Capítulo 29

CAESAR

Seguí a Alexei dentro dispuesto a tener una civilizada conversación con él, y una realmente civilizada, el sujeto me agradó, sabe cómo es Natasha, sabe que es una perra dominante despiadada a la que ni siquiera se le arruga el entrecejo cuando habla de darse tiros para manipularme.

Lo más divertido es que yo me dejo manipular porque no tolero su rostro de desaprobación, no entiendo lo que me hizo, esto es completamente inapropiado, en contra de las reglas que me enseñaron a seguir.

— Entonces... ¿Cuánto tiempo vivió Natasha aquí? — Pregunté, tomando asiento frente a su escritorio, recibiendo el trago que me ofreció—. Cuando hablamos sobre matar a Miajil, inmediatamente te propuso a ti, te tiene cariño.

Sonrió amable, tomando asiento con su trago en la mano.

— Siete meses, iba a terapia con mis hijos mayores, le enseñamos a leer y escribir, también matemáticas, un poco de historia, música, joder, se hizo experta en el baile de tubo, mi esposa le enseñó... mi esposa... toda mi historia familiar es algo complicada.

Frunciendo el ceño, como si los recuerdos escabrosos vinieran en avalancha y lo lastimaran.

— Si... yo... no entendí eso de tus hijos de veinticuatro años ¿Cuánto tiene tu esposa? ¿Unos treinta?

— No hables de la edad de mi esposa, tema delicado —Con rostro de pánico, yo no era el único dominado al parecer—. Y sí... mira, para que comprendas de dónde salieron mis hijos mayores, debo comentarte sobre mi esposa primero, ella... yo la traje aquí por una deuda de vida, me atacaron en Nueva York, ella me salvó y mis enemigos intentaron matarla, se quedó acá unos meses, pero ellos no eran los únicos que me querían muerto, aquí también tenía personas que querían hacerme sentir una mierda, así que la secuestraron, un año completo... a ella... abusaron de Yura, la torturaron, y la golpearon casi hasta la muerte, logré llegar antes de perderla, no lograba encontrarla levanté cada piedra... pero no la encontraba, esos meses fueron horribles. Lo peor es que Yura no era la única ahí, había muchos chicos y chicas, entre ellos, nuestros hijos mayores, su padre los metió al negocio desde muy jóvenes, los prostituía y abusaba de ellos cada que tenía oportunidad, Landon y Logan no tenían idea de cómo actuar por voluntad propia, eran temerosos, no comían si no se lo ordenabas, dormían en el piso por temor a ser regañados al subir a la cama, tenían pesadillas constantemente... eran menores cuando los rescatamos, decidimos quedarnos con ellos, fuera no sobrevivirían por su cuenta, los lastimarían y ellos no sabrían defenderse.

Narró, bebiendo la totalidad de su vaso, sirviéndose más, fueron días oscuros para él y su familia.

— Lamento mucho lo que sucedió, tu esposa y tus hijos debieron vivir un infierno ¿Qué pasó con esos sujetos? ¿necesitas ayuda para matarlos? Estoy completamente en contra de esas prácticas, nadie debería ser sometido a pasar por torturas similares.

La sonrisa maliciosa que le bailó en los labios me dio la respuesta.

— Mi esposa se hizo una completa perra en ese lugar, la entrenaron para combate los idiotas, cazó uno por uno y los mató.

Sonreí cómo él.

— Ya veo de dónde sacó Natasha su fortaleza, admira mucho a tu esposa, ambas tienen el mismo espíritu de supervivencia.

— Así es, y es por eso que quería conocerte en persona, Natasha es una más de esta familia, la buscamos por años y no dimos con ella, y cuando supe que estaba contigo... temí por su vida. No tienes buena fama Boss, se rumorea que matas a todo quien no pertenezca a una de las cuatro casas que conforman la mafia italiana, nunca los mantienes por mucho tiempo, y Natasha claramente no lo es... pero luego de ver cómo mi niña te pone de rodillas...

Reí bajo, negando.

— No tienes de qué preocuparte, esa mocosa me tiene en la palma de su mano, dejaría todo para complacerla.

Respondí, riendo como él.

— Sabes que ella es menor ¿Cierto?

Puntualizó.

— Sí, lo sé. Lo sabía cuándo la encontré, la ayudé en lo más que pude, intenté mantenerme lejos de ella, pero Natasha seguía insistiendo, seguía tentándome, y joder... caí, por una mocosa, y no tienes idea de cuanto me resistí, pero el encanto que tiene ella, lo vivo que me hace sentir... no sé... no pude alejarla.

Sigo sin entender cómo pasó todo esto, jamás rompo mis reglas, pero las rompería todas por ella.

— Bueno... mientras la cuides, la respetes y la quieras, todo bien, mi esposa y yo también tenemos unos buenos años de diferencia y nos va bastante bien, de hecho ¿Quieres ver lo que están haciendo ahora? De seguro están bailando, mi esposa es experta en el área artística y en el arte de matar.

— Igual que mi chica.

Dije.

Terminé mi trago y lo seguí fuera del despacho, recorriendo pasillos mientras Alexei me muestra con orgullo las pinturas que su mujer ha hecho a lo largo de los años, es artista o lo era antes que la secuestraran, a eso se dedicaba, tenía grandes galerías con su nombre, una mujer mundialmente conocida por lo que sus manos sabían hacer.

— Entonces, olvidé hablar sobre eso — Dije—. ¿Aceptas el puesto de la Bratva o no?

Deteniéndonos a observar los tres cuadros juntos que muestran un dragón, el emblema de su mafia.

— Claro, mejor que lo haga yo a que lo haga uno de esos hijos de puta, iré a domesticar a esos perros lo antes posible, será divertido.

— Nat tenía razón, eres un hijo de puta, pero de los buenos, me agradas.

comenté.

Recorrió el pasillo y abrió de par en par unas gigantescas puertas blancas sonriendo con superioridad, cómo si mi casa no tuviera veinte de estas puertas, ruso estúpido, o quizá sonrió por lo que había detrás de la puerta, un salón de música gigante, dentro, un piano de cola, guitarras, bajos, violines, violas, tubos de pole dance, telas colgando del techo, mierda... aquí hay de todo lo que a mi chica le podría gustar, quizá por eso se ríe así el imbécil, Nat amaría vivir aquí.

Ahora lo odio. Puto Petrova.

— Este es el cuarto favorito de mi mujer — explicó Alexei—. Aquí es donde ella hace su magia, y dónde Natasha se perfeccionó.

Mirando a su mujer en el tubo completamente embelesado, enamorado como un idiota, y junto a ella, Natasha, ambas con escasa vestimenta, maniobrándose en el tubo cómo expertas, mientras Yura se ríe de las veces en las que Natasha resbala y ella se excusa en el cansancio y termina carcajeando con ella, haciéndolo mejor, mostrándole técnicas más elaboradas, compartiendo conocimientos con quien debió ser su madre, Natasha hubiese sido tan feliz...


Todo iba bien hasta que la venda de su muslo se manchó de sangre.

— Natasha, joder, estás herida ¿Qué crees que haces? El doctor te dijo que guardaras reposo — caminando hacia ella, más bien trotando—. Tienes puntos ¿Es que acaso no piensas?

La psiquiátrica estaba colgando de cabeza, usando las piernas para sujetarse del tubo cómo si no fuese nada, la sangre resbaló por su pierna y manchó el tubo, eso hizo que resbalara y terminara chocando la cabeza con el piso, con el cuerpo desparramado y las piernas en posiciones poco cómodas, dañándose en otros lugares.

— Mierda, lo olvidé — Mirando su abdomen y muslos que manchan los vendajes, sobándose la cabeza—. Zar ¿Me curas tú?

Sonriente, observándome desde el piso sin moverse ni un poco mientras Alexei se acerca a grandes zancadas para ponerla de pie, Yura la mira con preocupación, olvidando que su no hija está lastimada, se ve hasta culpable analizando las manchas rojas en sus vendas.

Lo que es yo, no puedo ver nada más que a la rubia que me sonríe amplia, parece haber dejado la rabia atrás, debe estar contenta de visitar personas que significaron tanto para ella, eso me favorece, ya no me odia.

— Ven aquí, guapa, yo te curo esas heridas.

Casi no tuve oportunidad de ir hacia ella cuando dejó a sus no padres atrás, extendiendo sus brazos para que la cargara, y no la hice esperar, acomodé mis manos en su espalda y tras sus rodillas, levantándola cómo princesa, sonriéndole cómo un idiota, correspondiendo a la propia que me dedicó.

— Oye, bonito tatuaje ¿Es el emblema de la mafia italiana?

Preguntó Yura, analizando el diseño.

— Así es, bonito ¿Cierto?

Le dijo mi chica.

— Sí, muy bonito, pero no tanto como el mío.

Mostrándole la espalda, Yura tiene un dragón en toda su extensión, los colores y patrones son estupendos, debió tardar horas.

— Aah Yura, eres una perra envidiosa.

Le dijo Natasha.

— Aquí la perra no soy yo, chiquilla malcriada, ve a curarte eso, mi dijiste que eran rasguños, niña tonta.

Apretándole la mejilla.

— Y lo son — respondió la mocosa, quitándole la mano para que no siga pellizcándola—. Sólo que cariñitos un poco más profundos.

Carcajeando con malicia mientras Yura le muestra el dedo medio mientras camino fuera de la sala de música, siguiendo las indicaciones de la rubia para llevarla a su habitación, que, por lo que me comentó, los Petrova nunca desarmaron, este es su lugar, el hogar de la Natasha de quince años, y dónde aún encaja.

La bajé al piso luego de cerrar la puerta con el pie, viéndola caminar con seguridad hacia el baño, regresando con el botiquín entre las manos, tomando asiento en la cama, esperándome.

— Caesar, tomé una decisión.

Esas palabras me hicieron temblar, aún así, reuní todo mi autocontrol y evité hacer comentarios apresurados o peor, tomarla, amarrarla y meterla dentro del avión para llevarla a casa y asegurarme que nunca salga de ahí.

— ¿Y... qué decisión tomaste?

Caminando hacia ella con naturalidad, acuclillándome entre sus piernas para comenzar a curarla.

— Decidí que confiaré en ti, no haré más escenas — Encogiéndose de hombros—. Si tienes que ir a ver a Irina, ve, si las casas te obligan a llevarla a vivir a casa, tráela, si yo debo fingir estar con Vincenzo para que no piensen que estás conmigo, lo haré, si debo hacer toda la parafernalia de una boda con Aless, pues comenzaré a hacerlo, después de todo, tu primo me cae bien, no se me insinúa, y Alees es mi amigo, así que todo bien, podemos hacerlo funcionar.

Fruncí el ceño, observándolo escéptico, ella no es relajada ni tranquila, es celosa, y mucho.

— Entonces... deja que entienda ¿Ya no te pone celosa Irina?

— Nop.

— ¿Ni un poco?

Fruncí el ceño, esto es sospechoso.

— Ni un poco.

Aclaró ella.

— ¿Qué cambió? ¿Qué fue lo que...? — Mi mente viajó al momento exacto en el que envié a todos mis perros fuera, se quedó Vitto, Aless, Vincenzo y... Santino—. Ese hijo de puta traidor te contó todo ¿No es cierto?

La sonrisa inocente le brotó con naturalidad.

— Bueno... Puede que él me extrañara muchísimo, puede que yo me haya convertido en una perra llorona porque ya no tenía a mi amigo, y... él me siguió aquí, me contó lo necesario... y creo que eres un idiota, porque, de haberme contado antes lo que planeaban, nos hubiésemos ahorrado muchos problemas.

Sonrió amplia, sincera. Hace un tiempo no me regalaba una de sus bonitas sonrisas, no me las merecía.

— Espera — Dejé de quitarle la venda, mirándola—. Cuando dices que te contó lo necesario... ¿Qué tanto fue?

Palidecí.

¿Cómo se tomará lo de querer que ella sea mi esposa? La verdad... no me imagino con otra chica a mi lado y ella es demasiado joven, tiene toda una vida por delante, no me necesita, aquí estaría más que bien cuidada, y si no fuese egoísta, la dejaría aquí.

— Bueno, me contó lo de los anillos, que no son sólo de disculpa — Levantando la mano izquierda, moviendo los dedos—. Y que la boda la está planeando en base a mis gustos, que ya mandaste a hacer los anillos y el pequeño tiene mi medida... así que, me dijo que todo esto, el elegir a Irina, los seis meses fuera... todo lo estás haciendo es para darme tiempo de cumplir los dieciocho ¿Quieres que yo sea tu mujer, Caesar?

Preguntó temerosa, probablemente, ahora que lo sabe todo, quiere que directamente admita lo que he estado haciendo a sus espaldas, cómo siempre, ella necesita una confirmación, quiere estar segura.

— Nena... Si tengo que casarme, no lo haré con otra chica que no seas tú, te haré una Marchetti, eso te hará parte de una casa, y no romperé ninguna regla, pero... estoy dispuesto a esperar el tiempo necesario por ti, porque tú lo vales. Tú eres la dama de la mafia, los lideres te reconocen como tal, te admiran por ser la primera mujer de la mafia que se arriesga y se pone en el frente, tienes unos enormes ovarios y una capacidad de amarre increíble, por eso... quería preguntarte si... — Deslicé los dedos por mi cabello, relamiendo mis labios, nervioso—. Natasha ¿Quieres casarte conmigo?

Sonrió enternecida, acunando mi rostro, separando las piernas para que pudiera encajar mejor entre ellas, inclinándose hacia mí.

— ¿Creías que iba a entregarte a otra mujer? Era capaz de interrumpir tu boda y matar a tus tres candidatas, y a todas las siguientes hasta que no quedara nadie más que fuese apta para ti.

— Estás loca — Negué divertido—. Una maldita loca.

— Lo dice quien está dispuesto a matar a todo aquel que voltea a mirarme.

Carcajeó, besándome.

— Entonces, sólo para estar seguro ¿Es un sí?

— Es un obvio que sí, idiota. Así que has lo que tengas que hacer, fingiremos bien en casa, llegará el día que esto será oficial.

Reí como un idiota, incapaz de contener la emoción, la cargué y me levanté del piso, sintiendo sus piernas enrolladas en mis caderas, abrazándola con delicadeza mientras Nat sujeta mi rostro y me besa con ganas, metiendo su lengua dentro de mi boca, acariciándose con la mía, delineando mi labio con la punta de su traviesa lengua cada tanto, riendo en mis labios, besándome con la misma necesidad que tenía de ella.

— La puerta... — susurró—. Cierra con seguro la puerta...

Repitió en mi boca, frotándose conmigo.

— Pero hay personas abajo, si ellos escuchan...

— No escucharán, los cuartos son insonorizados.

Regando un camino de besos desde mi barbilla hasta mi cuello, tirando de la corbata, abriendo los primeros botones para tener más piel expuesta que besar.

Suspiré, ladeando la cabeza, cerrando los ojos, disfrutando de sus atenciones, siento que hace una eternidad no lo hacemos, extraño su cuerpo, la forma en la que me toca, cómo si fuese lo más valioso que tiene, y a la vez, cómo si quisiera grabarme en su piel.

Amo la forma en la que suelta cálidas bocanadas entre beso y beso, el cómo sus dedos se abren paso por mi cabello, jalando sutilmente de él cada vez que mueve las caderas para rozarse con mi pelvis, me gusta esa alternación suya entre besar, chupar y lamer con esa boquita deliciosa suya, y los jadeos que suelta cuando se desespera por tener más de mí.

Simplemente me gusta todo lo que hace, toda ella.

— Tus heridas...

Logré razonar, retrocediendo hasta tener la cama en la parte posterior de mis rodillas, sentándome con ella encima, amasándole el culo, levantando la pelvis para acompañar sus movimientos, jadeando juntos.

— Ya se abrieron, mejor las curamos una sola vez cuando celebremos esto ¿Qué dices?

Metiendo su mano entre nuestros cuerpos, masajeando mi pene.

Suficiente.

Me importa una mierda si escuchan abajo.

La cargué, soltándola sobre la cama, viendo el desconcierto en su mirada mientras rebota un par de veces, su rostro cambió cuando me acerqué a la puerta para poner el seguro, regresando rápidamente con ella quien abre las piernas para recibirme mientras yo voy directamente a besarle la boca, atrapando sus pechos perfectos en mis manos, acariciándolos mientras me acomodo bien entre sus piernas, frotándome con su centro una y otra vez, jadeando tanto cómo ella.

Podría correrme en la ropa cómo un puberto, joder, estoy a punto.

— ¿Qué tan mojada estás? Quiero saberlo...

Estirando mi mano entre sus piernas, sintiendo su calor y la humedad de sus apretadas mallas, gimiendo del gusto mientras ella tiembla y se atraganta con las palabras.

Mierda.

Ya no aguanto.

Besé sobre el monte de sus pechos, descendiendo en besos por su abdomen, arqueando sus piernas para morder suavemente sus muslos, mirando de reojo cómo se quita el top con manos torpes, pellizcándose los pezones sin perderme de vista, gimiendo con descaro, moviendo las caderas, desesperada por un poco más de contacto.

— Llevas mucha ropa encima. Quiero mirarte.

Protestó.

— Eso se puede arreglar.

Con premura, tiré el saco al piso, desabotoné la camisa y tiré de la corbata, colocándome de pie para darle todo un espectáculo, quitándome el cinturón, los pantalones, pateando los zapatos, fuera los calcetines, y luego liberé mi pene, masturbándome frente a ella, quien se retuerce en la cama para quitarse las diminutas pantaletas y luego las bragas, lanzándomelas al rostro.

— Estas serán parte de mi colección — Dejándolas sobre mi ropa—. Una braga por cada momento importante.

Dije.

Apoyando mi rodilla entre sus piernas, separándolas.

— Te has robado cada braga en cada ocasión que hemos tenido sexo.

Acariciando mis hombros.

— Eso es porque cada una de esas ocasiones fue importante — Besando sus labios de forma corta—. Psiquiátrica, por favor sigue jodiéndome por más tiempo.

Deslizándome con lentitud en su interior, quiero saborear el momento, sentir como me aprieta, me calienta y me moja con sus fluidos, deleitándome con la imagen de su rostro contrayéndose de placer.

— Daddy pide y yo le cumplo las fantasías — Gimió—. Ahora Zar, deja de jugar a las muñecas y párteme.

Apreté los dientes, metiéndola hasta el tope, tomando una profunda respiración.

— ¿Segura?

— Lástima que no tengamos mi collar — Acariciando las vendas sobre su cuello—. Pero, tengo mi collar favorito justo aquí.

Tomando mi mano para reemplazarla por la suya, ejerciendo presión sin dejar de sonreír, sabe lo que me hace, sabe lo que provoca, quiere que pierda el control.

— Pastelito, tú lo pediste.

Saqué mi verga y volteé su cuerpo, sujetando sus caderas para alzarle el culo, dándole una fuerte nalgada antes de penetrarla de golpe, viéndola arquear la espalda, soltando un grito mientras aprieta las sábanas bajo su cuerpo y me maldice, adoro cuando me maldice... creo que me gusta todo lo que la psiquiátrica hace o dice, estoy en problemas.

la mia signora voleva maleducazione, spero di soddisfare le aspettative.

<<Mi dama quiere rudeza, espero cumplir con las expectativas>>

Con mi mano diestra, envolví su cuello desde la nuca, la otra se enredó en sus caderas, utilizándolas como impulso para clavarme en su interior cada vez más rápido, profundo, viendo las estrellas cada vez que mi pelvis colisionaba con su trasero, proporcionándome una fricción tan placentera como dolorosa.

Natasha no está ayudando, sus caderas moviéndose en circulo, sus dedos frotándose el clítoris, buscando su liberación, sus gemidos, sus gritos de placer, sus jadeos, la forma en la que clavaba sus uñas en mis muslos.

Me lo dijo una vez, lo hace para hacerme sentir lo que siente cuando no puedo controlarme, una psiquiátrica de mierda, mi psiquiátrica.

Y mi prometida.

No pude contenerlo más, se siente tan delicioso que no pude evitar correrme en gruesas descargas, llenándola, y para no llegar a la cima yo sólo, quité sus dedos y froté su clítoris en círculos, rápido, sintiendo la humedad recorrerle las piernas mientras su cuerpo se tensa y tiembla, estrujándome por dentro hasta el punto de lo doloroso.

Tan estrecha...

Creo que este es mi orgasmo favorito.

— No he terminado aún, ven aquí, guapa.

Salí de su interior, dispuesto a cambiar de posición para seguir follándola, mi erección sigue igual de dura, dolorosa y palpitante, no creo nunca tener suficiente de ella.

— No, es mi turno — Dijo, empujándome hacia la cama, cayendo de espaldas—. Quiero ver tus expresiones mientras te corres Zar, abajo ya deben intuir lo que estamos haciendo, no quiero dejar el cuarto temprano.

— No pensaba dejarte ir temprano.

Viéndola posar cada rodilla junto a mis caderas, tomó mi pene y ella misma bajó, empalándose, permitiéndome deleitarme con ese bello rostro, ojos brillosos, labios entreabiertos, ese jadeo que suelta cada vez que se traga más de la mitad, su cuerpo sudado y brillante, sus pechos redondos y perfectos, pesados, duros, y esas perforaciones que me vuelven loco... definitivamente le compraré más piercings para sus pezones, quizá le mande a hacer unos con mi nombre ¿O será demasiado?

Dejé que ella hiciera lo que se le diera en gana conmigo, movió sus caderas hacia adelante y atrás mientras subía y bajaba, cerró sus ojos, se apoyó en mi pecho y brincó, brincó con esa agresividad que la caracteriza, llenando el cuarto de sonidos lascivos y húmedos producidos por sus fluidos y mi eyaculación que comienza a derramarse.

Natasha se corrió primero, sus paredes me apretaron, sus movimientos aceleraron, y terminó arrastrándome con ella.

— Mi turno. Veremos qué tan buena es esta cama que tiene el ruso.

Riendo con malicia, apoyando su espalda en el colchón.

— Dudo que puedas romper esta, es de roble grueso, muy grueso.

— Ya veremos.

Besando sus mejillas, su nariz, sus labios, sintiendo su calidez abrazando mi verga otra vez.

Nunca podría cansarme de esto.

***

NATASHA.

Para cuando dejamos el cuarto, ya era de noche, estaban todos cenando abajo, incluidos los hijos de los Petrova. Landon, Logan, Alek y las gemelas Ella y Emma, las menores, Santino parece muy cómodo ahí, Aless se ríe a carcajadas de lo que Yura le cuenta, Vincenzo juega con las niñas disimuladamente, y Vitto le muestra una caja con no sé qué cosa a Alexei, todo parece muy normal, cómo si siempre hubiese sido así.

— Vaya ¿Ya acabaron? Creí que iba a tener que ir a revisar si alguien se había muerto.

Bromeó Yura.

Inmediatamente me sonroje.

— Em... Yura... yo... ¿Puedo ocupar otro cuarto esta noche? Es que... se... se rompió la cama... Nosotros...

Colocando rostro de circunstancias, ocultando mi rostro en Caesar, me da vergüenza admitirlo frente a ellos.

— ¿Qué? ¿De nuevo? — Criticó Vitto—. Tienen que dejar de romper camas ustedes dos, después nosotros tenemos que recoger sus desastres — Nos regañó—. Yo reemplazo la cama, tranquilos, lo soluciono enseguida.

Levantándose mientras coge el móvil.

— Así que de nuevo.

Comentó Alexei, alzando una ceja.

— Em... sí — Respondí—. Las... camas no están tan bien hechas como suponemos.

Me defendí.

— Sanguijuela creímos que no íbamos a verte hoy.

Logan fue el primero en lanzarse sobre mí, Landon lo siguió y como mis piernas son gelatina, terminamos los tres en el piso.

— ¿Sanguijuela?

Preguntó Caesar, mirándonos en el piso. Estos gemelos del demonio no han cambiado ni un poco, siguen frotando sus rostros en mis mejillas como cuando era más pequeña.

— Sí, es que cuando pequeña se la pasaba siguiéndonos o queriendo dormir con nosotros, sobre todo en invierno, le tenía pánico a la nieve. Hacíamos todo juntos, terapias, psicólogo, clases, meriendas, baile, bueno, todo.

Narró Logan.

— Entre traumados nos entendemos.

Complementó Landon.

Carcajee, siguen siendo los mismos de siempre.

— Chicos... por si no recuerdan, tengo heridas de bala por el cuerpo y acabo de vendarme — Acariciando sus cabellos—. Yo también los extrañé ¿Sí? Hagamos más cosas juntos, disfrutemos el tiempo.

— A la mierda, es cierto, córrete Logan.

Landon se levantó y me ayudó a ponerme de pie, Logan y él me arrastraron a la mesa, sentándome entre ellos, y rápidamente la comida fue servida, Caesar no tuvo más remedio que sentarse al otro lado, junto a Santino.

— Traidor — Le dijo—. Ya me enteré que le contaste todo a Natasha.

Santino me miró con pánico.

— Yo no le dije, él se enteró solito porque estabas aquí cuando se supone que tenías que acompañarlo a él, y puede que yo hubiese estado demasiado feliz, pero no está enojado, tranquilo, creo que fue lo mejor que pudo pasarnos, el que las mentiras terminaran.

— Entonces... ¿Le respondiste, mocosa?

Apoyando ambas manos en la mesa, ansioso.

— Pues sí.

Sonriendo.

— ¿Y qué respondiste? Eso me interesa saber, muñeca.

Levantándose demasiado rápido, parece que la ansiedad se lo come vivo.

— le dije que obvio sí, porque no iba a dejar que ninguna otra le pusiera las garras encima, él es mío.

Caesar sonrió.

— ¿Y ahora qué hago yo con todo esto?

Caesar tomó la caja que antes Vitto le mostraba a Alexei, enseñándomela, era una caja con anillos de enormes piedras preciosas, cada uno más costoso que el anterior.

— Anillos de compromiso — Explicó—. Iba a darte uno de estos hasta que te dieras cuenta de lo que significaban.

— Eres un romántico, Boss.

Sonreí enternecida.

— Sí, pero no le digas al resto, este placer es sólo tuyo.

Sonriéndome de vuelta.

— Me gusta, me gusta. Pero no perdamos la costumbre, guarda esos anillos y regálamelos a medida que avanza el tiempo, tienes que seguir conquistándome, no te relajes.

— Supongo que vas a invitarnos a tu boda — dijo Logan, abrazándome—. Somos tus casi hermanos.

— Logan, no te invites sólo — Protestó Alek—. además, es obvio que el medio hermano favorito soy yo, ustedes siempre se lanzan sobre ella.

— Tontos hombres.

Dijeron las gemelas al unísono.

— Las chicas Petrova somos superiores, es obvio que Emma y yo somos las favoritas, además, somos las menores, todo el mundo nos ama.

El ego de Ella es idéntico al de su madre.

— Así es — dijo Emma—. Nosotras damos menos problemas, por eso nuestra casi hermana nos prefiere.

Carcajee, viendo la batalla que se arma. Esto es lo que extrañaba, la normalidad, las discusiones sanas, la familia.

— Ok, ok, ya dejen a Natasha en paz, mocosos locos — Dijo Yura—. Ya es tarde para ustedes, mañana tienen clase, así que terminan la cena, se despiden y a la cama.

— ¡Pero queremos jugar con Nat!

Protestaron las gemelas.

— Mañana, les prometo que mañana luego de clases estaré esperando para jugar con ustedes.

Prometí.

Eso las tranquilizó, y como su madre dijo, los más pequeños se fueron a la cama luego de dar la buena noche a todos, pero que pequeñines más lindos.

— Bien, se armó esta mierda — Yura golpeó la mesa, haciendo brincar a todo el mundo— Mi niña regresó a casa, aparentemente se va a casar, a mi esposo lo promovieron, así que hoy ninguno se va a la cama sin quedar tirado en el piso — Nos señaló a todos—. Hoy beberemos como lo hacemos en la madre rusia.

Alexei asintió, tomando el móvil, llamando a alguien.

— Luka, fiesta en casa hoy, trae a Charlie, vamos a emborracharnos.

Intercambiaron un par de palabras y cortó.

— ¿Sigue en contacto con Luka? Qué bueno, él me agradaba.

— ¿Quién es Luka?

Preguntó Caesar.

— Es su segundo — Señalé a Alexei—. Intentó dejar esta vida, pero la sangre llama a la sangre, terminó regresando.

Le conté.

— Ya veo, bien, entonces, vamos a beber como los anfitriones dicen.

Se animó.

Mi hombre hace mucho que no tiene días libres, le hace falta.

— Bien, entonces, pónganse cómodos, Caesar joder, deja los trajes para los negocios, esto es una fiesta, sube y cámbiate de ropa ahora.

Mi hombre alzó las cejas, sorprendido por la forma en la que mi no madre le está hablando.

— Vamos Zar ¿Te acomodas el cabello como tanto me gusta?

Rodeando la mesa, yendo hasta él antes de que abra la boca y la cague

— ¿Y cómo es que te gusta?

Poniéndose de pie, tomando la mano que le ofrecí, ignorando por completo el hecho de que todos se ríen de lo manso que se pone cuando quiere.

— Sin gel, me encantan los pequeños rulitos que se te hacen — sonriente, tirando de él para llevarlo arriba— ¿Me llevas a caballito?

Negó rodando los ojos, agachándose de todas maneras.

— Sube, mocosa mimada, no debería consentirte tanto.

De todas maneras, subí a su espalda, sujetó mis piernas y se levantó, comenzando a caminar otra vez.

— No te veo muy enojado, además, no soy la única mimada ¿O acaso tienes dos años? Porque te vi muy prendado de mis tetas antes.

— Señorita, su cuarto está siendo limpiado — Dijo la mucama que nos interceptó—. La llevaré a su nueva habitación. Señor, sígame por aquí.

Seguimos a la mucama hasta varias puertas más allá, nuestras maletas bien ordenadas sobre la cama, la chica se despidió y cerró la puerta al salir, estábamos solos.

— ¿Qué decías de mí y tus tetas?

Mencionó al bajarme, volteando para poder mirarme.

— Que te encantan.

Carcajee.

— Pues no desmiento verdades — Besando mis labios, mordiendo el inferior antes de alejarse—. Adoro tus tetas, podría estar entre ellas todo el día.

Tirando de la corbata, dejando el saco en el piso.

¿Por qué esto se ve tan sexual?

— Caesar no — señalando—. No hagas eso, Caesar.

Sonrió de lado, desabotonando su camisa.

— ¿Qué estoy haciendo? Sólo me quito la ropa para ponerme algo más "Normal", petición de la casi madre tuya que sí me agrada.

Terminando por quitársela también, ahora juega con el cinturón, desnudándose tortuosamente lento, provocándome.

— No te hagas el inocente conmigo Caesar, que tú jamás actúas inocentemente.

— Sí, mira, justo ahora lo voy a hacer — Suspiró, mirando la puerta— ¿Dormirás conmigo hoy?

Acercándose con el pantalón a medio abrir, logro ver su oscura ropa interior.

— ¿Dónde más sino?

Mirándolo raro.

— Es que... no sé si te percataste que no dormí muy bien en Japón, casi no pegué un ojo esos días, y ahora... no quiero dormir solo.

La calentura bajo de cien a cero en segundos, Caesar se ve muy vulnerable justo ahora.

— Oye ¿Estás bien? ¿Quieres hablar sobre eso?

Acercándome a él, acariciando su brazo.

— Hay... una razón por la cual no dejo que nadie entre a mi cuarto — Sosteniendo mi mirada—. Hace unos años, permitía que las mucamas limpiaran el espacio, prepararan mi ropa y me despertaran cada mañana para comenzar el trabajo, una de esas mucamas entró a mi cuarto por la noche para entregarme el somnífero y un vaso de agua, sabes de mis problemas para dormir, pero había algo en el agua, caí rendido en cosa de minutos, y en la madrugada, antes que las demás se levantaran... — Tomó mi mano y la posó sobre su pecho, casi rozándole el hombro, una enorme y horrible cicatriz descansaba sobre su piel—. Intentó matarme, estaba dormido, vulnerable por lo que me hizo consumir, casi lo consiguió. Desde entonces, no permito que nadie invada mi espacio, nadie, sin excepciones, y es por eso que me pongo tan ansioso cuando visito otras casas, porque habrá personas que entrarán al cuarto, personas como la mucama que nos trajo aquí, que nos despertará o nos dejará lo que sea que el dueño de casa le pidió, no tengo dominio en el hogar de otros, me pone muy ansioso dormir solo, por favor quédate conmigo.

Rodee su cintura con mis brazos, acariciando su espalda lentamente, trazando círculos, apoyando mi cabeza en su duro cuerpo.

— Gracias por contarme — Su cuerpo se relajó levemente, devolviendo el gesto—. Te prometo que desde ahora no volverás a sentirte ansioso al irte a dormir, porque yo velaré tu sueño — Besando su pecho—. También puedo cuidarte Zar, puedo apoyarte, y puedo consolarte cuando así lo necesites, soy tu compañera, siempre voy a estar disponible para espantar los demonios que tanto te persiguen.

Botó el aire que ha estado reteniendo, disfrutando de las caricias que le brindan mis manos.

— Creí que dirías que soy patético por no poder dormir solo...

— Nunca me reiría de algo que te asusta, tú no te reíste de mi miedo a la nieve, al frío, al color azul... tú me protegiste de mis miedos, me diste grueso calzado para que el frío no tocara mis pies, e hiciste todo lo humanamente posible para que la nieve no me tocara cuando aún no la toleraba sobre mí, por lo tanto, jamás me reiría de tus miedos.

— Gracias Nat...

Nos quedamos un rato más así, hasta que Caesar se relajó por completo, hasta que sus miedos se disiparon y las ganas de vivir un día de normalidad se apoderaron de él, tomando ropa común y corriente para bajar y celebrar con el resto, unos jeans ajustados, zapatillas, una camiseta de manga corta que le hace un cuerpo delicioso con esos músculos que se le marcan por todas partes, y a petición mía, lavó su cabello y dejó su negra cabellera con sus pequeñas ondulaciones que le quedan estupendas, Caesar se ve exquisito.

Yo me decidí por una camiseta corta de hombros caídos, y unos jeans, calcé mis zapatillas, me hice el delineado, un poco de color a los labios y estábamos listos.

Por supuesto que sólo negro, no íbamos a romper nuestro código de color sólo porque aquí si se vistan en otros tonos.

— Vamos a divertirnos Zar, disfrutemos con estas personas el que pueda llamarte mío — Entrelazando mis dedos con los suyos—. Ya fingiremos en casa con las traicioneras de las mucamas, divirtámonos hoy.

Acercó mi mano a sus labios, depositando un dulce beso antes de comenzar a caminar.

Non vedo l'ora di urlare a tutti che sei mia.

<<No puedo esperar para gritarle a todo el mundo que eres mía>>.

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