Capítulo 22

NATASHA.

Sonreí, subiendo el asiento al tope para poder ser observada durante la reunión, el escritorio alto no me favorece mucho, y necesito que vean más que un trozo de mi rostro, incluso tuve que acomodar la posición de las cámaras, maldito Caesar y su altura desproporcionada. Y eso no es todo, tuve que adaptar la silla, la cámara, acercar el teclado, el mouse, reclinar la pantalla, y a la vez, demostrar seguridad y manejo del tema con estos sujetos, actuando de lo más diplomática, anotando todo el letra pulcra y ordenada para luego mostrárselas al señor.

Supongo que luego de lo de Santino, mis clases de italiano se fueron a la mierda, tendré que recurrir a Caesar para poder ser de utilidad y no pasar vergüenzas.

— Y es por esa razón que necesitamos al Boss aquí, Mijail mancilla mis territorios con sus actividades, eliminar a un cabecilla es algo que sólo puede ordenar la máxima autoridad.

Comentó el sustituto del líder de los Yakuza, facilitándome el lenguaje, utilizando el inglés, no es la primera vez que lo hace, es todo un genio fingiendo que no me conoce, quizá quiere ser amable y no exponerme, debería saber que yo me expongo solita, no me avergüenza lo que fui, me ayudó a ser lo que soy ahora.

— Conozco a Mijail — Mencioné usando mi voz de negocios, adoro los trabajos de la mafia—. Lo conozco muy bien, tengo un pasado oscuro con ese hombre — Respondiendo en el mismo idioma—. Hace unas semanas, el Zar, yo y otros hombres fuimos a Rusia para detenerlo, él, de forma anual, recolecta mujeres de barrios pobres y las vende al mejor postor por medio de La Trata De Personas, el Zar lo visitó directamente y le cortó la lengua para dar un aviso, al parecer, no aprendió la lección, creo que tendremos que matarlo y poner a otro jefe en la punta, Mijail no respeta las reglas y no permitiré que alguien ensucie el nombre de mi Boss.

Apoyando los codos en la mesa, entrelacé mis dedos y apoyé mi mentón en estos, observando a los hombres en la pantalla con el rostro más amenazador posible, mi promesa es real, eliminaré a cualquiera que ponga en peligro la credibilidad de mi jefe.

Fue el líder de la mafia francesa quien se dirigió a mí.

— Mijail se arrastra como las ratas y muerde la mano que le da de comer, le juramos lealtad al Boss, lo elegimos por las capacidades de liderazgo que posee, y las reglas fueron forjadas en base a los valores de cada uno, el Boss nunca nos impuso nada, por lo tanto, no debería ser difícil para él seguirlas ¿Sabes cuáles son las reglas, cierto?

Preguntó alzando una ceja, intentando pillarme.

Claro, una mujer dirige la reunión, sus huevos deben sentirse amenazados.

— Por supuesto. No a la trata de personas, no obligamos mujeres a prostituirse, y no usamos niños como camellos, somos hijos de puta, caballeros, pero no por eso debemos caer tan bajo, por lo tanto, señor Segundo de Daiki — Observando al japones—. Cuente con nuestro apoyo para averiguar si Mijail se esconde en ese club para vender mujeres al mejor postor, hagámoslo luego de navidades, Mijail tiene la costumbre de emborracharse los festivos, no hará nada hasta después de las fiestas.

— Pareces conocer muy bien cada paso que da el líder de la Bratva.

Alzando una ceja, curioso el coqueto francés, no deja de mirarme con dobles intenciones, eso me molesta.

— Sí, yo fui una de las chicas que él vendió, fui su prostituta y su sicaria por un tiempo, por lo tanto, conozco sus tácticas, sus movimientos, dónde se ocultaría, las armas que usa, las posiciones de los francotiradores que siempre son las mismas, y lo cobarde que es, ocultándose siempre tras sus perros, moviendo los hilos desde las sombras, si hay alguien ideal para este trabajo, soy yo — Caesar entró al despacho en silencio, gesticulando que continue, tomando asiento frente a mí —. Deme los detalles cuando aterricemos allá, necesitaré chicas para poder mezclarnos con la multitud, necesitaremos hombres que nos acompañen para hacer creíble la situación, yo me encargaré de sacar al sucio hijo de puta del lugar dónde se esconde.

Caesar alzó una ceja en mi dirección, interesado en la plática, quiere detalles.

Sin dudar, tomé mis apuntes, empujándolos hacia él para que se ponga al corriente de la situación, dos planas completas en detalle, complacido, comenzó a leer.

— No esperaría menos de la dama de la mafia — Mencionó el japonés, Caesar alzó la ceja otra vez, observándome con diversión gatuna, sensual—. Le mostraré los planos del lugar para que señales los puntos críticos.

— Necesito un plano de al menos diez kilómetros a la redonda del club, Mijail suele ocupar las McMillan Brothers Tac-50, con un alcance de cuatro mil metros, con un calibre de 12.7 milímetros, ese fusil es su favorito para los trabajos de larga distancia, suele poner sus francotiradores a las doce, las seis, las tres y las nueve, cuatro más para los puntos ciegos, uno entre cada posición anterior, por lo tanto, necesitaremos un numero grande de sujetos para asegurar el área completa.

— Además de hermosa, es de sangre fría y lista — Alagó el estadounidense—. Mi dama, cuente con mis hombres para tal misión, Mijail es un problema, debemos eliminarlo de raíz.

Caesar dejó de leer, levantando la cabeza para observarme entre la preocupación y el orgullo.

— Muchas gracias, señor — Respondí—. Pero eso no es todo, ese perro sucio del líder de la Bratva sabe lo que hace, cada puerta del club en el que subasta mujeres, tiene instalado un ataque de pulso electromagnético que genera importantes cargas de energía electromagnética ambiental, destruyendo totalmente el equipo eléctrico y electrónico de todo quien cruza el umbral, radios, móviles, cámaras, absolutamente todo se va a negro, se quema, eso quiere decir que quienes entren, estarán solos, necesito hombres capaces que no se dobleguen ante el miedo, que no se paralicen, no quiero caídos, quiero éxito.

Por la cámara logro ver mi imagen, me brillan los ojos de la expectación, llevo semanas sin un buen trabajo, necesito algo de acción y nada me satisfacerla más que cortarle la cabeza a Mijail, sus mensajes son cada vez más amenazadores, pero ya ni siquiera los leo, sólo los elimino, él no puede hacer nada para arrastrarme con él, menos si lo mato.

— Cuente conmigo, Hottie — Dijo el francés—. Mis hombres se reunirán con Daiki, el líder de los Yakuza, luego de las fiestas, tendremos un día para preparar todo, tú que conoces el actuar de ese hijo de puta estarás a la cabeza de la misión, esperamos grandes cosas de usted, mi dama.

Caesar no aguantó más, se levantó y rodeó el escritorio acercándose a mí, una petición silenciosa, me levanté de la silla para darle espacio, viéndolo tomar asiento, jalándome por la cintura para acomodarme sobre su pierna, abrazándome mientras apoya su mentón en mi hombro, besando mi mejilla, marcando territorio el hijo de puta posesivo.

— Lo lamento caballeros, tuve que solucionar un par de problemas, pero tengo una dama que es capaz de resolver conflictos y armar tácticas en cosa de segundos.

Suena orgulloso mientras lo dice, no deja de mirarme cómo si yo fuera increíble, me gusta sentirme así, pero también me avergüenza.

— No esperaría menos de su pareja, Boss — Dijo el japones—. Una dama tan peligrosa como bella, despiadada...

— Hablando de despiadados — Recordando a esa pareja rusa que mantuve enterrada en mis recuerdos hasta ahora—. Tengo a alguien en mente para ser el líder de la Bratva, es líder de la mafia rusa secundaria, incluso más grande que la de Mijail, el que lo corrige a golpes si es necesario, es correcto y sigue las reglas. Hice un par de negocios con él en el pasado, es el hombre indicado para ponerlo en la punta de la pirámide de la Bratva.

— Dame su nombre, Hottie, es necesario investigar a ese sujeto.

Dijo el francés.

Caesar apretó los puños.

— Alexei Petrova — Indiqué—. Lo conozco bien, conozco a su esposa, conozco su dirección, de recibir el visto bueno, personalmente puedo llevarle la propuesta, es un hombre razonable, pero responde duramente ante las provocaciones.

— Eficiente, muy eficiente — Ronroneó el estadounidense—. En ese caso, revisaremos sus antecedentes, estaremos en contacto para darle una respuesta formal.

— Sería mejor resolver ese tema en Japón — Respondí—. Evaluar la situación, recibiré sus opiniones y en base a eso tomaremos una decisión, pero sí, en cuanto a los rusos, no pondría a nadie de la Bratva a la cabeza, son todos unos hijos de puta enfermos, pero Alexei no es así, él se rige bajo las mismas tres reglas que nuestro acuerdo internacional.

— En ese caso, investigaremos al hombre con calma — Afirmó el japonés— Hablaremos este tema post navidades, gracias por la información, el margen de error disminuye al mínimo conociendo las tácticas del enemigo.

— Contácteme por medio del Boss si necesita que le proporcione algún otro dato.

— En ese caso, nos vemos pronto, Hottie.

Ronroneó el Frances.

— Nos vemos, Pero le advierto, mantenga las manos y la boca alejadas de mí, si me tocas, él no se va a medir — Señalando a Caesar con la cabeza—. Es un hombre posesivo — estirando mi mano para acariciarle el rostro— Así que, por su seguridad, deje de llamarme por ese apodo, cuide su vida.

Observé el pequeño recuadro en la pantalla que muestra la imagen de Caesar y la mía juntas, el pelinegro sonríe amenazante directo a la cámara, disfruta tanto cuando marco territorio...

— Lo tendré en mente, gracias por la advertencia — Afirmó rápidamente—. Entonces, me retiro caballeros, señorita. Nos encontramos pronto.

Todo el mundo se despidió, corté la llamada y suspiré, por fin relajándome contra el cuerpo del jefe, tomando el pastel que dejé olvidado antes, llevándome una gran porción a la boca, saboreándolo con gusto, tengo hambre.

— Así que la dama de la mafia.

Dijo Caesar, besando mi cuello mientras sus manos se abren paso bajo la camiseta para tocarme y yo se lo permití, comer es mi prioridad ahora, que él haga lo que quiera con sus prioridades.

— Se pusieron ansiosos con el tema del matrimonio, intentaba protegerte, no quiero que tu posición como el Boss se vea afectada... Elige a Irina, es rubia, puede que no noten el cambio.

Apretando con fuerza el tenedor, doblándolo ligeramente, odio esa maldita situación en la que está envuelto.

— No voy a elegir ni una mierda, ya te dije, confía en mí que encontraré la mejor solución — Trazando círculos con su índice alrededor de mi ombligo—. Ahora, necesitamos empacar e irnos, es un viaje de casi diecisiete horas, tendremos que hacer unas cuantas paradas por combustible, nos iremos a Japón.

Sujetó la mano que sostiene el tenedor y llevó esa porción de pastel a su boca, devorándolo.

— Oye, es mi pastel, necesito azúcar.

Frunciendo el ceño, tomando una gran porción, colocando el tenedor frente a su rostro.

— No te entiendo, psiquiátrica, ahora me estás ofreciendo.

Abriendo la boca de todas maneras, saboreando lo que le di.

— Yo quise darte, antes te lo robaste, son dos cosas diferentes. Y no vuelvas a robarme comida o voy a tener que resolverlo de la manera violenta, Zar.

Terminando de comer el pastel, saltando fuera de su regazo.

— Estás loca.

Negó poniéndose de pie él también.

— Aún estás a tiempo de elegir a una más fácil que mueva la cola, se siente y ruede sobre su pancita cuando se lo pidas.

Sonriéndole de lado, sé muy bien que no hará nada cómo eso, está tan jodido cómo yo.

— Es que esas no me gustan, yo prefiero a mi pastelito.

Caminando hacia mí, rodeándome la cintura, besándome la mejilla, un ojo, la frente, la boca.

— Iré a prepararme —Dando un paso atrás—. Si te dejo continuar, no nos iremos nunca ¿Qué debería llevar?

Sonriendo coqueta al ver la cara que puso, fue atrapado, él quiere divertirse con mi cuerpo.

— Las mucamas prepararán tu maleta, tú sólo vístete como quieras, todo se te ve bien.

Mencionó siguiéndome hasta la puerta y por el pasillo ¿Hasta dónde planea seguirme?

— Yo creo que las mucamas van a enviar mi maleta vacía si la preparan ellas, sobre todo si tengo la mala suerte de toparme con Carina, están celosas de que entre a tu cuarto y que ahora no las llames para follar durante la noche.

Él carcajeó.

— Saben el precio de desobedecer mis ordenes, tu maleta estará bien, no te preocupes, y en cuanto a follarme a las mucamas... eso ya no pasará.

— ¿Por qué?

Estúpidamente mi cabeza comenzó a crear escenarios ficticios y conversaciones, no debo dejarme ilusionar, ya aprendí esa lección en el pasado, pero con Caesar es tan difícil...

— Es algo vergonzoso de decir viniendo de un semental como yo.

Tomando mi mano, entrelazando sus dedos con los míos mientras caminamos por el pasillo en dirección a las escaleras, no parece importarle lo que el mundo tiene para decir sobre nosotros, se siente cómodo llevándome consigo.

— Bueno, Caesar, no voy a reírme de ti, dime, será nuestro secreto.

Carraspeó, jalando mi mano ligeramente para que deje de andar, parando ambos en lo alto de la escalera, justo en la segunda planta.

— Es que... no sé qué me hiciste, mi cuerpo... no funciona, no se me levanta si no es contigo, simplemente no puedo excitarme con otra mujer, lo intenté y... no funcionó, mi cuerpo es completamente tuyo, psiquiátrica de mierda, me tienes dominado, eso me asusta.

Caesar, él que se folla todo lo que tenga agujero... sin una erección.

Si me lo cuenta otra persona, me reiría por las cosas absurdas que inventa con tal de humillar a mi Boss, pero es el pelinegro quien me lo cuenta y se ve muy serio hablando del asunto.

Así que hice lo que cualquier mujer adulta y responsable haría.

Me reí.

— No tienes idea de lo increíble que me siento ahora — Secando las lágrimas que se me escapan mientras me sujeto la panza— El Zar con la verga muerta — Carcajee más fuerte, doblando mi cuerpo en dos—. Pero tranquilo Daddy, que mi cuerpo siempre estará disponible para satisfacer tus deseos frustrados — Besando la comisura de su boca al ver que no está nada divertido con mi reacción—. Me alegra que no puedas follar con nadie más, así, te tendré todo para mí.

— Estaba a dos segundos de enojarme cuanto te comenzaste a reír — Besando mis labios—. Pero repuntaste con el final de tu frase... em... sé que no estoy en posición de pedir nada, pero... ¿Puedes tú tampoco acostarte con alguien más?

El color subió a sus mejillas, se le secó la boca y se vio en la necesidad de deslizar su lengua por los labios para humedecerlos, está nervioso, una expresión que no conozco en su rostro.

— ¿Quién dijo antes que yo era su chica? — Echándole los brazos al cuello, recargando mi cuerpo en el suyo—. Domíname y sé posesivo, Caesar, soy toda tuya, después de probarte, no existe otro que pueda satisfacerme.

— ¿Y Aless? Sé que pasas mucho tiempo en su habitación.

Siempre sacando al rubio en nuestras conversaciones ¿Qué problema tiene con él?

— El rubio tiene dueño por si no te has dado cuenta, pasa más en su habitación que en la mía, no te pongas celoso ahora, que no te viene.

Besando sus labios de manera corta, riéndome al verlo hacer un mohín cuando escapé de sus brazos, él tiene otros planes.

— Si te dejo continuar, no saldremos pronto, te veo en un rato, Zar.

Trotando escaleras arriba para encerrarme en mi habitación, me pondré guapa y cómo estaremos lejos, podré fingir ser una pareja normal con el pelinegro.

No puedo esperar alejarme de la toxicidad de estas cuatro casas.

***

Ya en el avión, tomé asiento con Caesar, consciente de la clara distancia que guardaron los demás, la última vez que viajé, Vitto hizo sándwiches, teníamos resaca, y yo tenía amigos... esto se me hace extraño, más no así desagradable, me gusta estar con el Zar.

Cómo no parece que otras personas quieran venir a entablar conversación conmigo, encendí el reproductor de películas del asiento frente al mío y busqué Bambie 2, esa no la he visto, y cómo dije, no me gusta ver películas tristes sola y puede que esta también sea triste.

— Natasha, ya te dije, tengo trabajo que hacer, no puedo desperdiciar tiempo en...

— Por favor... es que no me gusta ver películas sola, por favor, jefe, por favor...

Subiendo mis piernas a las suyas, rodeando su brazo con los míos, empujando ligeramente la pesa frente a él para moverla acomodarme mejor.

— Joder, mocosa... no me digas así, llámame por mi nombre.

Acomodando su mano bajo mis rodillas y la otra en mi espalda, acomodándome sobre sus piernas, usando la manta para envolvernos.

— Entonces ¿La verás conmigo?

— ¿Qué otra cosa puedo hacer?

Sonreí, apretujándome contra su cuerpo y di play a la película, viendo de reojo las nubes regordetas y oscuras que se ven por la ventana a nuestros pies, parece hacer frío, pero nosotros estamos lo suficientemente calientitos y seguros aquí dentro.

El resto de la tarde vimos películas diferentes de Disney, Caesar se murió del aburrimiento, aún así me dio en el gusto, rodeándome los hombros con su brazo, usando la manta para cubrir sus actividades ilícitas, toqueteándome por debajo de la ropa mientras fingía ver las películas con interés, fue divertido, pero agotador, terminé durmiéndome a mitad de la cuarta película, y de seguro, apenas me vio cerrar los ojos, se puso a trabajar.

***

A mitad de la noche, desperté por las increíbles ganas de orinar, sonreí amplia al verme acurrucada entre los asientos de la última fila del avión con Caesar, bien recostados y cubiertos con gruesas mantas, pero el deber llama...

Fui cuidadosa al mover su brazo de mi cintura para poder levantarme, lo arropé bien para que no sintiera frío y comencé mi recorrido hacia el baño en el silencio más absoluto para no despertar a los chicos que nos acompañarán a la misión en Japón, fui rápidamente con la idea de volver a mi asiento para acurrucarme con mi hombre y volver a dormir, pero cómo siempre, mis planes se vieron frustrados, nunca salen las cosas cómo yo quiero.

Santino me esperaba apoyado en la pared frente al baño, mirándome cómo mira a todos quienes no le agradan, y eso... me dolió. No sabía que él vendría al viaje con nosotros, pensé que se quedó en casa luego de la paliza que le dio Caesar.

Lleva el ojo inflamado y amoratado, apenas lo puede abrir, tiene el labio reventado, el corte de su ceja parece fresco, todo él se ve desastroso, pero su brazo.... Santino tiene un brazo quebrado, lo lleva enyesado en un cabestrillo y cojea ligeramente mientras acomoda su postura, se ve mal...

— ¿Estás contenta ahora? — Soltó en susurros—. Caesar me prohibió hablar contigo, lo tienes justo dónde lo quieres — Soltó con rabia—. Ya veo por qué tus jefes anteriores decían que pescabas peces gordos siempre, los engatusas y los manejas como quieres — Dando un par de pasos hacia mí, invadiendo mi espacio personal hasta tenerme pegada a la pared con su enorme cuerpo obstruyéndome el paso—. Eres tan buena manipulando a Caesar, que él haría lo que fuera para que sigas sosteniendo la correa que le pusiste al cuello, eres increíble, te subestimé ¿Qué más podría esperar de una zorra que vende su cuerpo por dinero?

Susurró en mi oído con tanto odio que temblé, podría esperar insultos y malos deseos de cualquier persona, pero no de Santino, yo... yo lo quiero, es mi primer amigo en todo el mundo ¿Por qué dice cosas tan feas? ¿Qué le hice yo para que me trate así?

— Yo no hice nada — Me defendí con los dientes apretados, incapaz de empujarlo y hacerle daño, no puedo—. Tú me dijiste "No hagas nada" y eso hice, sólo fui yo, esta soy yo, Santino, lamento que pienses así de mí, porque te consideraba mi amigo — Me duele tanto el pecho que no lo soporto—. No pienso traicionar la confianza del Boss, él me dijo que confiara y eso voy a hacer, me gusta ese hombre y por primera vez en mi vida seré caprichosa — Respondiendo en susurros también, sin moverme, no puedo, sigue apresándome entre su cuerpo y la pared—. Espero que te arrepientas de esto, te disculpes más tarde y traigas de regreso a mi amigo, porque esta versión de mierda tuya... este no eres tú.

— Antes que tu amigo, soy el Segundo del Boss y mi tarea es hacer que no cometa errores, tú eres un error.

— Vete a la mierda.

Reuniendo fuerzas, empujándolo para hacerme espacio y correr de regreso a mi asiento, arropándome con las mantas, acurrucándome con Caesar, dónde Santino y sus palabras no puedan dañarme.

He recibido malos tratos toda mi vida, creí que los merecía, siempre lo pensé, nunca me interesó lo que otros pensaran de mí, pero perder a Santino... nunca sentí un dolor así.

— Me quedé sola de nuevo...

Secándome una lágrima traicionera, subiendo las piernas al asiento, ocultando mi rostro en el pecho del pelinegro, sintiendo la calidez de sus brazos rodearme.

— Ahora eres lo único que me queda... así voy a confiar...

***

Tardé horas en volver a conciliar el sueño, la breve plática con el castañito me dejó intranquila, me hizo sentir insegura, triste, una... basura, no entiendo por qué le molesta ahora que esté con el Zar, él sabía que era de mi interés, me ayudó a conquistarlo, joder ¿Por qué el cambio de actitud ahora? ¿Qué le hice? ¿Fue por su tío? ¿Antonio le habrá dicho algo para convencerlo de repudiarme?

Después de cinco horas de sueño, desperté otra vez por el movimiento de la persona a mi lado, abrí los ojos de forma perezosa, viendo al Zar trabajando en unos documentos, el sol apenas dando sus primeros destellos en el horizonte, iluminándole el cabello y parte del rostro, usa lentes para leer, se ve sexy e inteligente... que privilegio despertar con imágenes cómo estas todos los días.

Aguantaría todos los desprecios del mundo para mantener las cosas justo cómo ahora.

— Lo siento, Pastelito... intenté no despertarte, sigue durmiendo, aún es temprano.

Se excusó.

— No, tranquilo, ya desperté — Bostezando mientras me estiro para desperezarme—. Esto es suficiente — miré los documentos—. ¿Qué haces?

Inclinándome hacia el montón de documentos que tiene en frente, viendo la insignia del dragón tallado en oro, la moneda de la familia Petrova, un distintivo de honor, fuerza, valentía y gloria.

— Investigo al tal Alexei, parece decente entre lo hijo de puta que es, tiene un pasado escabroso, pero sí es un buen candidato.

Alcé la vista hacia su rostro, observándolo con sorpresa, que rápido consigue información este hombre, debió pedirle a... Santino que buscara mientras nos arreglábamos para salir, no conozco a nadie más diligente que él.

— Te lo dije, Alexei es de confianza.

— ¿De dónde lo conoces? — Frunció el ceño—. No me gusta la forma en la que hablas de él, como si lo conocieras de mucho, cómo si fueran cercanos.

Dejando los documentos de lado, dándome atención.

— ¿Celoso, Daddy?

Sonreí coqueta.

— Sí, mucho — Sujetando mi rostro con su mano, acercándome a él—. Dime, pastelito ¿Quién es y de dónde lo conoces?

Debo estar muy enferma de la cabeza para excitarme por cosas como estas.

— Uy... que rico... enójate más, por favor.

Lo vi apretar los dientes, la media sonrisa bailándole en los labios, se contiene bien, pero poco le durará el autocontrol, no es bueno con eso.

— No estoy jugando, Natasha.

— Yo tampoco.

Respondí tranquila, encogiéndome de hombros.

Caesar esperó, esperó y esperó, rodando los ojos después, soltándome.

Se ha rendido.

— Muy poco poder de persuasión, Zar, tienes que ser más rudo conmigo, mucho más.

Puntualicé.

— Rudo voy a ser si continuar coqueteándome, loca de mierda — Sin quitarme la vista de encima—. No olvides que tenemos una cama ahí atrás, aún guardo las esposas de ese día, podríamos jugar a ver cuánto puedes aguantar sin tocarme, mientras te lamo ese delicioso coño y te meto los dedos a la vez. Sabes que soy muy bueno haciendo que te corras ¿Qué dices? ¿Probamos?

Tragué grueso.

Por el bien de mi salud psicológica y física, dejaré los juegos.

— No eres divertido — Cruzándome de brazos—. No se puede bromear contigo.

— Sólo quiero saber quién es ese Alexei al que tanto recomiendas.

— Fue mi benefactor un tiempo — Respondí suspirando, rendida a su interrogatorio, no se detendrá hasta tener respuestas—. Era pequeña, me escapé de Mijail y lo encontré a él, tenía quince — Narré— Alexei me vistió, me alimentó e intentó hacer que dejara las armas, sin éxito, claro, así que decidió enseñarme para que no me lastimara. Su esposa siempre fue dulce conmigo, sus hijos fueron muy amables también, viví varios meses con ellos, escondiéndome de la furia de Mijail que me buscaba debajo de cada piedra... pero fui estúpida, salí para tomar un poco de aire, quería recorrer las calles, Alexei vivía en un lugar muy bonito, lejos de las personas normales — Sonreí con nostalgia—. Historia corta, Mijail me encontró y me gané la paliza de mi vida, fin. Nunca más volví a ver a Alexei.

Caesar se quedó en silencio por varios minutos, analizando las expresiones de mi rostro, sus ojos se mueven en todas direcciones, pensando a toda velocidad.

— ¿Caesar?

Impacientándome por su silencio, quiero saber qué maquina esa cabecita suya.

— Nada... es que... hizo lo que yo hice, pero te perdió de vista ¿Qué pasa si yo te pierdo de vista también? ¿Qué pasaría si te arrancan de mi lado?

Se ve perdido, asustado...

— Bueno, eso no puede pasar, fui un producto de alta calidad que fue vendido como lo han estado haciendo por años, me compraste, tienes el collar que me identifica como tuya, por lo tanto, no pueden robarme, son hijos de puta, pero respetan la compra y venta de su mercancía. Alexei no era mi dueño, sólo se encontró a una niñita asustada, sintió lastima y quiso ayudarme.

Ese ruso era un buen hombre, amable, atento, cariñoso, un padre devoto, un buen marido, un buen líder... Recuerdo bien que siempre me incluía en sus planes familiares, tuvo paciencia conmigo, se sentaba a mi lado por largas horas para acompañarme mientras me aconsejaba y me aseguraba que todo estaría bien, el pánico me acechaba durante las noches en forma de pesadillas, pensando que Mijail podría atraparme, él siempre me calmó, siempre me hizo sentir segura y bienvenida.

— ¿Extrañas a ese sujeto? Alexei.

— En ocasiones sí. Él era muy cálido, tranquilizador, también extraño a su esposa, Yura, y a sus gemelos locos también. No sé qué enredo tenía esa familia, los gemelos eran casi de la edad de Yura, luego un niño que Yura adoptó, era hijo de Alexei solamente, y luego estaban las gemelas, chiquitas y bonitas, eso sí tenía sentido. Supongo que no era la primera chiquilla que recogían, me obligaron a ir al psicólogo de los mellizos por semanas, tenía muchos traumas, fue él quien me enseñó a escribir y leer en ruso, no tuve buena educación en casa con mi familia.

Caesar suspiró y estiró el brazo para acariciar mi cabello.

— En ocasiones intento recordarme a mí mismo la edad que tienes y lo incorrecto que es el hecho de estar a tu alrededor, pero cada vez que me hablas de tu pasado... me cuentas cosas demasiado crudas para una chiquilla, te obligaste a crecer muy rápido, y eso me trae de regreso a la realidad, nunca vas a recuperar esos años perdidos, nunca vas a... ser la mocosa que deberías ser, te saltaste todas esas etapas.

— Oye, estoy bien — Respondí—. Sí fue feo el pasado, pero ahora estoy bien, el pasado se queda en el pasado, no puedo cambiarlo, pero mi futuro sí.

Apoyando mi mano sobre la que aún mantiene en mi mejilla, me mira con lástima, pero también cómo si fuera lo más preciado que tiene, sólo tiene miedo de que yo salga herida.

— ¿Y qué hay de ofrecerte para esa misión en Japón? Te ofreciste a ti misma para liderar un operativo en ese club. Un club como el de la última vez, en el que perdiste la cabeza. Tú no dejas ir el pasado, sigues estancado en él.

Está preocupado por eso.

— Sí, la diferencia es, que en ese tiempo, yo no sabía que iba a pasar conmigo, yo no era nadie para ti ni para la mafia italiana, era una aparecida, me sentía en el limbo, temía ser devuelta a mi peor pesadilla, pero ahora sé muy bien dónde pertenezco, tengo un lugar al que regresar y tengo a un ansioso Boss que necesita de mi cuerpo para que se le levante — Carcajeando por lo bajo al ver su mueca de desacuerdo—. ¿No crees que es una buena motivación para tener la cabeza fría, entrar, hacer lo que tengo que hacer, y salir para regresar contigo?

Carcajeó conmigo, negando.

— Definitivamente no debí contarte eso, me joderás todo el tiempo.

Asentí.

— Cada vez que tenga oportunidad, porque me siento poderosa al tener poder sobre tu cuerpo.

Sonriendo al verlo acecharme, inclinándose hacia mi cuerpo, rodeándome el cuello para inmovilizarme y depositar un beso tosco sobre mis labios sin quitarme los ojos de encima.

Es tan bruto, joder, tiene bastante fuerza y no se mide.

— Loca de mierda ¿Qué me hiciste?

— Soy encantadora — Bromee, encogiéndome de hombros—. Ni siquiera puse mucho esfuerzo en seducirte, imagina si me hubiera esforzado ¿Qué tanto harías por mí?

Carcajee.

— Eres una perra en ocasiones ¿Te lo han dicho?

— Muchas veces — arrodillándome en el asiento, enredando mis dedos en su cabello, acercándolo a mi rostro—. Pero me encanta la forma en que los insultos salen de tu boca, lo dices con rabia, pero al mismo tiempo con deseo, te molesta desearme tanto.

Besando la comisura de sus labios.

— Tú eres una mujer peligrosa, tengo miedo de que encuentres algo mejor que yo, algo que llame más tu atención, en Japón habrá muchos jefes... tu podrías...

— No, no podría — Interrumpiendo el hilo de sus pensamientos—. Estoy coladita por el Zar, además, el que tiene mi collar favorito eres tú — Tomando su mano y lo hice rodearme el cuello—. Tus manos tienen la medida justa, y este de aquí — Apretándole el paquete—. Estoy segura que jamás encontraré uno que me haga sentir tan satisfecha, además, es muy bueno para mi ego que no puedas quitarme la vista de encima, y los rastros de tu confesión y tus suplicas siguen en mi memoria, no dejaré ir el paquete completo por unas migajas, yo te quiero a ti. Podría coquetearme un príncipe de Dubai, aun así, no me iría de tu lado, te juré lealtad, la única manera de que yo deje la mafia italiana, será muriendo.

Apretó levemente alrededor de mi cuello con la quijada apretada, dando un tirón para acercarse a mi rostro, clavó sus dedos en mi muslo y me sentó a horcajadas sobre su regazo, dándole un apretón a mi cintura que me puso a mil, me encanta cuando el maldito dice eso.

— A la mierda los papeles, confiaré en ti con Alexei, pero ahora no aguanto más, vamos al cuarto.

Empujando la mesa con los documentos, poniéndose de pie rápidamente conmigo encima, atrapando mi boca en un beso caliente y morboso, metiéndome la lengua antes de siquiera poder procesar los últimos cinco segundos, fui lenta, pero no me quedé atrás, enredando los dedos en su cabello para devolverle el beso con la misma hambre que me demuestra, viendo de reojo a Santino acercarse con su tableta en la mano, deteniéndose al darse cuenta de lo que estamos haciendo.

No dudé en sonreír de lado y lamer la comisura de la boca de mi hombre mientras pasa por su lado y me lleva a la habitación al final del avión, Santino me miró con tanto odio que me estremecí, ese hombre aborrece mi presencia ahora, pero más tarde me ocuparé de ese problema, primero, me preocuparé de apagar el fuego que amenaza con consumirme.

— Quítate la ropa, mujer, y abre esa bonita boca, haré que te tragues todas tus provocaciones para hacerme sentir celos.

Desnudándose con premura.

— Este si es el hijo de puta que me gusta.

Desnudándome con tanta ansiedad como la suya.

Ambos viviendo la calma antes de la tormenta.

***

La llegada a Japón fue un alivio para todos, tantas horas sobre un avión agota hasta al más paciente, eran las cinco de la mañana cuando aterrizamos, Daiki estaba esperandonos con sus hombres, una hilera de vehículos de oscuros vidrios, nuestros perros y los suyos rápidamente se movieron para acomodar todo y partir, hace un frío horrible a estas horas, un viento húmedo me empapa el rostro, y la nieve humedece mi calzado, botas inadecuadas, Santino era bueno eligiéndome el calzado o el abrigo... y ahora tomo malas decisiones.

— Es bueno conocerla en persona, Dama — dijo el hombre, ofreciendo una reverencia— Sea bienvenida a Japón, y a mi humilde organización... de nuevo.

Sonriéndome amplio, Daiki sabe lo que hago y cómo lo hago, he trabajado para él en varias oportunidades, hace unos meses estuve aquí y lo hice de puta madre, luego nos fuimos una semana de fiesta.

— Pensé que ese tonto de Atsu diría algo en la reunión, pero fue bastante diplomático —Correspondiendo a su reverencia, pero un poquito más burlona, él sabe que no soy buena con esas cosas—. Un gusto trabajar contigo otra vez, si necesitas algo, házmelo saber, estaré disponible todo el tiempo.

Vine a trabajar después de todo, cuando me concentro en algo, no hay nada más que ocupe mi cabeza.

— No todo el tiempo — interrumpió Caesar, rodeando mi cintura, pegándome a su cuerpo, apartándome del líder japones—. Tienes que guardar tiempo para mí.

Marcando territorio inmediatamente, es un controlador.

— Mi esposa está preparando el desayuno — Mencionó Daiki, ignorando la posesividad de Caesar—. Está emocionada de conocer a la dama de la mafia, escuchó de mi boca el ojo agudo y la intuición que tienes para dar caza a los ratoncitos escurridizos, te conocemos hace unos años, pero ahora el puesto es oficial, felicidades.

Sonreí con malicia.

A todo el mundo le gusta escuchar halagos.

— Espero poder llevarme bien con ella ahora, recuerdo bien que me ignoraba, es bueno mantener buena comunicación entre canales. Aquí mi hombre — Tocando el pecho de Caesar—. Es un poco nervioso, le gusta tener las manos sobre mí todo el tiempo, odia cuando otro sujeto me observa por más de cinco minutos, mis disculpas por su exceso de sobreprotección.

— Todos somos así, debemos mantener un ojo sobre las personas que queremos, esta vida es peligrosa, nunca sabes cuando algo o alguien pueda arrebatárnoslo, por favor disculpa la posesividad del Boss, la vida que llevamos nos hace ser así, hemos perdido mucho, no queremos perder más.

El padre de Caesar, desmembrado frente a sus ojos.

Su madre y su hermana muertas a manos de un explosivo, sus tías... sus primos... todos muertos...

Santino estuvo contándome un par de cosas más luego de la visita de Antonio, el hombre a mi lado ha tenido una vida dura en la que se ha visto en la obligación de escalar con uñas y dientes, sangrando, destrozado hasta la posición que tiene ahora... sólo.

— Acepté al Boss con todo y su exceso de protección — Sonriéndole al Zar—. No me molesta para nada que tenga sus ojos sobre mí todo el tiempo.

El japones sonrió.

— Es bueno saber que la relación del Boss es sólida, el Boss es el pilar de las mafias a nivel internacional, si no hay esposa, si no hay heredero, no tendremos otro Marchetti que guíe a la próxima generación, son los italianos quienes han cumplido con ese rol por décadas.

Me sentí un poco incómoda ante el comentario... engañarlo así... Daiki es una buena persona.

— Sé cuáles son mis obligaciones — Dijo el Zar—. Planeo continuar con la tradición muy pronto, no te preocupes Daiki — Respondió más duro de lo necesario—. Ahora vamos, mi mujer debe estar agotada por el viaje, no la he dejado dormir como es debido.

— En ese caso, sígame por favor, les mostraremos su cuarto al llegar para que pueda descansar hasta la fiesta.

Guiándonos hasta el auto que nos llevaría con los Yakuza.

Me emocionaba el cambio de escenario y la misión que estaba esperándome aquí, demostraré lo que valgo, demostraré por qué el Zar está tan colado por mí.

Soy capaz.

Soy muy capaz de estar a la altura y se lo demostraré a Santino.


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