𝘧𝘰𝘶𝘳: 𝘬𝘪𝘯𝘨 𝘰𝘧 𝘵𝘩𝘦 𝘯𝘢𝘳𝘳𝘰𝘸 𝘴𝘦𝘢
゚🐉・:* 𝒌𝒊𝒏𝒈 𝒐𝒇 𝒕𝒉𝒆 𝒏𝒂𝒓𝒓𝒐𝒘 𝒔𝒆𝒂 *:・゚🐉
❝ no sé quién eres
me queda mucho por aprender. ❞
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—El muro de blackhaven es de piedra que no se puede escalar. El castillo está rodeado por una fosa profunda...
La voz de Beric Dondarrion tenía practicamene adormecida a Rhaenyra, su mente perdida en otros pensamientos más importantes que el prestar atención a todos los solteros que estban postulándose como contendientes para su mano. Uno de los hechos que más le molestaba a Rhaenyra y que incluso le insultaba era la cantidad de hombres mayores a su padre, como Beric Dondarrion, se encontraban en esa extensa fila de hombres.
—Y dígame, lord Dondarrion, ¿considera a mi bisabuela tan hermosa como dices?
—Eso fue hace medio siglo, Princesa—respondió el hombre notablemente confundido.
—Si lo fue—las risas no tardaron en aparecer acompañadas de un pequeño eco.
—Eso fue impropio, Princesa.
—El hombre es más viejo que mi padre. Es inaprropiado que se postule como contendiente por mi mano—dijo dejando salir la molestia que había acumulado hasta el momento.
—¡Siguiente!—se dijo despachando al hombre para que el sigueinte contendiente diera un paso al frente, el asombro de Rhaenyra llegó a su rostro como el rayo en medio de una tormenta.
—Y ahora un niño.
—Los Blackwood son una antigua casa con un ejercito formidable. En riverlands ellos alguna vez gobernaron como reyes. La sangre de los Primeros Hombres aún fluye por sus venas—explicó Boremund Baratheon regresando su mirada al niño frente a ellos.
—Mi princesa, el nuestro es un vinculo que ha perdurdado desde Lucas Blackwood el abuelo de mi abuelo quien acompañó al Gran Dragón en su conquista...
—Sí, los Blackwood fueron de gran ayuda en esa victoria—interrumpieron para burlarse del joven.
—Llenos de la sangre de los Primeros Hombres, nuestra historia está arraigada en esta tierra, en la que su casa ha hecho un hogar—continuó el pequeño Blackwood—. Si me elige como pareja, Princesa, sus días serán sencillos y sus noches seguras bajo mi protección—si bien a Rhaneyra le conmovió la actitud del pequeño, su mente se permitió regresar a la celebración de su hermano, especialmente al Sionnach que se había acercado en más de una ocasión para hacerle compañía.
—¿"Protección"? La princesa tiene un dragón, maldito imbécil.
—Es justo que cada contendiente diga lo que mejor le parece para conquistar a la pricesa, Bracken—se escuchó detrás de al menos 10 hombres que cubrían al dueño del comentario.
—Al frente el que habló—exigió Rhaenyra, las personas que se encontraban a su alrededor, movieron las capas que formalmente habían decidido llevar para la ocasión y dejaron a la vista a Xavier Sionnach quien dió un par de pasos antes de hacer la reverencia correspondiente.
—Princesa—saludó.
—Lord Sionnach, es un placer verle de nuevo—dijo pero su rostro no expresaba la veradera emoción de verle formado por su mano—. Me sorprende verle aquí, mi padre me comentó que no tenía interés en mi mano.
—En realidad, no tenía interés en comprar su mano, hay una gran diferencia entre una y otra. Ahora mismo no tengo nada que dar a cambio de su tiempo y presencia, así como tampoco me estaría vendiendo a su padre como el mejor contendiente. Fue una pena ver la decepción de lord Lannister.
—Entiendo, no busca impresionar a mi padre, pretende impresionarme a mi, ¿entiendo bien?
—¿Hay verdaderamente forma de impresionar a una princesa inteligente y que no le teme a los dragones?—sonrió de lado—. A menos que le impresionen las bromas de Bracken. Créame, él mimso se haría encima si tuviera un dragón respirándole frente al rostro.
—¿Dice que usted no?
—Creame, princesa... lo estaría. Probablmente correría al lado contrario incluso si la criatura se encontrara encadenada—Rhaenyra dejó escapar una corta risa y a su alrededor algunos más rieron con ella.
—¿Qué ha venido a ofrecer usted? ¿O también ha veido a ser un bufón como Bracken?
—Si es algo que le gusta, Princesa, puedo hacerlo parte del discurso.
—Hable, entonces—dijo juntando sus manos sobre su regazo con una sonrisa arrogante, deseaba saber que era lo que ofrecería aquel Lord que pudiera hacerle destacar de los demás.
—Mi princesa—imitó al joven Blackwood tras carraspear—, me presento aquí para ofrecer lo que ninguno otro de los que han estado por delante de mí ha ofrecido—dijo caminando de un lado a otro, su mirada sobre la de la princesa.
—¿Y qué es eso?—preguntó Rhaneyra con interés.
—Compañía—el primero en reír fue Bracken quien tras ver la mano en alto de la Princesa exigiendo silencio, dejó de reir.
—Continúe.
—Usted está destinada al trono, todos aquí piensan dos cosas. La primera—dijo causando expectativa, guardando silencio y levantando su dedo indice—, las tres cuartas partes de los que están aquí, esperan casarse para ser parte de la realeza, viendola a usted comodamente en una tierra lejana a Kings Landing mientras es su hermano el que gobierna. Quieren su nombre y su sangre Valyria para sus hijos, no a usted—Rhaenyra vislumbró a muchos que levantaron la barbilla con orgullo al compartir dicho pensamientos y otros que la bajaron con temor a una mala reacción
—¿Y la otra parte?
—La otra parte que confía o quiere que usted herede el trono está aquí por codicia de poder. El títilo de rey consorte debe encantarles como suena...
—¿Se encuentra dentro de esa cuarta parte?—Rhaenyra entrecerró los ojos mirándolo con extrema precausión—. El día del nombre de mi hermano me expresó su interés en que yo sea reina.
—Sin embargo, ya le he dicho lo que yo ofrezco.
—Compañía, dijo usted, mi Lord. Pero quitando las capas de engaño lo que usted quiere es poder.
—¿Es eso lo que yo quiero?—está vez el único que rió fue Xavier—. Tengo el poder dentro de mis tierras, controlo a mi gente y prospera. Conozco el poder y soy bueno, pero no sería yo quien gobierne los Ocho Reinos, esa sería usted. Quedaría en usted elegir alguno de estos Lords, ya sea uno viejo proximo a partir, lo que le hará estar en esta misma posición de nuevo. Desposar a un niño solo por complacer a su padre. O desposarme a mí que le ofrece compañía y una entretenida plática diariamente. Puedo casi asegurarle que es mejor reinar acompañada de un amigo, que de alguien a quien no conoce. Al final, ¿no fue así como la reina consorte Alicent conquistó al rey Viserys?—el rostro de Rhaenyra se encendió en molestia por lo último expresado.
Mirando a Lord Bartheon, la platinada se puso de pie, ignorando la reverencia que había hecho Xavier.
—Nos vamos—Criston Cole le siguió de cerca hacia la salida—. Avisen al puerto que el Capitán Oswin prepare el barco.
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La puerta de la sala del trono se abrió presentando a Daemon, quien caminaba con altanería hacia donde el Rey Viserys se encontraba. Dyanna quien desde el día del nombre del Príncipe Aegon había estado adquiriendo más trabajo en el castillo a petición de Alicent, notó el ahora corto cabello de Daemon. Si bien el cabello le parecía una interesante elección, lo que más sorprendió a la joven fue la corona sobre su cabeza, lo conocía y sabía que aquello lo hacía para retar a su hermano. Nadie más en la corte usaba corona que no fuera el Rey, muchas veces ni siquiera su hermana Alicent lo tenía permitido.
Philip fue quien levantó su espada, colocando la punta en el pecho de Daemon evitando que se acercara más al rey; había sido el mismo Viserys quien le ofreció un lugar dentro de la guardia. La mirada de Daemon bajó a la punta de la espada en su pecho y su mano se cerró alrededor de la espada en su cintura.
—Philip Cole es un gusto ver que al igual que tu hermano te gusta ayudar a cuidar de mi hermano—Philip no contestó, mantuvo su espada donde antes, Daemon paseó su mirada y se encontró con Dyanna cargando al pequeño Aegon—. Dyanna, la que iba a ser mi esposa en Dragonstone, ¿ya te ha reconocido Otto como su hija?—la respiración de Dyanna se cortó, sabía que si aquello iba a estallar, sería hasta que Daemon dejara de hablar, o se fuera. El platinado levantó una espada para que Viserys la viera, seguido la dejó caer al suelo, el sonido del pesado metal golpeando el suelo hizo eco en toda la habitación—. Añadela a la silla—dijo restrocediendo solo unos pasos.
Dyanna acariciaba la cabeza de Aegon mirando a Daemon, sin creer que había dicho aquello, su perfil le quemada sintiendo la mirada de Otto sobre ella.
Philip guardó su espada y se inclinó a recoger la que Daemon había tirado, todo seguía en un completo silencio.
—Usas una corona—dijo Viserys escudriñando a su hermano—. ¿Te llamas a ti mismo "Rey"?
—Una vez que derrotamos a la Triarquía, me nombraron "Rey del Mar Estrecho"—a espaldas de Daemon se escucharon murmullos—. Pero yo sé que solo hay un verdadero rey, Majestad—pronunció antes de arrodillarse frente a su hermano, bajando por completo la cabeza en una muestra de respeto, esta vez los murmuros incrementaron, pero seguían indistintos—. Mi corona y los Peldaños de Piedra son suyos—dijo retirandose la corona, finalmente levantándo la mirada para ver a su hermano a los ojos.
—Bueno, ¿dónde está Lord Corlys?
—Navegó a casa, a Driftmark.
—¿Quién se encarga de los Peldaños?
—Las mareas, los cangrejos y 2,000 corsarios de la Triarquía muertos, empalados en la arena como advertencia a quienes sigan.
Viserys se aproximó hacia Daemon, haciendo uso de su espada al caminar como si de un baston se tratara, no solo rayando el suelo de concreto al hacer el roce del metal, sino, provocando un sonido agudo con cada paso que se apoyaba en ella. Se detuvo frente a su hermano, tomando la corona, dándosela a custodiar a Philip.
—De pie—pidió y Daemon obedeció, todos seguían en sielncio, el cual se quebró en aplausos ante el abrazo de los monarcas—. El reino tiene una gran deuda contigo, hermano. Ven—dijo finalmente llevandose consigo al príncipe recién llegado y dejando atras todos los murmullos y los ojos plantados en Dyanna, quien silenciosamente dió la espalda, dirigiéndose a la habitación de Aegon, ya que se había quedado dormido en dos brazos.
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Rhaenyra caminó hacia donde se encontraba Dyanna, debido a la noticia, ni siqueira Otto se permitió correrla de la corte.
—Princesa—dijo haciendo una reverencia, cuando la platinada estuvo frente a ella.
—Sabía que te recordaba. Cuando Daemon robó el huevo de dragón, ¿qué pasó con el bebé?—cuestionó mientras veía a Dyanna enderezarce en su lugar.
—Nunca hubo un bebé, Princesa. Igualmente, le agradezco que no dijera nada en aquella ocasión que me reconoció en el dia del nombre del príncipe Aegon.
—Llamamé Rhaenyra, si eres hermana de Alicent, nos guste o no somos familia.
—Le ofrezco una disculpa si mi procedencia mancha su familia en algun grado. Un bastardo procalamado o... reconocido como fue el día de hoy debe ser vergonzoso para la corona.
—Me parece que fue más vergonzoso para Otto que para alguien más de la familia.
—La Reina Alicent tampoco parece muy contenta con la noticia.
—Esuché mi nombre, ¿cómo está Aegon?
—Dormido, mi Reina.
—Es tu hermana, ¿le seguiras tratando como sirviente?—Alicent sonrió con amabilidad, procurando esconder la molestia, etaba tan molesta con su padre que sabía que solo podía desquitarlo con Dyanna, por haber estado siempre cerca y no decir nada.
—Supongo que el viaje no resultó como se quería—cambió radicalmente de tema, evitando mirar a Dyanna.
—Soporté tanto como pude—Dyanna hizo una reverencia indicando que se retiraba para darles privacidad—. Por favor, quédate. Necesitarás amigas en la corte cuando te naturalicen, ¿qué mejor que tu hermana y la princesa?—Dyanna no pudo evitar sonreir, Rhaenyra era una mujer noble.
—¿Tener a cada caballero y Lord de los Ocho Reinos adulándote? Qué miseria. Es raro para las jóvenes del reino el poder decidir entre dos pretendientes, no dos montones de ellos.
—Esos hombres y niños no me adulan—explicó la platinada—. Solo quieren mi nombre y sangre de Valyria para sus hijos—dijo recordando las palabras de Xavier, así como sabiendo perfectamente que de aquello se trataba todo aquel desfile.
—Yo creo que es romántico—dijo la que alguna vez fue amiga de la princesa.
—Qué romantico debe ser que te aprisionen en un castillo y te hagan expulsar herederos—, al instante Rhaenyra se dio cuenta del error de decir aquello, optando por cambiar de tema, tomó la mano de Alicent y miró a la castaña—¿Cómo es en el pueblo?—preguntó Rhaenyra a Dyanna.
—Puedes elegir al que tu corazón quiera, mientras no sea de la realeza, por supuesto.
—¿Lo hiciste? Después del tío de Rhaenyra.
—No, mi Reina.
—El timepo está encima de ti, Dyanna. Si te naturalizan como dice Rhaenyra, tendremos que encontrarte un buen prospecto, uno que no le interese que seas bastarda o que probablemente estés deshonrada.
—Alicent—Rhaenyra suspiró y decidió nuevamente desviar el centro de la atención.
—¿Está enojado?
—Frustrado. El Rey hizo un gran esfuerzo para que se llevara a cabo el desfile. Pero me alegra que estés en casa. Descubrí que tengo pocos amigos. Quiero creer que aún soy Lady Alicent. Pero lo que todos ahora ven es a "la Reina".
—También te he extrañado—se sinceró Rhaenyra—. Ya no estarás sola. Nos tienes a tu hermana y a mi.
Dyanna les sonrió y haciendo una reverencia, se retiró, excusandose que debía ir al baño y aprovecharía a revisar que Aegon estuviera bien. Sin embargo, la realidad es que por el rabillo del ojo se encontró con que Daemon se retiraba en completa soledad y quería hablar con él.
Cuando lo encontró, el platinado tenía el rostro levantado hacia donde estaba el sol, sus ojos estaban cerrados y su respiración estaba tranquila.
—Me alegra que estés bien. Estuve mucho tiempo preocupada por tu guerra—Daemon no respondió—. Te recuerdo contento en Dragonstone, ¿cuál es la razón de tu regreso?—Dyanna quería pensar que diría su nombre, que ella era la razón del regreso del príncipe, pero sabía que aquello era mentira—. Solías hablar conmigo—dijo manteniendose aún a un metro de distancia del hombre, quién había abierto lo ojos y ahora le miraba.
—Solo quería la comodidad del hogar.
—¿Piensas regresar a las viejas costumbres?
—¿A visitarte? ¿Eso preguntas?
—Si soy parte de tus viejas costumbres hogareñas, puedes mencionarme—Daemon se limitó a suspirar y caminar a una mesa que se encontraba cerca de ellos.—Me alegra ver que arreglaras tu relación con tu hermano. Supongo que este tiempo te ha ayudado a cambiar.
—Tú misma has cambiado en estos cuatro años, Dyanna. Ya no limpias pisos de un...
—El dinero extra viviendo fuera del palacio siempre es bueno, mi príncipe.
—Entonces te he hecho un favor al presentarte ante la corte esta mañana. Dime, ¿cómo va todo con mi antigua capa, Philip Cole?
—Philip no es más que solo mi amigo, mi príncipe.
—Creo que es algo que hace falta dejarle claro a él, Dyanna. No me sorprendería que un día de estos renuncie a su capa y pida tu mano.
—Si tenía intención de hacerlo, puedo apostar que ya no lo hará.
—¿Por qué?
—Porque estás aquí. Y porque implicitamente hiciste la petición de una naturalización.
—Bien—dijo ofreciendole su copa mientras se sentaba en una banca, una sonrisa de suficiencia sobre sus labios.
—La razón por la que me he acercado ha sido a pedir disculpas.
—¿Por qué cosa? ¿Por abandonarme con Philip? ¿O por solo irte sin despedirte?
—Tuve intención de despedirme, pero estaba con Corlys. No quise interrumpir—Daemon la miró de arriba-abajo—. Estás sorprendido que el único bebé que me viste cargar fue a tu sobrino, ¿no es así?
—Supondría que tras nuestro tiempo en Dragonstone tendría un bastardo.
—Otto se encargo de agotar las posibilidades. No creo que nunca tuvieras esa preocupación en tu mente, sabías que mi padre se encargaría.
—Y ahí está eso que tanto me gusta de ti, tu inteligencia. Tu atención al detalle.
—Su sobria me reconoció, desde antes de que usted comentara lo de hoy. Ella misma es inteligente y presta atención a los detalles, mi príncipe.
—Rhaenyra es una joven especial—estuvo de acuerdo tomando la copa de manos de Dyanna al ver que la castaña no bebía—. Supongo que de ahora en adelante, nos estaremos viendo más en la corte. Creo firmemente que mi hermano tiene un corazón blando con los bastardos, ya no limpiarás más las porquerías de mis sobrinos o lo que otros hagan en burdeles.
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Como siempre a esa hora, el burdel estaba lleno. Dyanna como todas las noches, se encontraba manteniendo limpias las habitaciones durante los minutos que no eran utilizadas.
Todo indicaba que sería una noche normal, hasta que vio correr una cabellera platinada. En otra situación la pudo haber confundido con la de Daemon, pero la estatura y el largo del cabello hacía evidente a la dueña. La princesa era quien estaba ahí, perdida en un lugar donde definitivamente no debía ser vista.
Recargando la escoba en la pared corrió detras de ella hasta alcanzarla.
—Por aquí—dijo tomando su mano. Rhaenyra al reconocerla, caminó detrás de ella. —¿Qué hacía ahí, princesa?—preguntó guiándola por las calles dirigiendose al castillo cuando finalmente estuvieron fuera del burdel.
—Debería hacerte la misma pregunta, eres una Lady.
—Una Lady que requiere dinero para poder comer.
—¿Fue ahí donde Daemon te conoció? ¿Vendes...?
—No soy una prostituta—se atrevió a interrumpirla—. Lo siento, Princesa. Es solo que no soy una prostituta. Sí, en el burdel fue donde conocí a su tío, pero solo me dedico a limpiar—dijo llevandola a la puerta del palacio por donde entraba la servidumbre—. No atraerá tanto la atención si entra por aquí.
—Agradezco tu ayuda, Dyanna. Agradeceré que no comentes nada de esto a nadie.
—Juro no hacerlo. Confie en mí. Mis labios estan sellados.
Cuando la vio desaparecer en el interior, Dyanna se dirigió de vuelta a su pequeño hogar, había sido mucho en un mismo día. Philip estaba en guardia, por lo que pasaría la noche sola, lo mejor sería regresar.
Al llegar, notó que su puerta se encontraba abierta. Con algo de temor asomó la cabeza para ver quien estaba adentro. Le sorprendió encontrarse con Daemon.
—Parece que Philip Cole ha estando viviendo aquí contigo.
—¿Por qué estás aquí?
—Te dije que planeaba recuperar viejas costumbres.
—¿Cómo el desprecio a tu hermano y el querer acceder al trono sin importar las consecuencias y a quién hieras con ello?
—¿Por qué piensas eso?
—Encontré a la princesa en el burdel.
—No deberías andar diciendo eso por ahí. Si te escuchan, eso no beneficiaría a mi sobrina. O a tí. Eso sería traición, terminarías ejecutada.
—Sé que fuiste tú quien la llevó. Por mucha curiosidad que pueda tener la princesa, no habría llegado casualmente a un burdel, o habría entrado tan tranquila. Debió llegar acompañada. Lo único que no entiendo es que haces aquí.
—Esos detalles, Dyanna. Ser tan observadora también es peligroso.
—Puedes quedarte. Philip esta de guardia. Yo regresaré al burdel a terminar de cubrir mi tiempo.
—Pensé que estabas de vuelta y que me harías compañía.
—Estaba de vuelta, pero no creo querer hacerte compañía en este intante, Daemon. No sé lo que hiciste con Rhaenyra.
—No me acosté con ella.
—¿Dirás que no le tocaste? ¿O la incitaste? Entiendo que en tu familia este bien, Daemon, pero es una niña, una princesa. Te aventajaste de ella.
—¿Lo hice? Puedes preguntar, ella estaba más que encantada con todo lo que pasaba. Nadie se aventajó de nadie. Ahora, está la opción de hacerme compañía o dormir en el burdel.
—Por hoy prefiero el burdel—dijo retirándose, cerrando la puerta dentras de ella.
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Tan pronto llegó al castillo, Philip Cole y otros dos guardias más se acercaron, tomandolo de ambros brazos, dejándolo de rodillas.
—El rey demanda una audiencia, mi principe—dijo Philip cargando uno de sus brazos. Llevaba tiempo queriendo hacer aquello.
—Quítame tus putas manos de encima, Cole.
Sin contestar arrastraron al platinado hasta la sala del trono, donde le dejaron caer al suelo sin cuidado alguno. Daemon estaba sorprendido de que la noticia viajara tan rápido, muy a pesar de que lo había planeado. Incluso se permitió pensar que había sido Dyanna quien había dado la información a Otto.
Pasados solo unos segundos, Viserys apareció caminando hacia su hermano.
—Mi hija—dijo Viserys a lo que Daemon respondió con un gruñido mientras se acomodaba para escucharlo—. ¿Ni siquiera vas a negarlo?
—Necesito entender el cargo antes de intentar desacreditarlo—respuso aún en el suelo, mientras Viserys caminaba a su alrededor, su psotura rigida y su tono neutro demotrasban que tan molesto estaba.
—Tú la deshonraste—expresó pateandolo, causando en Daemon un gruñido de dolor.
El platinado de cabello corto, giró sobre si mismo, quedando bocarriba, suspirando con dolor.
—Y aún así no dices nada.
—¿Eso qué importa, hermano? Cuando teníamos la edad de Rhaenyra, cogíamos todo el tiempo en los burdeles de la Calle de Seda.
—Eramos hombres jovenes. Ella solo es una niña. ¡Tu sobrina!
—Rhaenyra ya es una mujer. Mejor que su primera experiencia sea conmigo que con un prostituto.
—¡Maldición! ¡Tú la has arruinado! ¿Qué Lord se casará con ella ahora en esta condición?—dijo hablando entre dientes, mientras se inclinaba y lo tomaba del cuello de su camisa, agitándolo.
—Bueno, ¿qué importa lo que algún Lord piense? Tú eres el dragón. Tu palabra es la verdad y la ley—contestó Daemon también entre dientes.
—He pasado una vida defendiéndote, hermano. Pero tu corazón es más negro de lo que había creído. Debería desheredarla como lo hice contigo y acabar con esto.
—Cásala conmigo. Cuando te ofrecí mi corona dijiste que podía tener lo que sea. Quiero a Rhaenyra. La tomaré como es y me casaré como es tradición en nuestra casa—dijo causando una risa incredula en su hermano mayor.
—Tú ya estás casado.
—Eso no detuvo a Aegon el Conquistador de tomar una segunda esposa.
—Tú no eres un conquistador—dijo recargando una daga en el cuello del Targaryen menor, nuevamente hablando entre dientes—. Eres una plaga enviada para destruirme.
—Dame a Rhaenyra como esposa y regresaremos la Casa del Dragón a su apropiada gloria.
—Por supuesto. No es a mi hija a quien deseas. Es a mi trono—dijo y se pintó una sonrisa en sus labios. Viserys entendía ahora que todo lo había planeado Daemon, desde deshonrar a su hija, hasta el ser vistos—. Dices que quieres una segunda esposa, eso lo que te otorgaré por tu corona—Daemon al instante se miró confundido—. Quieres que sea alguien privilegiado, cercano al trono, te la daré. Mañana empiezan tus preparativos para que desposes a la hija bastarda de Otto. De cualqueir manera, estoy seguro que la deshonraste de la misma manera que a Rhaenyra. Le haré su naturalización inmediata. Estarás casándote con la hermana de la reina consorte de los Ocho Reinos para el termino del día de mañana. Así estaremos restaurando el poco honor que aún queda en ti. Nos desharemos del cotilleo, serás casado y todos entenderán porque en tu entrada aclamaste la bastardía de Lady Dyanna Hightower. Terminando, tomarás a tu nueva esposa y te irás a Vale. Seimpre que te alejes de mi vista para siempre.
—Como desees, hermano.
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