Capítulo 24: Buenas noticias.

Horas antes en Nueva York, Leon ya no podía sentirse más confundido. Todo lo que estaba sucediendo con la activista no le dejaba pensar del todo con claridad; justo en ese momento regresaron a su cabeza las palabras que Sherry una vez le dijo en la fiesta de máscaras: "Eres el único que puede parar esa boda y lo sabes. No es que no me alegre por su matrimonio con Jordan, es solo que... se ve muy feliz contigo". Pero, ¿cómo se suponía entonces que debía parar una boda con tan poco tiempo? Según Hunnigan, Jordan no la estaba engañando, es más, parecía ser un novio bastante decente. El agente no podía irrumpir en la vida de la pelirroja así como así, y mucho menos en su matrimonio.

Sin embargo, Leon también era egoísta y la quería para sí. Hoy simplemente había sido incapaz de quitarle la mirada de encima, ver sus ojos, sus labios, toda ella era perderse en un hermoso mar de sensaciones. En ese momento pudo haber jurado que ella estaba sintiendo lo mismo que él, pero cuando se alejó, sus esperanzas dejaron de existir.

Quizás lo mejor sería hablar con Claire y pedirle disculpas sobre la acción que había tomado con ella esa noche. A lo mejor y con suerte, Redfield daría alguna señal que le devolviera las esperanzas. ¿Pero, qué esperanzas? Ni siquiera tenía en claro qué haría para no arriesgar su relación con ella, lo primero sería pensar en qué hacer, y si al final no conseguía conquistarla, no volvería a intentarlo.

—«Claire, Claire, Claire, ¿por qué no sales de mi mente?»

Ya estaba en su habitación, concretamente sentado en su cama. Abrió el cajón y de él, sacó el pañuelo celeste que Claire había dejado el día que habían hecho la apuesta; esa prenda ya era muy preciada para él. El simple hecho de inhalar su aroma, lo transportaba a bellas imágenes de ella.

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Claire llegó a su departamento, y en cuanto entró, cerró la puerta y se dejó recargar en ella. Estaba mirando a la nada; lo que había sucedido hace un rato con Leon, simplemente no podía creerlo. Sintió la mirada de su amigo, y ella podía jurar que quería besarla. Pero, ¿por qué ahora? Claire dejó ir una solitaria lágrima que de inmediato limpió con el dorso de su mano. Durante años había sentido más que amistad por Leon, ella incluso aseguraba haberse enamorado de él, pero su amigo no daba señales de que sintiera lo mismo por ella; fue por eso que decidió continuar con su vida, y decidió olvidarse de lo que sentía por el agente. Pero ahora, él regresaba a su vida, a mover todo su mundo de nuevo y a complicar todo, especialmente su relación.

Caminó hasta el cómodo sofá y se dejó caer en él. En el momento en el que todo había ocurrido, no pudo evitar sentirse nerviosa, es más, ni siquiera Jordan logró ponerla de esa manera cuando intentaba conquistarla hace años.

El teléfono móvil de Claire comenzó a sonar, miró el nombre del remitente y ahí estaba, como invocado de sus propios pensamientos, su prometido Jordan.

—Hola, cariño. ¿Cómo estás? —saludó el rubio.

Claire se dejó caer completamente en el sillón; de sus labios escapó un ligero suspiro y pronto le contestó.

—Hola, amor. Estoy bien, solo un poco cansada, ¿a ti qué tal te va? —la chica mordía las uñas de su mano izquierda, pues aún sentía esa ansiedad recorrer su cuerpo entero.

—Muy bien. Mi jefe me ha invitado a comer con él y con otros directivos; me lo pasé genial, pero te extrañé mucho.

—Me hubiera encantado estar contigo. —comentó ella; dejó de morderse las uñas y se acomodó nuevamente. Lo oía, pero realmente no le prestaba demasiada atención.

—Lo sé, pero ya habrá tiempo para vernos, ¿no?

La chica frunció el ceño. No quería verlo, y menos ahora.

—Muy pronto, sí. —una respuesta rápida, eso era lo que Claire sabía que necesitaba Jordan para no angustiarlo.

—Me alegro, porque no te imaginas las ganas que tengo de verte. —Hubo un largo silencio dicho esto. Ese era el momento para que Claire dijera "yo también me muero por verte", pero simplemente se había quedado callada. Jordan no quería ponerse paranoico, pues quizás sólo se trataba del exceso de trabajo que había tenido ella últimamente.

—Supongo que... estarás muy cansada, ¿no?

—Sí, justo eso. Estoy agotada, un día duro, ya sabes.

—Entonces no te entretengo, ve a dormir y sueña conmigo.

—Gracias. Tú igual descansa. —estaba a punto de colgar la llamada, pero su novio la llamó antes de que lo hiciera.

—¡Claire!

—¿Uhm? —frunció un poco la boca.

—Sabes que te amo, ¿verdad? —Claire dejó ir un largo suspiro, esperó unos segundos y no tardó en contestar.

—Yo también. —y así sin más, terminó con la llamada. Ni siquiera esperó a que su novio se despidiera de ella.

Jordan, por alguna razón, no había quedado muy conforme con la respuesta de Claire, un "yo también" no era un "te amo". Definitivamente algo le pasaba a su novia, no quería opinar y no iba a decir nada al respecto, sólo esperaba que su gran temor, desde que Claire se reencontró con Leon, no se hiciera realidad. Pronto la vería y se casaría con ella y, con mucha suerte, Claire volvería a ser la misma de antes.

Claire se sentía una completa basura, Jordan estaba en la otra punta del continente pesando en ella y ella estaba en Nueva York pensando en un muy atractivo agente de la D.SO. Pensó que lo mejor sería no darle tantas vueltas al asunto, ella ya tenía una vida, tenía un trabajo magnifico y un novio que la quería más de lo que ella podía imaginar. Quizás las cosas con Leon volverían a la normalidad y podría olvidarse sobre todo lo que había estado pensando.

—Sí, todo volverá a la normalidad. —la chica se sonrió débilmente, ni ella misma era capaz de tragarse sus propias palabras, pero en fin. Fue hasta su habitación e intentó por todos los medios olvidarse de lo ocurrido esa noche.

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Nueva York, 9:07 a.m.

Sherry estaba decidida a hablar con Leon cuanto antes. No podía permitir que sus referentes paternos continuaran tan ciegos. Era bastante obvio, a los ojos de la rubia, lo que ambos sentían el uno por el otro; pero claro, en cuestiones de amor, todas las personas se volvían idiotas. Al fin le vio entrar, pero ella se adelantó hasta él y le impidió el paso.

—Alto ahí, no avances más.

Sherry alzó ambas manos a los lados, tratando de impedirle el paso al agente. Leon intentó pasar por alto la orden de Birkin y se dispuso a caminar, pero la rubia volvió a ponerse delante de él, esta vez colocando sus manos sobre su pecho para impedir que diese un paso más.

—¿Qué te ocurre, Sherry?

Parecía de mal humor, y eso solo ocurría cuando el agente no dormía bien, eso ya lo sabía perfectamente Sherry.

—He hecho uso de mis buenas habilidades diplomáticas y logré convencer a los de arriba para tener el día libre. —su  sonrisa pronto se extendió, y Leon la miró algo confuso.

—¿Que tú has hecho, qué? —el rubio no evitó sorprenderse. —¿Cómo lo has hecho? —arqueó una ceja esperando una explicación. Sherry se puso algo seria y comenzó a relatar su breve y cómica historia con O'brian.

*Flashback*

—Buenos días, señor O'Brian. —una muy animada Sherry Birkin entró hasta el lugar de trabajo de su superior.

—Hola, Sherry. ¿Qué se te ofrece?

Profesional como siempre, su jefe mantenía la vista fija en el monitor delante de él. Clint parecía bastante ocupado.

—Bueno, quería saber cuánta probabilidad existe de que Leon y yo tomemos este día libre. —su voz era calmada, y de hecho había sido muy lenta al comentarlo. Movía sus pestañas de arriba abajo, esperando parecer agradable.

—Ninguna. —Y ahí estaba su seca respuesta. Sherry no evitó que su entrecejo se frunciera.

—¿Pero, es que acaso no has visto lo linda que estoy siendo contigo, Clint? —de forma triste, la rubia colocó ambas manos sobre el escritorio, haciendo una mueca.

—No me interesa, ambos tienen trabajo que hacer y punto. —O'Brian ni se había inmutado con los pucheros de Sherry.

—Bien, perfecto. —caminó de un lado a otro, aún tenía el ceño fruncido. —¿Sabe? Yo realmente estaba pensando en regalarle este rico chocolate suizo, pero supongo que tendré que guardármelo. —la rubia tenía en su mano la chocolatina y Clint al fin había levantado la mirada de su monitor.

—¿Estás tratando de comprarme? —el hombre ya entrado años tenía los ojos entrecerrados, mirando con reto a Sherry, pero ésta solo abrió la boca para fingirse ofendida.

—Por supuesto que no. ¿Por qué lo pregunta? ¿Está funcionando?

—Mira, Sherry Birkin. Sólo porque hoy no hay gran cosa que hacer y porque me encanta el maldito chocolate suizo. Tenéis el día libre, pero vete antes de que me arrepienta.

Dicho esto, la rubia hizo la sonrisa más grande que tenía.

—Muchas gracias, jefe. —le pasó el chocolate a su superior. En seguida lo tomó y le pidió que se marchara de allí.

*Fin Flashback*

—Y así fue cómo sucedió. O'Brian adora que yo sea tan atenta y he logrado convencerlo a base de buenos argumentos. Ya te he dicho, todo se debe a mi perfecta diplomacia y poder de convencimiento en las personas. Y ahora andando, que hay un delicioso café esperándonos. —acto seguido, tomó del brazo a Leon y salieron de allí.

...

Por fin habían llegado a la cafetería preferida por ambos. Sherry estaba actuando diferente, normalmente era muy activa, pero ese día lucía algo más tranquila. Leon miró su café y, por alguna razón, ya podía imaginar qué se traía la rubia entre manos; todavía ninguno había dicho nada, pero se debía a la presencia de la joven mesera. Lo cierto era que Sherry moría por hablar y Leon era consciente de ello.

—Habla ahora, antes de que me desespere y me largue.

El rubio vio a la mesera alejarse de su mesa. Al fin tenían sus deliciosas tazas de café con leche frente a ellos.

—Me conoces, ¿eh? Tranquilízate, sólo estaba esperando un poco de intimidad. —Sherry también observó a la mesera alejarse, pero en seguida volvió su vista al agente.

—Ya lo sabía. —tomó su taza de café entre las manos, estaba decidido a beberlo, pero aún estaba demasiado caliente, así que antes dio ligeros soplos a la bebida.

—Bien, sé que hace poco te hablé sobre esto, más bien, te hablamos sobre esto, pero ahora quiero escuchar la verdad y solo la verdad, ya no quiero que mientas más, Kennedy.

La rubia hizo a un lado su café y colocó las manos sobre la mesa, llamando así la atención del rubio.

—Al grano. —él también dejó de lado su café. La rubia, sutilmente, le estaba exigiendo seriedad en el asunto.

—¿Qué sientes por Claire? —demasiado directa para su propio gusto, pero no podía ni quería esperar más.

—¿Vas a seguir con lo mismo? —puso los ojos en blanco, y evitó por todos los medios posibles cruzar miradas con ella. Estaba traumatizado desde aquella vez que Sherry le confesó que analizaba a las personas a través de sus ojos.

—Me ha quedado claro que a ti no te han enseñado que contestar una pregunta con otra es estúpido. —ella lo miró, una sonrisa más grande había aparecido en el rostro de la chica, pero pronto la eliminó y volvió a su semblante serio. —Te hablo enserio, me gustaría saber qué sientes por ella.

—No sabría decirte. —dio un ligero suspiro y volvió la vista a la niña que rescató en Raccoon City. —Es complicado.

—Leon, por favor, sé que...

Estaba un poco harta de que Leon tratara de evitar el tema.

—Es que realmente no puedo hacer nada, Sherry. —ahora sí que la miró directamente; si ella sabía leer y analizar sus miradas, le iba a dejar leer la mirada que tenía justo ahora.

—¿Cómo que no?

—Mira, hace poco me quedaba claro que Claire solo era una amiga, pero si te soy sincero, ahora mismo sé que la amo demasiado, y no te imaginas cuánto, pero también sé que no tengo oportunidades con ella. Va a casarse, Sherry.

Sherry, al escuchar todo eso, lo miró con cierta tristeza.

—Oye, claro que tienes oportunidades. Todavía puedes impedir que Claire se case con Jordan, solo tú puedes.

—Yo creo que no, pero de todas formas no debería estar hablando de Claire contigo. —volvió la vista a su café, sin notar la cara de indignación que tenía Sherry. —Quizás tendría que buscarme a un amigo al que contarle todo esto.

—Bien, entonces será mejor que te busques a otro que sepa aguantar tu mal humor. Hasta luego, agente Kennedy.

Para sorpresa de Leon, Sherry tomó sus cosas y se levantó de la mesa; él nunca esperó esa reacción por parte de ella.

—¡Sherry, no trataba de... Sherry!

Demasiado tarde, la chica ya había salido del local con toda la prisa del mundo. Leon suspiró derrotado, jamás quiso tratar de esa forma a Sherry, pero había cosas que simplemente no quería hablar con la que era su pequeña.

Sherry estaba molesta por la actitud de Leon, pero ella misma sabía que no había sido para tanto, es sólo que le molestaba que Leon no se diera cuenta de que podría alejar a Claire de un matrimonio que jamás la hará feliz.

En fin, ya arreglaría las cosas con él más tarde. Comenzó a caminar en dirección a casa, estaba cansada, y ya que tenía el día libre, lo mejor sería ir a dormir un rato. Al llegar a su pequeño departamento se fue directa a su habitación.

Antes del mediodía, Sherry había hablado con Leon, le había explicado el porqué se había puesto así y que, por favor, no se sintiera demasiado culpable por ello. Era sólo que las chicas tenían esos días específicos del mes, en donde todo les parecía absolutamente malo. Obviamente era una mentira, pero no quería que Leon se preocupara de más por la actitud que ella había tomado. El rubio le había creído y, de milagro, las cosas estaban bien entre ellos dos.

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Ya estaba de vuelta en su departamento, había salido a correr por una playa cercana para despejarse un rato, pero difícilmente lo consiguió. Sabía que tenía que hablar con Claire, y sobre todo que tenía que ayudarla a pintar su departamento.

El agente fue al baño, dispuesto a darse una buena ducha caliente, cuando su móvil comenzó a sonar.

—Hola, Rebecca. —saludó el rubio del otro lado.

—¡Leon! Escucha, Billy y yo hemos decido ir a almorzar algo juntos, digamos que tenemos algo importante que anunciar y nos gustaría reuniros a todos hoy al medio día.

—Oh... —Leon sonrió. —Entiendo, no te preocupes. ¿Qué te parece si hacemos una pequeña reunión en mi casa?

—¡Sería genial!—en la voz de la bioquímica se notaba emoción. —Aunque no es necesario, siempre podemos...

—No te preocupes, Becca. —rápidamente la interrumpió. —Avisa a los demás, os veré a las tres en mi departamento.

—Excelente, nos vemos luego. —se finalizó la llamada.

Leon miró el reloj y se dio cuenta de que aún tenía tiempo para ducharse y además, poder arreglarse un poco para la reunión. Pensó en llamar a Claire, ya que era una gran concinera y así, aprovecharía para estar a solas con ella.

Como era de esperar, la Redfield no demoró demasiado en aceptar y, tras arreglarse acorde con la ocasión, se dirigió al departamento de Leon lo más rápido que pudo. Las cosas aún estaban algo tensas entre ellos, pero consiguieron arreglar el asunto pendiente de la noche de la apuesta.

Cuando la pelirroja llegó al hogar Kennedy, corrió hacia la cocina a preparar algunos aperitivos para los invitados, mientras Leon buscaba qué ponerse para no verse tan mal. El agente no dejaba de suspirar por Claire. Estaba tan guapa, era tan amable y perfecta, que no podía sacarla de su cabeza ni por un segundo. No creía demasiado en Dios, ni nada por el estilo, pero estaba seguro de que era una señal divina de que aún podría tener una oportunidad.

El agente abrió su armario y sacó una camiseta de manga larga color negro, unos pantalones Levi's beige claro y su tenis Nike para estar más cómodo. Se puso su loción favorita y peinó su estilizado cabello. Se puso desodorante y cepilló sus dientes blancos. Miró el reloj de su teléfono, dándose cuenta de que estaban a punto de dar las tres del mediodía. Los chicos llegarían en cualquier momento. Salió de su habitación, caminó hasta la sala y se dirigió a la cocina para ayudar a Claire a preparar la comida.

Claire tomó los platos llenos de aperitivos y Leon las bebidas para ponerlos en la mesa. Todo estaba listo. La Redfield se veía hermosa y Leon, apuesto como siempre.

El agente no podía dejar de mirar a su amiga y a su voluminosa retaguardia. La pelirroja, afortunadamente no se dio cuenta de esto, porque de haberlo hecho, sería hombre muerto. Entonces, alguien golpeó la puerta de imprevisto. Claire abrió y Sherry, con un par de bolsas con comida, se acercó a la pelirroja y la abrazó alegremente.

—¡Claire Redfield! —exclamó Sherry— ¿Qué hacías aquí? —preguntó ella con cierta picardía. —Estás muy guapa...

Antes de que Claire pudiese emitir palabra alguna, por la puerta apareció Jake, quién también saludó a la joven.

—Me alegra verte, suegra. —bromeó el pelirrojo, haciendo que Sherry se atragantara y Claire soltase una carcajada.

—Con que ahora soy suegra, ¿eh? ¿Ya es oficial?

—Algo así, aunque todavía no hemos hablado con Leon.

—Suerte con eso. —dijo Claire.

A decir verdad, Jake era un pelirrojo rudo y apuesto. Era bastante alto y fornido. Ahora se había dejado crecer el cabello y la loción que usaba acariciaba la nariz de quien pudiera olerlo. Llevaba puesta una chaqueta de cuero negra, unos vaqueros azul claro, botas negras y playera blanca. Sherry aún conservaba el cabello corto que tanto la caracterizaba y un vestido que resaltaba su tez blanca y su hermosa figura. Leon se encendió cuando vio a Jake tomar por la cintura a Sherry. No le parecía para nada pudoroso.

—Hola, Leon. —lo llamó Sherry, saludándole. —¿Todo está bien ente nosotros, verdad? —preguntó algo preocupada.

—Te dije que eso ya no importa, Sherry. Ustedes ni siquiera se han dignado en explicarme porqué narices se estaban besando en la fiesta de máscaras, no se crean que Chris no me lo contó. —respondió un serio Leon. —Y tú. —dijo señalando a Birkin—aún debes rendirme cuentas, pequeña.

—Vaya, Kennedy. No creí que fueras a tomártelo tan mal, después de todo, pensé que ya te ibas haciendo una idea. Además, tú y yo somos amigos, me conoces. Sherry y yo somos compañeros y nos llevamos muy bien. —dijo burlón.

—Jake, Sherry es como una hija para mí. Aunque te conociera de toda la vida, no me tomaría tan a la ligera que os fuerais besuqueando por ahí. —comentó molesto Leon.

—Leon, todo está bien. Jake es un buen chico y hasta ahora se ha portado muy bien conmigo, puedes confiar en él. —dijo Sherry, intentando apaciguar a su padre celoso.

—Vaya, creo que alguien se está convirtiendo en un Chris Redfield, ¿eh? Leon, ya son adultos responsables y pueden hacer lo que les plazca. Dejemos que hagan lo que quieran. Solo tengo una advertencia, Jake. No quiero enterarme de que le has hecho daño a nuestra Sherry o de lo contrario, tomaremos cartas en el asunto. —dijo Claire, mirando al rubio, que no le quitaba los ojos de encima. —¿no es así?

—Sí, está bien. —respondió el agente, de mala gana. —Solo pido que no haya demasiadas muestras de afecto frente a mí, a menos que quieras que te rompa la cara.

—Seguro. —respondió Jake, bastante entretenido.

—Me alegra que hayáis venido, chicos. Creo que nos hemos pasado con los bocadillos. —dijo riendo Claire.

—¿Qué? ¡No! Los demás no tardarán mucho en llegar.

Y en efecto, minutos más tarde llegaron Rebecca, Billy, Hunnigan, Barry, Kathy, Moira, Poly, Helena y Carlos.

A Barry le gustó mucho ver a Leon con Claire, pues desde China, algo hacía brillar los ojos de la Redfield cuando el agente estaba cerca. Por su parte, Kathy abrazó con fuerza a la pelirroja, repitiendo lo mismo con Leon. Allí también estaba Moira, que admiraba a la activista por la calidad humana que poseía y porque después de trabajar un buen tiempo en TerraSave, eran como hermanas. Poly quería mucho a la pelirroja, porque siempre fue buena con ella. La familia Burton, en general, quería mucho a los Redfield.

Detrás se encontraban los Coen. A decir verdad, Rebecca había cambiado, ya no era más aquella chiquilla temerosa. Se había convertido en una mujer fuerte y de carácter firme, nada que ver con la joven de años atrás, lo cual, parecía volver loco a Billy. Él no le quitaba la mirada de encima a su esposa y siempre estaba dispuesto a complacerla, fuera cual fuese su deseo. Chambers abrazó a Claire para saludarla, mientras que la pelirroja se cuestionaba el porqué de la urgencia de la reunión, aunque ya lo sabía...

Por otra parte, Billy le dio la mano a Claire como forma de saludo, pues bien sabía que a Chambers no le gustaba que fuera demasiado cariñoso con otras mujeres. Carlos Oliveira le dio un seductor beso en la mejilla a la pelirroja, lo que sacó de sus casillas a Leon. Hunnigan estaba contenta de por fin haber hablado con la famosa Claire Redfield. Sherry las presentó y, como siempre, habló maravillas de ambas. Por último, Helena y Claire también se saludaron.

Leon recibió muchos abrazos y besos. Los idiotas de sus amigos le hacían burla de vez en cuando en referencia al asunto de Claire y lo poco que quedaba para la gran boda.

—¿Y a qué se debe la reunión, exactamente? —dijo Barry.

—Pues a que Becca tiene algo que contarnos, ¿no?—respondió Sherry; las chicas ya tenían una idea sobre ello.

—Así es. —anotó Chambers —La verdad, chicos, es fantástico que después de tanto tiempo, podamos estar todos juntos. —ella sonrió sinceramente y miró a su grupo.

—Y no encontrarnos repentinamente en uno de esos infiernos a los que llamamos trabajo. —comentó Billy.

—Al menos hoy sí podremos beber a gusto. —añadió Jake.

Leon miró a Claire comer patatas con aire nostálgico, probablemente extrañaría a su hermano. Sherry estaba muy contenta, al igual que todos. La reunión del club zombi marchaba a la perfección con todos esos bocadillos y cervezas. Leon coqueteaba casual e indirectamente con Claire y la piel de ambos, delataba la emoción que sentían.

—Bien, imagino que os preguntaréis para que hemos querido reuniros a todos aquí. —empezó explicando Becca. Todos callaron y miraron con suma atención a la doctora.

—Oh. —aquello pilló de improvisto a a Billy. —¿Ahora?

—Sí, cariño. Cómo ya habréis comprobado, desde hace unas semanas he estado sintiéndome extraña, notando síntomas raros en mi cuerpo... Creo que ya podéis suponerlo, pero Billy y yo queremos anunciaros que el matrimionio Coen está esperando a su primogénito. ¡Vamos a ser padres!

Y la multitud enloqueció de completa felicidad. Eran la primera pareja en sentar cabeza y los primeros en tener descendencia. Las felicitaciones no se hicieron esperar y todo el mundo abrazó a los afortunados futuros padres.

—Bueno, bueno. —interrumpió Jake. —Ya que andamos emotivos, yo también tengo algo que decir. Hace poco tiempo que conozco a Sherry, pero no hay día en que no piense en ella y sus preciosos ojos azules. Eres la mujer más hermosa y valiente que he conocido, tienes el corazón más grande del mundo y yo no podría ser más afortunado de tenerte a mi lado. Sé que no soy digno y también es muy pronto, pero hay algo que quiero decir hoy que estamos frente a nuestros amigos y a tus padres, por decirlo así. Me gustaría realmente pedirte... —Jake se hincó y agarró las manos de la rubia. —que seas mi novia, Sherry Birkin.

Claire ya lo esperaba. Sherry llevaba un largo tiempo emocionada con Wesker Jr. Se sentía muy feliz de que su pequeña se sintiese querida y que, tal vez, algún día,  cumpliera el sueño de formar la familia que perdió y que Leon y la pelirroja no pudieron ofrecerle. Leon, por otra parte, había sentido el balde de agua fría que cayó sobre él. Su pequeña rubia había crecido demasiado rápido y él dejó pasar demasiado tiempo para darse cuenta de que el real amor de su vida era Claire Redfield y no Ada Wong.

No sabía cómo asimilar la noticia y se sentía ahogado en un mar de sentimientos y recuerdos. Claire miró al agente y fue a sentarse a su lado, le sonrió con esa familiaridad característica de la activista y observó a Sherry decir "sí" muy emocionada. Leon tomó la mano de Claire sin pensarlo y ella, la estrujó suavemente. Los invitados estaban felices por la nueva pareja, pero los ahora novios esperaban la aprobación de los padres, de alguna manera, de Sherry.

—Claire, Leon... ¿os parece bien?  —preguntó Birkin.

—Sherry... —dijo Claire. —Leon y yo estamos totalmente de acuerdo con tu noviazgo con Jake. No puedo oponerme a tu felicidad. Espero que seáis muy felices los dos juntos.

Sherry no pudo evitar abrazar a Claire para agradecerle su apoyo y amor. Después abrazó a Leon, quien se esforzaba por evitar decir que no ante la relación de su pequeña, pero después de todo, quería que fuera feliz y que construyera su propia vida, pero eso no quitaba que tendría vigilado a Muller. Finalmente, Jake agradeció a Claire su "permiso" con un abrazo y al papá celoso, un apretón de manos.

—¡Hey! —exclamó Jake, sumamente divertido. —Quizá ahora pueda llamarte papito suegro.

—Muller. —lo llamó Leon, fulminándole por completo con la mirada. —No hagas que me arrepienta de haber dicho que sí. Aún tengo mis dudas, y no sé que pensar de todo esto.

—No te preocupes, viejo. Cuidaré bien de mi súper chica.

—Más te vale... de lo contrario, te corto las pelotas.

—Como digas, Kennedy. —sonrió con un aire divertido.

—Bien... ya que estamos aquí la mayoría del club zombi. —interrumpió Claire. —Cómo ya sabéis, el cumpleaños de Chris está a la vuelta de la esquina, y la verdad es que me gustaría celebrarlo en la casa Redfield, y en nombre de mi hermano y mío, quisiera decir que todos estáis invitados.

—¡Cuenta con los Burton, querida! —exclamó Kathy.

—¡Cuenta con Jake y conmigo! —se unió Sherry y automáticamente, todos ellos estarían reunidos para el cumpleaños del mayor de los Redfield en unas semanas.

—¿Y cuándo saldrás de cuentas, Becca? —preguntó Moira.

—Posiblemente para el verano del año que viene.

—Parece que estamos de muy buenas. ¿Por qué no nos emborrachamos un poco? —añadió una animada Helena, mostrando dos botellas de tequila que había comprado.

—Hay una niña presente. —anotó Hunnigan. —No creo que sea lo más conveniente.

—Por Dios. —dijo Poly. —Ya no soy una niñita, entiendo que los adultos solo quieran beber alcohol. Por mí no os preocupéis, iré a ver la televisión, ¿te importa, Claire?

—No, cariño. Adelante. —le respondió la chica.

—Vaya, vaya. —dijo Carlos. —Claire, ¿qué tal vas con Leon? —Redfield puso los ojos como platos y se ruborizó.

—¿Qué? —preguntó nerviosa. —¿De qué hablas, Carlos?

—¿Es que no es obvio? Los bocadillos los habéis preparado juntos, es decir, has venido expresamente para "ayudar", también dispones del departamento como si fuera tu casa y los dos lleváis coqueteando todo el día. Se ve que hay mucho fuego aquí. —bromeó divertido Olivera. Barry escupió su cerveza casi enseguida y tosió un poco.

—No te expreses así frente a mis hijas, Carlos.

—Vamos, campeón. Como si tus hijas vinieran del espíritu santo.

—Relájate, papá. —Ya soy una mujer adulta. He aprendido cosas mucho peores que ésta, así que no hay porqué preocuparse con las palabras del salido de Carlos. —dijo Moira y Poly empezó a reír al ver a su padre ruborizarse.

—Tienen razón, querido. —intervino Kathy —Tú y yo no éramos precisamente unos santos cuando éramos jóvenes, ¿acaso ya olvidaste aquella vez cuando mis padres te echaron al descubrirnos desnudos en el salón de mi casa?

—Pero, cariño, las niñas están aquí.

—Ya son mayores, amor. Todo estará bien.

—Qué diría Chris si escuchara esto...

—Le rompería la cara a Leon por intentar algo con su hermanita. —respondió riendo Carlos. —Y luego Jordan.

—Muy gracioso, Oliveira. —habló esta vez Kennedy.

—Yo opino que deberíamos emborracharnos. —repitió Helena. Leon la miró extrañado, sabía que algo no andaba bien con su compañera y que, seguramente, tendría que ver con la triste pérdida de su hermana Deborah. En varias ocasiones había encontrado a su amiga llorando en su despacho. Leon no podía evitar sentirse mal por Harper y, probablemente, al día siguiente trataría de hablar con ella.

Aquella tarde, todos le siguieron el juego a Helena, pero nadie se emborrachó tanto como ella. Hunnigan se ofreció a llevarla a casa y se fue temprano. Los Burton estaban ambientados, pero no ebrios. Barry sabía que debía conducir de regreso a casa. Carlos junto con Piers, que se incorporó más tarde, bebieron hasta que no pudieron más y tuvieron que irse en un taxi. Kennedy empezaba a ponerse cariñoso e incluso bromista. Jake y Sherry reían con Moira y Poly, mientras que Claire no dejaba de pensar en Chris.

Él sentía muy suya la responsabilidad de acabar con el bioterrorismo, pero su vida se estaba consumiendo durante su costoso propósito. Hacía ya mucho tiempo en el que Jill y él habían estado tonteando descaradamente, pero no admitían nada de lo que sentían del todo. Primero, porque ambos vivían por su trabajo y el tiempo de sobra no existía para ellos. Claire estaba segura de que Jill lo amaba, pero sus inseguridades y temores le impedían hacer oficial la relación. Se preguntaba, muy a su pesar, si las cosas entre Jill y Chris estarían yendo bien. Regresarían pronto y Chris, quien se marchó aparentemente feliz y a punto de salir con la rubia, se mostraba distante y desanimado por mensaje.

Claire sabía que su hermano estaba triste por algo, pero lo único que se le venía a la mente era Valentine. Pronto recordó que, a veces, el honorable capitán de la B.S.A.A. tenía crisis emocionales y constantes terrores nocturnos que le hacían despertar gritando y, en ocasiones, aunque él lo negara, llorando. Claire era testigo de ello casi a diario, y en su desesperación por ayudar a su hermano, se quedaba a dormir con él, pues estar juntos les hacía sentir bien y a salvo de cualquier peligro. Ahora que su hermano mayor y ella trabajaban juntos, estaban más unidos que nunca, así ninguno de los dos dejaba de preocuparse por el otro. Los mensajes de texto eran comunes entre ellos, pues a veces, las llamadas no eran opción, sobretodo en horas de trabajo. La pelirroja anhelaba ver feliz a su hermano mayor, ya que según ella, nadie lo merecía más que él en todo el mundo.

Solo esperaba que esos pensamientos no fuesen ciertos, que todo hubiese salido según lo planeado con las chicas y, que al volver a casa, la rubia fuera oficialmente su cuñada.

De pronto, la mirada pensativa de Claire y los penetrantes ojos azules de Leon se cruzaron y la llama de la pasión se encendió inevitablemente. Claire sentía fuego que emanaba de su pecho y lo único que quería era quedarse a solas con el agente. Leon sintió un deseo incontrolable de besar a la pelirroja hasta que la vida se le fuera en ello. Los labios colorados del rubio, ardían en deseo, y Claire apretó con fuerza las piernas y mordió sus labios. ¿Qué demonios estaba pasando? Carlos tenía razón. El fuego estaba en el aire.

Las horas pasaban y al final, los invitados emprendieron el camino de vuelta a casa y en el departamento únicamente quedaban Leon y Claire. Ambos estaban bajo los efectos del alcohol y el ambiente de la fiesta. La pelirroja, rendida, decidió sentarse junto a Leon, quedando frente a frente.

—Claire... —suspiró Leon. —Hoy te veías hermosa.

—Leon, yo...

—¿Por qué no me dijiste en su día que te ibas a casar? —preguntó de pronto, deteniendo el argumento de Claire.

—¿Qué? Yo... no lo sé —suspiró y agachó la cabeza. Se sentía verdaderamente mal ante toda aquella situación.

—¿No lo sabes? —preguntó incrédulo.

—Supongo que tan sólo lo olvidé. —no se atrevía a verlo aún. En su voz detectaba la molestia que él se esforzaba en contener.

—¿Será que lo amas tanto como para olvidarlo?

A Claire le molestó demasiado ese comentario, pero sabía que él tenía razón. Debió contárselo desde el principio.

Lo único que le quedó fue suspirar, no quería entrar en una discusión, y mucho menos con Leon. Después de todo, él se había convertido en alguien muy especial para ella.

—Escucha, Leon. —pasaron unos segundos antes de que Claire decidiera enfrentarlo por fin. —Lo lamento mucho.

Leon se esperaba todo menos eso; jamás imaginó que Claire fuera a disculparse. Una falsa esperanza le decía que Redfield estaba sintiendo lo mismo que él, pero ahora que ella lamentaba lo sucedido, ya no sabía qué pensar.

—Claire, no...

—No. Tienes toda la razón, yo no debía... —la pelirroja intentó hablar de nuevo, pero él la interrumpió.

—No, Claire, no se trata de eso... —quiso acercarse a ella, pero para sorpresa de él, la chica se echó hacia atrás.

—Por supuesto que sí, Leon. Jordan es mi futuro marido y jamás debí permitir que nos acercásemos tanto. —aquellos vocablos fueron como una puñalada directa al corazón del agente. No quería que ella lamentase todo lo que habían compartido juntos, no aquellos momentos con los que él había conseguido aclarar sus dudas con respecto a ella.

—No, claro... Descuida. —se sintió traicionado, pero no podía ni debía culparla.

—No quiero que dejemos de ser amigos por esto. Dime que seremos los mismos de siempre. —le pidió abrumada.

Claire lo miró con atención, esperando una respuesta. Le tomó las manos, sacándolo de sus pensamientos. El agente vio sus manos entre las de ella y tan sólo le quedó sonreír.

—Seremos los mismos de siempre... si eso es lo que quieres. El problema es que no sé si podré controlarme.

La pelirroja frunció el ceño bastante confundida, jamás habría esperado una respuesta así por parte del rubio.

Leon la observó, pero Claire no pudo descifrar esa mirada.

El agente apretujó sus manos con tal de sentir el roce de sus pieles de nuevo; no quería dejarla ir. Claire tampoco quería alejarse de él, pero no podía olvidarse de Jordan.

—No me hagas esto, por favor. —susurró apenada la pelirroja, pero Leon pudo escucharla perfectamente.

Lo único que se le ocurrió al agente fue tomarla por el mentón y obligarla a que lo mirara a los ojos. Leon estaba dispuesto a besarla ahí mismo, pero cuando Claire notó sus intenciones, se alejó rápidamente de él, y sin pensarlo más veces se acercó hasta la puerta y se puso la chaqueta.

—Esto es lo que quiero, Leon. Quiero que sigamos siendo amigos. —se despidió y, seguido, salió de su departamento.

Las cosas no podían acabar así. Leon maldijo la situación por lo bajo. Claire había sido valiente al decirle todo aquello y pedirle disculpas, y él había abusado de la situación y había intentado besarla aún sabiendo que ella tenía pareja. Aquí el error ya no era de ella, ahora el culpable era él...

...

¡Por fin! Aquí tenéis el capítulo nuevo, espero que os guste mucho. 🤎 Parece que un mini o una mini Coen viene en camino, junto con muchas otras cosas... 🤗 Termino los exámenes finales en menos de un semana, lo que significa que a partir de ahora actualizaré más pronto. Se vienen cosas geniales...

¡Nos leemos pronto!

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