Capitulo 1

La torre de Alexandria cayó.

Caminantes, muchos caminantes.

Dispararon.

corrieron.

Los rodearon.

Una mujer los salvó, rubia, de nombre Jessie.

Entraron a su casa y esperaron, solo eso, esperar.

— Oye miedocito, ¿Estás bien? — una chica, cabello negro, piel morocha.

— Estoy bien, solo me asuste — la muchacha soltó una risa baja, ahora mismo el chico le estaba haciendo honor a su apodo

— No importa que pase... — se puso sería de repente — solo no te cagues encima — terminó para soltar una carcajada un poco alta.

Cansado de su comportamiento, le tapó la boca con la mano, ella era así, desde que la conoció en Altanta siempre tendía a reírse o hacer bromas en los momentos menos oportunos.

— No hagas tanto ruido, atraes a los caminantes aún más — quitó su mano rápidamente, para luego limpiarla en su camisa.

- Bien, bien, ya te escuché - dijo después de darle un beso en la palma de su mano que ocasionó cosquillas en ella.

— ¡Carl!, ¡Maria! — los muchachos corrieron hacia abajo en donde escucharon al padre del chico gritar.

— ¿Que pasa papá? —

— Tenemos que reforzar las puertas y ventanas, rápido — contestó.

Fueron por más tablas y clavos para taparlo.
Ella ayudaba a Rick mientras que Carl fue por más madera a la cochera junto con Ron, el hijo de Jessie.

— Oye Ricardo, ¿Sabes cuál es el colmo de un carpintero? — le preguntó mientras sostenía las tablas que Rick con un martillo y clavos sostenía en la puerta.

— ¿Cuál? — contestó con otra pregunta el ex- sheriff. Estaba más que acostumbrado a su comportamiento nada apropiado en momentos de presión, pero eso era algo que lo calmaba de cierta forma.

— Entablar una conversación — soltó una risa estrepitosa mientras con una mano se sostenía el estómago y la otra seguía en las tablas. El hombre intentó ocultar su sonrisa ante el chiste malo que había dicho la chica.

— ¿Cómo haces eso? — le preguntó en un suspiro, la chica puso cara confundida — hacer sentir a las personas mejor con chistes o comentarios super malos — terminó.

Se sintió ofendida en la mención de sus chistes, lo admitía, eran realmente malos pero decirlo así tan directo, le causaba una sensación rara en el pecho.

— Ignoraremos las últimas cinco palabras que dijiste, Ricardo — le dijo mientras regresaban a hacer el trabajo — en cuanto a lo otro... Supongo que tú hijo tiene gustos raros — terminó para ver su mano sobre las maderas, mientras sentía la mirada azulada del hombre.





( . . . )







Escucharon una ventana romperse justo de la cochera, corrieron hasta el lugar para intentar entrar pero se encontraron con el seguro de ésta.

— ¡Carl! — gritó el padre del muchacho.

— ¡Oye Carlos, no es momento de bromas! — le siguió la muchacha de nombre María, desesperada por lo que estuviera pasando adentro.

— ¡Ron abre ahora! — le exigió Jessie a su hijo.

Rick al no poder abrir la puerta, con su hacha tiro el pestillo de está para dejar pasar a los muchachos

Después de unos segundos salieron el chico Anderson y el Grimes apresurados de la cochera, con su respiración entrecortada.

— Ey, Carlitos, ¿Qué pasó ahí? — le preguntó ya más calmada. Solo recibió un abrazo de parte del Grimes.

— Estoy bien Mari, solo se cayó un estante mientras cargabamos la madera — dijo mientras olía su cabello y veía al chico pelirrojo de una mala manera.

— ¡Suban por cosas para detener la puerta, ahora! — gritó papá Grimes mientras la sostenía con la mujer rubia, al poco tiempo se les unió la chica morocha a ayudarles.

Los dos jóvenes subieron a buscar cosas para atorar la puerta mientras los demás la sostenían junto con la ayuda de el padre Gabriel quien se había unido hace poco.

— ¿No crees que estos caminantes están muy fuertes, Ricardo?, para mí que se echaron su buen banquete antes de venir — dijo la chica cansada de empujar.
Los chicos ya se habían tardado mucho en bajar. Le recordaba las noches antes de llegar a Alexandria en donde lucharon en la noche lluviosa para que la pequeña horda de caminantes no logrará entrar al granero en el que se refugiaron.

— ¿Tu crees? — le preguntó Rick con un muy fingido tono de inocencia.

— Cero y va dos, Ricardo — le advirtió la chica. El hombre se maldijo internamente, ahora le debía dos favores a la chica.

Era un pacto entre ellos.

La primera vez que hicieron el trato fue hace años en el camino a Atlanta, cuando los dos eran acompañantes de aventura hacía la ciudad infestada. En donde el hombre buscaba a su familia y la niña buscaba un lugar seguro donde sobrevivir.

La niña fue feliz con el arma y el sombrero del ex- sheriff por un día entero.
Claramente Rick Grimes nunca debió hacer ese trato, y mucho menos con su palabra.










( . . . )









— Genial, ahora voy a oler a mierda de caminante por semanas —  comentó la chica morocha mientras se untaba restos de la que fue su pobre víctima caminante sobre la sábana blanca que usaba.

— Solo bañate después y se quita el olor —

— ¿Tú te bañaste cuando hiciste lo mismo, Ricardo? — le preguntó

— Bien, dejemos que suban para que nos mezclemos con ellos — contestó el hombre ignorando la pregunta, la chica entendió eso como un no.

Pasaron varios segundos en los que esperaron a que la casa se infestara.

Maria chifló mientras veía a el chico Grimes.

Una bañadita y pa' mi casa — soltó el comentario descaradamente haciendo que el chico de ojos azules se sonrojara, se sabía esas palabras en español de memoria, lo hacía desde la granja de Hershel, y desde la prisión se volvieron comentarios más descarados aún, y después de todo jamás se acostumbra a los comentarios deliberados y descarados de su chica. Aunque claro, nunca dejaría de disgustarle que le mandara piropos a el cazador Dixon.

— Vamos, con cuidado —

Atravesaban la sala de la casa para después salir hacia las calles de Alexandría, estaban infestadas de caminantes, un paso en falso y sería su fin.

Gabriel pareció recapacitar en sí seguir, quería irse de ahí, convenció a todos de que se llevará a la bebé Judith, alegando que estaría más segura en su iglesia.

— Más te vale que la cuides, Gabrielito — le advirtió la chica en un tono que asustó a el padre.

Metieron a Judith bajo la sábana del cura y después se despidieron, rogando que nada les pasará, o bueno, que nada le pasara a Judith.

Continuaron avanzando en silencio, ahora tomados de las manos, los caminantes parecían no notarlos, creían que su plan sería todo un éxito. Pero de pronto, se detuvieron de golpe, cuando voltearon se encontraron a Jessie y Ron tratando de hacer que su hermano pequeño avanzara y dejara de llorar.

— Ey, deja de llorar, cariño —

— Sam, vamos camina, tú puedes —

— Oye niño, hay que ser fuertes para poder enfrentar tus miedos, ahora estás aquí, ¿Esa no es razón suficiente?, tienes que seguir avanzando sin importar tus debilidades, porque si no lo haces solo quedarás estancado en una vida miserable — le dijo María a el niño, que pareció recapacitar y seguir avanzando.

Muy tarde.

En cuestión de segundos, se escuchaban sus gritos, los de su madre y hermano. Llamaba a su mamá mientras los monstruos lo devoraban.

Rick parecía en shock, mientras veía como ahora, los caminantes devoraba a Jessie por los gritos desgarradores al ver a su hijo pequeño siendo devorado.

— ¡Papá! — rogaba Carl mientras intentaba soltarse de la mujer Anderson, su muñeca estaba atrapada entre su mano.

Rick pareció volver en sí, mientras cortaba la mano de Jessie, recordando todos los momentos que pasaron, pues el Grimes mayor, había sentido un cariño diferente con ella.

El hombre abrazó a Carl mientras revisaba que todo estuviera bien en él.

— No — voltearon hacia atrás mientras veían a Ron apuntando con un arma hacía Rick.
Rencoroso por el hecho de que el hombre asesinara a su padre, y que su familia haya muerto por "su culpa".

Antes de siquiera decir algo la espada de Michone atravesó su pecho.
En el trayecto soltando una bala perdida.

Sintió un empujón que la hizo caer.

Mientras el chico Anderson era devorado por los caminantes. El último Anderson había muerto.

Sintiendo la calma en sus cuerpos, pero voltearon ante el llamado de el Grimes menor.

— Papá —

Si cuerpo se paralizó mientras que sus ojos sentían el ardor característico de las lágrimas.

— No... — susurró cuando el cuerpo del chico cayó hacía un lado.

La sangre brotando sobre todo el lado derecho de su rostro, manchando su piel clara en el trayecto, mientras su ojo derecho había desaparecido, gracias al dolor y venganza de una persona que fue feliz durante todo el caos del mundo.

Era hora de decir adiós; Nadie te extrañara Ron Anderson, tal vez excepto, un corazón roto.



( . . . )






Llegaron a la enfermería con la vista borrosa y los ojos rojos por las lágrimas.

Abrieron la puerta y del interior salieron más personas que formaban parte de la comunidad, para ayudarles con los caminantes que se empezaban a juntar en grandes cantidades.

Apenas entraron dejaron a un inconciente Carl en la camilla que tenían lista para él.
Al ver su herida, la enfermera de nombre Denisse se asustó un poco.

— Bien, nunca había echo esto anteriormente — susurró para sí misma.

— ¿Estará bien? — le preguntó la chica intentando no gritarle ahí mismo.

— Sí, lo intentaré —

— ¡¿Lo intentarás?! — está vez sí gritó.

— Solo... Porfavor salvalo — le suplicó Rick antes de irse hacía afuera después de tomar su hacha.

— ¡Espera!,¡Rick! — María después de mucho tiempo, por fin lo había llamado por su nombre, y justo ahora, parecía ido.
No podía permitirse perder a el hombre, Carl despertaría y no estará su padre, no podía dejar que eso pasara.

— ¡Maria, a dónde vas! —

Después de tomar sus cuchillos salió corriendo para ayudar a Rick a matar a los caminantes que se acercaban.
A punto de uno de ellos morderlo en el cuello, se encargó de asesinarlo mientras llegaba a su lado. Él la vió preguntándole con la mirada qué hacía ahí.

— ¿Crees que te iba a dejar solo Ricardo?, para nada, ¡Somos los dos mosqueteros!, ¡Uno para el otro y el otro para el uno!, ¡A darle! — gritó mientras corría a matar a cada caminante que veía.

Rick la vió irse, mientras una última lágrima caía, una lágrima de nostalgia, cuanto había crecido esa niña que conoció cuando creía toda la esperanza muerta.








( . . . )









Llegó el momento en el que fueron acorralados.
Aunque salieron más personas a luchar y ayudarlos.
Los superaban en número, y todos tuvieron que retroceder

Paso a paso, mientras ellos retrocedían la muerte avanzaba.

Sus espaldas tocaron los grandes muros de acero de la comunidad, ¿Era hora de su muerte?.

Una luz intensa los hizo cerrar los ojos, frente a ellos el lago habia prendido fuego, haciendo que todos los caminantes fueran atraídos por la luz, exactamente igual a los mosquitos.

La chica sonrió al saber quién cometería tremenda locura.
— ¡Yo amo a ese pulgoso! —

— ¡Es nuestra oportunidad! — se escuchó el grito de Grimes.

De espaldas era más fácil asesinar a los muertos.

Lucharon por la vida.
Lucharon por las personas que amaban.
Lucharon por un futuro.

Y bajo la oscuridad de esa noche, por primera vez, los vivos tomaron una victoria a los muertos.






















¡Aquí está el primer capítulo!

Espero que tenga el mismo apoyo que mi otra historia, y sobretodo que les guste☺️

Espero sus comentarios para saber que les pareció.

Voten y comenten porfavor

Adiós!! 💋

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