Capítulo 11: Amanecer.
Sherry Birkin, Jake Muller, Piers Nivans y Christopher Redfield se encontraban caminando por un largo pasillo, en el que no parecía haber ningún personal de seguridad. Sin embargo, éste si disponía de una cámara, la cuál Sherry pudo bloquear gracias a una especie de aparato.
Al llegar a la próxima entrada pudieron observar un amplio pasillo, en el que había dos guardias vigilando la sala.
—Solo son dos. —dijo susurrando Muller.
—Iré a por ellos. —Chris fue el primero en salir a dispararles, haciendo que los guardias cayeran al suelo.
A continuación, caminaron a paso rápido por un amplio pasillo, en el cuál había una puerta a varios metros.
—Rayos, tenemos problemas...—anunció Piers.
—¿Y ahora qué? —preguntó Jake, acercándose a mirar el radar que sostenía Nivans en una de sus manos.
—Hay pláganos... —anunció pesadamente Nivans.
—¿Bien, listos? Mataremos mitad y mitad. —les explicó Chris, recargando una de sus dos armas.
—Que gane el mejor. —comentó la agente Birkin, y acto seguido los cuatro agentes se pegaron a las columnas de dos en dos; Jake con Sherry y Chris con Piers.
Las puertas se abrieron y una gran cantidad de pláganos armados con armas y bastones eléctricos invadieron el lugar rápidamente. Todos los agentes salieron de su escondite comenzando a dispararles a uno tras otro.
Algunos cayeron muertos al suelo, y otros les lanzaban pequeñas granadas de corto alcance, por lo cuál, era imposible combatir todos juntos. Uno de ellos incluso trataba de lanzarles agujas, tratando así de implantarles una plaga, pero pudieron esquivarlas con suma rapidez.
Sherry notó su gran agilidad al moverse, ya que incluso detuvo una de esas agujas parecidas a las armas de unos ninjas, la cuál guardó a escondidas de Jake. Sin embargo, se giró asustada al sentir un disparo cerca de ella.
—No te distraigas, súper chica. —le dijo Jake tomándola de la mano, haciéndola correr para esconderse detrás de una columna.
—¡Vamos a matarlos! —gritaban los páganos.
—Son demasiados... —maldijo Nivans.
—Intenta correr hasta la otra entrada, y después intenta abrirla mientras yo te cubro. —le explicó con rapidez Chris.
—Es peligroso. —le respondió. —Están muy bien armados, y una vez te inyecten con el virus, no habrá marcha atrás...
—Piers, me he enfrentado a tantas cosas... unos pláganos no van a detenerme. —le contestó seriamente Chris.
Antes de que Piers pudiera decir algo, Redfield salió disparando sin parar con dos de sus armas, a lo que Nivans decidió correr hasta abrir la puerta pesada, mientras que Jake y Sherry les cubrían las espaldas. Una vez la puerta se abrió, los cuatro agentes entraron, no más que para quedarse congelados, pues frente a ellos había una gran cantidad de perros zombi mirándoles fijamente a los ojos.
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Mientras, una voz perteneciente a la del agente Leon Scott Kennedy había sido escuchada por los otros dos miembros presentes en la sala. Simmons se giró, costándole creer lo que sus ojos veían.
—Tú... —susurró Dereck con cierto odio.
—Parece que has visto a un fantasma, Simmons. —añadió Leon, quién no estaba apuntando con su arma, tan sólo observando fijamente al hombre que tenía en frente.
—Debí suponerlo, sois como unas malditas cucarachas que luego de ser aplastadas aún así tienen la fuerza suficiente como para levantarse...—comentó Simmons, dándole completamente la espalda a Ada Wong.
—Ya lo has dicho, las cucarachas son difíciles de matar, y creo deberías de cambiar de estrategia, ¿no te parece? —comentó algo sarcástico Leon Kennedy.
—Dime Leon ¿qué tal te sentiste al saber que tu queridísima Ada Wong te usó, te traicionó y además intentó matarte? —preguntó Dereck, provocando al agente.
—Eres un maldito gusano. —murmuró Leon enfadándose, sintiendo como el odio comenzaba a recorrerle las venas.
—Imaginaba eso, pero déjame decirte que por mi parte acabaré lo que ella no pudo, no te preocupes. —amenazó.
—¡No eres más que un desgraciado!
Leon intentó lanzarse contra Dereck para soltarle un puñetazo, pero era evidente que le sería prácticamente imposible. Simmons era más hábil y más rápido, por lo tanto, quién terminó recibiendo un golpe, luego de que Simmons tomara el brazo de Leon, fue este mismo. Dereck le soltó un tremendo puñetazo, el cuál lo lanzó a varios metros de distancia, estrellándose con fuerza contra todas las maquinas de las que disponía aquella gran sala.
Los cristales de algunas de ellas se rompieron brutalmente mientras que Leon ya había caído contra el suelo. Ada le intentó atacar también, sin embargo, él había sido más rápido y la tomó del cuello con rapidez, levantando sus pies del suelo y subiéndola a cierta altura. Ada sujetó con desesperación los brazos de Simmons, pero ante su fuerza no podía hacer nada, ya que éste la estaba estrangulando. Ella intentó darle una patada en las costillas, pero le era inútil; ese cuerpo parecía estar hecho de metal...
—Tal parece que no eres tan fuerte como dicen, Ada Wong.
—¡Suéltala, es a mí a quién buscas! —le gritó Leon, quién se puso de pie e intentó darle una fuerte patada, pero que ni cosquillas le hizo, y al contrario que este, el agente sintió cómo si se hubiese roto una pierna.
Simmons también terminó lanzando a Ada contra una de las paredes, las cuáles eran de un metal sólido, lo que hizo que ella pudiera quejarse del gran impacto que había recibido. Sin embargo, ella tanto como Kennedy no se dieron por vencidos, pues se pusieron en pie y comenzaron a intentar mantener una pelea cuerpo a cuerpo contra Simmons, quién se defendía bastante bien y sin problema alguno. Aquella era una pelea un tanto feroz a causa de los golpes, puesto que Leon y Ada golpeaban de forma muy agresiva a Simmons, pero él detenía todos los golpes, además de que podía esquivarlos con mucha rapidez.
—Qué escena tan ridícula... —dijo Dereck. —Enemigos trabajando juntos...
De pronto, tomó entre sus manos sus dos cabezas, tanto la de Leon como la de Ada, para impactarlas con un fuerte golpe. Aquello ocasionó que perdieran por unos segundos la concentración, quedando así a escasos centímetros el uno del otro. A la asiática le escurría gran cantidad de sangre por la frente y a Leon por la ceja por culpa del impacto que ambos se llevaron. La fuerza de Simmons les impedía moverse, así que Leon había quedado boca abajo, mientras su visión trataba de recuperarse muy lentamente.
El rubio veía doble, y aquello realmente se sentía como si todo su cerebro se hubiera movido de lugar o se hubiese despegado del cráneo. Ada sentía que la cabeza se le partía en pedazos, así que cerró los ojos, y en un momento y con mala puntería, pues ella tampoco veía bien, quiso sorprender a Simmons lanzando un cuchillo contra él, cuchillo que detuvo con sus reflejos y rapidez, mientras que sus dos oponentes caían finalmente contra suelo.
Antes de que Ada pudiese articular palabra alguna al detectar la acción de Simmons, éste le lanzó el mismo cuchillo a Leon, el cuál se le clavó a la altura del omoplato derecho, provocando un fuerte dolor en el agente y gran desesperación en Ada, que juntó todas sus fuerzas para ponerse de pie rápidamente, pero no le fue posible...
Dereck se acercó a ella y le soltó una tremenda patada en el estómago que la debilitó, ahora sí, por completo, haciendo que ella volviera a caer al suelo, pero no contento con eso, tomó a Ada del cabello para levantarla y soltarle otra patada que la lanzó aún más lejos... Y justo en ese momento fue en el que recibió un inesperado disparo por la espalda, y ese no había sido otro que Leon Kennedy...
—Malditas cucarachas...—Simmons desenfundó su arma para a continuación dispararle a Leon.
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Las instalaciones estaban llenas de B.O.W.S. y parecía que toda la manada canina estaba en esa planta. Los disparos de Chris retumbaban por todo el lugar, y mientras disparaba sin parar, los perros se lanzaban contra ellos, y lo mismo hacían los demás. Conforme mataban a los perros infectados, iban avanzando a paso lento, pero el problema para Birkin eran las municiones. Hubo un momento en el que tuvo que usar sus piernas, para agarrarlos a patadas en un combo de patada voladora al estilo Birkin, y por la fuerza que infundía dejaba noqueados a las animales, incluso algunos muertos al romperles el cuello. Jake no cabía en su asombro ante tal asombrosa técnica.
—Esa patada fue muy buena. —le comentó orgulloso el pelirrojo una vez terminaron con todos los perros zombi.
—Me quedé sin municiones, y no era momento para que me mordieran, ya sabes...—agregó la rubia, pues ella también se sorprendía por la extraña habilidad que estaba adquiriendo, y se sentía extraña además de nerviosa.
—Tienes razón, andando, estamos lejos aún. —Jake y los demás apresuraron el paso lo más rápido posible.
—Esperad... —Sherry se detuvo al sentir una gran extraña sensación, y era sobre su casi padre Leon Kennedy.
—¿Qué sucede? No podemos detenernos, llegaran los guardias. —le comentó inquieto Chris. —Vamos, Sherry.
—No... Leon está cerca. —dijo ella, levantando la vista para observar el amplio lugar. —Presiento que está por aquí...
Jake notó cómo la rubia dio unos pasos atrás, y sin decir nada, salió corriendo hacia el lateral derecho. Él corrió tras ella. —¡Detente, Sherry, por ahí no!—más ella no hizo caso, y abrió la puerta más cercana, donde podían escucharse disparos. En cuánto Sherry puso un pie dentro de la habitación, la puerta se cerró, y de pronto por un respiradero comenzó a escaparse una especie de gas, lo que hizo que ella empezara a toser sin parar, pero Birkin intentaba cubrirse para no respirar lo que fuera aquello...
—Mierda... —alcanzó a decir ella. —Es una trampa...
Jake fue el siguiente en caer al suelo, seguido de Chris y Piers, quiénes no estaban dormidos por completo, pero también habían caído en la trampa de Simmons. Los ojos de éstos no se habían cerrado del todo cuando unos cuántos pasos se acercaban hasta el lugar. El efecto del gas había pasado por completo segundos después, pero fue suficiente para dejarlos aturdidos y débiles. Simmons vio con una sonrisa a los cuatro agentes atrapados, pues rápidamente unas rejas de sólido metal comenzaron a crecer del suelo con velocidad, creando una especie de celda con una puerta, la cuál era la única forma de salir.
—Vaya, pero a quiénes tenemos aquí... —dijo Simmons, caminando unos pasos hacia los agentes ya atrapados. —Bienvenidos...—finalizó él, notando cómo algunos de ellos levantaban un poco la cabeza para mirarlo con impotencia.
Segundos después se dirigió hacia la puerta de la celda, para así cerrarla con llave y asegurarse de que nadie salía. Más tarde volvió a observar sus alrededores, viendo a unos destrozados Ada y Leon a metros de distancia, y después a los últimos agentes con vida capaces de salvar a la humanidad. Rió sonoramente por toda la sala, dirigiéndose nuevamente hacia los dos agentes casi ya derrotados.
—Sois patéticos... ¿acaso pensabais que podríais acabar conmigo? Por favor...—volvió a reír él. —Estáis acabados.
Chris levantó la mirada rápidamente al sentir toda su furia recorrerle por el cuerpo, así que se levantó de golpe del suelo, aferrándose a los barrotes de la celda. Estaba comenzando a desesperarse, mucho más al distinguir a Kennedy y a Wong heridos y destrozados a metros de él. Sujetó los barrotes con gran fuerza, como si quisiera romperlos, salir y correr para matar a ese maldito cretino. No tardó mucho en reaccionar, así que tomó su arma seguidamente, descargando todo su cargador contra él.
—El legendario Christopher Redfield...—ante tal acto aplaudió a modo de burla, sonriendo burlescamente. —Ahora el héroe caído... ¿dónde está todo lo duro que eres?
—Dereck Simmons...—lo nombró con desprecio sin apartar la mirada. Tiró su arma al darse cuenta de que dispararle no serviría de nada, pues su cuerpo parecía impenetrable.
Simmons simplemente rió con ironía, mirando de pies a cabeza a los otros tres agentes que trataban de levantarse. Éstos también trataron de atacarle, gastando todas sus balas contra él, pero era inservible, pues no le afectaban.
—Maldito capullo, vas a pagarlo bien caro... —le amenazó con profundo asco Muller, dirigiéndole una mirada odiosa.
—Sí, claro...—volvió a reír él. —Es un placer conocerte, Jake Wesker. —se burló de él, recalcando su apellido.
—No me llames así, hijo de puta. —susurró con furia el pelirrojo, agarrándose a los barrotes con gran fuerza.
—¿Sabes? Para ser hijo de Wesker eres bien inútil, parece mentira...—sonrió maliciosamente, volviendo a reírse de él.
Jake no respondió, pues Sherry posó su mano sobre la suya con el fin de tranquilizarlo. Lo único que quería era provocarlo, así que Muller suspiró pesadamente, dando un golpe con fuerza contra la rejas y apartó su vista con pesar.
—Qué bonito...—fingió hacer una mueca tierna. —¿Qué pensarían vuestros padres si os vieran juntos?—se mofó nuevamente Simmons, negando levemente con la cabeza.
—No vale la pena, chicos...—habló esta vez Nivans. —No le deis el gusto...—finalizó diciendo el moreno, suspirando pesadamente. Odiaba el no poder hacer absolutamente nada para solucionar todo lo que estaba pasando.
Redfield mantuvo fija su mirada en Simmons, sin embargo, decidió mantenerse en silencio. Los demás agentes lo imitaron, mientras Sherry se lamentaba profundamente al ver el estado en el que se encontraba Leon. El rubio estaba sangrando y magullado, además de derrotado en el suelo...
—Leon, por favor, levanta...—se susurró a sí misma Sherry, como si estuviera pidiendo un deseo. Se agarró a los barrotes, agachando su cabeza, mientras pedía que su figura paterna estuviera bien y se levantara de ahí.
Simmons se alejó orgulloso de la celda, aunque esperaba algún comentario de sus "presas", más no fue así, esos agentes parecían de más acciones que palabras, aunque estando detrás de esas rejas no podrían hacer nada.
—Tal parece que habéis perdido...—comentó él, caminando alrededor de la sala. —Tan solo me falta mataros, y lo haré de uno en uno. Creedme, no podría estar disfrutando más...
Éstos solo le miraban con rabia, incapaces de soltar palabra alguna. Probablemente estaban asumiendo la derrota pero, sin embargo, Leon sabía que aún no era el momento de perder, pues todavía faltaban tres reinas en el tablero que aún no habían entrado en batalla. Confiaba en que ellas pudieran salvarlos de aquél desastre y juntaran fuerzas para acabar de una vez por todas con Simmons.
Leon Intentó incorporarse como pudo, observando el cuerpo aún con vida de Ada a escasos metros del suyo. Estaba prácticamente destrozado, sintiendo cómo sus huesos estaban por romperse en pedazos, además de las heridas y hematomas que ahora se mostraban en su piel.
—Ni intentes levantarte, Leon. Acabaré contigo al igual que lo hice con muchos agentes, como con Jill Valentine. —volvió a hablar esta vez Simmons, mirando fijamente a Chris Redfield al pronunciar aquellas últimas palabras.
Algo llamó rápidamente la atención de Chris, cómo si se le hubiese olvidado completamente en donde se encontraba y porqué, pues toda su concentración se había desviado únicamente hacia el nombre que había pronunciado ese malnacido segundos atrás. Aquello no podía ser verdad, Jill no podía... ella estaba en la clínica, se negaba a creerlo...
Sin embargo, dos tiros más se escucharon sonoramente por toda la habitación, y estas balas habían perforado una de las paredes, que al parecer no eran de metal como las otras. Seguido de eso, fueron derribadas con una potente patada, desvelando una misteriosa figura femenina.
Simmons miró muy confundido a las persona que tenía enfrente un tanto atrás de Leon y Ada. No era otra más que una mujer de cabellos rubios, cubierta con una máscara.
—Y salen más cucarachas...—mencionó Dereck, ladeando su cuello con intención de conocer la identidad de la chica. —¿Se puede saber quién eres, mujer misteriosa?
La rubia sonrió con sarcasmo, pues ese imbécil era muy patético a su parecer. Más tarde se permitió observar la situación en la que todos sus compañeros se encontraban; estaban prácticamente derrotados y sin escapatoria...
—La que va a mandarte al infierno, Simmons. —le respondió Jill con total seriedad. —Te haré pagar por todo el daño que le has causado a la humanidad y a mis amigos.
—Vaya, vaya... ¿Ahora he sido yo quién ha causado todo este daño? No me digas...—Simmons bajó un poco la guardia, caminando hacia ella, no sin mirar con una vista de halcón a sus enemigos a ambos lados. —Me parece que los responsables de detener todo esto sois vosotros, y si lo miras desde cierta perspectiva, nunca hacéis nada, elimináis a los malos sí, pero en ese intento termináis sacrificando vidas inocentes, al final somos iguales...
—Lo dudo... Te haré pagar lo que has hecho, te lo juro. —ante eso Jill echó un vistazo a Chris, quién la miraba confuso pero bastante atento, ¿acaso la reconocía?—También te deseo más suerte para la próxima vez, querido... y si lo que quieres es matarme, al menos hazlo bien. —terminó por decirle ella, para acto seguido quitarse la máscara. Aquel rostro no desveló otro que el de Jill Valentine, sorprendiendo profundamente a todos los presentes, y al que más fue a Christopher Redfield.
—Jill...—susurró Chris, incapaz de creer que la mujer de su vida estuviese a metros de él, a punto de salvarles. Ella no estaba muerta... estaba ahí, a salvo e increíblemente preciosa. No pudo evitar sonreír aliviado, y sin dejar de mirarla ni por un segundo, deseó que todo saliera bien...
Simmons se negó a creerlo, aquello no era posible... ¿Cómo demonios era posible sobrevivir a una explosión? Eso no podía estar pasándole a él, debía de ser una broma.
—¡Tú!—exclamó con furia. —¡Deberías estar muerta! —le recriminó aún más enfadado, tensando sus facciones.
—¿Te sorprende verme? —le preguntó sarcásticamente ella. —Eres un completo idiota...—lo miró con asco.
Ella ya sabía que sus disparos no le harían daño a Simmons, puesto que su velocidad era realmente increíble, y Dereck se movía a la velocidad de un rayo, como la luz misma incluso. Aquello le sería imposible, al menos con las balas, y disparar sería arriesgarse a que una bala equivocada diera contra alguno de los demás, por lo tanto, descartó esa opción. Mientras, Leon estaba tratando de ponerse en pie junto a Ada, y que al parecer lucían realmente heridos y golpeados. Ella ya supo que hacer, y estaba más que lista para enfrentarlo, pues había estudiado y observado todos sus movimientos a través de las cámaras... Le sonrió con ironía, en posición de ataque.
Jill comenzó sin aviso un brutal combate de cuerpo a cuerpo; uno contra uno, siendo ella la que sentía unas increíbles ganas de pelear. Atacó rápidamente a Simmons, a lo que éste la bloqueaba ágilmente, pero ella también era rápida y sabía dónde atacar. Con todas sus fuerzas le propinaba fuertes golpes a ese hombre, que poco le afectaban pero si que eran capaces de ralentizarlo. Se bloqueaban el uno al otro, recibiendo fuertes golpes constantemente por parte del contrario. Valentine decidió optar por otro tipo de golpes, a lo que acto seguido aparecieron Leon y Ada, con nuevas intenciones de pelear.
—¿Eso es todo? Sois patéticos. —Simmons lanzó con una patada poderosa a Leon, que lo hizo salir volando contra los paneles. —No podéis conmigo. —les aclaró Simmons. Tomó del pie a Ada y también la mandó a volar a metros de lejos de él, cayendo con fuerza al piso. —No sois los suficientemente fuertes. —después posó mirada en Jill. —Y tú... debiste haber muerto, eres demasiado buena...
Pero antes de que Jill pudiera darle algún golpe, Simmons recibió un potente disparo en la espalda con una magnum que había disparado Ada, y aún con toda esa potencia la piel del mismo no había sido atravesada, así que molesto y furioso, le soltó un puñetazo que pilló desprevenida a Jill, el cuál la lanzó mucho más lejos que a Leon, casi al borde de la plataforma. Wesker caminó esta vez hacia Ada Wong, y con su movimiento más fuerte le propinó una patada en el estómago, que la lanzó por los aires al igual que los otros, fuera de su alcance pero con una fuerza descomunal.
Jill cayó algo adolorida contra el suelo, debido al fuerte golpe que se había llevado. Sin embargo, aquello no la pararía, muchos menos Dereck Simmons. Se incorporó con velocidad, mirando rápidamente a Chris, quién la miraba cómo si le estuviese mandando toda la suerte del mundo.
Ella simplemente le asintió, sabiendo que era la hora de pedir refuerzos. No más se puso en pie, volvió a encarar a Simmons. —Créeme, Simmons... eso no ha sido todo. —se limitó a decir ella, para después silbar a modo de llamada.
La confusión se reflejó nuevamente en el rostro de Dereck, no entiendo muy bien a qué se refería esta vez Valentine. Apenas tuvo tiempo de reaccionar, pues una vez volvieron a levantarse Leon y Ada, Jill fue tras ellos para apartarlos. La sombra de otra figura femenina había aparecido en aquella sala, justamente por la misma entrada por la que había aparecido anteriormente Jill Valentine. Esta vez se trataba de una pelirroja, la cuál cargaba un lanzacohetes en sus hombros. Simmons abrió levemente la boca, desde luego que eso no se lo esperaba en lo más absoluto...
—Disfruta de esto, cabrón. —le dijo esta vez Claire Redfield, apuntando directamente hacia Simmons. No dudó más de dos segundos en prender el misil, haciendo que éste fuera lanzado con gran fuerza y velocidad hacia el cuerpo de éste. Aquello ocasionó una leve explosión, lo suficientemente grande como para debilitar a Simmons.
Mientras, Dereck se consumía entre el fuego ocasionado por la hermana pequeña de Chris Redfield, luchando contra éste de la mejor manera posible. Sin embargo, apagar todas las llamas le tomaría algo de su tiempo. Fue el momento en el que Helena Harper debía de entrar en acción, accediendo a la sala a través de un conducto subterráneo que daba salida a la celda en donde se encontraban sus amigos. Salió silenciosamente por ésta, siendo ayudada por Jake Muller y Piers Nivans, quiénes no tenían ni la más mínima idea de lo que estaba ocurriendo.
Harper les indicó rápidamente con gestos que no hicieran ruido, pues Simmons no debía enterarse aún de que ella sacaría a todos los agentes de esa pequeña cárcel. La morena introdujo silenciosamente la llave en la cerradura, abriéndola casi al instante. No más esto ocurrió, observó a los cuatros agentes, dándoles a entender que era el momento de emplear justicia. Ahora todos estaban unidos, unidos por una única razón; matar a Dereck Simmons.
Los agentes tomaron sus armas, mirando muy seriamente a Simmons, quién parecía haberse recuperado del todo. Éste se giró, completamente furioso al descubrir que Helena Harper había liberado a sus presos de la celda, además de que jugaba en ligera desventaja; nueve contra uno...
Todos y cada uno de ellos estaban pie, sin pronunciar palabra alguna, simplemente expectantes a cualquier movimiento de Simmons. Acto seguido, Claire desveló su rostro quitándose la máscara, volviendo a sorprender a todos los presentes en la sala menos a Jill, Helena, Leon y Ada. Chris volvió a abrir su boca con profunda sorpresa, simplemente no podía creer todo lo que estaba viendo; primero Jill, ¿¡y ahora su hermana pequeña Claire?!
—¿Claire?—preguntaron casi al mismo unísono Sherry y Chris, a lo que Leon sonrió débilmente. La pelirroja les miró rápidamente, sonriéndoles cálidamente. Segundos después volvió a mirar a Leon, destrozándola por completo al poder apreciar el denigrante aspecto del pobre agente Kennedy.
—Genial, la hermanita de Chris Redfield. —rió Simmons, cruzándose de brazos. —¿Algún amiguito más que quiera unirse a la fiesta? —les preguntó irónicamente. —No me importa cuántos seáis, ni qué tan unidos estáis, pienso mataros a todos y cada uno de vosotros, malditas ratas...
—Sois unos fracasados, el mundo que intentáis salvar ya no existe. Está sumido en el caos, y ya no hay nada más... —Simmons caminaba paso a paso hacia ellos, aunque en una sola dirección; Claire —Si tantos deseos tenéis de morir, desde luego que vais a conseguirlo. No podéis derrotarme, soy invencible y las armas no me harán daño...
Después de eso comenzó a reírse como un verdadero loco desquiciado, para después apretar un botón de su porta armas, haciendo que un sonido metálico, procedente de alguna parte de la plataforma, comenzara a escucharse.
Era tan potente el ruido que les dolían los oídos, mientras que Simmons iba caminando hacia Claire a paso lento, sin embargo, pudo esquivar el repentino ataque que Ada le proporcionó por la espada, y aunque esta vez ella intentó esquivarlo, más no pudo, fue tomada de una de sus piernas y fue lanzada con la intención de caer hacia el vacío. Gracias a las varias luces que se habían encendido por lo que fuera que Dereck activó, pudieron darse cuenta de que estaban en una plataforma muy amplia en medio de un gran vacío que no parecía tener fondo. Sin embargo, Leon había reunido las fuerzas suficientes para lanzarse e impulsarse, para así poder tomar a Ada antes de que siguiera ese trayecto. Aún así fue él quién se llevó el golpe de espalda, para después vociferar un fuerte grito de dolor, pues sentía cómo si se le hubiesen roto los pulmones...
—No, no podremos vencerlo... —pronunció Ada con dificultad. Ese rostro que parecía de porcelana ahora tenía raspaduras, moretones y se veía bastante mal.—Es invencible, nada acabará con él... es cómo si su piel se hubiese vuelto metálica. —explicó ella costosamente.
—Metálica... —repitió Leon luego de dejar a un lado a Ada. —Tengo que pensar en algo...—susurró para sí mismo.
Pero antes de que su mente comenzara a proporcionarle posibilidades, los disparos y golpes comenzaron, Jill no perdía la fe en que algún daño podía hacerle a Simmons, así que Leon, Jake, Sherry, Piers, Claire, Jill, Chris y Helena también se lanzaron a la pelea con suma rapidez.
Los agentes iniciaron una fuerte pelea, en la que ellos parecían ganar puesto que eran mayoría y ahora contaban con Valentine, que podía sorprender a cualquiera con su fuerza y velocidad. Uno y otro se lanzaban sobre Simmons, ejerciendo golpes y llaves de gran potencia, consiguiendo bloquearlo durante cierto tiempo. Todos unieron fuerzas, para cubrirse los unos a los otros y que Simmons no tuviera oportunidades de descansar ni por un segundo.
Claire se encontraba disparando con una de las dos magnum de las que disponían, evitando alguno de los golpes de Simmons, para notar que su hermano mayor estaba a su lado no más que que haciendo lo mismo.
—Hola, hermanito. ¿Te lo estás pasando bien? —le preguntó ella irónicamente, sonriéndole algo de lado.
—¿Claire Redfield, qué demonios haces aquí? ¡Deberías estar muy lejos de este sitio! ¡Y a salvo! —le preguntó todavía muy sorprendido Chris, pues a pesar de estar muy feliz por tener a su pequeña hermana allí, también estaba preocupado por ella, pues no quería que le pasara nada.
—Yo también me alegro de verte. —le gritó la pelirroja, sonriéndole sarcásticamente. —No te preocupes, ya soy mayorcita y puedo cuidarme sola. Además, es gracias a Jill que estoy aquí, hemos venido juntas. —le explicó ella.
Y Chris volvía a quedarse mudo. ¿Su hermana y Jill ahora se conocían? ¡Carajo! Pues sí que se había perdido cosas... ¿Acaso todo aquello era cosa suya? ¿Jill había salido de la clínica? ¿Cómo era posible que hubieran llegado hasta allí?
—¿Pero qué...?—consiguió pronunciar Chris, siendo salvado rápidamente por Jill, pues estuvo a punto de ser atacado por Simmons. La rubia cayó juntó con Redfield al suelo, quedando ella posicionada encima del capitán.
Claire se quedó sorprendida, pues parecía ser la única que había contemplado ese maravilloso momento y en cómo se habían quedado esos dos. Aquello realmente le produjo cierta gracia, llegando hasta a sonreír con picardía, pero poco pudo reírse, pues Simmons iba a golpearla a ella esta vez. Sin embargo, Leon rápidamente corrió hacia ella, evitando el golpe y consiguiendo salvarla a tiempo.
—¡Leon!—gritó la Redfield, realmente agradeciendo aquel gesto por parte del rubio. —Me has salvado...—susurró ella, tomando la mano de él para poder levantarse.
—Tú me salvaste primero. —le respondió algo dolorido Kennedy, consiguiendo esbozar una pequeña sonrisa.
La pelirroja le sonrió de vuelta, no más que para ponerse en pie y volver a apuntar a Simmons con su arma, imitando los pasos de Leon. Su semblante se volvió serio al instante.
—Pateémosle el trasero a ese imbécil. —dijo ella y Leon asintió, para lanzarse ambos para pelear contra Simmons.
Mientras, Chris estaba justamente situado debajo de la hermosa rubia de ojos grises, a quién no había visto por años. Dios, se sentía tan bien con ella, que ni aunque estuvieran en mitad de un apocalipsis quería despegarse de aquella impresionante mujer. Realmente se sentía muy nervioso al tenerla tan cerca de su cuerpo, notando cómo sus mejillas se ruborizaban un poco ante tal acto. Se miraron directamente a los ojos, encontrándose a escasos centímetros el uno del otro. Redfield tenía unas ganas inmensas de romper esa distancia y besarla, para demostrarle cuánto la amaba y cuánto la había echado de menos. Sin embargo, aquél no era el mejor momento...
Por otro lado, Jill se sentía de la misma manera que él, pero tenía miedo de hacer algo y que no fuera correspondida...
—¿Necesitas ayuda, compañero?—le dijo Jill con una sincera sonrisa, para después levantarse y ponerse de pie, ayudando al capitán de la B.S.A.A. a hacer lo mismo.
—Jill...—susurró el moreno, abrazándola al instante. La rubia se sorprendió ante tal acto, pero para nada le desagradó, pues lo acogió con calidez entre sus brazos.
Ambos se quedaron abrazados durante unos segundos, pues a pesar de que sabían que no podrían mantenerse así por mucho tiempo, querían disfrutar de ese momento. No mucho más tarde se separaron, costosamente, pues Simmons iba en dirección a ellos tras dejar en el suelo a los demás.
Éstos se miraron, con el mismo pensamiento en la cabeza. No tardaron en abalanzarse contra Simmons, mientras que Jill emprendía una serie de movimientos acrobáticos sobre éste y Chris le golpeaba con gran fuerza. Algunos de los demás pudieron ponerse en pie, ayudándolos al instante.
Pero, para su sorpresa, Simmons se había convertido ahora en un súper humano con la habilidad de moverse como la velocidad de la luz y su cuerpo se había convertido en una especie de escudo que las balas y los golpes no le generaban ningún daño, y así era; parecía un hombre de acero. Los agentes cada vez estaban más cortos de municiones, cansados y machacados de tantos golpes, ya que éste los lanzaba por los aires y volvía a golpearles una tras otra, pisándolos como cucarachas, pero ellos volvían a ponerse en pie a pesar de todo, lo que le fastidiaba y demasiado.
Ada, quién veía todo desde el sitio en donde ahora se arrastraba porque no podía caminar, sentía que no había más esperanza, que no había nada más, ese hombre era invencible, no contaban con armas suficientes para eliminarlo y menos ahí en esa fortaleza, que había sido diseñada para que si ellos llegaban ahí, volaran por los aires con una detonación de alto alcance, como las que alguna vez usaron en Raccoon City. Miró a los agentes caer una y otra vez por los potentes golpes de Simmons, ellos en algún momento iban a caer en batalla, entonces ya nada sería lo mismo, el mundo se acabaría junto con ellos, y si quería hacer algo bien en su vida, ese era el momento...
—¡Leon! —lo llamó Wong con las pocas fuerzas que tenía, mientras revisaba su teléfono. El agente la escuchó a duras penas, y tras levantarse de un golpe que juraba sentir que le había roto el ultimo hueso, llegó adolorido hacia ella. —Aún tenemos posibilidades de salir de aquí, hay una ojiva enterrada en este túnel, justamente debajo de nosotros...
—¿Qué...? —pronunció débilmente Leon.
—Es el único escape; eliminar a Simmons con una explosión nuclear, y aquí debajo hay una cápsula. —le explicó. —Está abierta, y es por dónde quiere escapar...
—Ada, ¿qué demonios...? —Leon la miró extrañamente por unos momentos, pues ella había intentado matarlo y ahora estaba tratando de ayudarlos, ¿acaso podía ser real? No era la primera vez que Ada lo ayudaba, pero aquel acto era casi heroico, mucho más si era por parte de la oriental.
—¡Hazlo! —le gritó ella al borde de desmayarse.
Leon divagó unos segundos observando el teléfono, en él que aparecía un botón rojo, listo para detonar la ojiva. Después de eso solo tendrían cinco minutos para salir disparados en una capsula de impulsores, así que miró hacia donde estaba la cápsula, notando que no había demasiada distancia. Cuando su mente salió de sus continuos análisis de mirada y deducciones, pudo notar cómo la mayoría de sus compañeros habían quedado fuera de combate, puesto que ya no pudieron soportar los brutales golpes que Simmons ejercía sobre ellos una y otra, sin cesar, como si ellos fueran un saco de patatas...
Chris, Claire y Jill no estaban corriendo la misma suerte, pero sí estaban siendo machacados por Simmons, que no dejaba de golpearlos constantemente. Luego de que Leon cronometrara su reloj, se encomendó a todos los santos, siendo aquella vez la segunda vez que creería en Dios.
Leon tomó aire, observando tanto a la bella Claire como a su casi hija Sherry, que le fueron más que suficientes para aportarle la fuerza necesaria, así que con todos sus últimos esfuerzos, le proporcionó una gran patada a Simmons, con la intención de alejarlo de sus amigos por un tiempo. Claire y Chris intentaron ayudarle, pero Simmons tomó del pie a Leon y se lo llevó, sin embargo, el rubio fue más listo y usó una de las pistolas cargadas que encontró, la cuál tenía un potente gancho oculto, así que, con ella, lanzó todos los disparos posibles a las manos de Wesker, suficiente para que aquel hombre terminara cayéndose al vacío...
Tomó un suspiro y activó de nueva cuenta el gancho, para después subir a la plataforma y accionar el botón rojo con las pocas fuerzas que le quedaban, cojeando y a punto de perder el conocimiento. Indicó a sus compañeros que se adentraran en la cápsula, y acto seguido subió el, miró su reloj y pudo contar que faltaban segundos para que aquello volase por los aires. Rezó nuevamente, mirando a todos sus amigos y compañeros con algo de esperanza, y al accionar el botón, la cápsula salió disparada como un rayo sin rumbo, pues parecía una estrella fugaz saliendo de la tierra, rompiendo la plataforma superior y saliendo completamente disparada por los aires a los pocos segundos. Aquella escena parecía la de un volcán que apenas estaba naciendo en la tierra, pues se infló y de pronto se dio una tremenda y catastrófica explosión, causando un daño simplemente devastador por cientos de kilómetros, incluso llegando a cimbrar en la tierra...
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Horas más tarde el resto del mundo festejaba al darse a conocer que el causante de todo el terror provocado en la tierra había desaparecido junto a todas sus armas biológicas, ya no habría más amenaza latente, no más que terminar con los zombis que caminaban en las ciudades. El mundo podía ser libre y podía volver a respirar. Las acciones eran de la policía, los soldados y los voluntarios que pudieran alistarse para combatir contra los zombis que aún merodeaban la ciudad, para así volver a tratar de traer la paz a la tierra y al mundo, además de que los sobrevivientes sintieran que se podía volver a comenzar.
En esa noche, de alguna manera se había acabado con gran parte del sufrimiento, parte del miedo y de todo el horror que aún había en algunas ciudades de todo el mundo, y aunque en otros lugares era de día, al menos en Estados Unidos, una vez comenzaban a levantarse de sus escombros, era el nuevo amanecer; un nuevo comienzo.
Por suerte, Billy no tuvo que ir cerca de la explosión que se había suscitado el día anterior, ya que durante esa madrugada, cuando su equipo estaba preparándose, el radar de Helena le había indicado en donde se encontraban todos los agentes. Estaban demasiado lejos del lugar de la explosión, probablemente en algunas montañas lejos de ahí; tenían que ser ellos, pues esa especie de localizador solo la poseían los agentes pertenecientes a la D.S.O.
Esa misma mañana, cuando recién estaba saliendo el sol, Rebecca, Billy, Parker y Barry, junto con un par de soldados más habían volado en un helicóptero del ejército para dirigirse al sitio donde al parecer estaban los agentes. Al llegar al sitio pudieron distinguir un pequeño cráter de algunos metros sobre la tierra, como si algo se hubiera impactado ahí, con varios deshechos de lo que parecía ser una nave. La cápsula, a causa de la velocidad que llevaba se había estrellado, y esa había sido la deducción de Billy. Al adentrarse en el lugar pudieron encontrar los cuerpos de Leon, Chris, Piers, Ada, Claire, Jill, Sherry, Helena y Jake...
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