Capítulo 7: Descansa en paz, Carla.

China, 3:50 a.m.

El helicóptero que transportaba a Redfield y a Nivans volaba sobre Tatchi. Chris no podía creer lo que sus ojos veían, la capital estaba completamente abandonada, los únicos que merodeaban las calles eran los zombis, criaturas y furgones aparcados. Era una ciudad desierta, el humo aún salía de los edificios y, al parecer, el ejército había dejado de intervenir, pues podían apreciarse los vehículos abandonados en las calles. Aquel era un paisaje demasiado sombrío pese al próximo amanecer...

—No puedo creer hasta dónde ha llegado ese maldito hombre. —mencionó un cabreado Chris. —No lo conozco demasiado, pero no hace falta para saber que no es una excelente persona.

Piers tan solo contempló la mirada de su capitán, podía verse el coraje y la rabia contenida en su mandíbula, por la desesperación en su mirada, era claro que al igual que él, estaba harto del bioterrorismo y la gente como Simmons.

—Pensar que todas esas personas alguna vez vivieron pacíficamente y ahora... —se lamentó. —Es inaudito cómo el presidente y todos los poderosos están escondidos ahí abajo, mientras posiblemente ahí abajo aún existan grupos de personas que apenas consiguen sobrevivir. —expresó Chris, sin apartar la mirada de la ciudad.

—No podemos hacer nada, la ciudad está barricada por completo, y esas horribles criaturas no pueden salir del perímetro. Puede que existan sobrevivientes, pero no es nuestro trabajo. Debemos centrar nuestra atención en acabar con los responsables de lo que está sucediendo.

—¿Qué? —Redfield volteó para mirar fijamente al castaño. —Nosotros peleamos para esto. —defendió con honor.

—Pero no está en nuestras manos salvar a todo el mundo. —le respondió Nivans. —Yo he perdido a mucha gente en otros incidentes pasados... he experimentado tantos horrores como usted, me siento igual, más esta pelea, nos guste o no, la estamos perdiendo, y nuestro deber ahora mismo es ir contra Carla Radames y acabar con ella.

—Un buen soldado siempre procura salvar a todos los que no pueden defenderse a sí mismos, pase lo que pase. —le respondió este. —Una vez terminemos con ella, acabaremos con Simmons y saldremos de aquí, a salvo.

—No podría estar más de acuerdo, mi capitán. —respondió con voz firme; este tan solo lo miró. —Tenemos que luchar todo cuánto podamos. ¿O no, capitán Redfield?

—Acabemos con esa mujer. —se limitó a responder el moreno, mientras no tardaban en llegar a su destino.

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Tanto Piers como Chris observaban con furia a la mujer que tenían enfrente, era nada menos que Carla Radames, vestida con un vestido azul marino, unas botas de piel color negro y una bufanda de color rojo. La mujer caminaba gustosa hacia ellos, estaba armada, pero sin intención de atacar a ningunos de los dos hombres. La asiática sonrió cuando Redfield le apuntó con una de sus armas.

Se situaban en la azotea de un edificio, hallados en la vigésima quinta planta. Una caída a tal altura podría ocasionar una muerte segura para cualquiera de los presentes...

—¡Carla!—la llamó furiosamente Chris.

—No has tenido suficiente, ¿eh? —preguntó irónicamente ella. —Incluso después de perder a todos tus hombres... otra vez. Con tu historial... no me haría ni pizca de gracia ser un miembro de tu equipo, Chris. —le dijo vacilante, con una sonrisa burlona.

Piers podía observar cómo Redfield luchaba por no apretar el gatillo allí mismo, mientras apretaba su mandíbula en un gesto de enfado e impotencia.

—¡No la escuches, capitán! —le gritó Piers, también apuntando a Radames.

—Pero, ¿dónde están mis modales? Enserio... creo que debería dar las gracias a tus hombres por ser tan buenos sujetos experimentales. —siguió diciendo ella, mirando atentamente la pistola que llevaba en una de sus manos.

Chris lanzó un gruñido lleno de rabia, disparando en dirección a la pistola de Carla, haciendo que ésta fuera arrebatada de su mano y cayera al suelo.

Ella suspiró, para nada sorprendida con el movimiento por parte del capitán. Sin embargo, en su mano derecha, llevaba un maletín de color negro.

Redfield bajó su arma, tras tranquilizarse un poco. Suspiró conteniendo su furia.

—Lo único que quiero es verte muerta, pero esto no ya no es por venganza... sino cuestión de justicia. Se acabó, Carla. —le soltó sin más, volviendo a apuntarle.

—Sí... se acabó. El portaaviones se está preparando para el lanzamiento.

—¿Lanzamiento?—interfirió Chris.

—Y los muertos inundarán las calles... un dejavú, chicos. Lo de Racoon una vez más, pero esta vez no solo será una ciudad, será el mundo entero...

Pero antes de que Chris pudiese hacer algo, comenzaron a escuchar el sonido de un helicóptero en dirección a la azotea. Éste transportaba un francotirador de la B.S.A.A. en su interior, quién no tardó demasiado en dispararle a Radames en el pecho, haciendo que ella se quejara de un incesante dolor, llevando sus dos manos hacia éste.

En un abrir y cerrar de ojos, el helicóptero tomó rumbo hacia otra parte, alejándose de allí tras cumplir su objetivo. Chris y Piers contemplaron sorprendidos la escena.

—Me has dado...—consiguió decir, comenzando a desangrarse. —Buena jugada.... pero ya nadie puede detenerlo. —finalizó diciendo la mujer, tirándose desde la azotea sin ningún tipo de remordimiento.

Soldado y capitán se miraron confundidos, corriendo hacia el borde de la azotea para comprobar la veracidad de la muerte de Carla. Su ahora cuerpo sin vida estampó con fuerza contra el suelo, a medida que la sangre salía de su cabeza...

—¡Joder! ¿Qué ha pasado?—exclamó Piers, observando que Carla había dejado su maletín en el suelo de la azotea.

Se dirigió hacia el mismo para después abrirlo. Encontró tres huecos, de los cuáles dos estaban vacíos y uno aún contenía una muestra. La cogió y la miró con detención.

—Esta cepa parece distinta, y faltan dos.

—Coge la que queda, la llevaremos a la central para poder analizarla. —le comentó Chris, para después contactar con su escuadrón. —Aquí el líder de la tropa alfa, necesito un informe de la situación actual, es de máxima urgencia.

—La ciudad no es segura y hemos perdido contacto con todos los recursos locales, necesitamos más tiempo.

—¡No hay tiempo! El ataque terrorista ha sido solo un señuelo, el atentado real extenderá el virus por el mundo. —explicó Chris exasperado a través de su comunicador.

Cortó la llamada varios segundos después.

—¿Y ahora qué? —cuestionó el soldado.

—Volvamos al helicóptero. —ordenó él.

—Sí, señor. —respondió Piers.

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Mientras, la verdadera Ada Wong, vestida con sus pantalones de piel color negro, como su chaqueta roja adherida a su cuerpo, paseaba tranquilamente desde la primera planta del edificio, acompañada de un arma Ak-74M en su mano derecha.

Hubo algo que llamó su atención, sin embargo, no fue una gran sorpresa encontrar a su clon desangrarse en el suelo. Suspiró levemente, acercándose hacia su inerte cuerpo.

—Tu odio hacia Simmons te condujo a destruir el mundo, pero tu conciencia, Carla, te ha hecho fracasar. De hecho, por eso me metiste en esto, ¿no? Es una pena, si solo hubieras querido vengarte de Simmons... hasta te habría ayudado.

De repente, Carla, o al menos lo que quedaba de ella, abrió los ojos, convulsionando de forma violenta. Poco a poco se levantó del suelo, gracias a la forma monstruosa que comenzaba a adquirir. Gritaba sin parar de retorcerse, y entonces disparó una especie de baba grisácea en la dirección de Wong. Ésta rápidamente la esquivó, dando una voltereta y apoyándose en el suelo en un santiamén.

Su cara estaba cubierta por esa especie de baba, haciendo que sus expresiones fueran prácticamente irreconocibles.

—No seas absurda... ¿ayudarme? Yo soy la verdadera Ada Wong... ¡No necesito ayuda de nadie! —le recriminó Radames. —Mis planes no han fracasado, ¡todo lo contrario! Esta sociedad es frágil... y después de esto... ¿sabes que quedará en este mundo?—comenzó a reír. —¡Nada! —¡El infierno y el caos dominarán sobre la tierra!

Y entonces, a medida que ese monstruo crecía, ella se iba debilitando a gran velocidad, siendo devorada por esa gran cantidad de masa grisácea. Se expandió por toda la planta, de forma rápida y explosiva. Ada corrió hacia una salida, cerrando la puerta velozmente, mientras que aquella masa amenazaba con golpear ésta con mucha fuerza. Pronto se extinguió por completo, y todo aquello había acabado...

—Siento interrumpirte, pero no eres más que una imitación barata, como mucho... Descansa en paz, Carla. —susurró la asiática, observándolo todo a través de una ventana.

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China, fortaleza de Simmons, 4:01 a.m.

Jill estaba cada vez más desesperada, tenía miedo, pues no tenía idea de cuánto tiempo había pasado encerrada. No sabía si Claire estaba bien, si todos estaban bien... No quería volver a pasar por lo mismo que vivió siendo rehén de Wesker, pues aquellos recuerdos eran los más desagradables de toda su vida.

Tan solo pensar en eso le daba terror, de no ser por Chris habría permanecido allí por quién sabe cuánto tiempo más, siendo una más de las armas biológicas de ese miserable, pero esta vez iba a ser diferente. Valentine no quería deberle nada a ese hombre, pero ahora era más fuerte, y estaba segura de que saldría de ahí, costara lo que costara.

—Vamos, Jill... eres miembro de la B.S.A.A., estás más que entrenada para esto, instruida en todo tipo de actividades peligrosas, respira hondo... tranquila, vamos a salir de aquí. Ese capullo no tiene idea de con quién se ha metido...

Al paso de unos minutos, el hombre encargado de vigilar, al no escuchar ruido entró, encontrándose a la rubia tirada en el suelo, el guardia se confió; tenía algunos conocimientos sobre medicina, así que se acercó a ella para auxiliarla.

Sin embargo, cuando lo hizo, Jill rápidamente abrió los ojos, tomándolo del cuello con tal fuerza, que estuvo a punto de ahorcarlo vilmente. El guardia tan solo quería hablar y zafarse, pero esa fuerza era realmente sobrehumana.

—Vais a pagarlo caro. —la rubia estaba enfadada y oprimía demasiado fuerte del cuello del hombre, una vez que éste había perdido el conocimiento por asfixia, Jill desarmó por completo al sujeto, quitándole su arma.

Tomó las llaves y cerró la puerta. Miró el arma en sus manos, para después mirar hacia arriba. No había cámaras de seguridad, así que avanzó por el pasillo sin pormenores, su única desventaja era que en el siguiente había un guardia.

Si comenzaba a matarlos, atraería a los demás. Debía pensar algo, y entonces vio la puerta lateral del pasillo, dudó un poco pero accedió a la habitación con suma cautela apuntando hacia el frente. La luz estaba apagada, parecía un cuarto de estudio y, al encender la luz, pudo ver un pequeño conducto de ventilación en buen estado.

Cuando pudo abrirlo, quitó con cuidado la rendija, dejándola sobre el conducto. Le costó subir, pero una vez lo logró, sobrepuso la misma con los pies. Aquello era incómodo, apenas cabía ahí dentro, además del aire que podía sentir...

No sabía realmente por dónde ir, por lo que gateó lo más rápido que pudo y en silencio, ya que no quería ocasionar más ruido. No podía ver por las rendijas; la visión allí era nula. Debía escapar de ahí como fuera, y de lo único que tenía certeza en ese instante es que era un laboratorio.

La cintura había comenzado a dolerle por algún motivo, también el vientre. No podía exponerse demasiado, así que llegó a uno de los conductos del techo, en el cuál podía verse claramente un pasillo.

—Simmons está realmente loco. —comentaba un soldado. —Mandarnos a intervenir en los planes de la B.S.A.A...

—La clave es el portador del antídoto a esta pandemia, y si no cumplimos las órdenes, o bien nos convertiremos en zombis o nos someterán a todo tipo de experimentos.

—Es increíble que el hijo de Wesker porte en su sangre la cura, ¿no te parece?

—Lo que es increíble es la que les espera a todos esos agentes y a la tal Jill Valentine.

Los hombres se perdieron por el pasillo, y Jill ya no pudo escuchar más, ¿acaso Wesker había tenido descendencia? ¿Además portador de la cura del virus? Aquello le pareció surrealista, pues lo último que deseaba era encontrarse con el hijo de la persona que la maltrató física y mentalmente.

Intentó abrir la rendija, pero parecía estar atorada; además de que debía averiguar quién estaba ayudando a Simmons. Debía avisar a Claire de una posible trampa, así que quitó la rendija para asegurarse de que ya no había peligro. No visualizó a nadie, pero si que había una cámara apuntando al pasillo; estaba claro que no podría bajar por ahí.

Continuó unos metros más gateando por los conductos, estaba segura de que a esas alturas ya habrían descubierto que se había escapado, así que debía salir del laboratorio. Ella ya no necesitaba buscar pruebas, tan solo debía escapar lo más rápido posible y destruir aquél lugar...

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Lugar desconocido, 4:22 a.m.

Claire, quién había conseguido un vehículo decente, condujo hasta la entrada de un primer pueblo, pues no había manera de llegar al segundo sin atravesar el primero.

Posteriormente llegaría al primer estado, pero ojalá hubiese otra forma de acceder al mentado laboratorio. Notó bastante tranquila la localidad, así que decidió aparcar el Jeep de color azul mientras intentaba distinguir algo.

Ella se había encontrado con un soldado minutos atrás, el cuál escapaba de una mencionada fortaleza del tal Simmons. Claire estaba segura de que Jill estaba allí, es por eso que se dirigió hacia el lugar sin pensarlo dos veces.

—«Ya he visto esto antes... deben de estar observándome desde algún punto...» —se comentó así misma, cautelosa.

Entonces, Claire decidió oprimir el acelerador al máximo, haciendo que el Jeep saliera por la única calle que parecía ser la más viable. No se había equivocado en lo más absoluto; los disparos no se hicieron mucho de esperar, y los sujetos armados disparaban sin piedad contra el vehículo. Por fortuna, disponía de un chaleco antibalas, sino a ese paso, la pelirroja ya sería un queso suizo.

Metros más adelante aparecieron algunos zombis, Claire pasó sobre ellos, reventándoles la cabeza, aplastándolos y dejando una estela de muertos en el camino, además de un olor bastante desagradable. En cuestión de segundos, uno de los disparos logró darle a los neumáticos, y por la rapidez que llevaba, el Jeep terminó volcándose contra un muro de piedra, donde terminó explotando al derribar varios barriles de gasolina, provocando una increíble explosión.

A unos metros de la explosión, Claire continuaba en el suelo, bastante dolorida. Unas láminas sobre ella servían de protección, y al no ser vista por aquellos sujetos, se alejaron de allí una vez comprobaron que no había nadie.

La pelirroja abrió los ojos, sacudiendo un poco su cabeza, pues aún se sentía levemente aturdida. Observó la choza en la que se encontraba, y seguidamente desenfundó su arma, atenta a cualquier cosa que pudiera acecharla.

—«Por el momento se han ido...»

—«¿Dónde estás, Jill?»

De pronto, su comunicador comenzó a vibrar, a lo que la pelirroja contestó rápidamente.

—Claire... por Dios, ¿cuando pensabas atender mi llamada? —aquella era la voz de su amiga Rebecca.

—Lo lamento mucho. Aquí las cosas se han puesto feas. —respondió. —¿Cómo va todo por ahí? ¿Habéis podido salir?

—Así es, volamos hacia China en este mismo instante. Tengo algo importante que decirte: Ada Wong está colaborando con Dereck Simmons. Quieren matar a Sherry y Jake Muller, el hijo de Wesker. Son la cura ante el virus y no pararan hasta matarlos. ¿Sabes dónde está Jill?

Un extraño ruido terminó la conversación, y por más que Claire intentó volver a establecer la llamada, no funcionó, pues ya no había señal. Como fuera, ahora sabía quiénes eran los culpables, además del riesgo que corría su pequeña Sherry y el supuesto hijo de Albert Wesker.

Al paso de unos segundos, el comunicador de Claire comenzó a sonar y la pelirroja contestó rápidamente.

—Aquí Claire. —dijo ella, escuchando interferencias.

—¡Claire! ¡Soy Jill! —la voz era de Valentine, quién probablemente estaría oculta en algún lugar de la fortaleza.

Claire sonrió, cerrando los ojos y suspirando, cómo si le agradeciera a todos los dioses el poder escuchar su voz.

—¡Jill! ¿Dónde estás? ¿Estás bien?

—Estoy bien, no te preocupes. He conseguido escaparme. Te enviaré las coordenadas. Todo esto es un completo caos, harán lo que sea con tal de destruir el mundo. Claire, Ada Wong es la que piensa matar a Sherry y Jake...

—¿Qué has dicho? ¡Wong otra vez! —Redfield no podía creerlo. —Jill, escucha, iré a por ti... necesito que te cuides todo lo que puedas, yo estaré bien, ¿de acuerdo? No salgas de dónde quiera que estés si no es necesario...

—Como digas, por favor, cuídate mucho. Acabaremos con esto, Claire. —finalizó la llamada segundos después.

Sabía que esa maldita mujer tenía de estar metida en todo esto...murmuró Redfield bastante molesta.

Seguidamente su comunicador volvió a sonar, observó el aparato detenidamente y pudo ver las coordenadas del lugar donde se encontraba Jill.

—«Debo idear un plan. Simmons estará hecho una fiera por no encontrar a Jill, debo ir por ella lo más pronto posible...»

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