Se conocen en una boda/ TR.
Está cortito, no se porque me costó bastante escribirlo; con este abarco del día 6 al 9 porque tomé varias categoría y así redactarlo más fácil :v.
La boda de Taiju estaba en su máximo gozo; unos bailando en la pista hasta morir, otros hundiéndose en alcohol y hasta el último estaban los aburridos que seguían sentados en sus respectivas mesas perdiendo el tiempo, algo que ella consideraba horripilante, ya que solía ser demasiado hiperactiva, sus ganas de disfrutar eran bastantes y no desaprovecharía la oportunidad.
Era parte de la familia del novio, precisamente la mejor amiga de Yuzuha a quien conoció en otro país, no dudaron en compartir anécdotas y hacer una gran amistad; Japón jamás le había llamado la atención, no hasta que se enamoró de ciertos lugares que su amiga le había enseñado. Era fácil moverse, pues el inglés le ayudaba muchísimo.
Hizo unas cuantas amistades, con las cuales no dudó en tomar mojito tras mojito. Se sintió decepcionada al no sentirse mareada, así que pidió otro tipo de trago para así comenzar a sentir los efectos de aquella bebida, en la pista visualizó a un chico con dos mujeres menores que él, bailando y riendo, a su lado a una pareja que lucía totalmente enamorada y demás gente.
— ¡Amiga!, ven con nosotros, ¿Qué demonios haces ahí? — Yuzuha la tomó de la mano e intentó arrastrarla a la pista, pero fracasó.
— Quiero ponerme ebria, ¿Me acompañan? — Su hermano desvió la mirada encogiéndose de hombros y se sentaron con ella.
— Estaba pensando en seducir al bartender para que me dé una maldita botella — Ella soltó haciéndolos reír.
— Iré por ella — Su hermana se levantó, su vestido de noche le quedaba perfecto.
— ¿Te ha gustado este lugar? — Formuló el otro —. ¿De qué país me dijiste que eras?
— Soy Inglesa, y sí... Este lugar tiene lo suyo, y más que nada en ciertos lugares que son reconocidos aquí — La chica no lo miraba directamente, se había dado cuenta que Hakkai era demasiado tímido, así que le contestaba mirando a otro lugar.
— Me alegra que te sientas bien aquí, todos nosotros crecimos y compartimos muchas aventuras, pues éramos pandilleros — Fue tanto el interés de la chica que giró para verlo con emoción y curiosidad, sus orbes azules brillaron.
— ¡Cuéntame más!, obviamente hay experiencias feas, así que puedes omitir ello — Vaciló un poco y le contó ciertas cosas. Su hermana llegó con una botella de ron y frotó sus manos.
— Pues vamos a hundirnos en alcohol — Sentenció la inglesa.
Solo era evidente el cómo direccionaban el vaso; Taiju estaba atónito al verlos pero no era de su incumbencia en esos momentos, sólo rogaba al cielo que no vomitaran en la fiesta, eso sería demasiado vergonzoso o que quedaran inertes en un posible coma etílico. Sonrió al ver como estallaban en carcajadas por algo que la extranjera había dicho... Se estaban divirtiendo.
Los dejó para enfocarse a su esposa con quien bailaba dulcemente, habían dos pistas, una adentro del gran salón y otra afuera en el jardín, ambos lugares permitían ser cómodos.
Pasados unos segundos, aquel recién casado comenzó a escuchar vitoreo, jaló a su esposa para toparse con una escena que lo hizo sonrojar de la vergüenza, pues estaban sus hermanos junto con la extranjera bailando encima de una mesa, con el alcohol hasta la cabeza, cantando despreocupadamente mientras que los demás aplaudían y seguían el ritmo de la canción.
— No seas aguafiestas y ven conmigo — Su esposa lo alejó de ahí.
El ambiente creció en aquella zona del jardín, los tres rompieron con el aburrimiento de la fiesta tradicional, siguiéndole la corriente a la chica extranjera que estaba por las nubes disfrutando a sus anchas. Un chico rubio de ojos verdes compacto los orbes azules de ella mientras se meneaba sin pena alguna, era bonita, blanca, de cabellos rojos (Claramente decolorados), pero con un sensual andante.
— ¿Ella es la amiga de Yuzuha? — Koko lo miró fijamente mientras asentía —. Es la extranjera...
— Adelante, querido amigo, ve con ella — Su amigo sabía perfectamente que esa chica le había llamado la atención.
— Eso haré — Se levantó y alisó su traje para adentrarse en el pequeño círculo que se había formado, esperó lo suficiente para tenderle la mano justamente cuando la canción acabo.
La inglesa aceptó la mano cálida del chico, el ambiente ya estaba mejor y bailaban un poco más animados, le entraron ganas de fumar, así que ella tomó el rumbo para fumar a sus anchas.
— ¿Cuál es tu nombre? — Su acento inglés le puso los pelos de punta a Inui.
— Inui — Aquel chico dominaba el inglés, de lo contrario no se hubiese acercado a ella —. ¿No te sientes fuera de lugar?
— ¡Para nada!, bueno, Yuzuha me adoctrinó ante los choques culturales — Sonrió —. Me gusta, posiblemente regrese.
— Es bueno saberlo.
Estuvieron charlando un poco hasta que sonó otra canción, a ella no le importó y lo jaló a la pista de baile, las luces se apagaron haciendo el ambiente más íntimo; hubo bastantes roces de manos, mismos que se encargaban de mandar descargas eléctricas a sus cuerpos, no tardaron en juntar sus cuerpos, la chica pasó sus brazos por su cuello.
No tardaron en mirarse mutuamente con una gran sonrisa, ella se sintió intrigada con la marca del chico, dedujo que era de nacimiento, pero no estaba totalmente segura, además pudo oler aquella loción por la cercanía de sus cuerpos. Entre roces y caricias, terminaron juntando sus labios dulces, corrieron al otro lado del jardín como adolescentes fugándose del colegio, después Inui la tomó de la cintura para llevarla a la esquina. Ella sintió la piedra detrás de su espalda, un frío agradable se le impregnó en la piel, así como el salitre.
Sus respiraciones se mezclaron debido a la cercanía de cada uno, sonrieron al momento de rozar sus labios; la chica cerró sus ojos esperando la unión de sus labios, y así fue, aquel chico primero tomó su labio inferior con delicadeza y después arremetió con decisión haciéndola temblar bajo sus manos.
Sus salivas sabían a diferentes vinos, mismos que habían tomado y sudado por estar bailando (omitiendo embriagarse gracias a eso) no tardó en buscar acceso a su boca por medio de la lengua, algo que logró en segundos, se enredaron como serpientes, luchando a mitad de campo acompañados de una ventolera de emociones calentando su sangre, bombeando con fuerza.
Ella lo acercó más, deseando más cosas a su paso. Inui pareció leerle la mente y la giró, colocando las manos en sus bonitas caderas, hablando cerca de su oído y arremetiendo lanzándose al propio infierno.
La muchacha lo acercó a sus mejillas por medio de un agarre en su nuca, susurrándole todo tipo de cosas posibles para calentar un poco más el ambiente; claro está, ya no le importaba si los veían, sólo estaban en su planeta egoísta carente de lógica.
Jamás dimensionó una experiencia de esa altura, su plan era conocer y largarse con algunos souvenirs y repartirlos a sus amigos; pero no, ahora estaba en su habitación de hotel con un hombre de buen cuerpo entre sus piernas haciéndola tocar el mismo cielo por medio de cada acción lujuriosa que arrancaba sus gemidos bonitos.
Se dejaron marcados esas noches por medio de arañazos en la espalda, chupetes y mordidas; mismas que adornaron sus cuerpos al día siguiente, unos lucían rojos y otros morados. Movieron la cabeza burlándose de la situación y siguieron con sus vidas, platicando por mensaje, haciendo videollamadas o llamadas... Hasta que se dieron cuenta de que sentían una fuerte atracción que se convirtió en amor.
Ahora estaban haciendo compras en Roppongi probándose ropa y haciendo poses ridículas como niños chiquitos, estaban buscando una vestimenta combinada, se tomarían muchas fotos y después saldrían a un lugar vestidos así dejando lo juvenil a un lado.
Encontraron unas gabardinas color camel de material liso con doble montura y solapa con doble botonadura, jeans negros y zapatos bonitos que hicieran juego. Regresaron a casa del chico a cambiarse y arreglarse, teniendo como resultado a dos personas elegantes delante del espejo donde se estaban tomando millones de fotos.
Decidieron ir a cenar, y de regreso a casa caminaron bajo la luna entrelazados de los dedos, platicando y conociéndose más a fondo sin ninguna interrupción, llegaron a su hogar un poco abatidos. Inui se tiró en la alfombra y ella no dudó en hacerle caricias en el cabello mientras veían la televisión, poco a poco sintió el cuerpo más pesado de su novio, se había dormido.
Se inclinó para dejar un beso en sus suaves labios y dejarlo dormir.
Ese fue el inicio de una locura, porque más tarde formaron una vida formal.
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