Instalaciones de la D.S.O. en China, 01:24 a.m.

Leon no podía creer lo que veía; todo estaba en llamas, totalmente destruido y repleto de escombros. Aquello, sin dudas, había sido un ataque certero, ya que había ambulancias en el lugar, pero por lo que habían escuchado no había hospitales seguros en la zona. La situación era terrible, pues cuanto más se adentraban, más sangre y cuerpos inertes veían, y no precisamente por infección...

—¡Leon! —le gritó Hunnigan, quién guardaba algunas cosas en maletines. —¿¡Dónde estabas?! ¿Por qué fuiste solo tras Ada Wong? ¡Sabes que nos estaba tendiendo una trampa! Pudo haberte matado...—le regañó enfurecida.

—Lo lamento mucho, Hunnigan... ¿Qué ha sucedido?

—Nos atacaron con misiles de precisión, alguien... dio nuestras coordenadas. —explicó ella, mirándolo fijamente.

El agente desvió la mirada, todo lo sucedido había sido únicamente su culpa; toda la información estaba en su móvil, el cuál le había robado anteriormente Ada Wong.

—Debería arrebatarte tu placa, Leon. —añadió Hunnigan. —No puedo creer que fallaras a tal grado... eres el mejor agente de la D.S.O., en qué mierda estabas pensando...

—Cuando pase todo esto, te entregaré mi placa, dejaré mi puesto, pero ahora tenemos que ir con Sherry y con Jake.

—Te dije que esa mujer te destruiría... destruyó a todo el mundo. —le reprochó, aventándole un papel a la cara. —¡Ada Wong se ha llevado la única prueba del antivirus!

Leon se quedó callado, no supo que decir, tan solo miró a Helena de reojo, quién lo miraba algo apenada, al contrario que Hunnigan.

—Como haya sido, ya no hay vuelta atrás. —intervino al instante Harper, que podía ver a un Leon sumamente arrepentido. —No hay más remedio que unirse a la lucha... hacer todo cuánto podamos y salvar al mundo.

—¡Hunnigan! —gritó uno de los agentes que observaba un monitor. —Perdimos contacto con Birkin y Muller.

—¿Qué? —reaccionó el rubio, caminando rápidamente hasta llegar a ver el monitor; era una especie de GPS.

—Por lo que sabemos estaban demasiado lejos del punto clave. —informó el hombre. —Algo grave les pasó...

—No podemos perderlos, menos a Jake, que es la única solución a toda esta catástrofe...— explicó Hunnigan, mientras reactivaba uno de los muchos ordenadores.

—Yo iré. —dijo Leon, tomando un teléfono del escritorio de su jefa. —Iré a rescatarlos, esta vez no les fallaré...

—Es la última vez que confío en ti, Leon. —la mujer le entregó un arma cargada. —Toma esto, la necesitarás.

—Gracias. Te veré pronto, cuídate mucho. —el agente salió de allí rápidamente, sin esperar ninguna orden más.

—¿Puedes ir con él? —pidió la mujer observando a Harper. —Sé que no se encuentra muy bien, por eso te lo pido...

Helena asintió y se retiró de allí siguiendo al agente. Leon tan solo veía el desastre; todas las muertes eran por su culpa, por culpa de sus sentimientos había expuesto la seguridad de sus compañeros, amigos e inocentes, sobre todo la vida de Sherry. Tenía miedo, por primera vez sentía miedo de perder a alguien, de quedarse totalmente solo...

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Lugar desconocido, 01:38 a.m.

Claire caminaba torpemente, pues le sangraba la pierna y también el costado. Realmente estaba mal herida, pero no podía permitir darse por vencida ahora. Tenía que encontrar a Jill, no tenía otra cosa en su cabeza que a su nueva amiga y compañera. Rezaba a Dios porque no le hubiera pasado nada, sin ella no podría rescatar a los demás...

La pelirroja llevaba un buen rato caminando, perdida en mitad de la nada. Ella apenas se quejaba, pero sabía que no tenía ninguna probabilidad de sobrevivir en una situación así, ya que no disponía de víveres, material médico o de medios con los que comunicarse para poder pedir ayuda.

—«Estoy demasiado débil, pero tengo que llegar a una localidad cercana. Jill corre peligro...»

Tosió, doliéndole cada músculo del cuerpo. Sabía que no aguantaría por mucho tiempo pero la necedad era uno de sus defectos, y más cuando se trataba de salvar una vida.

Sólo esperaba que Chris estuviera bien, que Piers estuviera cuidando de él. Mientras, ella no podía darse el lujo de morir, debía salvar a Jill, esta vez no perdería a nadie más, lucharía hasta morir si fuese necesario, pero la salvaría...

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Calle, 01:45 a.m.

El agente no podía creer lo que veía; el furgón de la agencia estaba destrozado. Simplemente no daba crédito a lo que sus ojos observaban, ya no había rastro de nadie. El furgón estaba aún en llamas, aplastado junto con todos los demás...

Lo que fuera que les atacó, debió de haber sido una auténtica pesadilla en vida. Una opresión se alojó en su pecho, doblegándose al ver algo tirado en el suelo; era la bufanda de Sherry. La apretó en sus manos y sintió ganas de llorar, de gritar de frustración, de dolor y de culpa...

En ese momento no pudo más, se le fueron las fuerzas, se dejó caer al suelo, sintiéndose derrotado. Todo aquello lo podía haber evitado si no hubiera salido corriendo detrás de Ada Wong, como siempre. Apretó los puños al recordar a la rubia, golpeando fuertemente contra el suelo al entender y descubrir porqué tanto dolor...

—¡Sherry! —gritó de forma desesperada.

Helena se mantuvo en silencio, mirando al agente, que según él no se rendía ante nada, ahora estaba completamente derrumbado. Estaba sufriendo, y ella conocía perfectamente ese sentimiento de dolor, su hermana también había fallecido. Sentir aquello era algo desgarrante, casi insoportable de poder aguantar, entendía al agente, sobre todo porque Birkin era como su hija.

—Por favor, Sherry, mi pequeña. No nos abandones...

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Calles de Tatchi, 01:59 a.m.

Tanto Chris como Piers habían logrado rescatar a algunos de los sobrevivientes. Cientos de personas y soldados de otras sedes ahora estaban subiendo a los helicópteros. Afortunadamente ahora estarían a salvo, pues se instalarían en la sede de la B.S.A.A. hasta que todo pasara.

El capitán no había dicho nada, pues no había sentido tanto temor desde cuando creyó haber perdido a Jill. Todo ese desastre era la perdición del mundo. Se preguntaba qué futuro quedaría para la humanidad... Tenía ganas de gritar, viendo la ciudad en llamas. Aquello era una pesadilla, una en la que el mundo estaba sumido en un ataque viral.

—Capitán, ¿se encuentra bien? —preguntó Piers al mirarlo demasiado callado. —¿Ocurre algo?

—No es nada. —negó él. —Veo todo esto y no puedo creerlo. Muerte, caos, destrucción... Solo espero que Claire y los demás estén bien... son mi única familia.

—Es nuestra última oportunidad de unirnos a la resistencia... pelear o morir. —dijo. —Yo pienso pelear.

—Peleáremos juntos. —le respondió el castaño.

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Calle, 2:02 a.m.

Leon había dejado de golpear el suelo, pero la ira y el dolor que sentía en su interior estaban matándolo lentamente. El remordimiento como un sentimiento de culpa lo hacía sentirse devastado, sentía que su corazón se desgarraba al pensar que, por su estupidez, Sherry pudiese estar muerta... No, ella era demasiado fuerte, inteligente, siempre lograba salir a salvo....

Helena se acercó, pues el agente que conoció hace meses, no era nada al de ahora. Ahí estaba él, doblegado por el dolor. Posó su mano sobre su hombro, dándole su apoyo. Debían continuar.

—Ella estará bien...—trató de animar Harper, mirando hacia el cielo, pues no había luna pero algo llamó su atención.

—Déjame, por favor... —Leon se levantó cómo pudo. Sentía un dolor inexplicable, era algo casi agonizante.

—Lamentarte no te servirá de nada. Allí hay una iglesia, quizá estén refugiados dentro. —le comentó esperanzada.

Leon miró la entrada de aquella iglesia, cómo si le pidiera a Dios que le fuese posible encontrar allí mismo a Sherry. Necesitaba encontrarla y saber que ella estaba bien.

En su trayecto hacia la iglesia, se encontraron con algunos zombis, que no fueron de mayor riesgo, pues el ruido de alarmas y sirenas era cada vez menor.

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Iglesia, 2:14 a.m.

Jake no sabía si aún seguía con vida o eso eran las puertas del cielo. En toda su vida, jamás había estado tan al borde de la muerte como en esos segundos, atrapado en un furgón blindado a varios metros del suelo.

Le dolía la cabeza, pero ciertamente era lo único que sentía, ya que todo continuaba dándole vueltas. Sherry le ayudó a tomar asiento, verificando sus heridas. Apenas tenía rasguños, pero debía admitir que su súper chica estaba un poco chiflada.

—¿Estás bien? —preguntó la rubia, sentándose a un lado. El pelirrojo no conseguía decir nada, pues seguía en shock.

—Lo estaré pronto. —le respondió Jake. —Ha sido lo más estúpido que he hecho, no puedo creerlo... —rió nervioso.

—Hay momentos en los cuáles o te arriesgas o mueres... yo lo sé de sobra. —agregó, encogiéndose de hombros.

—Tienes agallas, ya veo porqué estás tan loca. —agregó el chico a medio reír.

—No estoy loca, Jake. —le reprochó divertida. —¿Seguro que estás bien? —preguntó aún preocupada.

—Nada grave... gajes del oficio. —bromeó levemente, mirándola con una sonrisa.

—Bien...—le sonrió de vuelta. —Iré a... verificar que este lugar sea seguro, esa cosa va a querer una revancha.

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China, lugar desconocido, 2:30 a.m.

En una de las habitaciones de aquella fortaleza, Jill comenzaba a recuperarse, estaba mareada y algo aturdida. Se tocó la cabeza, sintiendo que todo le daba vueltas. De pronto, su vista enfocó en donde estaba; era una habitación, común pero no la suya, no estaba en la clínica.

La angustia comenzó a invadirla mientras que sus recuerdos volvían uno tras otro, especialmente el momento en el que le prometió a Claire que no iban a morir a segundos de impactarse. ¡Claire! Empezó a buscarla asustada. ¿Dónde estaba? ¿Qué había pasado?

—Dios, dónde estoy...—la chica se revisó a sí misma. No tenía heridas, pero algo no andaba bien. Algo pasaba...

De pronto, la puerta se abrió y entró un hombre, el cuál sonreía abiertamente, como un auténtico psicópata.

—¿Quién eres tú? —preguntó Jill, poniéndose en posición de defensa.

—Al fin nos conocemos, querida...

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Aquí tenéis un nuevo capítulo, espero que os guste. Estoy intentando actualizar más pronto, ya que veo que parece gustaros el fanfic. Me alegra muchísimo saberlo, nos leemos pronto...