Capítulo extra: «2»

Se balanceaba de un lado a otro al ritmo de la música clásica que se alcazaba a escuchar a lo lejos; tenía los ojos cerrados para concentrarse en cada instrumento. En cambio, Chat Noir parecía embobado ante la belleza de la dama enfrente suyo, pues sus ojos no dejaban de brillar como dos luceros, ni su sonrisa de sus labios desaparecía. 

Se sentía flechado por esa dulce muchacha de tez clara. Juraría que podría pasarse toda la noche contemplándola y contando cada una de sus, apenas visibles, pecas que decoraban el puente de su nariz.

Le resultaba increíble la manera en la que cada día lo hacía sentirse más enamorado de ella. No sabía exactamente qué era lo que esa mujer tenía pero ya se lo había ganado en tan solo esos tres años que tenían como  conocidos.

—¿Qué miras? —preguntó Ladybug divertida al abrir los ojos y ver la expresión del chico.

—A la bella obra de arte que me hace sentir con vida. —mencionó él, aún hipnotizado por la chica que tenía a un lado.

—¡Pe-pero qué cosas dices! —tartamudeó, tratando de ocultar su rostro para que no le viera el sonrojo que presentía que tenía gracias a todo ese ardor que sentía en la cara.

Y así era últimamente; el gato negro ansiaba poder conquistarla, sin saber que en esos últimos años ella ya comenzaba a caer lentamente por él.

Al principio lo negaba, porque sentía que le era infiel a los sentimientos que poseía por el modelo, sin embargo cuando Adrien y ella se alejaron al entrar a la carrera, el enmascarado supo opacar sutilmente al otro hombre que en su corazón había atrapado.

—¿Me concede esta pieza, mi Lady? —pidió Chat Noir, poniéndose de pie para tenderle la mano como todo un caballero. La morena se quedó pensando por un rato, pero finalmente aceptó la propuesta que le había dado el gato.

Al ritmo de la música bailaron, desprendiendo un aire romántico por todo el lugar.

La cercanía del uno con el otro ponía nerviosa a la chica, ya que temía que sus sentimientos se notaran a simple vista.

Pero eso simplemente falló cuando alzó su rostro para ver la fisonomía del chico.

Las miradas de ambos se conectaron al instante, causándoles una sensación extraña recorrer todo su cuerpo.

Entre respiraciones mezclándose Ladybug fue la primera en juntar sus tiernos labios con los de él.

Mentiría si dijera que era la primera vez que se besaban, porque bien que recordaba lo que ocurrió cuando tenía quince años y estaba enfrentando a Dark Cupid, sin embargo estaba segura de que esta vez era distinto, y disfrutaba de cada movimiento.

Cuando cayó en cuenta de lo que hacían se separó bruscamente de él y huyó como una cobarde de ahí.

No era que temiera contarle a Chat sobre sus sentimientos porque dudara de los del chico, no, pero únicamente quería estar segura de lo que ella sentía.

Siguieron pasando los meses, los cuales pronto se transformaron en dos años.

El felino ya era un hombre de veintiún años de edad, el cual seguía recordando el tacto de los dulces labios de su amada.

Jamás se volvió a hablar del tema, pero si de algo estaban seguros ellos, era de que iba a ser un momento inolvidable para sus corazones.

Ambos seguían llevándose extremadamente bien, aun cuando no tenían asuntos por atender como héroes, les gustaba reunirse a hacer competencias o a platicar por un rato sobre sus días; porque sí, desde que Ladybug empezó a caer rendida, se convirtió en una persona más accesible.

Era verano, la época favorita del año del de negro, y esa noche se habían dedicado a competir sobre quién era más veloz que el otro, poniéndose como condición que el perdedor haría lo que quisiese el ganador.

De no haber sido por una cáscara de plátano que se atravesó en el camino del pobre gato, hubiese ganado, pero no, ese día la mala suerte estaba de su lado.

—Bien, tú ganas. ¿Qué quieres de mí Ladybug? —interrogó el de orbes esmeraldas.

—Hmm, déjame pensarlo... —dijo poniendo una de sus manos en su barbilla. A decir verdad, ella había tenido la idea de esa nueva competencia como una introducción a algo que venía pensando ya desde hace mucho tiempo, pero que no se había atrevido a hacer por miedo.

—¿Entonces?

—Yo... sólo quiero hacerte una pregunta. —le consultó desviando la mirada hacia el suelo y pasando uno de sus mechones por detrás de su oreja.
—¿Una pregunta? —comenzó reír un poco, pero la verdad es que se sentía curiosidad por saber qué sería—. Bien, adelante.

Ambos se sentaron en el tejado de la casa sobre la que se encontraban parados, y se sonrieron mutuamente.

Ladybug se aferró a sus piernas y con la vista perdida en alguna de las calles, comenzó a idear la manera en la que se lo diría.

Por su parte, Chat Noir esperaba atento a que su contraria por fin hablara, preguntándose qué tan importante sería como para que ella se tardara.

—¿Tú... sigues enamorado de mí? —Chat Noir abrió sus ojos lo más que podía; ¿había escuchado bien?, y si lo había hecho, ¿para qué ella querría saber eso?— Está bien. Si quieres no contestes —dijo desanimada, haciendo un puchero mientras se levantaba dispuesta a irse; pero una mano la detuvo.

—¡Espera! —el minino sé levantó de igual manera para quedar frente a ella. Su corazón latía acelerado; tanto tiempo perdido en pensar cómo decirle y ella llegaba simplemente a preguntarle eso de la nada.

—¿Y...? —comenzaba a impacientarse.

—Sí... —le confesó con una tímida sonrisa, y rascando su nuca—. Creí que era bastante obvio. ¿Por qué me lo preguntas?

Ladybug corrió hasta él para enterrar su rostro en su cuello; ¿cómo se atrevía preguntarle por qué lo decía?

Aferró sus manos en los hombros del chico, y aún con la cabeza enterrada le dijo—: Porque te quiero en mi vida.

Los ojos de Chat Noir comenzaron a arder por las lágrimas que le cegaban la vista.
Su corazón se derretía por tan adorable escena, y ni hablar de la emoción que sentía al saber que finalmente ella lo había dicho.

Antes de que la chica volteara hacia arriba, él rápidamente limpió las gotitas de agua que por su cara escurrían.

—Dime que no estoy soñando, dime que no estoy soñando. —Ladybug empezó a reír al verlo de esa manera. Sabía que Chat a veces podía ser un exagerado pero que se pusiera a llorar y a casi rezar que no fuera un sueño, eso se le hacía sorprendente.

—No es un sueño, tonto. —le aseguró rodando los ojos, a medida de que rozaba su mejilla con sus dedos.

Chat Noir se abalanzó sobre ella para darle un abrazo y besar todo su rostro pronunciando las palabras «te amo» en el acto.

Ella sabía que tal vez un “te amo” fuera normal y falso en otras parejas, pero estaba segura que lo de ellos era realmente sincero, y que él no mentía cuando lo decía.

—Yo también te amo. —le hizo saber, con una certeza impresionante.

Ambos unieron nuevamente sus labios en un ligero beso que hablaba más que mil palabras.

No hubo necesidad de aclarar si eran pareja, no hubo necesidad ni de hacer alguna promesa en voz alta; porque con esa simple acción, dieron a entender sus más profundos anhelos.

Y así fue como la luna y las estrellas se convirtieron en testigos de las promesas de amor eterno, que en un sólo beso, esa noche de verano esos héroes hicieron.





*Llora*

Y así fue como nació esa bella pareja que tuvo que luchar para al fin poder estar juntos.

¿Qué tal les pareció este capítulo extra?

Siento que se merecían una tierna y linda dosis de Ladynoir por todo el tiempo que, en el fic, ellos dos anduvieron separados :'v

Ay, ahora sí ya me despido de ustedes gatit@s.

Los quiero muchísimo.♥

—Mariana García.

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