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Baji Keisuke

Realmente, Keisuke es un novio muy atento y detallista, aunque la forma en la que expresa sus sentimientos puede ser algo... ¿Peculiar? Noquear a veinte hombres en nombre de su amor o regalar un ramo de rosas, Baji cree ciegamente que no hay diferencia alguna.

Así que, aquella tarde mientras intentaban estudiar algo de vocabulario para la clase de inglés del día siguiente, Keisuke sugirió una pausa, ya no podía soportar más y necesitaba un respiro.

¿Por qué After significa Después y no Antes? ¿Y por qué Before era Antes y no Después?

Baji soltó un suspiro y masajeó el puente de su nariz, tenía el cerebro frito.

Ambos estaban sentados en el suelo, por lo que Keisuke tuvo que levantarse para tomar la bandeja de madera que estaba sobre la mesa ratona. Habían dos vasos de leche y un cuenco con galletas de chocolate.

—Las hice para tí —comentó, dejando la tabla sobre la mesa improvisada que armaron con su futón—. Espero que te gusten, tuve que ver cien veces el video que Chifuyu me envió —exclamó con ira, esperando a que su pareja tomara la primera galleta—. Terminé pidiéndole ayuda a mi mamá.

—¿Realmente? —preguntó, Baji asintió enérgicamente, tomó una galleta entre sus dedos y dio un mordisco—. ¡Son muy ricas!

Keisuke notó el calor en sus propios pómulos al observar la sonrisa que se formó en los labios de su novia. Se sentó a su lado, dejando que ella se recostara sobre su hombro, le gustaba la calidez de la intimidad entre ambos.

Baji sintió un escalofrío al sentir el tibio aliento de su pareja rozar contra su piel al hablar.

—Eres mi novio favorito, Kei.

Keisuke sonrió, tomando una galleta también—. ¡Sí, soy un gran...! —segundos después su cerebro trabajó lo suficiente como para comprender las cinco palabras que su novia acaba de decirle—. ¿Soy tu novio favorito? ¿ACASO TIENES MÁS NOVIOS? —gritó, logrando espantar a alguno de los gatos que estaba descansando cerca a su ventana—. ¡Mientes! ¿POR QUÉ MIENTES?

Baji se aferró al cuerpo de su novia, logrando que ambos cayeran al suelo. Dolió.


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Kurokawa Izana

Los reels de Instagram podían inclinaría a cometer cosas tontas.

¿Quizá jugarle una broma a Izana?

Aunque antes de decidir si aquello era o no un peligro para su integridad física, ________________ debió consultarlo con las dos neuronas de su cerebro y ellas dijeron: "¿Qué podría salir mal?"

Rió un poco, realmente era mala para ese tipo de cosas. Por el momento se dedicó a refrescar el feed de su teléfono mientras observaba a Izana a lo lejos, esperaba pacientemente cerca a la barra por sus bebidas. Aprovechó para sacar un par de fotos a escondidas. Debía ser ilegal ser tan buen material de novio.

Incluso grabó un poco, cuando él estuvo lo suficientemente cerca, cargando un vaso en cada mano y sosteniendo como podía un par de bolsas de papel entre sus dedos.

Izana no necesitaba filtros de Instagram.

—Pedí el tuyo con leche de coco —murmuró, dejando primero la bebida de su novia sobre la mesa—. ¡Y un rol de manzana para compartir! —exclamó, agrandando la sonrisa en su rostro.

Kurokawa mantenía oculta su debilidad por los postres dulces y las golosinas en general, aunque, podía dar rienda suelta a su gusto culposo cuando estaba junto a su pareja. Afirmó aquello al poner sobre la mesa otras seis bolsas llenas de bollería: magdalenas, tartas, galletas.

—¡Izana, recordaste mi bebida favorita! —halagó, viendo el matcha latte frente  a ella—. Realmente eres mi novio favorito.

La suave risa de Izana se detuvo, dejando  su propia bebida de forma estrepitosa contra la mesa de madera, derramando un poco de líquido sobre las servilletas.

El chai latte estaba caliente, debió quemarse.

Kurokawa se sentó a sus anchas, apoyando su codo en el tablero y masajeando sus sienes con dos de sus dedos, índice y corazón, levantando el pulgar tambien—. No es gracioso —murmuró, la forma que que su mano asemejaba la silueta de una pistola era intimidante—. Sabes que no me gustan las bromas, ________________.

Antes de que Izana pudiera decir otra cosa, tenía su su novia dejando besos por todo su rostro.

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Sano Manjiro

Las tardes de otoño aún eran frías o quizás la salada brisa marina era más helada que la de ciudad. Hace un par de horas ambos aún se encontraban en la cocina conversando con Emma y disfrutando de una taza de té, ahora, sentados frente al mar.

________________ sintió los fríos dedos de Manjiro rozar contra los suyos al apoyarse en la baranda. Mikey tenía las mejillas manchadas de pasta de judías y migajas, él simplemente se concentraba en el horizonte, resguardando su rostro del frío bajo su bufanda.

—Oye, ________________.

—¿Uh?

—Esto es delicioso —exclamó, sin apartar la mirada del mar, quizá incluso prestando más atención al ruido de las olas al golpear—. ¿Cocinarás anpan todos los días para mi? —preguntó entre susurros, observando ahora el bollo dulce entre sus manos—. Shinichiro me dijo que esa es una buena cualidad.

________________ sonrió, tomando la mano de Mikey, dejando que él robara algo de su calor. Aunque, realmente no le gustaba el rumbo que estaba tomando la conversión, no por el tema, si no por el denso tono que Manjiro usaba para referirse a las cosas.

Un poco menos cuerdo.

—Eres muy dulce, Mikey —confesó, sintiendo el temblar de sus dedos, sabiendo lo que diría a continuación e intentando ahogar su propia risa—. Por eso eres mi novio favorito.

Mikey estaba tomándose realmente a pecho aquella conversación, una broma en ese instante no causaría una reacción cotidiana, pero, valdría la pena evitar algún recuerdo espinoso y poder concentrarse en el ahora.

Los ojos negros de Manjiro se apartaron del horizonte en un instante, adquiriendo un enfoque sombrío en su mirada. Poco a poco apartó la vista del mar, centrándose ahora en el pálido rostro de su pareja.

Él solo se mantuvo estático, mirando fijamente los iris de ________________ sin emoción alguna. Sano podía llegar a ser realmente aterrador.

—Yo soy tu único novio —imperó, casi alzando la voz, manteniendo un tono grave. Parecía haber perdido algo de luz—. ¿Verdad? —sonrió lentamente, nostálgico—. Vamos a casa, ________________, deja de decir cosas tontas.

Mikey le había dado la espalda a su pareja para ir en busca de su motocicleta.

—Me gustaría cocinar para ti siempre.

Aquello bastó para que Sano Manjiro volteara de forma abrupta y corriera a los brazos de su pareja, sollozanzo sobre su hombro como un niño.

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