Capítulo 25: Problemas

Con el café en su mano y en completo silencio, Bakugo esperaba en la sala de espera hasta tener noticias de sus compañeros. Kirishima estaba a su lado, con el café humeante también en su mano.

— Están tardando.

— Los partos a veces se complican – comentó Kirishima – alguno de ellos pueden tardar muchas horas, pero está bien atendido. Todos los médicos están allí y también está Deku a su lado.

— Sí. Eso es cierto.

Bakugo dio un sorbo a su café. Llevaban allí horas, incluso Endeavor había dejado al cargo de otros héroes su turno para poder venir al hospital a conocer a su nieto. Todos estaban nerviosos, pero la sensación de que algo iba mal empeoró cuando Bakugo vio salir a Izuku con nerviosismo y caminar directamente hacia él.

Instintivamente, Bakugo se levantó con rostro preocupado al ver llegar a su mejor amigo con ese nerviosismo.

— ¿Ocurre algo? – preguntó Bakugo.

Deku agarró a Bakugo del brazo y lo apartó hacia un lado para evitar que los demás les escuchasen. Eso preocupó más a Bakugo.

— Sí. Te necesito ahora mismo. Hay algo raro...

— Podrías ser más preciso.

— No encuentro a Todoroki ni al niño – dijo Izuku – las enfermeras me dicen que quizá ha ido a por algo pero... no creo, estaba débil tras el parto. No lo veo caminando por los pasillos.

— Venga ya, tú estabas con él. No puede desaparecer de la nada.

— Por eso mismo, porque no puede desaparecer de la nada. Estuve con él durante el parto y te aseguro que no creo que se haya levantado para ir a buscar algo, pero... por otra parte, tampoco quiero ser alarmista por si sólo fuera algo sin importancia.

— Algo como que haya ido a buscar comida. Aun así, es raro en Todoroki, y más si dices que estaba débil. Con lo dormilón que es, se habría echado una siesta por el momento – comentó Bakugo conociendo bien a Todoroki –. Cuéntame exactamente qué ha pasado.

— En cuanto sacaron al niño, lo llevaron a neonatos, me dijeron que podía ir a verle y Shoto me dijo que fuera. Que comprobase que estaba bien y volviera.

— ¿Y qué ocurrió entonces?

— No estaba mi hijo, y sentí que algo andaba mal, por lo que volví con Shoto, pero al llegar a su cuarto, no estaba allí. Creí que quizá, pese a estar débil, le podían las ganas de ver al niño y habría convencido a alguna enfermera que le acercara a neonatos, pero al volver allí, tampoco había rastro de él.

— Vale, vamos a buscarles. Aquí hay unos cuantos héroes, nos dividiremos y buscaremos por todos lados.

¡Desesperado! Así parecía Izuku al no encontrar a Shoto y aunque intentaba no alarmarse demasiado ni alarmar a los demás en exceso porque podría ser que simplemente, Shoto estuviera con su hijo en algún lugar a solas y tranquilo, o que hubiera ido a buscar a alguna enfermera o algo para comer o beber... a Izuku algo le olía realmente mal en todo aquello. Era por eso que Bakugo se preocupó también.

***

Seguramente sería una tontería, pero... Bakugo siempre tomaba muy en cuenta esas intuiciones que Deku tenía. Ambos conocían a Shoto y él no era de esos chicos que improvisasen o hicieran cosas sin pensar. Siendo lógico y racional, habría esperado a que su esposo regresase para moverse de la habitación y, desde luego, que a Izuku le sonase raro todo aquello era algo que a él también le chirriaba demasiado.

Ahora allí estaba, dando vueltas por los pasillos en busca de Todoroki. No podía haberse ido demasiado lejos y menos con un crío recién nacido. Debía estar en algún lugar y por eso, todos andaban buscándole ahora mismo. Sólo había dicho lo básico, que no encontraban a Shoto y creían que había ido a algún lugar a por algo.

De repente, Bakugo frenó su caminar. Por su lado, pasó una camilla, empujada por dos enfermeros que se dirigían a toda prisa hacia un quirófano. Se fijó en ellos casi como un acto reflejo al tener que apartarse para dejarles pasar y entonces... se dio cuenta de algo importante.

Inició la caminata de nuevo, pero esta vez, en dirección a la salida del hospital mientras buscaba en el bolsillo de su pantalón el teléfono. Llamó a Kirishima para informarle de las nuevas noticias. No fue hasta que salió del hospital que sintió que alguien agarraba su brazo y tiraba de él. ¡Volaban! No es que volasen, sino más bien, era un salto, uno grande. Bakugo observó entonces a Izuku imbuido en ese rayo verde y negro antes de apoyar la bota en uno de los postes y dar otro salto.

— ¿Tienes la pista? – preguntó Bakugo entonces, soltándose de su agarre para activar su habilidad y acelerar el paso en el aire.

— Alguna. Sé la última ubicación. Los héroes están rastreándole. ¿Cómo has sabido que no estaba en el hospital? – preguntó Izuku algo sorprendido al ver a Bakugo allí fuera como si lo supiera.

— Parecerá una chorrada pero... cuando traje a Shoto al hospital y lo preparaban para el quirófano, me fijé en las enfermeras.

— ¿Y qué tiene eso que ver?

— Que cuando buscaba a Shoto por el hospital, un par de enfermeros llevaban una camilla a quirófano, era la enfermera de Shoto. No sé, intuí que algo ocurría. Quizá habían venido a por Shoto o a por el niño, fuera como fuera, el que estaba con Shoto no era su enfermera.

Deku se quedó atónito ante aquello. Bakugo había tenido una buena percepción y desde luego, recordaba muy bien las caras de la gente. Sonrió.

— No sonrías así, nerd. ¿Cómo supiste tú que Shoto no estaba en el hospital?

— Revisé las cámaras de seguridad y pedí a algunos héroes de la agencia que revisasen todas las cámaras próximas de la ciudad para que no les perdieran la pista. Vieron cómo lo metían en un coche, inconsciente, ahora mismo van hacia la autovía.

— Pues no perdamos tiempo.

— Nos llamarán para ir informándonos sobre la localización. Si cambian de rumbo o se detienen, lo sabremos mientras las cámaras de tráfico puedan verlos.

— Démonos prisa entonces. No quiero que salgan fuera de alguna cámara.

***

Agotado y con dolor era como se encontraba tras el parto. En ese instante en que todo terminó y Shoto vio cómo se llevaban al niño para limpiarlo, sólo pudo levantar ligeramente la cabeza para verlo unos segundos. Izuku estaba a su lado, agarrando su mano con fuerza como si eso pudiera quitarle el dolor y el mal rato. No podía quitarlo, pero en realidad, le gustaba no pasar por aquello solo, así que lo agradecía.

— Puedes ir a ver al niño a neonatos mientras llevamos a Shoto al cuarto, si quieres... – sugirió una enfermera hacia Izuku.

Por un instante, él dudó. Había prometido decirle a Kacchan lo antes posible que Shoto estaba bien, que ya eran padres y esas cosas, ir a ver al niño y cerciorarse de que estaba bien le daba una excusa para ir luego con Bakugo a explicarle la situación, sin embargo, tampoco quería dejar a Shoto a solas.

— Ve – intentó sonreír Shoto – estoy bien, sólo necesito descansar un poco.

— ¿Estás seguro? – preguntó Izuku.

— Sí. Me quedaría más tranquilo si vas con él y te aseguras de que está bien.

— Vale. Vuelvo enseguida.

— Lo llevaremos a su habitación – comentó la enfermera.

— De acuerdo. Vuelvo enseguida.

Con un suave beso en su frente, Izuku se despidió de Shoto momentáneamente. Tenía intención de regresar enseguida. Esperó unos segundos y hasta ayudó a sujetar la puerta viendo cómo se llevaban a su esposo al dormitorio para que descansase y entonces, él caminó en sentido contrario para ir hacia neonatos.

No tardó demasiado en llegar y aunque muchas enfermeras estaban en la zona vigilando a los niños, sobre todo, los que necesitaban más cuidados como los que estaban en las incubadoras, no podía ver a la enfermera que se había llevado a su hijo y desde luego, tampoco lo veía a él.

Dio una vuelta por toda la zona echando un vistazo con algo más de atención por si se lo habían llevado a algún otro cuarto y finalmente, preguntó. Las enfermeras buscaron en el registro del ordenador pero parecían sorprendidas también de no encontrarlo. En aquel instante... algo empezó a olerle mal a Izuku en toda esa situación, así que decidió volver con Shoto para asegurarse que él estaba bien. Luego volvería para identificar el problema que estaba ocurriendo.

Con un nudo en su garganta y una mala sensación en su estómago, regresó hacia el cuarto de Shoto. Estaba preocupado por su hijo y por Shoto, demasiado incluso para poder admitirlo en voz alta, pero de nada serviría mostrarle esa faceta a Shoto. Tenía que calmarse. Ahora mismo, Shoto necesitaba descansar y si le contaba que no encontraba a su hijo, éste era capaz de levantarse de esa camilla y patearse todo el hospital pese al dolor. Debía fingir por el bien de Shoto.

***

Con el suave movimiento de la camilla recorriendo el pasillo, Shoto empezó a quedarse dormido. El esfuerzo y el agotamiento de los últimos meses donde apenas había dormido bien hizo que cayese rendido en cuanto toda la situación se arregló.

Ya no sentía estrés ni miedo y además, sabía que Izuku se estaba ocupando del resto y confiaba plenamente en él. Era fácil relajarse ahora y finalmente... dormir con tranquilidad. Posiblemente hoy sería el único día que dormiría realmente bien sin tener que despertarse por el niño cuando se lo llevasen a casa. Había escuchado en las clases de preparación al parto a muchas madres hablar de lo cansadas que se encontraban y lo poco que dormían cuando se llevaron el niño a casa.

Cuando la camilla se detuvo, Shoto abrió ligeramente los párpados. Estaba tan cansado que apenas podía ver mucho, pero de una cosa estaba seguro, aquello no era su habitación en el hospital. Cuando quiso incorporarse, unas manos lo empujaron contra la camilla y otra puso un pañuelo húmedo contra su boca.

El sudor resbalaba por su nuca y por primera vez en mucho tiempo, sintió miedo y no por él, lo sintió por Izuku que en breve se daría cuenta de que algo ocurría, lo sintió por su hijo del que ahora mismo no sabía nada... lo sintió por los demás que estaban en la sala de espera y habían venido por él. Todos esperaban noticias.

Con su mano, agarró la muñeca del agresor y activó el fuego para intentar librarse de él. ¡Le quemó! Sabía eso por el chillido que pegó, sin embargo, no soltó aquel pañuelo y en pocos segundos, el fuego de su mano se apagó y cayó de nuevo completamente dormido.

— Maldita sea – se quejó uno de los villanos, concretamente, el que ahora tenía la quemadura en la muñeca.

— Sabías que no sería fácil atraparle.

— Sí, supuse que opondría algo de resistencia pero aun así...

— Súbelo a la furgoneta y larguémonos. El niño ya está dentro.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top