Capítulo 22: La ecografía
Tumbado sobre la camilla, Shoto esperaba pacientemente al doctor. Aquella era su primera ecografía del bebé y sinceramente... no dejaba de mirar de un lado a otro buscando a la única persona que deseaba estuviera a su lado y no lo estaba: Izuku.
Al único al que podía ver era a Bakugo, pero él no era para nada sentimental ni entendía tampoco los protocolos a seguir en esos casos. Él no agarraría su mano para calmarle, ni haría cosas de ese estilo, sólo estaba allí sentado en la silla, esperando. Aunque Shoto sonrió, ya era bastante que hubiera entrado en la sala con él y pese a que su apariencia era la de un niño de ocho años, le tranquilizaba saber que estaba allí por si le necesitaba.
Algo cansado, Shoto echó la cabeza contra la camilla y esperó entre leves suspiros. Sus manos, apoyadas sobre su pecho, no dejaban de mover sus dedos con nerviosismo. ¡Su hijo! Ésa era la primera vez que le vería y aunque sabía que la ecografía a esos pocos meses apenas se vislumbraría nada, le hacía mucha ilusión poder verle dentro de su vientre.
— Bueno, veamos a ver – la puerta se abrió de golpe permitiéndoles a ambos ver al doctor que entraba por la parte de atrás de la camilla y caminaba hacia la silla junto a Shoto.
A Shoto le fue un poco complicado verle al entrar por la parte posterior donde él estaba tumbado, sin embargo, lo vio claramente cuando llegó a la silla y empezó a preparar el aparato con el gel para hacerle la ecografía.
— Levántate la camiseta, vamos a buscar a ese pequeño.
Shoto le hizo caso al instante y en cuanto sintió el gel rozar su piel, un escalofrío le hizo quejarse ligeramente ante la sonrisa del doctor.
— Está frío – susurró el médico.
— Sí. Me ha sorprendido – intentó sonreír Shoto.
¡Estaba bastante más frío de lo que él esperaba! Pero al cabo de un par de pasadas, empezó a acostumbrarse y el gel terminó por calentarse al contacto con su piel. El doctor miraba la pantalla a medida que buscaba el feto.
— Oh... aquí está – susurró el doctor deteniendo la mano para enseñarle a Shoto y a un sorprendido Bakugo la imagen.
Bakugo se levantó con gran rapidez para ir al lado de su amigo y miró el bulto en la pantalla. Apenas se veía nada pero él intentó ver al niño según las instrucciones del doctor cuando le decía dónde estaba la cabeza o los supuestos bracitos.
— ¿Es eso de ahí? – preguntó Bakugo algo sorprendido.
Por otra parte, Shoto miraba la pantalla en completo silencio. Absorto en la escena, se maravillaba ante aquel milagro de la naturaleza. Crear vida era algo que él jamás soñó, pero ahora que lo tenía frente a sí mismo, le resultaba lo más maravilloso del mundo. Era su hijo... suyo y de Izuku. Ni siquiera tenía palabras, sólo... sonrió al poder verle por fin.
— Vaya... creo que tiene tus orejas – se escuchó una suave voz a su espalda que heló a Shoto por completo – sí, deben ser tus orejas porque las mías no son así.
Shoto se giró al instante con rapidez. No lo había soñado, era la voz de Izuku y, aun así, sólo quedó completamente satisfecho cuando sus ojos hicieron contacto. Venía con esa capa mugrienta con la que había hecho la misión y bajo ella, su traje verde. Ni siquiera se había cambiado.
— ¿Izu...ku? – preguntó Shoto atónito ante ello.
— No podía perderme esto – sonrió pese a que estaba casi sin aliento. Seguramente había venido corriendo por los tejados o a saber cómo... la cuestión era que estaba allí junto a él.
— Tú y tu grandiosa forma de entrar – se quejó Bakugo.
— Lo siento... llego un poco tarde. La misión se me alargó más de lo que esperaba. Pero... ya estoy aquí y no me voy a ir a ningún lado.
Al ver los ojos de Shoto al borde de las lágrimas, Izuku sonrió y dio la vuelta a la camilla para ponerse a su lado. Con un leve roce de sus dedos en las mejillas, acabó apoyando las palmas de sus manos en ellas para poder acercar su rostro y besarle. Shoto lo permitió. Él siempre fue mucho más cuidadoso que todo eso, intentaba no dar muestras de cariño en público pero hoy... era diferente, demasiado diferente, hacía tanto tiempo que no se veían, tanto que deseaban estar juntos que... Shoto olvidó por un instante dónde estaban y simplemente, aceptó aquella muestra de afecto.
— Te quiero – susurró Izuku al romper el beso – y vamos a ser padres.
— Sí, vamos a serlo – sonrió Shoto aunque toda aquella atmósfera se rompió en dos segundos gracias a Bakugo.
— Sí, sí... todo lo que queráis pero vamos a lo importante, ¿habéis atrapado a ese tipo o no?
— Sí – susurró Izuku – claro que lo hemos atrapado. Está en los calabozos de la agencia de Endeavor.
— ¡Por fin! Podré volver a mi forma original y no tendré que seguir con esta apariencia de niño de ocho años. Acabemos rápido con la ecografía que quiero volver a mi forma cuanto antes.
— Está desesperando por ir con Kirishima – susurró Shoto sonrojando entonces a Bakugo.
— No es cierto... es que odio ir al colegio y repetir esos ejercicios simplones.
— Es por Kirishima – volvió a repetir Shoto haciendo reír a Izuku.
— Me lo imagino. Bien, pues veamos lo de la ecografía y luego, os acerco en coche hasta la agencia para que Bakugo pueda recuperar su forma – dijo finalmente Izuku.
***
La vibración del teléfono sobre su mesilla de noche le hizo abrir los párpados un segundo. Estaba cansado, mucho después de aquella misión en la que había participado para ayudar a su compañero a pillar a esos tipos pero no podía ignorar el teléfono. Podía ser algún asunto importante de la agencia.
Kirishima se dignó a abrir los ojos con mayor presteza y agarró el teléfono en sus manos para desbloquearlo. No había sido una llamada, sino un mensaje de texto de Bakugo. Sonrió pese al sueño que tenía y abrió el mensaje. Seguramente su novio estaba melancólico aunque no lo diría abiertamente. Al fin y al cabo, llevaban unos meses donde apenas se habían podido ver por culpa de su estado.
Los ojos de Kirishima se abrieron más rápido y su cuerpo se impulsó para incorporarse al leer el mensaje.
¡Bájate los pantalones! ¡Ahora!
Kirishima sonrió ante ese mensaje. Su novio era realmente raro y, por un instante, pensó que le estaba tomando el pelo como de costumbre. Ahora mismo, era un niño de ocho años así que su relación se había estancado literalmente. Apenas podían estar juntos para evitar chismes innecesarios.
Volvió a lanzarse sobre el colchón apoyando de nuevo la cabeza en la almohada mientras tecleaba rápidamente un "muy gracioso", sin embargo, cuando iba a darle a enviar, el timbre de su puerta sonó. No era posible que Bakugo estuviera hablando en serio, ¿no? Eso de tener sexo con un crío aunque mentalmente no lo fuera, no estaba para nada bien visto. Muy desesperado tenía que estar Bakugo para cometer semejante locura.
Con algo de miedo, Kirishima se apresuró hacia la puerta y la abrió. Para su sorpresa, sí era Bakugo, pero no un Bakugo de ocho años... sino su Bakugo, en perfecto estado.
— Eres... adulto – sentenció Kirishima al verle.
Bakugo dejó escapar un chasquido de frustración y casi enojo.
— Y tú como siempre sin hacerme caso. Me dejas a mí la faena de desvestirte – se quejó a medida que avanzaba para cruzar el umbral de la puerta.
Colocando sus manos en la cintura de su novio para acercarle a su cuerpo, Bakugo le besó con pasión mientras seguía caminando, obligando a Kirishima a caminar de espaldas. Con el pie, Bakugo cerró la puerta tras él negándose a soltar a su novio. Por fin había vuelto a la normalidad y tras esos meses sin haber podido estar cerca de su chico, hoy no iba a dejar escapar la oportunidad.
Kirishima sonrió en cuanto el beso se rompió durante un segundo, viendo cómo su novio ya se quitaba la camiseta con rapidez y la tiraba al mismo suelo con impaciencia.
— ¿Qué? – preguntó Bakugo malhumorado.
— Nada... sólo que vienes muy...
— ¿Caliente? ¿Excitado? ¿Necesitado? – preguntó – pues la verdad es que sí y tú estás tardando mucho en desvestirte.
Ante aquella mirada que Bakugo le ofreció, Kirishima sonrió con cierto toque de miedo en su rostro. Sabía lo malhumorado que podía ponerse y su fuerte carácter, por eso mismo, agarró el límite del cuello de su camiseta del pijama y tiró de ella por encima de su cabeza para quitársela.
— ¿Y Shoto? – preguntó Kirishima al tener ciertas dudas de lo que había ocurrido, al fin y al cabo, Shoto estaba embarazado, no podía volver a su normalidad sin perder a ese niño.
— ¿Qué pasa con él? ¿Es que quieres un trío? – sonrió Bakugo de forma sugerente – no creo que él quiera, y el nerd dudo que lo permitiese.
— Qué idiota eres – se quejó Kirishima – me preguntaba si él...
— Él sigue adelante con el embarazo. Si es eso a lo que te refieres. Supongo que tendrán a ese tipo en los calabozos de la agencia de Endeavor hasta que Shoto dé a luz, es lo que me imagino para evitar que pueda ocurrirle algo en prisión. Sería una desgracia que le pasara algo y Shoto no pudiera volver a la normalidad, así que lo tendrán bajo estricta vigilancia y ahora cállate y quítate el dichoso pantalón.
Dicho y hecho, Kirishima no tardó ni dos segundos en deslizar su pantalón de pijama por sus piernas para evitar enfadar a su novio. Bakugo sonrió al verlo, agarrando su muñeca con rapidez y llevándolo hacia el dormitorio. Aquella noche sería movidita para ambos. Bakugo no pensaba dejarle dormir ni un segundo.
***
Sin poder dormirse, Shoto contemplaba el rostro dulce y relajado de su esposo. Izuku también le miraba mientras acariciaba con sus dedos la suave palma de la mano de Shoto y deslizaba sus yemas hacia sus largos dedos.
— ¿No vas a dormirte? – sonrió Izuku.
— No – dijo Shoto con una sonrisa a la vez que negaba como un niño pequeño con la cabeza.
— ¿Por qué no? Debes estar cansado.
— Prefiero quedarme así toda la noche – dijo – mirándote.
— Sabes que no voy a irme a ningún lado, ¿verdad? He terminado la misión.
— Aun así... no quiero despertarme mañana y que quizá no estés aquí.
— Como mucho, me habría ido a comprarte algo de desayuno – sonrió Izuku – o flores, o algún antojo que tengas por tu embarazo.
— Mi único antojo es tenerte a mi lado – confirmó Shoto.
— Siempre vas a tenerme a tu lado.
Izuku aprovechó ese instante para dejar de acariciar la mano de su esposo y llevarla a su rostro. Acarició su mejilla, apartó un reboltoso mechón de su cabello colocándolo tras su oreja y se aproximó a sus labios para besarle con suavidad. Esos meses sin Shoto habían sido todo un tormento, pero por fin estaba en casa, a su lado y no pensaba volver a irse de su lado. Iban a ser padres y eso era lo único que le importaba en este momento a Izuku.
— Te echaba de menos – susurró Izuku.
— Y yo a ti.
— ¿Estás bien? – preguntó Izuku llevando su mano al vientre de Shoto.
— Sí, más o menos. Algo de malestar de vez en cuando, más por las mañanas, pero por ahora... todo va bien. Mejor ahora que estás aquí con nosotros – dijo Shoto consiguiendo que Izuku sonriera.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top