Capítulo 24: El día

Ese día era uno de los lluviosos. Ese tipo de días tormentosos hacía que Shoto se pusiera un poco melancólico y que sus fuerzas se esfumaran. Ni siquiera sabía el motivo de por qué era así, pero era cierto que en esos días, lo que más le gustaba era quedarse en casa, tomarse un chocolate caliente y a ser posible, leer un libro o ver una película en compañía de sus perros y su esposo, sin embargo, al apartar la mirada de la ventana de la cocina y posarla sobre la mesa, se encontró a Bakugo desayunando allí.

¡Iba todos los días a verle! Por si necesitaba ayuda con algo. Incluso los días que tenía trabajo, pasaba a desayunar con él por si acaso. Shoto miró la puerta de entrada, a un lado había una mochilla llena de cosas que él necesitaría el día del parto y las llaves del coche estaban colgadas en un gancho de la pared. Aquel simulacro que le hizo afectó tanto a Bakugo que ahora tenía todo preparado y bajo control. Lo primero que hacía al llegar a su casa, era asegurarse de que todo estaba en su lugar para salir de emergencia si era necesario.

Izuku también había espabilado tras aquel desastre, incluso su padre, que antes se olvidaba hasta de dónde dejaba el teléfono, ahora era de los primeros en responder por si tenía que salir corriendo al hospital. Por lo menos, esos simulacros sirvieron para que Shoto se quedase más tranquilo sabiendo que ahora sí estaban todos preparados para una emergencia real.

— Vale, admito que cada vez se te da mejor cocinar – susurró Bakugo – has tenido un buen profesor.

— Cuánta honestidad – susurró Shoto sabiendo perfectamente, que Bakugo había sido su profesor y se estaba alabando a sí mismo en realidad.

— ¿A que sí?

— Bakugo... sabes de sobra que no hace falta que vengas todos los días, ¿no? Sobre todo los días que trabajas – comentó Shoto al verlo comer a la desesperada con rapidez y con su traje de héroe.

— Ya... pero eres mi compañero. Si no me preocupo yo por ti, ¿quién lo haría?

— No lo sé... quizá mi marido – dijo claramente Shoto puesto que Izuku solía ser el que más pendiente estaba de él, sobre todo esas últimas semanas para salir de cuentas.

— ¡El nerd! Ese no sabría ni qué hacer cuando te pongas de parto, yo lo tengo todo bajo control.

Shoto sonrió. No pensaba llevarle la contraria porque conocía demasiado bien a Bakugo y sabía de sobra que, tras esa fachada, se escondía una preocupación absoluta hacia él y el bebé. Su relación inició como una rivalidad. Bakugo siempre deseó superarle, enfrentarse en serio a él, sentirse el mejor, pero cuando empezaron a trabajar juntos, esas pequeñas asperezas terminaron de limarse. Se llevaban bien, de hecho, sentía que Bakugo le admiraba en cierto modo y él admiraba a Bakugo también, así que trabajar juntos, pese a la sana rivalidad que compartían, les sentaba bien. Ninguno habría querido otro compañero y, desde luego, a Bakugo seguramente le estaba costando encajar con el resto de héroes de la agencia. Odiaba las sustituciones pero todavía tendría que esperar unos meses para que Shoto regresase a su aspecto normal y, sobre todo, al trabajo.

Shoto dio otro sorbo al zumo mirando el yogurt que acababa de comerse en la encimera y entonces, fijo en la lluvia y la ventisca que empezaba a levantarse, sintió el primer dolor punzante. Al inicio se centró en su respiración y pensó que el niño cada vez estaba más inquieto. Últimamente las patadas eran algo demasiado rutinarias y ya no le sorprendían, sin embargo, sentir el intenso dolor una vez más... le hizo alarmarse.

— Pues... he estado hablando con Kirishima sobre el tema de niños – se aventuró a decir finalmente Bakugo – quizá... adoptar, no estamos seguros pero... – sonaba casi avergonzado.

— Bakugo – susurró Shoto sintiendo el dolor para que callase y le prestase atención. Estaba claro que necesitaba ir al hospital.

— Sí, sí, ya sé lo que vas a decirme... no me gustan los niños, de hecho, los odio pero viéndote a ti...

— Bakugo – volvió a llamarle Shoto.

— Sí, ya sé que piensas que tengo mal temperamento, pero creo que podría ser un gran padre.

— ¡Hospital! – dijo finalmente Shoto consiguiendo que al final, Bakugo se callase y le observase encorvarse por el dolor.

— ¡No me jodas! – se quejó Bakugo – si es otra de tus bromas... te juro que te mato.

— No estoy de broma.

— Esta vez no me pillas, estoy totalmente preparado. Vamos al coche. Tengo el número de una ambulancia guardado en el teléfono por si acaso y tus cosas preparadas.

Shoto sonrió ligeramente pese al dolor que sentía, sin embargo, al empezar a caminar hacia la puerta, sintió que Bakugo, con la mochila ya puesta a su espalda, le agarraba del brazo para ayudarle.

— Llamaré al nerd de camino al hospital – avisó Bakugo como si eso fuera a calmar la situación.

— Bakugo... gracias – susurró Shoto.

— Ya... las cosas que se hacen por un compañero. Acuérdate de esto la próxima vez que patrullemos, me vas a deber unos cuantos tragos por estos meses.

— Oh... así que lo haces por el alcohol que me vas a pedir a cambio. Qué considerado.

***

Entró corriendo por la recepción del hospital hasta llegar a recepción para pedir información sobre su marido, o esposa en este caso, porque a ojos de todo el mundo, Shoto ahora mismo seguía convertido en mujer. Endeavor entraba tras él en una llamarada por haber venido desde el trabajo.

En cuanto Izuku obtuvo la información, volvió a salir corriendo aunque esta vez, no activó sus poderes por no asustar a la gente y que pensasen que ocurría algo. Ver entrar de esas formas a un par de héroes tan conocidos podría causar el pánico general, así que Izuku se contuvo esos últimos metros.

— ¿Dónde está? – preguntó en cuanto observó a Bakugo esperando en la silla del pasillo con la mochila a su lado.

— Con los médicos dentro. Te estaban esperando, tú puedes entrar. A mí, evidentemente, no me lo permiten. No soy su marido ni esas cosas, sólo su compañero – sonó como una queja, aunque Deku sonrió antes de poner su mano en el hombro de su amigo como si quisiera consolarle. Sabía lo unido que estaba a Shoto y evidentemente, debía estar preocupado por él en estos momentos.

— Voy a entrar. Luego te cuento cómo ha ido.

***

Horas había estado en el hospital esperando noticias de Shoto pero no llegaban a excepción de Izuku que salía de vez en cuando a explicarle cosas que él no entendía como tema de contracciones, y que estaban esperando a saber qué... al final, Kirishima había llegado en su ayuda y sacado del hospital para ir al centro comercial a buscar un regalo para el pequeño nuevo integrante de la familia de Izuku y Shoto.

¡Despistado! Así era cómo Kirishima encontraba hoy a su novio o más bien, era preocupación por Shoto.

— ¿Has pensado en algún regalo? – preguntó Kirishima.

— Ni idea. Esto ha sido idea tuya.

— Creo que les hará ilusión que les compremos algo. Además, no pintamos nada en el hospital. He leído que el parto puede retrasarse bastante y es mejor que Izuku esté centrado en Shoto y no entrando y saliendo para darnos noticias. ¿No crees?

— Supongo – se quejó ligeramente Bakugo pese a que entendía el punto de su novio.

Kirishima sonrió antes de agarrar el brazo de su novio e indicarle que le siguiera hacia una tienda de bebés.

— Vamos a esa. Seguro que tendrán cosas para el bebé.

— Evidentemente... – dijo Bakugo como si eso fuera obvio, en una tienda de bebés tenían que tener cosas precisamente para bebés.

— Qué insoportables estás hoy. ¿Estarías igual si adoptáramos a un niño?

— ¿Eso es que has pensado mi propuesta? – preguntó Bakugo con ciertas dudas.

— Claro que he pensado tu propuesta. Siempre las pienso, aunque tendrás que dejar de mandarme esos mensajes de "quítate los pantalones" – intentó imitar la voz de su novio, lo cual causó cierta gracia a Bakugo por su mala imitación –. Con un niño en casa, esas cosas se quedarían más en la intimidad.

— Lo sé. Estoy dispuesto a sacrificar eso. O puede que cambiase la frase por "déjale al crío a tus padres y quítate los pantalones" – sonrió Bakugo.

— Eres un idiota – sentenció Kirishima sabiendo que su novio bromeaba.

Los dos entraron en la tienda. ¡Muchas cosas para bebés! Fue lo que Bakugo veía y por extraño que le resultase, verse rodeado de todo eso le creaba un sentimiento paternalista que no sabría explicar. Él, que siempre había odiado a los niños, ahora cada vez que se giraba y veía la sonrisa de Kirishima mirando los patucos o las mantitas o incluso los pequeños peluches, le hacía sonreír queriendo vivir esa misma experiencia junto a él.

— Podríamos comprarles unos patucos.

— Ni de coña – dijo Bakugo – seguro que todo el mundo va a llevarles algo así. Patucos o ropa... quiero algo diferente, para que ese niño o niña se acuerde bien de su tío Bakugo – sonrió.

— Pues sigamos mirando entonces.

— Mira eso. ¡Oh, Dios mío! – expresó Kirishima echando a correr por la tienda hacia uno de los pasillos de atrás donde había unos cojines para la cuna. Bakugo le siguió.

¡Era Shoto! Un cojín de la cara de Shoto y también había otros héroes, incluidos ellos mismos.

— Hay que comprar uno de estos. Mira qué monada – aclaró Kirishima.

— Compraremos a Shoto entonces – dijo abiertamente Bakugo.

— ¿En serio? ¿No prefieres el cojín de Izuku?

— ¿Por qué querría el cojín del nerd? El niño tendrá pesadillas – bromeó Bakugo en su instinto por seguir metiéndose con su nerd favorito – yo compraré a Shoto.

— Vale, pues yo les regalaré a Izuku – dijo finalmente Kirishima tomando los dos cojines para ir hacia la caja.

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