Capítulo 9: El final se acerca.

La lucha por sobrevivir continuaba, muchas personas habían logrado resistir a los múltiples ataques bioterroristas; algunos luchando por su cuenta, otros muchos uniéndose al ejército, algunos otros armando barricadas para poder protegerse, y otros simplemente habían conseguido construir refugios para sobrevivir como les fuera posible.

Pero, por desgracia, la infección si bien no había arrasado con todo el mundo, varios países y capitales principales se habían visto seriamente afectadas por esta serie de acontecimientos. No había marcha atrás, era luchar o morir, era el ahora en donde todos se habían unido para luchar.

La situación parecía estar controlada, pero para ganar, levantarse de sus cenizas era lo que correspondía a la situación actual. Estaba claro que, aunque las personas tuviesen conocimiento sobre las organizaciones encargadas de mantener la paz, la seguridad y a todos a salvo, también eran conscientes de que éstas mismas se habían visto derrotadas, desaparecidas del mapa, y si bien no estaban solos, muchos de esos agentes se encontraban en algún lugar tratando de ganar la temida batalla.

El sol comenzaba a salir, pues podían observarse varios tonos anaranjados que habían comenzado a dibujarse entre las nubes. Habían pasado aproximadamente dos horas, y el esperado amanecer estaba casi por caer.

Aquellos agentes tan solo esperaban que esa pesadilla terminara pronto, que todo aquello terminase de una vez por todas. Es más, ¿volvería a ser el mundo lo mismo? ¿Volvería el gobierno a confiar en ellos para resguardar ataques bioterroristas cuando no pudieron hacer nada, cuando miles de vidas se perdieron en el ataque de un solo hombre? ¿Hasta dónde llegaría la maldad o el querer dominar el mundo del malvado Derek Simmons?

¿Podrían seis agentes terminar con él?

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La pelirroja lanzó un suspiro, fijando su mirada en la gran catástrofe que se proyectaba a través de la ventana.

El duo de agentes había conseguido un helicóptero de rescate militar, del cuál Valentine era ahora la piloto al mando. Afortunadamente, tras horas de intensa batalla, lograron acabar con la mayoría de soldados y B.O.W.S.

Su objetivo actual era claro y conciso; deberían ir a por Simmons y ayudar a todos sus amigos. No podrían ser reconocidas, así que se vistieron con un traje ajustado de batalla negro, junto con una capa, unas botas altas y una máscara a juego, las cuáles serían utilizadas después.

Al parecer, el desenlace final no sería ejecutado en la fortaleza de Derek Simmons; todo aquello no había sido más que un engaño, más bien, una maniobra de distracción. Sin embargo, con lo que no contaba ese cretino era con todo a lo que se afrontaría próximamente.

—Jill, ¿qué piensas que pasará ahí dentro? —cuestionó una pensativa Claire, observando cómo se alejaban con gran rapidez de las ruinas de la fortaleza.

—Más bien, qué habrá ahí dentro. —aclaró ella. —Dereck ha estado jugando muy sucio, Claire. Ese hombre es casi invencible, mucho más con la ayuda de nuestra queridísima Ada Wong. —finalizó explicándole ella, con un tono irónico.

Claire se mantuvo en silencio, pues ella odiaba a esa mujer, y sabía que el momento de derrotarla ya había llegado. Se mantuvo pensativa en cuánto a la palabras anteriormente dichas por Jill, observando la cantidad de armas que habían recolectado anteriormente para poder cargarlas.

—Pase lo que pase, acabaremos con esto. Ya nos hemos enfrentado a catástrofes peores, ¿no es así? —le comentó decidida la pelirroja, mirando a Jill por unos segundos.

—Eres igualita que tu hermano. —rió la rubia, a lo que Claire le sonrió. —Siempre tan valientes y decididos. Pero, por desgracia, pequeña Redfield, esta guerra la estamos perdiendo. Si no les arrebatamos la victoria se acabó, el mundo se irá al traste y todas las personas que aún luchan por sobrevivir, también. Es ahora o nunca, luchar o morir...

—Y lucharemos, Jill. Eso te lo aseguro. —dijo Claire, bastante segura de sus palabras. Jill le sonrió orgullosa, fijando su vista en los controles del helicóptero.

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Mientras, Chris y Piers habían conseguido reunirse con los demás agentes. Sin embargo, tras armarse y prepararse adecuadamente, fueron sorprendidos por la amenaza de una gran explosión que se formaría dentro de las instalaciones de la D.S.O. Aquella no fue más que otra de las maniobras de Simmons, que estaba haciendo lo imposible por deshacerse de ellos y acabar con sus vidas.

La explosión no se hizo de rogar, pues llegó arrasando con todo a su paso. Trabajadores y sobrevivientes fueron evacuados de allí rápidamente, mientras que los seis agentes no disponían más que de un Jeep negro para dirigirse a donde quiera que estuviese Dereck Simmons.

Helena condujo lo más rápido que pudo en el Jeep, y la verdad es que el vehículo saltaba cómo si fuese a explotar, mientras que los demás agentes se sujetaban con la mayor fuerza posible al asiento. Realmente rezaban por no salir volando de allí, y que sus huesos, si aún quedaban algunos en su lugar, no terminaran por romperse o hacerse polvo.

El misil no tardó en llegar, para provocar una tremenda explosión que hizo que el conjunto de instalaciones de la D.S.O. volara por los aires. El efecto de aquella explosión, lleno de polvo y escombros, como trozos de paredes y demás salieron volando. Afortunadamente, los trabajadores junto con Hunnigan habían logrado escapar de allí, marchándose de allí en varios helicópteros de rescate.

Por la zona en la que viajaban no eran más que montañas desérticas, y a lo lejos no había nada más, era como estar prácticamente perdidos en la nada. Esa misma escena era vista desde unos paneles por un hombre que lo estaba observando todo desde unos cuántos minutos atrás, pues ya sabía que la batalla final se estaba aproximando, y él estaba seguro de estar perfectamente preparado para ello.

Cuando estuvieron a una cierta distancia decidieron parar un rato, pues no podrían huir por toda la montaña. Helena había contactado para solicitar algo de ayuda y refuerzos, pero en ese momento había sido cuando se había enterado de que la Casa Blanca, para la cuál trabajaba la D.S.O., había dejado de existir, no había nadie más que pudiese responder como director o jefe, solo sobrevivientes, además de que no vendrían agentes, sino un helicóptero.

En ese momento, Harper no quiso decir nada, menos cuando parecían estar muy cerca del golpe final. Leon y Chris, quiénes fueron los primeros en bajar del auto, se mantuvieron quietos al ver una gran masa de humo que se distinguía a relativamente poca distancia, además de todo lo que había desaparecido en cuestión de varios minutos.

De momento no había nada más que hacer, tan solo esperar a la batalla final. De repente, el sonido del teléfono de Leon interrumpió el silencio que se había formado entre los seis agentes. Kennedy observó quien era el remitente, para después mirar a los demás, entonces prefirió alejarse a corta distancia para poder hablar más tranquilamente.

No era nada más ni nada menos que Ada Wong la que estaba al teléfono, y el rubio sentía mucha furia en su interior. Debería de mantenerse neutro si lo que quería era sacar información, tenía que saber jugar sus cartas.

—Leon, que bueno es escucharte... —dijo la mujer.

—¿Qué quieres? —respondió bajando la voz, mientras miraba de reojo a algunos de sus amigos.

—Vamos, bombón ...— le comentó ella en un tono pícaro. —Tenemos que aclarar... asuntos pendientes.

—¿Qué pretendes? ¿Confundirme, volverme loco? —Leon estaba realmente confuso, y ya no sabía qué hacer.

—Necesito verte. —confesó seductora. —Nos merecemos un descanso... y te debo una disculpa, ¿no crees?

El agente tragó saliva. Ada estaba yendo demasiado lejos, y él debía aceptar si lo que quería era acabar con ella de una vez por todas. Por mucho que le pesara... debía irse.

—Te estaré esperando Leon, no tardes. —la asiática cortó la llamada segundos después.

Él se quedó un momento pensativo con el teléfono aún en sus manos. Tomó aire, pues sabía que lo necesitaba. La oferta de Ada era tentadora, y quizás así podría acabar con esa tortura... Volvió con los demás, quiénes le miraban de forma curiosa y sin saber exactamente qué ocurría.

—Chicos... —todos le miraban expectantes. —Tengo que irme... solo. —admitió él sin más, sin saber qué decir.

—Será una broma, ¿no? —respondió una incrédula Helena. —Era Ada, verdad? —le reprochó directamente.

El rubio se quedó en silencio, pues tampoco podía negar aquello, no a la persona que le había salvado la vida. Helena no parecía poder creerlo, al igual que los demás.

—Kennedy, estás loco si piensas que vas a ir solo, esa mujer solo te está utilizando, ¿es que no te das cuenta? —esta vez habló Redfield, en su usual tono de seriedad.

—Leon...—lo llamó Sherry, bastante decepcionada si él realmente tenía pensamientos de volver con ella. —No lo hagas, por favor...—le pedía con cierta pena la rubia.

El agente sintió una opresión en el pecho al escuchar aquellas palabras, debía quedarse, debía pero no podía. Apretó sus puños y suspiró tristemente, a pesar de que algo se lo impedía, su obsesión era mayor y necesitaba saber que quería esa mujer de él, necesitaba aclararse.

Sin embargo, Leon pareció recordar algo, así que reunió todas sus fuerzas, arrebatándole las llaves del Jeep a Helena, que las llevaba en un cinturón. Ante tal acción, todos se quedaron sumamente sorprendidos. Leon caminaba seguro, bastante decidido, y sabía que haría pagar a todos los causantes de aquella catástrofe.

Pudo escuchar ciertos murmuros de decepción salir de las bocas de todos sus compañeros. Aquello le estaba doliendo demasiado, y aunque Birkin iba a ir tras él, Jake la paró en su propuesto. Él sabía que lo que estaba haciendo no era lo correcto, pero tenía que hacerlo, y debería hacerlo solo.

—Voy a hacer justicia. —dijo Kennedy, lo suficientemente alto para que allí todos lo escuchasen. Acto seguido, se montó en el Jeep y arrancó a toda velocidad de allí.

—¡Leon! —gritó Helena al verlo irse, pero de pronto su teléfono comenzó a vibrar con un mensaje; era su amigo.

—"Tengo que vengarme de Ada y reparar todos mi errores, si no regreso, cuidad de Sherry, por favor..."

Lo que leyó Helena todos lo escucharon, incluido Sherry, que estaba tratando de asimilar lo que estaba pasando.

—¿Nadie piensa hacer nada? Leon irá a enfrentarse solo a Ada y probablemente a Simmons. —habló Helena sin rendirse. —A todos nos afecta esta situación, pero él no es culpable de nada. Todo era silencio y miradas sobre ella. —Todo lo que conocemos se irá al garete si no detenemos a esos dos. La muerte de todos y del planeta será en vano...

—Tienes razón. —Piers había sido el primero en levantar la cabeza y lamerse las heridas para poder seguir adelante. —habló esta vez revisando sus balas. —Yo iré tras Leon.

Helena sonrió al escuchar eso, si Nivans iba tras Leon, entonces ella también iría.

—Yo iré contigo, Piers. No me quedaré aquí llorando mientras que Kennedy se lleva la victoria él solito. —añadió Chris más tranquilo y decidido. —No podemos perder la esperanza, nos espera un nuevo mañana.

—Bueno, no tenemos más tiempo que perder. —esa había sido Sherry. —Machaquemos a los malos. —sonrió ella.

—Eso es, súper chica. —Jake le sonrió algo también.

—En marcha. —dijo rápidamente Chris.

Los agentes se alejaron rápidamente de allí, siguiendo las huellas de las llantas que el Jeep había dejado a su paso.

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Leon conducía el vehículo lo más rápido que podía, no tuvo que recorrer una gran distancia, pues el punto fijo que marcaba el radar que Ada le había enviado le había llevado a un sitio en medio del páramo, pero no tan lejos de donde se habían quedado los otros. Se bajó del auto y caminó con cuidado. A simple vista no había nadie, solo arena y tierra.

Ada estaba debajo de algún lugar de todo ese parámetro, pero no había entrada, no había nada. Estuvo a punto de maldecir su nombre, pero apretó el radar y de pronto se escuchó un sonido de activación. Observó bien el aparato y en éste apareció un mapa que ocupaba toda la pantalla.

Podía ver que a pocos pasos de donde él se encontraba había una entrada, así que volvió a revisar bien el radar y notó una apertura cerca. Acto seguido, insertó una especie de llave, y de esa manera el pasaje secreto bajo tierra se abrió, dándole a ver un pasadizo que le mostraba lo que parecía ser la entrada.

—Ábrete, sésamo. —dijo con algo de humor Leon al ver que la entrada le daba el paso. —Esta vez no escaparás...

Se adentró allí, desenfundó su arma y comenzó a avanzar a paso lento, siendo muy cauteloso. Aquello parecía una guarida, y es que realmente era una guarida, pero si ahí era donde se daría la batalla final debería de haber algo más.

Como fuese, ese miserable iba a morir, ya que si no habían podido antes con él, esta vez sí acabaría con Simmons. Se lo debía a las miles personas que murieron durante toda esa catástrofe, a sus amigos y a su honor como agente.

—No tendré piedad contigo.

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El helicóptero que llevaba a Valentine y Redfield en su interior ya había aterrizado minutos atrás. Por suerte, consiguieron adentrarse sin ser vistas. Simmons pensaba que Jill ya no seguía con vida, que había muerto en la explosión de su fortaleza hace menos de quince minutos.

El duo de féminas quería jugar bien sus cartas, y lo harían de maravilla. Dereck desconocía de la presencia de Claire, por lo tanto, eso ya era un punto a favor, además de creer que Jill Valentine estaba muerta. No tardaron demasiado en ponerse las máscaras y en prepararse para todo lo que venía ahora; deberían de introducirse por las instalaciones sin ser vistas para aparecer justo en el momento final.

Mientras, Claire y Jill se separarían, ambas deberían de tomar caminos distintos y pelear por su cuenta, para que así el plan saliese a la perfección. Dentro de una hora, aproximadamente, volverían a verse, y lo harían junto con los demás, quiénes probablemente ya estarían de camino.

—Claire, ha llegado la hora. —le dijo Valentine, sacando un localizador. —Toma, nos mantendrá en contacto en todo momento, tienes que salir de aquí cuanto antes.

—¿Crees que todo esto saldrá bien?—inquirió la pelirroja, tomando el aparato.

—Seguro que sí. —le aseguró Jill. —Vamos, se nos hace tarde. Claire, prométeme que te cuidarás...

—Sí, lo haré. —le sonrió la pelirroja. —Ten cuidado ahí fuera. —dijo y la abrazó cálidamente por unos segundos.

—Bien, ahora llévate esto, toda tuya. —le comentó Jill, dándole un arma. —Te veo luego, ¿sí? —le dijo la rubia.

—Cuídate tú también, por favor. —le sonrió ligeramente, alejándose hacia una ruta especificada.

Ante eso, Valentine también tomó otro camino distinto; debía de aclarar unos cuántos de asuntos primero. Ojalá los demás se encontraran bien, pues luchar contra ese tipo era prácticamente como firmar tu propia muerte, sin embargo, lo único que podían hacer era unir fuerzas...

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Leon veía con sorpresa a la mujer que tenía enfrente, era Wong, una asiática cuya belleza deslumbraría a cualquiera. Ada caminaba con aires de sensualidad hacia él, estaba armada, pero sin intenciones de atacarlo. La mujer sonrió cuando el rubio le apuntó con el arma. El agente ahora estaba en su contra, y era normal después de todo lo que le había hecho, aunque ella solucionaría todo eso muy pronto.

—No me digas que estás enfadado conmigo. —le dijo en un tono juguetón, acercándose lo suficiente al agente.

—¿Dónde está la cura? —preguntó sin rodeos.

—A salvo, eso es lo importante. —le respondió ella, cruzándose de brazos.

—Basta de juegos, Wong. ¡Me dijiste que me la darías! —exigió pegando la pistola a la frente de la asiática. —No me hagas apretar el gatillo... esta vez, no caeré en tus juegos.

—No me matarías. —respondió sin intimidarse. —Me amas. Soy la única mujer a la que amas, mi querido Leon...

—No estés tan segura de ello. —le respondió sin titubear lo más mínimo.

—Por favor, no me hagas reír. —ella le miró fijamente, para luego con su mano alejar suavemente el arma del agente.

—¿Dónde está la cura? —volvió a insistir él.

—Para ello tienes que confiar en mí, si quieres que tus amigos sobrevivan, por supuesto...

—¡Suficiente! —Leon, harto de la mujer la tomó del brazo, obligándola a mirarlo. —¡Dónde está! —pidió de nuevo.

—Ya te lo dije, tendrás que venir conmigo.

—¿Por qué me haces esto? —preguntó él, pues se sentía mal por no haberle hecho caso a los demás.

—Andando, no tengo tiempo para charlas. —ella comenzó a caminar pero el agente no, se mantuvo quieto por unos segundos.

—Sherry, perdóname... —el agente movió negativamente la cabeza y fue tras Ada Wong. Ella sonrió para sus adentros, pues controlar a Leon era demasiado fácil para ella, con una sola palabra, lo tenía dónde quería, y una vez lejos del camino de todos, la oriental podría cumplir su tarea, ordenada por Simmons: acabar con Leon Scott Kennedy.

Por otro lado, el agente no tenía otra opción que seguir a Ada, debía rescatar ya no solo a la vacuna, sino al mundo entero, incluso a sus amigos. La única diferencia es que esta vez no perdería la cabeza por esa traicionera mujer.

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Más tarde, Claire había llegado al ascensor, pero pareció recordar algo, así que bajó la mirada y miró hacia otro pasillo tenuemente iluminado por unos focos rojizos. Jill le había dicho que no quedaba tiempo, y que la muestra del virus continuaba en el núcleo. Lanzó un profundo suspiro.

«Tendrás que esperar un poco más, Leon».

Corrió hacia un pasillo, llegando al centro de éste, donde había varios pasillos más a su alrededor, pero solo debía recordar cuál daba al núcleo. Una vez se adentró en uno de ellos, su única preocupación fue no encontrarse con una manada de perros zombi o más soldados, ya que no podía permitirse fallar o hacer demasiado ruido a esas alturas.

Frustrada por ver la cámara que estuvo a punto de descubrirla, se pegó a la pared, lamentándose de su mala suerte. Cruzó el primer pasillo, cuidando de no hacer ningún ruido. La pelirroja siguió avanzando, y una vez llegó a la puerta del núcleo, oprimió algo en la mesa de paneles.

"Clave incorrecta" —anunció la pequeña pantalla y la joven maldijo la situación. Redfield debió suponer que la contraseña había sido cambiada, como era lo normal...

Sacó una tarjeta que Jill le robó a uno de los soldados en la fortaleza y comenzó a pasarla por la ranura, hasta que se oyó un clic, seguidamente de una voz que dijo: "Clave correcta". Una vez terminó, la puerta comenzó a abrirse, dándole acceso. La pelirroja se adentró en nuevas tierras.

Era una zona amplia, en el centro había un gran equipo informático. Redfield se acercó a éste, viendo en la incubadora de la máquina una muestra del virus. La chica pensó durante unos segundos, y luego comenzó a oprimir botones, deduciendo que de aquello trataba el puzzle. Ella ya tenía experiencia de sobra con ellos, además de que era muy buena. Después de varios intentos logró dar con la clave. La incubadora se abrió, dejando salir un soplido de aire frío, y permitiendo obtener el tubo de la muestra, la cual tomó con cuidado, como si se tratase de un pequeño bebé.

—Así que esto ocasionó todo este apocalipsis... —dijo algo asombrada, contemplando la cepa.

Miró hacia el frente y emprendió la huida del núcleo, pues no tenía ningún tiempo que perder. No podía creer haber conseguido el mismísimo virus que había destruido al mundo y tenerlo en sus propias manos. Como fuera, ahora debía darse prisa, tenía que hacer lo posible para llegar hasta Leon, y solo quedaría una cosa, matar a Simmons.

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En aquella guarida, Leon caminaba por los pasillos, pero tenía la sensación de que algo andaba mal, ir con Ada era algo para nada bueno, no después de conocer la magnitud del problema en el cuál estaban por alguien como Wong. Sin embargo, quería conseguir la cura del dicho virus.

No habían hablado mucho, y a decir verdad, estuvo algo ocupado grabándose la ruta de entrada y las posibles rutas de salida.

—¿No crees en mí, cierto? —interrumpió el silencio Ada, llegando a lo que parecía ser un pasillo sin salida alguna.

—¿Debería? —cuestionó Leon. —Tú formaste parte de todo este apocalipsis en el que estamos. No te importó toda la gente que murió... todo esto es culpa tuya, Ada.

—Voy a darte la cura, ¿y así me lo pagas? —agregó algo molesta, ese no era el Leon de hace unas horas. —¿Qué más pruebas quieres? El mundo acabará recuperándose y debes saber que yo no he sido la única culpable en esto.

—¿Por qué demonios trabajas para Simmons? —volvió a cuestionarla. —¿Cuál es el propósito de todo este caos?

Ada tan solo colocó su mano sobre un cuadro, que era una pintura de un paisaje, pero también la entrada a un ascensor. Ella entró en él, esperando que Leon hiciera lo mismo. Se tomó unos segundos antes de acceder, fijando su vista en el contador de pisos, más éste, no existía.

—No puedo decirte nada, Leon. Sabes que solo cumplo órdenes. Si no las cumplo, soy una mujer muerta. —le admitió Ada, doliéndole el saber que la obligaban a matar al único hombre al que había amado con sus propias manos.

Leon simplemente lanzó un suspiro al aire, mirando el techo. Y pensar que él estuvo detrás de ella tanto tiempo, sabiendo el tipo de trabajo que ejercía sin importarle nada en absoluto, y ahora parecía abrir los ojos ante la realidad.

—Vamos, ya hemos llegado. —anunció la mujer.

Leon salió del ascensor tras Ada, aún pensativo, intentando atar cabos sueltos. Parecieron haber llegado al núcleo donde se encontraba la vacuna, pues la puerta de seguridad se abrió dándoles paso a una sala muy amplia. Ambos pasearon por la estancia, para después subir por unas escaleras. Tomaron el pasillo derecho, hasta llegar a una habitación, la cuál Ada abrió mediante una tarjeta.

Una vez dentro, Leon pudo observar detenidamente una incubadora que poseía una cepa de color azulado; aquella debía de ser la famosa cura del virus apocalíptico. Avanzó unos pasos hasta ella, contemplándola durante unos instantes, para después sacarla con máximo cuidado.

Sin embargo, para la sorpresa de Leon, al girarse con la muestra en sus manos, se encontró con el cañón de una Glock 17 apuntándole directamente a la frente. Ada Wong era la portadora de ese arma, y también la persona que se la había vuelto a jugar, de nuevo. Él se negaba a creerlo, todo había sido una trampa, y esta vez, una mortal...

—Lo siento mucho, Leon. Tengo que acabar contigo, y créeme, esto me duele mucho más a mí que a ti...—le dijo Ada, a punto de jalar el gatillo.

—Suelta el arma, Wong. No querrás que te haga daño. —le amenazó de repente una voz femenina.

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¡Chan chan chan! Aquí os traigo un nuevo capítulo, espero que os guste. ¡Intentaré actualizar lo más pronto posible! Hacedme saber que os está pareciendo la novela y qué creéis que pasará a continuación...

¡Saludos! ❣️

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