Capítulo 1: El principio de todo.
Nueva York, Sede de TerraSave, 12:49 p.m.
Al entrar al despacho del actual director de TerraSave, Gabe Rowling, Claire tomó asiento en una de las sillas de las que disponía la estancia, frente al escritorio.
El ahora jefe de la organización para la que ella trabajaba la había citado para tratar sobre un tema sumamente importante. Redfield no tenía ni la más mínima idea de que podría tratarse, ya que Rowling la había reunido solamente a ella, y no junto a sus otros compañeros, como era usual.
La joven podría sorprender a cualquiera gracias a la diplomacia que poseía, pues a pesar de estar bastante nerviosa, e increíblemente intrigada, no dejaba entrever ni una pizca de su nerviosismo ante su superior.
—Usted, señorita Redfield, ha sido de las mejores dentro de Terra Save. Ha demostrado compromiso y esfuerzo.
—Muchas gracias, señor director. —ella levantó las cejas ante el asombro de los halagos por parte de su jefe.
—Te estarás preguntando para qué te he llamado y, cómo ya sabrás, disponemos de una plaza para un futuro codirector dentro de nuestra sede, en TerraSave. Todavía andan buscando a la persona adecuada, ya sabes, alguien de confianza y que tenga la suficiente experiencia como para ponerse al mando. No tuve que pensarlo mucho, lo tuve muy claro desde un principio... he apostado por ti, quiero que ocupes el puesto.
La pelirroja parpadeó asombrada; no podía creer lo que estaba escuchando.
—¿Está hablando en serio?
—Por supuesto. Yo solo quería saber si tú estarías dispuesta.—él le sonrió, tomando algunos documentos de una carpeta que tenía sobre el escritorio, el cuál pronto le extendió a la chica de cabellos pelirrojos.
—Obviamente es un cambio importante, un cambio en cuanto a tu trabajo y, que si tú decides aceptar, debe quedar sobreentendido que tu compromiso crecerá. Estoy seguro de que serías una magnífica codirectora.
—Lo sé, señor. Sé lo que esto implica. No sé que decir... estoy profundamente agradecida por esta oportunidad.
—No tienes porqué agradecerme nada, lo has conseguido tú sola, a base de perseverancia y de mucho trabajo. Te daré veinticuatro horas para que te lo pienses y mañana si te es posible me das una respuesta, ¿de acuerdo?
—Muy bien, muchas gracias.
No podía creerlo, le acababan de ofrecer un ascenso, y no uno cualquiera; tendría la oportunidad de trabajar con una de las mentes más brillantes que ella jamás había conocido. Era cierto que su nuevo puesto requeriría más de su atención, pero la sola mención del puesto la dejó bastante sorprendida. Por fin tendría la gran oportunidad de gestionar las actividades de una ONG, ya que esa era una de sus metas desde que decidió entrar a Terra Save.
Salió de la sede, aún con los pensamientos absortos en el nuevo puesto. Por supuesto que ya tenía la respuesta. No podía dejar pasar esa gran oportunidad que le ofrecían. No, definitivamente no había nada que pensar, esa era su gran oportunidad; su oportunidad para crecer, para mejorar y por supuesto, para evitar con mayor premura atentados bioterroristas.
La decisión estaba tomada y tendría que informar a su hermano sobre los nuevos cambios en su vida, aunque sería en otro momento, pues él se encontraba en una misión de suma importancia nacional en China.
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Georgia, centro de rehabilitación, 16:24 p.m.
Fijó su mirada en la ventana, por la cuál podían verse copos de nieve y un paisaje borroso. A través de aquellos guantes, se cogió las manos. No, no temblaba de frío. Tenía miedo de volver a revivir aquellas escenas tan terroríficas a manos de Albert Wesker, pelear a regañadientes con la muerte y ser atendida por psicólogos que no comprendían su realidad. Alejó esos pensamientos como un soplo de viento, cuando sintió la mirada de su compañera en la nuca.
—¿Jill? ¿Qué observas tanto?—preguntó con un tono curioso, sin perder la sonrisa.
—Nada, Emma. Solo pienso. —respondió vacilante mientras bajaba la voz. Su compañera notó una mota de tristeza en ella, algo que cada vez era más frecuente. Soltó una risa.
—¿En qué piensas? ¿En qué nos congelaremos el culo cuando salgamos de aquí?—rió Emma y Jill la acompañó, sonriéndole algo triste.
—No, ya sabes.... en todo lo ocurrido. —musitó jugando con las cuerdas de su abrigo. —Todavía no me siento capaz de superarlo, por dios, apenas puedo dormir.
—Hey, Jill... Todo eso es cosa del pasado. Ya no hay nadie que pueda lastimarte. —la miró con sinceridad, intentando hacerla sentir mejor. —Eres la persona más fuerte que conozco, y debes saber que cualquiera que hubiese experimentado todo lo que tú has vivido... no viviría a día de hoy para poder contarlo. Eres toda una superviviente.
—Vaya, gracias...—susurró asombrada. Aquellas palabras la hicieron sentir mejor, pero no dejaban de ser eso; palabras. Ella hizo el amago de sonreír un poco, y aunque no se lo demostró, le estaba agradecida a su compañera.
—De nada. —le sonrió de vuelta ella. —Oh, mierda. —maldijo observando su reloj. —Jill, cariño, debo volver a mi habitación. Vendré luego para verte, ¿crees que podré dejarte sola unas cuántas horas? —preguntó irónicamente.
—Sí, mamá, sé cuidarme yo sola. —se burló levemente la rubia, para después, negar con la cabeza. Emma le sonrió una última vez, y más tarde abandonó la habitación.
Jill lanzó un largo suspiro tras escuchar a su compañera cerrar la puerta, recostándose en su cama. Aquello la había hecho pensar. ¿Sería capaz de salir de allí? La primera respuesta que vino a su mente fue un rotundo no, pues pensó que, para hacerlo, deberían de darle muy buenos motivos. Lo que no sabía Jill, que vivía aislada de todo y de todos, era todo lo que había guardado para ella...
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Nueva York, departamento de Claire, 17:45 p.m.
Al siguiente día, Claire fue hasta la sede de TerraSave para aceptar la propuesta del señor Rowling. Éste se alegró por la buena decisión que había tomado y ambos estrecharon su mano. Claire sonreía cálidamente, pues no podía ocultar lo bien que se sentía consigo misma. Su jefe ya había comunicado que el nuevo puesto sería ocupado, nada más y nada menos que por la inigualable Claire Redfield.
El atardecer había caído rápidamente. El cielo obtuvo un color anaranjado que se extendía por todo el horizonte, llegando hasta las edificios más alejados, donde parecía difuminarse un color más rosado.
Claire se encontraba en su departamento, estaba aún sentada en el sofá, tras haber recibido una importante llamada. La pelirroja soltó un suspiro, posando sus brazos sobre las rodillas y cubriéndose la cara con las manos. Si aquello era cierto, la misión en China podría ser el final para Chris Redfield, su hermano mayor y única familia.
—¿Qué haces?
Un joven un par de años mayor que Claire, de cabello corto y rubio, bastante atractivo a simple vista, se acercó hasta ella mientras colgaba el teléfono. Se la veía algo inquieta.
—Tan solo... hacía una llamada. —sonrió leve, para después ponerse seria nuevamente.
El chico la miraba con atención, ella sabía que debía comentarle sobre la situación que la estaba atormentando desde hace un par de minutos. Aquello la había dejado helada, sin saber qué hacer ni tampoco, cómo actuar.
—Jordan...
—Ya sé sobre tu nuevo puesto, Claire. Enhorabuena, cariño. Te lo mereces. —dijo interrumpiéndola, dándole un corto beso en los labios. Ella recibió el beso gustosa.
—Oh, sí. —sonrió ella, tras sentir los labios de su novio sobre los suyos. —Gracias, pero... hay algo que debo decirte. —él la miró confundido, entendió que debía ser algo importante, pues la chica le pidió que se sentara.
—Te escucho.
—Verás... la B.S.A.A. ha realizado una llamada de emergencia. ¿Recuerdas la misión en China de la que te hablé? —él asintió, mientras ella buscaba las palabras adecuadas. —Bien, pues... mi hermano Chris está allí.
—Entiendo. ¿Él está bien? ¿Qué hay de Sherry?
—Eso es justo lo que quería decirte, cielo. Él... está en peligro, no solo él, la mayoría de sus hombres han muerto. Sherry, mi pequeña... también está allí, todos lo están...
—¿Vas a ir a ayudarles? —se apresuró en averiguar, sin quitarle la mirada de encima. Estaba preocupado por ella.
—Por supuesto. —contestó sin mayor duda.
Al escuchar aquello, el chico apartó su mirada de ella y la dirigió hacia el suelo, mientras soltaba un profundo suspiro.
—Son mi familia. —añadió la activista.
—Lo entiendo perfectamente, Claire. Tan solo necesito que me prometas que te cuidarás e irás con refuerzos. —ella asintió. —Yo podría acompañarte, si es lo que quieres...
—Jordan, no soportaría perderte. —soltó ella, agarrando su mano. —Esta no es tu guerra, es mejor que te quedes aquí. Nada me pasará, yo estaré bien y volveré a casa tan pronto como me sea posible, junto con Chris y todos los demás.
—Está bien. Confío plenamente en que volverás sana y salva, no olvides que aún tenemos algo pendiente...—el rubio le sonrió, acariciando la joya que adornaba su mano.
Ella lo recordó, acariciando las facciones del chico de forma dulce, para más tarde posar sus labios en una de sus mejillas. —Te lo prometo. —susurró con cariño en su oído.
Jordan quería ser compresivo con ella, sabía que no podía retenerla, ella tenía todo el derecho de ir a por su hermano, y él no sería quién se lo quitaría. Se acercó hasta ella y la abrazó fuertemente. Claire, de inmediato, correspondió al gesto, posicionando sus manos alrededor de su cuello.
—Te amo, Claire. —susurró cerca de su oído. La separó un poco de él y en seguida le dio un último beso en los labios. Claire le sonrió, para después separarse del cálido abrazo.
—¿Vas a llevar a alguien contigo, no es así?—preguntó el chico, intentando llamar nuevamente su atención.
—Así es, y créeme, no podría haber elegido una mejor acompañante...
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Bien, eso ha sido todo... Recién acabo de empezar este fanfiction y realmente espero que la gente lo valore y sobre todo, que lo disfrute mucho. Me encantaría que las personas que lean esta historia comentaran, para saber qué les está pareciendo la novela. Sus opiniones y comentarios me harían muy feliz, además de animarme a actualizar más rápidamente.
¡Nos leemos pronto, bellos lectores! 🤍
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