me gustó que te pegaran, vine por algo de comer y me encontré con la escena, perdón, golpee a tu padre, perdí los papeles.
Quitándome el cabello del rostro, suspirando furiosa cuando me soltó por fin la mano dentro de la cocina.
— No te preocupes, gracias por interferir, con lo que le dijiste se quedará tranquilo, ya no me joderá con el tema del matrimonio y de seguro le irá con el cuento a los cabecillas de las otras familias que resultan ser los padres de Santino y Vitto, se lo cuentan todo.
Y por todo, debe estar incluido el tema de Santino, todos los han visto coquetear más de una vez, los han escuchado tener sexo, no soy la única que debe fingir distancia ahora.
— No me gustó cómo te trata tu papá.
— Ningún padre aquí es perfecto, a todos les importan las reglas, el honor... sobre todo a los De Santis, somos la paria de las cuatro casas —Suspiró despeinándose con molestia... y con lástima de él mismo—. Come algo, a eso bajaste después de todo, guapa, luego vete a dormir.
— A la mierda comer ahora, se me apretó el estómago — Jalándolo hacia el taburete más cercano—. Te curaré eso y luego iremos a beber a mi habitación ¿Qué te parece? Veamos películas sangrientas, o de acción, puedo estar despierta toda la noche sin problema — Sonriéndole—. Tú me has cuidado muchas veces, Aless, yo también quiero cuidarte a ti ¿Para qué estamos los amigos?
Suspiró tembloroso, asintiendo.
— ¿Te jodería mucho si dejo de hacerme el duro cinco segundos? Ver a mi padre siempre me jode, toda la vida me a exigido demasiado, y cuando mi hermano fracasó... sus fracasos los hizo míos, me culpa de todo, es asfixiante.
— Sabes que puedes bajar los escudos conmigo, tonto — Abrazándolo, permitiéndole que apoye la cabeza en mi pecho—. ¿Cuántas veces he llorado contigo? Ya cruzamos esa barrera — Acariciando su espalda—. En las buenas y en las malas, y por si esa cabecita tuya tiene dudas, me importa una mierda que tu apellido sea De Santis, hemos tenido sexo maravilloso siempre y eres todo un caballero, tu padre es hijo de puta, ese gen enfermizo no pasó a ti, así que despreocúpate.
— Gracias... Nat, necesitaba oírlo.
— Las veces que quieras rubio, jamás cambiaré la manera en la que te miro, tú eres un hombre de toda mi confianza.
Dejé que liberara su frustración y su pena durante diez minutos, no lloró, pero me apretó tan fuerte mientras lo abrazaba que bien podrían quedarme marcas, temblaba el pobre... luego tomamos un par de botellas del bar y fuimos a mi habitación a beber y ver películas hasta que salió el sol, nos saltamos el desayuno, ninguno fui capaz de levantarse del piso.
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