Capítulo 9: Cena en familia
Frente al espejo del cuarto de baño, completamente desnudo, Shoto se miraba tras haberse dado una larga ducha. Todo su cuerpo había cambiado y no podía dejar de pensar en la palabra que todos habían utilizado con él: ¡tetas!
¡Tenía pechos! Era una realidad que no podía cambiar, pero estando en la ducha, fue cuando realmente consiguió hacerse realmente a la idea de que le habían convertido en una mujer. Su cabello había crecido ligeramente hasta caer sobre sus hombros, su cuerpo entero era de mujer y cargado de dudas en su interior, no pudo evitar acercar el rostro hasta el espejo y tocar con sus finas y pequeñas manos el rostro. Ahora se había vuelto algo más femenino, sus facciones se habían suavizado y hasta sus labios eran más finos y sugerentes. Resopló. No podía hacer nada al respecto por ahora excepto tratar de encontrar al villano que había provocado aquello.
Viendo su aspecto y por el tenso silencio que se había formado en el coche durante el trayecto a casa con su esposo, la duda que le carcomía lentamente era saber qué pensaba Izuku de todo aquello. También debía haber sido un shock para él verle en ese estado. ¡Todavía no habían hablado del tema! Y para ser sincero consigo mismo, dudaba que hoy fueran a hablar de ello.
Un suave sonido de unos nudillos golpeando la robusta puerta del baño sacó a Shoto de sus pensamientos. Involuntariamente, miró hacia el lugar aunque sabía que nadie abriría ni podría identificar a la persona que golpeaba. Sólo podían ser dos personas en ese momento y estaba convencido de que era Izuku.
— ¿Shoto? ¿Estás bien? – preguntó Izuku con un tono de voz suave y agradable.
— Sí. Salgo enseguida.
— ¿Necesitas que te traiga algo?
— No, no. Ya salgo.
— Voy a preparar algo de cenar.
Shoto resopló. No, hoy no sería el día más apropiado para hablar de todo el asunto. Su esposo se había asustado demasiado cuando le informaron de que estaban en el hospital y ahora... con Bakugo siendo apenas un crío de siete años con la mentalidad de adulto y viviendo en su casa, no es que pudieran mantener conversaciones privadas a su antojo sin airear problemas de la relación o inquietudes personales.
¡Bakugo convertido en niño! Eso iba a dar más jaleo que cualquier otro niño, sin embargo, Shoto sonrió ligeramente al darse cuenta de que sería un buen entrenamiento para Izuku y él si querían llegar a ser padres.
Tras secarse y vestirse con uno de sus pantalones de deporte y una sudadera más ancha que ocultase todo lo posible el volumen de su pecho, Shoto salió del aseo para ir a ver qué ocurría en la cocina. Sabía de sobra que el carácter de Bakugo no encajaba demasiado con el de Izuku, pese a que habían sido amigos de la infancia y tener en cuenta que Bakugo todavía se preocupaba por él. Aun así, a Bakugo le era imposible deshacerse de ciertas costumbres nada sanas que ya había arraigado con su antiguo amigo.
Desde el pasillo, Shoto ya fue consciente de lo bien que olía a soba. Sonrió. Su esposo cocinaba a las mil maravillas, todo lo contrario que él y además, estaba convencido de que estaba preparando su comida favorita simplemente por todo lo que estaba viviendo en este momento con su transformación de cuerpo. Izuku siempre pensaba en los demás antes que en él mismo.
— Ya has salido – sonrió Izuku al ver a su esposo accediendo por la puerta de la cocina y quedándose a cierta distancia.
— Sí. Huele muy bien.
— Todavía hay que dejar que se enfríe. Bakugo, puedes ir a la ducha.
— No me des órdenes – se quejó Bakugo y aunque quería resultar aterrador, lo único que consiguió con ese puchero de niño pequeño fue que tanto Izuku como Shoto sonrieran.
— ¡Qué adorable estás! – sonrió Shoto intentando pincharle lo suficiente como para enfadarle un poco más.
— ¡MUÉRETE, BASTARDO! ¡A MÍ NO ME DEIS ÓRDENES!
Pese a la queja que salía de sus labios, Bakugo se puso en pie y se dirigió hacia el aseo. Midoriya miró a su esposo, que se mantenía a cierta distancia todavía de él como si tuviera cierta desconfianza. Ambos esperaron a que Bakugo se marchase a la ducha.
— ¿Estás bien, Shoto? – preguntó Izuku con preocupación al ver cómo cruzaba sus brazos en el torso como si quisiera cubrirse el protuberante pecho.
— Sí... bueno...
— Te sientes raro.
— Un poco. Esto es... complicado. Pero voy a encontrar a ese villano y te prometo que lo arreglaré.
— Shoto, no pasa nada. Todo está bien.
— No, no lo está. Puedo entender que ahora tengas algunos problemas conmigo y... esto.
— Shoto, no hay ningún problema.
— Sí lo hay. Mírame. A ti no te gustan las chicas, creo y...
— Yo estoy enamorado de ti, no sólo de tu cuerpo. Me da igual este pequeño problema, sólo es un pequeño contratiempo que solventaremos con el tiempo. Además, para ser sincero, te ves muy bien.
Al ver las dudas en Todoroki, Izuku se acercó hacia él. Odiaba ver deprimido a su esposo y ahora lo hacía todavía más duro al ver ese rostro femenino y delicado. No soportaba ver llorar a nadie, pero mucho menos a niños y chicas.
— Shoto – susurró Izuku levantando el rostro cabizbajo de su marido con un par de dedos bajo su barbilla –. Te amo.
Por fin, gracias a esas palabras, el rostro de Shoto mostró una sutil sonrisa que Izuku sabía iba dedicaba única y exclusivamente a él.
— Yo también te amo.
Izuku movió los dedos que había dejado en la barbilla de Shoto y apoyó la palma de su mano en la mejilla de su esposo y entonces, acercó su rostro sin dejar de observar los labios que ligeramente se entreabrían de Shoto. Para ser sincero, nunca antes había besado a una chica, pero en su mente, Shoto seguía siendo Shoto. Era su esposo y esos labios los había probado mil veces. No había diferencia alguna. Le besó con suavidad.
En aquel momento, ninguno de los dos sentía pasión o fogosidad. Lo único que necesitaban era ese beso tranquilo y dulce que calmaba los nervios y el corazón de ambos. Las inquietudes de ambos se disipaban. Los problemas, fueran los que fueran, los solventaban juntos, como una pareja.
— Dejad de hacer esas guarrerías en mi presencia – se quejó Bakugo a la espalda de Shoto. Todavía vestido y con el cabello seco, les miraba atentamente. Estaba claro que no se había duchado todavía.
— ¿Qué ocurre, Kacchan? – preguntó Izuku con una voz tan suave que denotaba la preocupación casi de un padre hacia su hijo. Bakugo enarcó una ceja.
— El agua sale fría.
Aquella queja hizo que ambos adultos se mirasen el uno al otro. Seguramente se debía a la caldera, sólo tenían que volver a encenderla y calentaría el agua nuevamente.
— Yo le daré al calentador – susurró finalmente Shoto.
Shoto se dirigió hacia la puerta de la cocina que daba a la pequeña terraza. Allí fuera, se encontraba el calentador. Lo encendió nuevamente y el ruido que produjo le dio a entender que había empezado a calentar el agua nuevamente.
— Ve a la ducha, Kacchan – sonrió Izuku – voy a terminar de preparar la cena y tu dormitorio.
Sin pronunciar ninguna palabra pero con el ceño fruncido por el disgusto de ser un crío pequeño en estos momentos, Bakugo volvió al aseo.
***
La cena estaba siendo realmente tensa. Izuku observaba detenidamente a ambos héroes en sus nuevos cuerpos. Era duro para los dos y, sin embargo, por alguna extraña razón, no podía dejar de sentir que así se verían ambos con un niño. Darle un hijo a Shoto era algo que le había carcomido la cabeza tanto tiempo que ahora, teniendo la posibilidad frente a sus ojos de ser padre, aunque Bakugo ya estuviera criado, le hacía disfrutar la idea.
Shoto, al sentirse observado, giró el rostro a su esposo. Le miraba y sonreía. Estaba claro que la mala noticia le tocaría dársela él a Bakugo aunque casi era mejor así por la penosa relación que todavía mantenían su compañero y su esposo. Shoto resopló antes de dejar caer los palillos con algunos fideos en ellos sobre el cuenco.
— Mañana iremos a ver tu nueva escuela.
— De eso ni hablar – se quejó Bakugo – ya os dije que no pensaba ir a ninguna escuela. Yo ya pasé mis estudios obligatorios.
— Sería muy raro que un niño no fuera a la escuela. Podrían venir los de servicios sociales a ver qué está ocurriendo y sería mucho peor. Te llevarían a un centro de acogida entonces.
— ¡Esto es un asco! Quiero recuperar mi cuerpo. En vez de ir a la escuela, iré a buscar a ese desgraciado y así...
— ¿Con qué poder? – preguntó Shoto – te recuerdo que ahora mismo tu poder está a la misma potencia que tenías a los ocho años.
— ¡Todavía puedo darle su merecido!
— No lo discuto, pero debes dejar que los adultos se encarguen de esto.
— ¿Los adultos como tú? – preguntó Bakugo.
— Pues sí. Al menos, no ha afectado a mi quirk, sólo... tengo que acostumbrarme a moverme con este nuevo cuerpo. Puedo hacerlo. Mañana Midoriya te acompañará a ver tu nueva escuela y yo me iré a la agencia a practicar. Seguiré las pistas de ese villano y recuperaremos la normalidad.
— Más te vale, porque no quiero quedarme aquí a vivir con vosotros. Ya podrían haberme dejado ir con Kirishima.
Los dos adultos se miraron asombrados. ¡Era mejor que no! Era lo que ambos pensaban al imaginarse a Bakugo de nueve años persiguiendo a Kirishima por todos lados pidiendo sexo. Eso era muy denunciable y, desde luego, Kirishima lo habría pasado francamente mal teniendo que darle negativas y esquivándole.
— No vas a ir a ver a Kirishima hasta que arreglemos este asunto – zanjó el tema Shoto con su voz femenina.
— Sois odiosos – cruzó Bakugo los brazos sobre su pecho a modo de enfado.
— No te preocupes, papá te leerá un cuento antes de dormir – bromeó Shoto dando a entender que Izuku se ocuparía de darle las buenas noches y arroparle. Bakugo observó fijamente a su mejor amigo antes de desviarla hacia Shoto.
— ¡MUÉRETE, BASTARDO! – le gritó a Shoto.
— A este ritmo vamos a tener que lavarte esa lengua con jabón – sentenció Izuku para continuar la broma de Shoto.
— ¡MORÍOS AMBOS!
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top