Capítulo 3: Una misión

Caminando con lentitud y observando todo a su paso, Kirishima e Izuku hacían su patrulla diaria. Las mañanas solían ser muy tranquilas en comparación a los turnos nocturnos, quizá porque siempre era más factible para los villanos hacer sus fechorías ocultos en la oscuridad. Pese a ello, ambos se mantenían atentos por si alguien se encontraba en apuros.

— Kirishima – empezó Deku la conversación – me preguntaba si no te importaría hacer una ronda conmigo por las cercanías del edificio que se derrumbó el otro día.

— ¿El de hace un par de noches?

— Sí. Es que... Shoto encontró un cachorro en el sótano y supongo que la madre aún estará perdida.

— Quizá era de alguien del edificio.

— También le pregunté eso a Shoto cuando llegó a casa, pero él lo duda. Dijo que la puerta estaba cerrada y el perro parecía abandonado. Seguramente entró la madre por alguna ventana rota y se refugiaban allí del frío.

— Vale, pues busquémosla. – Sonrió Kirishima, chocando ambos puños frente a su pecho. Estaba decidido a encontrarla.

Durante los siguientes diez minutos, mantuvieron el silencio mientras iban hacia el lugar del derrumbe. Era raro que Izuku estuviera tanto tiempo en silencio, pero podría ser que estuviera pensando en sus cosas.

— ¿Qué tal va con Shoto? – preguntó Kirishima en un intento por romper el silencio. Izuku se tensó.

No había contado a nadie sobre su matrimonio, todo había sido realmente precipitado y el único que sabía que se casaron anoche era Bakugo, ya que era el compañero de Shoto y se encontraban trabajando, además fue su testigo de boda.

— Nos va bien – sonrió Izuku – bueno, últimamente apenas tenemos tiempo para nada. Está en el turno de noche y yo en el de día. Tenemos un par de horas entre turno y turno para vernos, pero... siempre suele ocurrir algo y le llaman para que entre antes. Viene tan cansado estos días que hasta me sabe mal mantenerle más rato despierto o que se despierte adrede sólo para estar unos minutos conmigo. ¿No te ocurre con Bakugo?

— Si te soy sincero, hace una semana que no le veo – susurró –. Me está ocurriendo lo mismo que a ti. Va a esas misiones nocturnas con Shoto y cuando acaba su turno, se va directo a casa a descansar. Está agotado. Antes aún venía a mi casa a ver una película o algo, pero estos días, ni eso. Los primeros días de su nuevo trabajo nocturno lo intentó, pero se quedó tronco en mi sofá a los diez minutos de empezar la película.

— Todo sería más fácil si pudiera hacer equipo con Shoto – susurró Izuku casi sin darse cuenta y entonces, al ver la cara de sorpresa de Kirishima, quiso especificar –. No lo digo por ti o porque no me guste ser tu compañero, llevamos mucho tiempo trabajando juntos y es genial, pero...

— Tendríais el mismo turno.

— Sí.

— Te entiendo. También me sería fácil trabajar en el turno de Bakugo, pero son normas de la empresa, no se puede trabajar con tu pareja. Creen que nos distraeremos.

— Lo sé.

— ¿No has pensado en pedir un turno de noche?

— Está completo. Lo pregunté – comentó Kirishima.

— Shoto ni siquiera lo pidió, le metieron allí.

— Sí, le ocurrió lo mismo a Bakugo. La verdad es que creo que los necesitaban para algo. Los del turno de noche están haciendo más misiones. ¿Te ha contado algo Shoto?

— No. Creo que no les permiten hablar del tema. Quizá son operaciones secretas, no estoy seguro.

— Sea como sea, está afectando a nuestra relación personal. Ahora tengo que conformarme con llamar a Bakugo y hablar unos minutos con él antes de que entre al turno. Tú, al menos, vives con Shoto.

— Sí... pero aun así, se le ve tan cansado...

— Supongo que tendremos que esperar a que acaben esas misiones o la cosa se calme un poco.

— No queda otra, ¿no? – sonrió Izuku –. Ahí está, el edificio, bueno... lo que queda de él.

Izuku aceleró el paso hasta dar unos cinco corriendo y acercarse a la valla. Esa misma mañana había estado ahí, recordando lo que sucedió. Aquella noche, le habían llamado a él de urgencia para que acudiera a ayudar, aunque al acabar la alerta, le hicieron regresar a casa.

— ¿Fuiste a ver al cachorro?

— Quería ir hoy después del turno. Cuando lo llevé al centro, me dijeron que lo tendrían un par de días en observación. Se había quemado un poco y había inhalado humo, pero me dijeron que creían que, en unos días, podría estar en plena forma.

— Ésas son buenas noticias.

Ambos bajaron por las escaleras de uno de los laterales hacia la parte de abajo donde los escombros del edificio continuaban. Por esa manzana deberían buscar al perro.

— ¿Alguna vez has hablado con Bakugo sobre la posibilidad de tener hijos? – preguntó Izuku.

— Bakugo odia los niños, además no podríamos tenerlos, habría que adoptar y dudo que él quiera algo así. Ya sabes cómo es Bakugo.

— En realidad, creo que sería un buen padre, pero debería controlar su nivel de palabras mal sonantes.

— Eso sería casi imposible – rió Kirishima –. ¿Qué hay de Todoroki y tú?

— Lo pensamos. Si te soy sincero, me hace ilusión – sonrió algo sonrojado Izuku – pero las adopciones son lentas, costosas y no siempre salen bien. Creo que Todoroki tiene miedo de que me haga ilusiones y luego no consigamos nada. Además... ahora mismo con todo esto de los turnos... si apenas nos vemos nosotros, ¿cómo cuidaríamos un niño?

— Podríais probar primero con algo. Una planta, por ejemplo.

— No es lo mismo. Una planta la riego una vez a la semana y ya está, no necesito estar demasiado pendiente de ella. Pero gracias por la sugerencia – sonrió Deku.

Una vez cerca de los escombros del edificio, empezaron a caminar por el vecindario y a preguntar a los vecinos que encontraban. Alguien debería haber visto algo, pero hoy no estaban teniendo demasiada suerte.

Tras varias horas buscando sin suerte, pararon a comer en un puesto rápido de ramen. Con el cuenco en sus manos, se sentaron en la terraza. El tiempo no estaba mal, parecía que al fondo se nublaba y quizá esa misma noche, cayese una tormenta, pero ahora mismo, la suave brisa y el sol calentaban el lugar.

— Esta noche caerá una buena – susurró Kirishima frente a él.

— Sí, tiene pinta. Ha estado haciendo mucho calor –. Oye, Kirishima, ¿Bakugo es igual de gruñón cuando estáis juntos?

— Depende de por momentos – sonrió – pero la verdad es que suele bajar su tono conmigo.

— Ya veo.

— ¿Todoroki es igual de serio?

— Sí – sonrió Izuku – pero tiene su lado bueno.

— ¿En serio?

— Es muy detallista y atento. No es de esos chicos que sepan hacer demasiado en casa, supongo que su familia siempre estuvo pendiente de sus necesidades. Un día trató de prepararme una cena romántica y no supo encender el fuego, cocinó los filetes de carne con el fuego de su mano – sonrió, haciendo reír a Kirishima –. Pero... es genial levantarme todos los días con una nota donde dice cuanto me quiere, o que vaya todas las mañanas a buscar el desayuno, no sé... son detalles.

— Bakugo es todo lo contrario. Sabe hacer muchas cosas de la casa, cocina de muerte y es respetuoso con todo en la casa, hasta las cosas tienen su orden establecido, pero no es nada detallista. Por las mañanas es casi imposible despertarle, así que suelo preparar yo el desayuno, él se sienta y come, nada más.

— Supongo que ambos son demasiado opuestos.

— Sí, pero creo que también nosotros les complementamos de una u otra forma. Sé como es el carácter de Bakugo, lo fuerte que es y que sus modales a veces le pierden, pero para eso intento ayudarle a relajarse. Todoroki estará aprendiendo contigo todo lo que no pudo aprender con su familia. Estoy seguro de ello.

— Oh, ahí está – se levantó de golpe Izuku al ver al perro.

— ¿Estás seguro?

— Creo que sí, parece la misma raza y tiene el mismo color.

— Pues atrapémosle y reunámoslo con su cachorro.

***

No había sido un día ajetreado y, de hecho, se lo había pasado bien dando caza al perro con Kirishima. La sonrisa idiota de su rostro reflejaba la felicidad por haber reunido al cachorro con su madre. Tras cerrar la puerta del apartamento, lanzó las llaves sobre el pequeño canasto de mimbre del mueble y se quitó las zapatillas.

La casa estaba en silencio. Todoroki le había prometido que se despertaría para cuando él llegase, pero no parecía estar por allí. Quizá se le había olvidado, aunque él fue testigo de cómo ponía el despertador.

— ¿Shoto? – preguntó en voz baja por miedo a que realmente se hubiera quedado dormido.

Caminó descalzo por el pasillo y cuando llegó al sofá, se encontró a su novio sentado en él en mala posición, con la cabeza recostada sobre el respaldo y durmiendo. ¡Sí que se había despertado! Hasta estaba vestido, pero el agotamiento había hecho que volviera a dormirse mientras le esperaba.

Izuku sonrió. ¿Qué narices estaban haciendo esos dos por la noche en la agencia para que estuvieran así? Sin siquiera encender la luz, siendo suficiente con la que todavía entraba del atardecer por la gran cristalera del salón, se sentó a su lado, doblando la pierna para dejar su pie bajo su trasero y apoyó el codo en el respaldo, sosteniendo con la palma de su mano su cabeza y así poder observar a su esposo dormir. Su rostro angelical le encantaba.

— Ey – susurró Izuku con dulzura acariciando con su mano libre el cabello de Shoto. Éste se despertó enseguida, abriendo los ojos con pereza.

— Lo siento – susurró –. ¿Me he dormido?

— Sí, pero no pasa nada.

— Te prometí que estaría despierto – sonrió Shoto. – Puse la alarma y me levanté. Sé que me vestí y... salí al salón a esperarte, pero... no sé cuándo me he vuelto a quedar dormido. De verdad que lo siento. Dame cinco minutos y me despejaré, te lo prometo.

— No pasa nada, Shoto. Quedan un par de horas para tu turno. Ven, estabas en mala posición y luego te dolerá el cuello.

Agarrando con sus brazos el pecho de su esposo, Izuku se echó hacia atrás para que se tumbase sobre él en el sofá. Shoto se dejó caer, apoyando su cabeza sobre el pecho de Midoriya y cerrando los párpados mientras se relajaba escuchando cómo bombeaba su corazón.

— Te prometí que te daría tu noche de boda.

— Shhh, duérmete otro rato. Estás agotado. Descansa un poco más hasta que tengas que irte.

— Quiero estar contigo.

— Ya estás conmigo – sonrió Izuku, acariciando con una mano el cabello de Shoto y con la otra su brazo – descansaremos juntos, ¿vale?

— ¿Ha ido bien hoy en la agencia?

— Sólo hemos patrullado y convencí a Kirishima para ir a buscar a la madre del cachorro.

— ¿La has encontrado? – preguntó Shoto con voz somnolienta. Ya estaba volviendo a dormirse.

— Sí, la he encontrado. Ya está reunida con su cachorro, aunque sigo sintiéndome mal por ambos. Solos en la calle, sin una familia, bueno, ahora están en la protectora, pero...

— Qué alivio que la encontrases.

Izuku, que bajaba y subía sus manos por los brazos de su esposo, dejó de hacerlo al fijar sus ojos en la herida que se hizo. Estando en manga corta como estaba, era plenamente visible la quemadura. El corte estaba secando, pero aun así... Shoto siempre era de los que se esforzaban más de la cuenta. Por eso mismo, prefería que durmiera y descansase, no quería que nada malo pudiera ocurrirle en su servicio sólo por no haber dormido bien.

— Te quiero – susurró Izuku depositando un suave beso en su frente. Shoto ya se había vuelto a quedar dormido sobre su pecho, agarrando con su brazo derecho la cintura de su esposo.

Izuku miró el anillo de oro blanco en el dedo de Shoto. ¡Casados! Todavía era algo a lo que no se hacía a la idea, pero allí tumbado, con su esposo sobre su pecho completamente relajado, podía asegurar que era feliz.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top