Capitulo 2





Todo estaba en silencio. Intentaban detener el dolor de su corazón.

Se encontraban fuera de la enfermería esperando que Rick saliera de la casa. Algunos veían disimuladamente a María, que se encontraba en completo silencio, su rostro siendo serio desde hace muchos minutos, hacía mucho que no la veían con esa expresión en el rostro.

— ¿Cómo está? – hablaron rápido al ver al hombre padre de Carl.

— Él... Quiere verte — se dirigió a María que levantó el rostro algo cansada.

Se puso de pié resistiendo el dolor en los músculos que le pedía a gritos un descanso inmediato.

Con algo de temor, entró viendo de primera el estante que usaban para las herramientas, continuó para ver el sombrero de sheriff que Carl había usado desde hace años, un accesorio que lo caracterizaba y sin duda amaba de él.
Llegó el momento de estar a su lado, la cabeza de el chico estaba baja, su cabello tapaba parte de sus ojos.

— Carlitos, ¿Qué pasa? — se sentó en la camilla mientras tomaba su mano de una forma suave — ¿Ya te sientes mejor? —.

— ¿Cómo crees que me siento? — le preguntó aún sin levantar el rostro.

— pues en una silla, ¿No? — intentó bromear.

— no es momento de bromas — le respondió.

— ¿Qué tienes? — preguntó extrañada, nunca desde hace tiempo el chico le había hablado de esa manera.

— ¿Cómo crees que me siento cuando tengo el rostro así? — levantó su cabeza algo rápido pero sin ser brusco. Mostrando la gasa que cubría todo donde debería ir su ojo derecho.

— ¿Qué tiene tú rostro? — le dió una sonrisa cariñosa — es igual de lindo que siempre —

Logró sacar un color carmín en sus mejillas, pero se fue de inmediato así como llegó.

— no lo entiendes — le habló -- mi rostro está arruinado, ¿Cómo veré a las personas a la cara? --

— deja eso, lo importante es que estás vivo, con nosotros, conmigo —  apretó aún más su mano — no importa tu rostro, eso es lo más bello que existe en el mundo de mierda en el que estamos — hizo una pausa breve — bueno, además del hermoso ser que es Daryl Dixon, pero ese es otro asunto — soltó una risa baja mientras se acercaba a dejar un beso en la frente del chico — eres alguien muy preciado para mí, no dejaré que te trates así —

— ¿Qué se supone que vas a hacer?  ¿Decirme todos los días que tengo el rostro bonito? Si claro — soltó con sarcasmo.

— vaya, adivinaste mi plan — habló simple — creo que no queda más que decir — se acomodó más en su lugar — pero toma en cuenta esto Carl Grimes — el muchacho abrió su ojo lo más que podía. Años, años sin decir su nombre de forma correcta — aún sin los dos ojos, aún con el rostro sangrando o desfigurado, yo siempre, siempre te amare —  terminó en tono cariñoso para volver a dejar otro casto beso en su frente.















( . . . )




















Pasaron días.

Semanas

Todo parecía volver a la normalidad, los muros volvieron a alzarse y los cuerpos de los muertos enterrados, o bueno, al menos los que alguna vez formaron parte de la comunidad.

— papá, ¿Viste la pasta de dientes? — se escuchó una voz a lo lejos.

— debe de estar por ahí — le respondió

Una risa algo alta hizo que el hombre se volteara sonriendo.

— ¿Enserio? — le alegó sonriente — mejor dile que ya no hay — respondió Maria.

— déjalo — habló con un tono malicioso — así se entretiene con algo — soltó una risa baja seguido de la chica. Mientras Michonne los observaba desde la sala negando con la cabeza pero sin evitar tener una sonrisa en el rostro.

— no hay nada — llegó el chico — están seguros de que si hay —

— demasiado seguros, Carlitos — le contestó — ¿Por qué no subes a la habitación? Ahí tenía un poco — le sugirió viendo como el muchacho asentía y caminaba hacía el piso de arriba. Chocó los cinco con Rick que escuchaba divertido su excusa — sí tengo un poco de pasta de dientes así que ponte serio, Ricardo — le advirtió con una sonrisa.

-- le quitas lo divertido a la vida -- habló Rick con una mueca decepcionada, sorprendiendo a la chica por sus palabras, pero la risa por su pronunciación tan divertida la dejó de lado para levantarse y acercarse a él.

— ¡Ey¡, ¡Con mis frases no!, ¡Con mis frases no! — le gritó mientras le intentaba hacerle cosquillas, fallando en el intento pues el hombre era más fuerte que ella.

— mejor ayudame a hacer el desayuno — le despeinó el cabello y se volteó a la estufa de la cocina.

— nadamas porque le tengo que hacer de comer a mi amorcito ehh —  susurró quejándose de forma interna.
Sacando una risa de parte de Rick y Michonne que ya estaba en la cocina






















( . . . )
















— ¡Oye, fea! — volteó al reconocer ese gritó — ¿Vienes? — le preguntó el cazador.

— ¡Claro que sí, mugroso! — corrió feliz hacia él para dirigirse al portón de la comunidad. Saldrían a cazar algo, típico de ellos.

— ¿No te vas a despedir de el mocoso Grimes? — con la cabeza señaló hacia atrás.

— ¡Ah claro que sí! — regreso unos metros atrás, en donde se encontraba su chico — después regreso, Carlitos — de forma rápida el muchacho le dió un beso en los labios al escuchar las puertas abrirse — no moriré, quiero que me des otro de esos besos tuyos — causó un sonrojo en sus pálidas mejillas — y no está a discusión — le advirtió antes de subirse a la moto del Dixon.

Al rededor de cuatro horas pasaron, el sol estaba en su punto máximo y el calor levantaba el viento caliente.

El sonido de un motor se escuchaba desde varios metros, a gran velocidad una motocicleta pasaba por el centro de la carretera.

Se detuvo en un pequeño supermercado, de ahí bajaron un hombre con una ballesta y una chica con sus dos cuchillas.

— ¿Habrá algo? —

— es lo más lejos que hemos llegado, debe de haber algo de seguro —

Se sentaron en la banqueta de espaldas al vidrio del supermercado, dieron unos cuantos golpes intentando llamar la atención de lo que haya adentro.

— ¿Qué se siente ir conmigo en mi moto? —

— ¡Vas demasiado rápido que apenas puedo ver!, ¡Es increíble como se siente el viento en mi rostro!, Aunque ya había subido antes contigo a una moto está vez fue perfecto porque nada nos está persiguiendo — tenía una gran sonrisa en el rostro.

El cazador intentaba ocultar otra pequeña al ver su emoción.

— Entremos, parece que no hay nada — forzaron la entrada y se abrieron paso al interior.

Había estantes llenos de polvo

— Cuando empezó todo esto uno de mis mayores sueños se cumplió —

— ¿A sí?, ¿Cuál? — no hizo tantas preguntas sobre eso, no intentó mover demasiado esas fibras sensibles de su pasado.

— el querer tomar todo lo que quisiera de una tienda sin pagar — le respondió.

— eso es robar, mocosa ladrona — le habló provocando una risa baja de ella.

— la diferencia es que no hay policías que me persigan — comentó graciosa.

— solo espera que lleguemos para decirle a Rick — le advirtió amenazante, le gustaba hacerla enojar.

— Ricardo me ama — cerró sus ojos con una sonrisa — no va a hacerme nada, soy su mejor amiga y no puede, lo prometió hace años y él es hombre de palabra. Cómo quiero a mi suegrito y mejor amigo — festejó tener suerte.

— puras tonterías —

— no seas celoso, mugroso — le tocó el hombro suavemente — Ricardo es tu mejor amigo y tú eres su mejor amigo. Yo soy mejor amiga de Ricardo y tuya, claro que tú también tienes a Carol — el cazador volteó la mirada — no te hagas pulgoso... —

Su voz fue callada por gruñidos, se pusieron en alerta esperando la llegada de los muertos.

Entre los estantes de comida enlatada caminaba lento un grupo de ellos. De lo que parecía una bodega salia otro pequeño grupo.
En poco tiempo los rodearon.

— ¿Puedes? — le interrogó Daryl.

— claro que sí — le contestó Maria.

— bien, tú a la derecha y yo a la izquierda — ella asintió.

Una idea pasó por su mente, sonriendo un poco maliciosa sabiendo que Daryl no le entendería

— ¡Puto el que lo muerdan y pendejo el que se muera! — corrió a encargarse de su parte escuchando una especie de risa de parte del cazador.




















( . . . )















— la mejor decisión de nuestra vida — habló Maria saliendo del supermercado comiendo unas papas.
Seguida del cazador que comía una lata de fruta picada.

— definitivamente —

Ambos cargaban en sus espaldas una mochila que llenaron con comida y frituras –esas le pertenecían a María –.

Ataron la mochila de Daryl en la parte de atrás de la moto y María llevó la suya en la espalda.

— regresemos con tú príncipe tuerto — se burló.

— ¡Oye!... — no la dejó reclamarle pues arranco la moto callando la voz de la chica.

Recargó la cabeza en la espalda del hombre al saber que no la escucharía. Se sentía tranquila, algo de adrenalina en su cuerpo no le viene mal.

Y cuando llegaron a la comunidad, Daryl se llevó el reclamo de su vida por parte de su mejor amiga.

Hicieron caso omiso a las miradas de las personas. Estaban llenos de sangre de caminante, en sus rostros, ropas y pantalones, no le dieron importancia porque se habían divertido de cierto modo.
















( . . . )

















Bajaron de el camión en el que habían regresado de la ciudad infestada. Ellos se habían quedado en el transporte en el que llegaron.

Un hombre de ojos azules y traje de sheriff era acompañado por una niña con coleta y de piel morena que tenía un traje algo peculiar.

Ey Ricardo — coloco su pequeña mano en la del hombre — no importa sí tú familia no está aquí, yo te ayudaré a buscarla, ¡Somos los dos mosqueteros!, ¡Uno para el otro y el otro para el uno!, ¿Lo recuerdas? — el hombre asintió — bueno, ten por seguro que no descansaré hasta que encuentres a tú familia

gracias — le dió una sonrisa por las palabras tan tierna.

¡Ey!, ¡Hombre helicóptero! ¡Niña loca!, ¡Vengan aquí!

Bajaron algo inseguros del camión, el sheriff llevaba de la mano a la niña, si el lugar era peligroso, de esa forma podían huir más rápido.

Mientras más caminaban, más personas veían, llegó un punto en el que al levantar la mirada, encontraron a un hombre que veían atónito a su compañero el sheriff, él también parecía conocerlo porque se detuvo.

Un grito lo sacó de su transe al escuchar a alguien correr.

¡Papá!, ¡Papá! — un niño de piel clara venía emocionado hacia ellos, o más bien hacia el hombre, que sin ser consciente soltó la mano de la niña para poder abrazar a su hijo.

Cayó en el suelo y después se levantó con el niño en brazos para caminar hacia una mujer de cabello castaño y largo, la niña morena pensó en lo linda que era esa mujer.

Ellos son mi familia — se los presentó a la niña, entusiasmado por qué los conociera.

eres linda — se dirigió a la mujer — este parece maricon — ahora le dijo refiriéndose a Carl.

El hombre no entendió lo que decía pero supuso que no era nada bueno porque cada que soltaba una palabra en español usualmente era un grosería.
La vió con reproche al escuchar las risas de Morales y su esposa, por lo que sabía eran latinos, ellos hablaban español, por ende sabían lo que había dicho.

















( . . . )














— ¿Qué haces? — llegó Carl a su lado.

— recordaba el pasado, Carlitos — le contestó Maria.
— ¿Qué recordabas entonces? —

— Te acuerdas cuando nos conocimos? — le preguntó.

Aún con una sonrisa contestó entusiasmado
— Como no hacerlo, cuando papá nos presentó dijiste que "parecia maricon" la chica soltó una gran carcajada — aún sigo sin entender que significa esa palabra —

— no te preocupes, puras cosas buenas — le dió unos golpecitos en la espalda.

— seguro — habló en tono inseguro y sarcástico.

— no importa cuántas groserías te diga, siempre pensaré algo bonito de ti, Carlitos —

Sonrió para acompañar a su chica, pero su sonrisa se borró al analizar mejor sus palabras.

— entonces... ¿¡Me dijiste una grosería en español!? — la chica solo soltó una gran carcajada para robarle un beso mientras lo abrazaba algo fuerte

Sin duda amaba a ese chico













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