Capítulo 4: Compañeros
El despertador sonó con fuerza rompiendo el silencio del lugar. Ambos se habían quedado completamente dormidos acurrucados en uno junto al otro en el sofá. La cabeza de Shoto, todavía se encontraba apoyada sobre el pecho de su esposo cuando empezó a abrir los ojos con pesadez.
Olía a menta. El champú de All Might era de menta, al igual que su dentífrico y su after shave, eran exactamente todos los productos que Izuku Midoriya usaba en su aseo diario y que Shoto olía día tras día. Estaba acostumbrado a ese aroma que le decía, que su esposo estaba allí.
Agarró con mayor presión su brazo a la cintura de Izuku y volvió a cerrar los párpados dejando su mejilla derecha apoyada sobre su pecho. Adoraba ese aroma.
— Ey, dormilón – susurró Izuku al ver que se había movido debido al ruido del despertador, por lo que pasó su mano hasta el cabello de su esposo para acariciarlo como si de un niño pequeño se tratase –. Es hora de despertarse.
— Lo sé, pero me gustaría tanto quedarme así un rato más junto a ti.
— A mí también, pero tienes trabajo. ¿Quién salvaría la ciudad sino?
— Que lo haga Bakugo – susurró creando una sonrisa en Izuku.
— Pero eres su compañero. Oye, Shoto, sabes que puedes contarme lo que sea, ¿verdad?
— Sí. Pero... no puedo hablarte de lo que hacemos en el turno de noche. Lo siento. Es información clasificada.
— Vale. Sólo ten cuidado, tú y Bakugo.
— Lo tendremos.
Shoto elevó el rostro finalmente. Él jamás le había ocultado nada a Izuku y realmente, no poder contarle nada sobre las misiones no le hacía gracia, pero... no podía hacer otra cosa. Bakugo debía estar peor, porque últimamente, ni siquiera había pasado por casa de Kirishima.
Apoyando sus manos a cada lado del pecho de Izuku, Shoto se impulsó, resbalando su pecho por el de su esposo hasta que su rostro estuvo a la misma altura y pudo depositar un dulce beso en los labios.
— Voy a cambiarme.
— Oye, Shoto... – susurró Izuku al ver que éste se levantaba y poniéndose las zapatillas de andar por casa, se dirigía hacia el cuarto que compartían, aunque ahora ambos estaban durmiendo solos por culpa de sus turnos –. ¿Cómo crees que se tomará nuestra familia lo de... habernos casado en secreto?
Aquella angustia que Izuku sentía no era algo que Shoto sintiera. Durante meses, ambos se habían sentado en la mesa del salón con un calendario frente a ellos y trataron de elegir una fecha. Cuando Shoto no trabajaba, lo hacía Izuku y cuando ambos libraban, alguno de sus familiares cercanos tenía algo y no podía asistir. Nunca encontraban la fecha apropiada.
— Pues... supongo que mi padre se entristecerá un poco por no haber podido asistir – comentó Shoto – nada que no se le vaya a pasar si le invito a comer un día en familia. Creo – dudó.
— Yo sólo tengo a mi madre – susurró con tristeza – y sé que le hacía mucha ilusión verme casarme. Siento que le he quitado esa opción y me siento... mal. No me atrevo a decírselo.
— Si quieres... puedo ir contigo a explicárselo a tu madre y luego invitamos a todos los que puedan asistir a un convite para celebrarlo juntos.
Izuku sonrió. Su esposo siempre tenía soluciones para todo.
— Me gustaría celebrarlo con la familia a ser posible.
— Vale. Lo haremos. Sólo dame un poco de tiempo para que acabe algunas misiones. Puede que en unas semanas, Bakugo y yo nos desocupemos.
Sentado sobre el sofá, con los brazos apoyados sobre el respaldo, Izuku no perdió de vista a su chico hasta que se escondió en el cuarto para cambiarse a su traje de héroe. Había otro tema mucho más serio que quería hablar con él, pero... no era el momento. Shoto tenía prisa por irse a trabajar y, aun así, en cuanto salió del cuarto colocándose su cinturón, no pudo evitar preguntarle.
— Shoto, ¿podremos hablar sobre niños cuando regreses?
— ¿Niños? Creía que ya estábamos de acuerdo en que no era el momento para uno.
— Lo sé, pero...
Izuku desvió los ojos hacia la tarjeta que había encima de la mesa pequeña del salón. El número de una clínica de esperma. Había hablado con Shoto de la opción de donar su esperma y con la nueva tecnología y quizá una mujer dispuesta a darles un hijo...
— ¿Qué te preocupa de todo esto, Izuku?
— Es que sabes bien que los quirks se heredan y, siento que te estoy robando la posibilidad de que tengas...
— ¿Hijos con mi mismo poder? Ya te dije que me da igual no tener descendencia.
— Pero... tu genética es buena, no como la mía. Yo ni siquiera tengo un quirk propio y...
— Eres especial, Izuku – sonrió Shoto, acercándose hasta él para sentare en el sofá y acariciar su mejilla con su mano izquierda – nunca pienses que tu genética no sería buena. Preferiría la tuya mil veces antes que la mía y lo sabes. No importa si no podemos tener hijos, yo no quiero depositar mi esperma en un recipiente. Creo que... no sentirías a ese hijo como tuyo y no me convence.
— No quiero que no puedas ser padre por mi culpa – susurró Izuku apoyando su mano sobre la de Shoto.
— Pero es que yo tampoco quiero quitarte esa opción. También podrías ser tú padre y seguro que serías uno mejor que yo.
— ¿Shoto? – se alarmó Izuku al escuchar aquellas palabras.
— Tengo que irme. ¿Vale? No puedo llegar tarde, pero hablaremos de esto con calma.
— Sí, vale.
***
¡Un nuevo club! Shoto observaba el plano en 3D de la localización de la nueva guarida de villanos. Últimamente se estaban expandiendo demasiado rápido. Cada vez que encontraban un escondite y entraban a él, parecían salir dos más de la nada. Estaba claro que preparaban algo grande y debían detener el plan.
Bakugo observó a su compañero. Se le notaba preocupado y él no quería ir a esas misiones tan peligrosas con un compañero que tenía la cabeza en otro lado. Conocía a Shoto, siempre trabajaban juntos y jamás había dudado de él, pero prefería asegurarse de que todo estaba en orden.
— Entraremos en varios equipos. El equipo A irá por delante. Si los villanos están dentro, hay dos opciones: o nos atacarán o tratarán de huir por la salida de atrás. El equipo B cubrirá esa salida, pero tened cuidado, ya sabéis que una vez que se encuentran como ratas arrinconadas, atacarán con todo. Burnin y Starservant, sois líderes en el equipo A – comentó Endeavor – Bakugo y Shoto, sois líderes del equipo B.
— Sí, señor – se escuchó la voz de los cuatro al unísono.
Bakugo miró hacia atrás. Había un gran cristal y otros héroes se preparaban para el asalto al club. Era el decimoctavo que desmantelaban y seguían saliendo más. A este ritmo, no acabarían con todos los villanos. Casi parecía que estuvieran llegando de ciudades o pueblos cercanos, reuniéndose para algo terrible.
Tras ultimar los detalles de la operación, los héroes empezaron a salir de la sala de reuniones. Camino a los camiones para ir a la zona asignada, Bakugo bajó el ritmo de su andar para que Shoto también redujera. Funcionó y en cuanto todos pasaron de largo, habló con seguridad.
— No te distraigas.
— No estoy distraído – dijo Shoto.
— Sí lo estás. ¿Qué ha ocurrido con el nerd? – preguntó –. ¡Por Dios! No podéis tener problemas ya. Acabas de casarte, he aguantado vuestros besuqueos desde la academia – se quejó Bakugo, lo que hizo sonreír a Shoto. En realidad conocía bien a Bakugo como para saber que estaba feliz por ellos. Había aceptado hasta ser su testigo en la boda de anoche.
— Está preocupado por el tema niños. Ha planteado varias opciones y...
— ¿No quieres niños? Genial, únete a mi club. Los niños son horribles, dan muchos problemas, son escandalosos y...
— Tengo miedo de no ser un buen padre.
— ¡Venga ya, Shoto! Abre bien tus orejas porque no repetiré esto de nuevo, pero eres un tipo estupendo. Deja esas chorradas.
— ¿Y si acabo siendo como mi padre? No es que tenga precisamente un gran ejemplo a seguir.
— Tienes un ejemplo de lo que no quieres seguir, tampoco está mal.
Shoto sonrió ligeramente ante aquello. Bakugo podría ser a veces explosivo y decir palabras malsonantes, pero en el fondo, desde que eran compañeros, hablaban más que nunca y habían llegado a entenderse. Para Shoto, no era sólo su compañero, ya era su mejor amigo.
Al ver que Bakugo volvía a caminar y le adelantaba, Shoto se giró hacia él para seguir caminando. Tenían una misión que hacer, pero entonces... Bakugo se detuvo en seco. Dándole la espalda, dio una solución un tanto extraña.
— Llévale un perro – comentó – podéis probar primero, al nerd se le quitará un poco esa nostalgia que tiene por niños y depende de cómo veáis que os va en el matrimonio, decidís sobre hijos. Sé que ahora mismo estás agobiado con todo el trabajo que tenemos, también yo lo estoy. Ni siquiera puedo echar un polvo con Kirishima sin quedarme frito en la cama.
Inevitablemente, Shoto dejó escapar un ruido que parecía una carcajada, aunque lo camufló enseguida.
— ¡No te rías, gilipollas! – gritó Bakugo – no es para tomárselo en broma.
— Aún no he podido darle la noche de boda a mi esposo, así que te entiendo.
— Espero que estas putas misiones acaben pronto o van a terminar con nosotros.
— Hagamos esta misión lo más rápido posible y Bakugo... vayamos a casa de Kirishima y le das una sorpresa. Me quedaré en el portal y te prometo que atenderé yo solo las urgencias que salgan mientras tú...
— ¡Muérete, Shoto! – se enfadó aún más, aunque estaba realmente sonrojado al ver que Shoto le proponía que fuera a tener sexo con su novio mientras él se ocupaba de cubrirle en el trabajo – pero... gracias.
Al ver que Bakugo volvía a caminar hacia el garaje para ir a los coches, Shoto sonrió. ¡Un perro! Bueno, era cierto que podía probar si podía no convertirse en su padre y, sobre todo, podría comprobar el tiempo y los destrozos que sufrirían en casa. No podía equivalerse a un niño, pero... se aproximaba y conocía a los perros perfectos. Él había rescatado al cachorro y su esposo, a la madre, ambos tenían algo especial con ellos.
— Ey, bastardo, date prisa, me has hecho una promesa.
Shoto sonrió. De verdad que Bakugo deseaba esa noche de sexo con su novio. Aceleró el paso hasta correr al coche y subió a él. Ambos cerraron todo tema de conversación. Una cosa era hablar entre ellos que se tenían confianza y otra, tener que pasar su tema y que otros se enterasen de sus problemas.
La furgoneta se puso en marcha. Aceleraba para salir del garaje de la agencia de Endeavor. Casi treinta minutos tardaron en llegar al recinto y los grupos se separaron. La entrada trasera siempre era complicada, se encontrarían con todos los villanos desesperados por querer salir y eso implicaba un ataque con toda la potencia que tuvieran. Últimamente estaban gastando demasiada energía en sus misiones y cuando llegaban a casa, lo único que ambos deseaban era descansar todo lo posible sabiendo que, en su siguiente turno, les esperaba de nuevo algo parecido.
— Vale, acabemos cuanto antes – explotó Bakugo algo de nitroglicerina de sus manos mientras sonreía como un loco.
— Sí. Te cubro – susurró Shoto.
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