Bebé falso/ Tokyo R.


El proyecto de cada año era tolerar a un bebé que no tenía vida, pero si qué estaba programado para lloriquear hasta que no adivinaras que tenía; eso lo había hecho en mi país, y tenía que cuidar un huevo lleno de harina, decorado y vestido como quisiese, porque era lo más apto para aprender educación sexual, según México. Al llegar a cierto colegio aquí, suspiré, estaba en otro lugar y obviamente el choque cultural fue aberrante y en parte humillante, al ver que nos daban un bebé falso, con su ropa confeccionada de diversos colores, siempre neutros, a mi me tocó el amarillo. Su rostro me recordaba a los nenucos que tomaba cuando era pequeña, aquellos que aventaba por las escaleras en lugar de jugar decentemente con ellos.

Miré a mis alrededores, ya tenían parejas, así que me tocaba aventurarme sola como una madre soltera. Tragué en seco cuando escuché a todos esos objetos berrear, eso era lo divertido... ¡Adivinar qué era lo que quería!, maldita sea... Crecí rodeada con niños, yo estaba más educada en ello.

Al salir del colegio me topé a Sanzu, con aquella mirada fija y penetrante, misma que seguía mis pasos, ademanes y escrutaba mis palabras. Estaba recargado en un árbol frondoso, cuyas hojas se movían con el escaso aire, verdes algunas más claras y otras de un color más fuerte. Por ello, se formaba una sombra, misma que protegía del sol a Haru, quien cruzado de brazos me sonrió poco a poco conforme me acercaba, pero pronto junto sus cejas.

— ¿Qué demonios es eso?, ¿De nuevo juegas a la mamá? — Tomó mi mochila y la cargó, no sin antes darme un abrazo, Haru tenía acciones que me hacían sentir especial en su vida.

— ¡Sí! — Me estiré y sonreí al mismo tiempo que él, aquel sujeto era mi mejor amigo... Casi mi hermano —. Resulta qué debemos cuidarlo, porque esa cosa llora.

— Sí dimensionas que estamos todos en la casa, ¿Verdad?, te sacarán en cuanto esta cosa comience a llorar.

— Dudo que me digan algo, ya sabes como es Sano... — Comenté sombríamente —. ¡Además!, también les servirá de algo, podrían cuidarlo.

— Te mandaran al demonio, mocosa.

— Pues no voy — Soltó una suave carcajada —. Hermano postizo..., ¿Comemos algo?

— Tenemos que llegar a casa, niña, sabes qué no le gusta a Mikey que llegues tarde — Puse mis ojos en blanco mientras caminaba a su lado.

— Lo sé, entonces de fiestas ni hablamos, ¿Verdad? — Formó una mueca un tanto cómica —. Ush.

Pasó un brazo sobre mis hombros y caminamos coordinadamente, de pronto nos encontrábamos brincando las líneas o empujándonos, algo que hacía más leve nuestra llegada a cada, ya era parte de la rutina diaria, además cuando llovía s ponía más interesante, pues armábamos una guerra en los charcos.

Al llegar a casa, un suave aroma a limpio nos recibió. Sanzu dejó mi mochila en el perchero y yo seguí con mi bebé en brazos, poco a poco escuchamos a los demás, aún siendo lo que fuese, eran mi familia... Y Manjiro ni se diga, tenía un lugar especial en mi corazón. Pasamos un arco y vimos a todos, los hermano Haitani estaban riendo de algo, Mochi maldecía mientras que Shion soltaba una risotada espantosa.

— Yo quería comer — Dije triste —. Pero tendré que reunirme con ustedes, ¿verdad?

— Correcto, mamá soltera — Comentó divertido, antes de llegar a ellos. Cambió su semblante completamente, a uno más serio, digamos que activó sus barreras defensivas.

— Te quiero mucho, Haru — No me gustaba verlo así.

— Yo más — Dijo finalmente cuando entramos con ellos, mismos que nos miraron.

— ¿Qué es eso? — Preguntó Ran,

— Buenas tardes, maleducados — Kakucho me sonrió —. ¿Cómo están, pequeños pandilleros?

Me senté a un lado de Hajime, quien no tardó en abrazarme.

— ¿Cómo te fue en la escuela? — Preguntó Shion.

— Ahora soy madre soltera — Elevé al bebé falso y lo hice bailar —. Resulta que es la mejor manera de aprender la educación sexual, según... ¡Es detestable!

— Pero sólo es un muñeco — Comentó Ran —. Dámelo.

— ¡Eso es lo divertido! — Dije lanzándoselo —. Llora cada determinado tiempo y debo adivinar qué es lo que quiere.

— ¿También hace del baño? — Su hermano dijo un poco extraño —. Sí es así, que horror.

— Eso no lo sé... Qué miedo — Ran sonrió y miró a su hermano, ambos detuvieron sus ojos violáceos y de pronto aquel bebé fue lanzado a la cara de Hanma.

— Joder, creo qué eso fue más personal... — Koko asintió ante mis palabras con una sonrisa —. ¿Me haces piojito?

— Claro — Pronto recargué mi cabeza en su pecho, aquel sujeto estaba cruzado de piernas con su mano derecha extendida sobre el sofá.

— ¡Eres un imbécil! — Hanma se levantó claramente molesto y lo lanzó a la mesa.

— ¡Oye vas a descalabrarlo! — Señalé —. ¡Dámelo!

— Yo lo quiero — Se apresuró Shion, para después comentar en tono chillón: —. ¿Quién es el niño bonito de la casa?

— No me digas qué le está haciendo cariños a un juguete — Soltó la carcajada Kokonoi —. A todo esto, ¿Cómo se llama?

— No tengo idea — Comenzaba a cerrar los ojos ante las atenciones de Hajime —. ¿Wiliam?

— ¡Ponle Rindou! — No puede ser posible, queda demás decir quien lo propuso, ¿Verdad?

— Que egocentrista, en ese caso ponle mi nombre, hermano... — ¿Por qué demonios se estaba debatiendo el nombre?

— ¡Propongo que se llame Kakucho! — Joder con la fangirl de Hitto —. ¿No es bonito?

— ¿De dónde le ves lo ciego? — Debatió Hanma. Yo me reí, pero aquel Haitani se sobresaltó.

— Ya cállate, manos rayadas — Defendió a Kaku.

— Por lo menos no parezco baño público como tú, rayoneado por casi toda la espalda.

— Es un pizarrón — Se me salió. Todos se burlaron, y pude sentir su mirada violácea, así que no quise abrir los ojos.

— ¡Qué se llame...! — De pronto todos se quedaron callados, y eso sólo pasaba cuando aparecía Mikey.

— Hola, mocosa — Abrí mis ojos y moví mi mano alegremente sin despegarme de Koko —. ¿Qué es eso?

— Un bebé falso — Dijo Sanzu —. Tiene que cuidarlo.

— Sería más fácil y menos agotador qué todos ellos me ayudaran — ¡Me burlé internamente!

— Bien, entonces todos ustedes van a cuidarlo — Sentenció y me felicité por el logro.

— ¿Ya ves lo qué provocas? — Hajime me recriminó en voz baja —. Ni abras los ojos, te están matando con la mirada.

Sabía que hacerme la sufrida iba surtir efecto. Iba comenzar la reunión y me estaba ganado el sueño. Así qué pasé a otras manos, a las de Sano, quien me tomó en brazos y me acomodó en su regazo; siempre olía demasiado fresco y era demasiado protector.

— ¿Y bien? — Lo escuché hablar, suspiré y me acomodé aún más —. ¿Qué hay de novedad?

Ahora si venía lo aburrido, no tenía idea del por qué siempre me querían aquí, ¿Aprendería?, claro, todos ellos me estaban dotando de conocimientos idóneos para sustentar a lado de Manjiro, sólo que no me gustaban los golpes, así que en combates estoy más que frita.

Escucho el corazón de aquel chico que afina su oído, me lo imagino con su semblante serio, imponente y carente de vida, algo que me perturba de vez en cuando, en aquellos arranques... Estaba pensando en ello, hasta qué el llanto de un bebé interrumpió la reunión.

— ¿Qué demonios esperan? — Habló Mikey —. Ella está dormida, háganse cargo.

— Joder... — Escuché a Mochi —. ¡Haz algo Ran!

— ¿Yo?, ¡Hazlo tú!, imbécil — Suspiró.

— Tú sabes qué hacer... Cuidaste a tu hermano, ¿De qué hablas? — Atacó Hanma —. Vamos, niño fino.

— Imbécil — Aquel llanto seguía y seguía.

Todos se quedaron demasiado tensos, Kakucho tomó al bebé y se quedó pensativo, después movió la cabeza seguido de un <<Paso, no sé qué hacer>>, se lo tendió a Mochi y lo arrulló.

¿Así se hace? — Se veía demasiado gracioso a ojos de los demás —. ¡Joder no se rían!

Qué mal padre eres, ojalá nunca tengas familia — Lanzó Waka, ¿En qué momento había llegado?, seguramente Shinichiro ya hubiese sabido qué hacer.

¡No se calla! — Se le veía meramente estresado, y más por el hecho de que Mikey estaba ahí, pero trataba de mantener la calma —. Ten, Ran y a ver cómo le haces.

Maldita sea... — El de trenzas se levantó y tomó el bebé en brazos, lo acomodó para arrullarlo y caminó a cada extremo. Era realmente lindo —. ¡Oh!, se está callando.

Ni se te ocurra deja de arrullarlo, hermano, haz lo posible hasta que acabe la reunión.

Que tierno, parece que no matas gente o la golpeas... — Una sonrisa se le dibujó a la chica al escuchar a Hanma.

Por lo menos tengo algo de tierno...

Era demasiado gracioso, el bebé comenzaba a llorar cada que se detenía, y así el chico se ganaba insultos por parte de los demás y comenzaba su labor de nuevo. Ran me miraba con el ceño fruncido, algo que me hacía reír. Recargué mi codo en la mesa para qué después mi mentón descansara en la palma abierta, el Haitani mayor debatía sin dejar de arrullarlo, luego cuando algo no le parecía, movía la cabeza negativamente viendo al bebé y después le decía << ¿Cómo ves a estos imbéciles?>>, como si le pudiese contestar.

— Nos vemos mañana, entonces — Aquella orden de Mikey le devolvió el color a Ran, ellos estaban por salir a sus andadas.

— Tenga usted al pequeño Ran — Miro al de trenzas —. Ni modo, quien lo cuida primero lo bautiza, nos vemos.

— Con cuidado — Rindo se despide con la mano y ambos se van.

— Tengo hambre... — Ya eran las seis y comenzaba a dolerme la cabeza —. Mikey, ¿Vamos por algo?

— Ve con Sanzu, tengo cosas que hacer con Koko.

Pobre Haru... No supo cómo reaccionar cuando de nuevo lloró aquel bebé, en lugar de arrullarlo, hizo algo deleznable.

Le metió unas pastillas.

— ¡Maldita sea pues no sé que demonios hacer!, deja de mirarme así — Me lo tendió.

— Ha de tener hambre de comida, no de drogas, baboso — Le di una suave colleja —. Dejé la mamila en la mochila, así que llorará hasta que lleguemos.

— Maldición, ya tengo una terrible jaqueca.

— Ni modo.

Llegué en busca de eso para comer cómodamente, me acompañaron en la mesa Waka y Benkei, nuestro tema de conversación siempre era muy fluido, trataban de centrar el tópico que no fuese pandillas, peleas, negocios y demás.

— Joder, no..., ¡Ya te di de comer! — Hice mi hamburguesa a un lado.

— Creo debes hacer qué repita... — Lanzó Waka —. Dámelo.

— Gracias al cielo... — Lo colocó en posición vertical sobre su hombro y comenzó a palmear y como por acto de magia, se calló —. De verdad que seré una mala madre...

— Sí.

— Ay no... Tengo qué estar en este infierno una semana entera.

— Mira, es falso, malo es que sea real... — Asiento ante las palabras de Benkei —. Ve a dormir, ya te ves devastada.

— ¡Hasta mañana! — Imaushi me lo tendió.

Ahora había en mi memoria tres personas lindas y tiernas que arrullaban a un bebé falso. Me dirigí a la habitación de Mikey, aseada y con la pijama, me apetecía dormir con él, mañana sería sábado y quería despertar hasta tarde. Asomé la cabeza y lo vi, pronto me dirigió su mirada y palmeó la cama.

— Ya vamos a dormir, si llora no lo vayas a aventar por la ventana — Corrí a las cobijas y me acurruqué.

Al abrir los ojos ahí estaba, meciéndolo. Dejé todo al alcance, así que lo estaba cambiando de pañal.

— ¿Qué es lo que expulsa? — Pregunté adormilada, acostumbrándome a la noche.

— Agua... Ya sería el colmo que fuese otra cosa — Suspiró —. Duerme, niña.

— ¿Necesitas ayuda? — Negó, acostándose a lado de mí —. Ya vamos a dormir.

(***)

Salí de la cocina con un cigarro y resulta que todos se aventaban el bebé entre sí.

— ¡Si se te cae, te golpeamos! — Declaró Shion, y cruzó mirada conmigo —. ¡La madre fuma!, eres mala.

— ¿De qué hablas?, los malos son ustedes por estar lanzándolo.

— ¡Se le llaman actividades recreativas! — Dijo Kakucho con el bebé en sus manos.

— Excelente, sigan, quiero ver quien es el imbécil que pierde — Saqué el humo.

— ¡Oh!, te compré algo — Rindo ignoró al resto y ese fue su error, había perdido.

— ¡No huyas! — Mochi quiso ir con él.

— A mi hermanito nadie lo toca — Puse los ojos en blanco y me fui con Rin, quien me dio un porta bebé.

— ¿Cuánto te costó tu chistecito?

— Es lindo, ¿Se lo ponemos a mi hermano? — Sonrió.

— Mejor a cada uno, por idiotas — Chocamos los puños.

En todo el fin de semana ellos me ayudaron, cada quien a determinada hora se colocaba el porta bebé, Hanma se veía demasiado gracioso, Shion ni se diga... Ellos querían aventarlo lo más lejos que fuese, pero no podían, los Haitani me acompañaron de compras, en el camino de ida, Ran se colocó esa cosa y de regreso fue su hermano. Sanzu en las tardes me ayudaba, de pronto se le olvidaba y recargaba su cabeza en el pobre bebé.

— ¡Hay que tatuarlo! — Kakucho movió la cabeza negativamente y se lo arrebató a Hanma.

— Dejen al pobre bebé — Hitto lo acunó en sus brazos —. Mejor hay que denunciar a la mamá por consumir drogas.

— ¡Sólo es cigarro! — Debatí.

— ¿Y eso qué es? — Levantó su ceja. Kakucho era un tipo imponente.

— Tabaco, ¿Por? — No fui capaz de sostenerle la mirada, así que miré a los Haitani. Se estaban burlando de mí.

En la semana restante me deslindé del problema, hasta que finalmente podía llevarlo de regreso a la escuela.

Llegué a la conclusión de que sólo una persona podría hacerse cargo de manera sana...

Y no era yo.

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